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HNO. VICTOR VALLAINC

Nombre Civil: Pablo José Vallainc.

Fecha de Nacimiento: 05/07/1912.

Lugar de Nacimiento: Camporcher — Provincia de Aosta — Italia.

Fecha de Profesión: 14/09/1933.

Fecha de Defunsión: 10/08/1990.

Nacimiento: 05.07.1912 — Italia.
09.04.1924: Junior en Saint Paul.
26.09.1926: Postulante en Ventimiglia.
16.07.1927: Toma de Hábito.
16.07.1928: Primeros votos.
14.09.1933: Profesión Perpetua.
22.01.1949: Voto de Estabilidad.
29.10.1935: Llega a la R. Argentina.
Actuación: ….. 56 Años.
Escolástico ….. 1 Año y 2 Meses.
Celador ….. 6 Años.
Profesor ….. 7 Años 3 Meses.
Ecónomo ….. 22 ½ Años.
Director ….. 9½ Años.
Enfermero ….. 5½ Años.
Recepcionista ….. 4 Años.
Fallecimiento: +10.08.1990 — Luján — 78 Años, 63 Años de Vida Marista.

VALLAINC, Pablo José, es originario de la población de Camporcher, en la provincia de Aosta. Sus padres fueron Don Félix, constructor, fallecido en 1929, y Doña María Cesarina Savin (+ 1958). La ficha provincial nos informa bien en cuanto a sus hermanos y sobrinos. Los primeros, Nicola (en Camporcher); Pierina V. de Bottan, Bard, con teléf. 0125 – 833332; Nilda V. de Chanoux, calle Alegría 564, de Haedo (B). Teléf. 659 – 8355. Y trees sobrinas, hijas de Nilda: Laura Ch. de Cardosi, calle Ibarlucea, 1198, de Haedo, teléf. 659 – 8355; Felicina Ch. de González, Chacabuco 1158 – B (sic), teléf. 361 – 2494; Rosalía Ch. de Calo, Paroissien 3195 – Buenos Aires, teléf. 543 – 3944 y 542 – 5005.

Segundo Noviciado: Grugliasco, turno que inicia en agosto, 1950.
Visitas a su familia: en julio de 1964 y de 1972.
Titulación docente: APTITUD PEDAGÓGICA, CNE (capital), 1956; TÍTULO ELEMENTAL DEL MAGISTERIO, pcia. de Buenos Aires, 1937; TÍTULO SUPERIOR DEL MAGISTERIO, 1939.
Fuera de ficha, consignamos con qué nombre se lo designaba a nuestro Hermano. Creo que, entre nosotros, el habitual era el de “Vittore”, que recibiera en Ventimiglia. Entre familias y docentes del C. N. S. de Luján, era más conocido como Hno. Víctor, salvo mejor opinión.
Testimonio del Hno. Emilio Garione. Conoció a este “santo y caritativo Hermano” desde 1930, al ser enviado Vittore al recién fundado Juniorado de Gassino. Su labor, Celador de los juniores Menores. Poco tuvo que ver con él, pero lo recuerda “como un Hermanito muy simpático, alegre, movedizo y muy piadoso.” Ya en nuestro país, compartió con él el cuidado de unos 30 niños huérfanos, en la Escuela San Vicente de Paúl (La Plata), durante unas “vacaciones”. Ambos se turnaban para su cuidado día y noche. Y afirma: “Ya se destacaba su entrañable amor para con los desamparados y necesitados.

Este “carisma” de la caridad fue su virtud sobresaliente durante toda su vida. En cierto sentido, fue el ‘San Martín de Porres del siglo XX’. En todas partes donde le tocó actuar, siempre se destacó en la caridad para con los demás y, sobre todo, con los más pobres y necesitados.” Recuerda que le tocó estar en su comunidad en varios colegios. En todos debe confesar su admiración y asombro, ante el testimonio de tal caridad, nunca desmentida. No dejaba de llegar hasta lo heroico. Cita situaciones: siendo Administrador del Cgio. N. Sra. de Luján, por los años de la guerra 1939 – 1945, escaseaban algunos alimentos “hasta en nuestro riquísimo país.” “Yo mismo constaté su preocupación para conseguírselos a los numerosos empleados del colegio: papas, harinas, fideos, pan y toda clase de verduras, hasta querosén y nafta para la cocina, gas envasado, lámparas, yerba mate, etc. En el período de Director de la Casa Generalicia, ¡con cuántas personas no se prodigaba! Hasta se preocupaba de conseguirles ciertos artículos difíciles de obtener. Y, ¿qué diré de su caridad para con los enfermos? Y no sólo de los nuestros, sino también de cuantos trabajaban con nosotros. Con qué solicitud preguntaba por ellos y hasta los iba a visitar aun en medio de sus absorbentes ocupaciones como Director de esa gran casa. Y, sin querer emitir juicio alguno sobre los “Directivos” actuales, ¿cuándo estuvo la Casa atendida como en su tiempo? Que lo digan si no los numerosos Hermanos que durante todo el año pasaban por ella. ¡Cómo los recibía y acompañaba hasta la pieza, llevando él mismo sus pesadas valijas y desviviéndose para proporcionarles toda clase de alivio, cómo los presentaba a los Hermanos de la comunidad de la Casa, como si fuesen amigos de muchos años atrás! Personalmente, nunca me sentí tan cordialmente recibido como en los tiempos de este santo y virtuoso Hermano. Años atrás me decía un antiguo empleado de la Casa: ‘Hermanos Directores siempre los habrá para esta Casa. Pero, como el H. Vittore, dudo que se vuelva a encontrar.’ Se lo sigue recordando con un afecto y aprecio inolvidable.

