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HNO. TEOFANO

Nombre Civil: Adrien Joseph Silvain.

Fecha de Nacimiento: 18/02/1896.

Lugar de Nacimiento: La Bastide Pradines — Francia.

Fecha de Profesión: 16/07/1912.

Fecha de Defunsión: 14/01/1987.

Adrien Joseph Silvain SINGLA es francés originario de un pequeño pueblo del departamento del Aveyron, llamado La Bastide Pradines.
Dentro de la zona circulada, encontramos el departamento del Aveyron, que no es lo obscuro dentro de ella. La zona es la de los Pirineos del Sur.
El matrimonio de Aristide Singla con Marie Calmes, vivió del trabajo agrícola del padre, y fructificó en 5 hijos, 4 varones y una mujer, siendo Adrien el penúltimo, antes del más pequeño de los 5.
Don Aristides fallece en 1944, y Doña Marie, en 1939.
Nos ha guardado el domicilio de su hermana, María S. de Del Corbo, Rue de la Citadelle, 19, Béziers (Depto. De Hérault).
Bautizado en la parroquia de su pueblo, el día 20, suponemos que dos días después de nacer, ya que no han puesto el año. Recibió el sacramento del Espíritu Santo en la parroquia de S. Rome de Cernon en esta ciudad (sic), el 09.04.1906.

Documentos. Libreta de Enrolamiento, 0.172.651, Distrito Militar 2, recibió la carta de ciudadanía argentina en 1926. Cédula de Identidad 4.365.146, de Policía Federal.
Títulos habilitantes. Primaria, no posee. Secundaria: Decreto de 1926 para Francés, Dibujo y Caligrafía. Decreto Ministerial de 1930.

Recordando al Hno. Teófano
El Hno. Teófano (Adrien Joseph SIvain SIngla), nació en “La Bastide Pradines”, el 18 de febrero de 1896, en los Pirineos franceses. Le gustaba contar cómo en las grutas de las montañas de esa región, donde la temperatura “permanece constante”, sus paisanos fabricaban el famoso queso Roquefort, al murmullo del Santo Rosario. De ahí le viene el nombre y ése es el lugar de Origen.

De su “curriculum vitae” extraemos lo siguiente: Toma el Santo hábito el 15 de julio de 1911 en Ventimiglia. En 1912 y 1913 lo encontramos como ayudante en el Juniorado de Mondoví. En 1974, pasa unos meses en el Juniorado de Andorra, y en mayo de 1914 llega a la Argentina y completa sus estudios en el Escolasticado de Luján. Se desempeñó sucesivamente en diferentes colegios como profesor de dibujo, francés, caligrafía. En 1915 está de maestro en La Plata, escuela San Vicente, hasta mitad de año. Desde julio de 1915 hasta febrero de 1923 se desempeña como profesor en el Colegio Nuestra Señora de Luján. En 1923 y 1924 actúa como profesor en Marcos Juárez.

Lo encontramos nuevamente en el Colegio Champagnat, y al año siguiente Colegio Manuel Belgrano. En febrero de 1929 hace su segundo Noviciado en Grugliasco. Al volver del segundo Noviciado en septiembre de 1929 sigue en el Colegio Manuel Belgrano hasta enero de 1932. Ese año los superiores lo destinan a Mendoza, donde desarrolló su apostolado durante 55 años seguidos.
Como religioso fue ejemplar y se distinguió en la práctica de las virtudes Maristas: sencillo, modesto y silencioso en grado muy elevado. Paciente y comprensivo ante las picardías de sus alumnos. Nunca el rencor anidó en su alma, ni nadie le oyó jamás una crítica de nadie. Trabajador Incansable, ideó muchos proyectos. Algunos los pudo llevar a la práctica, pero otros muchos más, como decía él graciosamente, “hace 10, 20, 30 años, que están en una carpeta, esperando el turno para su realización”.

Nombraremos algunas de sus concreciones: el Colegio San José de la calle S. Martin, del que fue “casi arquitecto”: la famosa bicicleta, de mucha multiplicación y pedales que no daban vuelta completa… El célebre “sistema planetario y estelar”, muy Ingenioso y realizado con medios muy precarios. ¿Quién no recuerda las veletas, pluviómetros, sismógrafos, despertadores, espantapájaros