También era proverbial su honda devoción al Patriarca San José. Cuando se trató de conseguir un terreno más amplio, hermoso y cómodo que el antiguo “Pío XII”, donde nos instalamos para la segunda fundación del C. San José (Pergamino), para conseguir el vasto terreno de la antigua usina de la ciudad…, no titubeó en encomendar esta misión a este gran santo, echando en ese recinto —que ocupaba una manzana completa— una medalla del Patriarca, a fin de que nos consiguiera ese inmenso terreno. Y SE CONSIGUIÓ AL POCO TIEMPO. Su fe viva, profunda y robusta, estoy convencido, fue el factor que supo vencer todas las dificultades.”
Se remonta a 1971, C. San Luis, donde ocupaba él la función de Administrador, y el H.E.G. maestro en los 7mos. grados A y B. Es cita: “¡Qué alma de Dios! ¡Qué santo Hermano Marista! ¡Cuánta paciencia, bien sea con tantos padres de alumnos, empleados del colegio y alumnos! No siempre le resultó fácil la enseñanza de Francés en el Secundario. Son alumnos muy especiales y, tal vez, únicos en el país. Hay que tener una paciencia a toda prueba. Esto lo afirmo con conocimiento de causa pues, en dos épocas, he estado un total de 18 años dándoles clase. Pero son siempre los mismos, con sus virtudes y defectos. A veces se comportaron pésimamente con él, llegando a escupirle en la sotana, (no de frente, sino a escondidas). Su santidad y paciencia, casi heroicas, allí se manifestaban, sufriéndolo todo con mucha calma y paciencia, y ofreciéndoselo al Señor para que Él les perdonara y les abriera los ojos acerca de su indisciplinada conducta.”

Menciona el curso que se daba los días sábado en Morón. Era el sacrificio de levantarse muy temprano, ir a 8 cuadras para tomar el micro, oír Misa a las 7 en la catedral moronense, para estar a las 8 en el Ateneo. El curso se extendía hasta las 13. Y en diciembre, todos los días, hasta el 15. Entre quienes lo dictaban, se encontraba el Profesor Dr. Marcos Ronchino, en esos años nominado con insistencia para Ministro de Educación de la Nación. Y termina este tema diciendo: “Me admiraba ver con cuánto empeño lo siguió el H. Vittore, hasta conseguir un flamante DIPLOMA que nos acreditaba como profesores especializados y de avanzada.”
En cuanto a la vertiente religiosa del Hermano, “todo cuanto pueda decir de él es poco: su piedad, su escrupulosidad en cumplir los ejercicios de piedad, su compostura en la Santa Misa, su edificante y piadosísimo acercarse a Jesús Eucaristía, su piedad en los rezos diarios y sus frecuentes visitas privadas al santísimo en nuestra recogida capillita del segundo piso del colegio, todo, todo era en él tan extraordinario, si bien hecho de una manera muy común y sin llamar la atención de nadie, pero todo en él denotaba un hombre fuera de serie y un religioso marista del cuño del Beato Marcelino.” El aporte del H. E. Garione está firmado en la Residencia Champagnat, el 8 de noviembre de 1996. Para su última enfermedad, nos valdremos de un pasaje del artículo del H. Teófilo Miguel, LUJÁN, noviembre 1990, pág.21.

Otra muestra de su devoción josefina. El Capítulo General de 1976 determinó la venta de la Casa Generalicia, que era donde sesionaba, y de la cual ejercía la Dirección. Sabemos que, tras años, no se la pudo concretar. No hubo pretendientes que presentaran propuestas aptas. Pero, lo que se conoce menos, es que Fratel Vittore encomendó particularmente a San José que hiciera fracasar tal venta. A tales efectos, instaló, dentro mismo de la Capilla de la Casa Generalicia, una estatua del Santo Patriarca. El expreso pedido, reiteradamente insistido por el gran devoto, era ése, que la Casa no dejara de pertenecer a la Congregación Marista. Hay que pensar, y no se sabe cómo pudo serle permitido, que la mesa, la efigie y el ornato del conjunto, no tenía afinidad alguna con el estilo moderno de la Capilla. Pues allí estuvo el Santo. Y no se mercó nuestra sede en Roma. Vea la foto del altarcito aquí mismo.

Sus últimos años. “Fueron un purgatorio los últimos años de su vida. Diabetes. Ceguera. Renguera. Infarto. Divertículos. Perforación intestinal. Colostomía. Edema. Lesión cerebral. E intervenciones quirúrgicas a rolete. Todo un cauterio. Quizás “cauterio suave”. Pero con algún gesto o mueca que desfigurara un tanto el hecho de estar crucificado con Cristo. Pero, allá, desde el grave accidente de Italia, ¿qué otra cosa fue su vida sino un “con – pati”, “con – mori”? Mucha purificación que acrisoló gran santidad.” (LUJÁN, ver cita arriba.)

Finalizamos estas ricas páginas sobre nuestro Hermano Vittore con el pensamiento que sigue:
¡Noche oscura! Nadie sabe ni cuándo ni cómo. Ni por qué. Ni hasta cuándo. Ni hasta dónde. ¡Noche oscura y abandono! Perderse. Tal vez Dios espera más allá de la noche. (Hno. Pastor Diez, LUJÁN, Diario interior 1975, diciembre 1985, pág. 16).

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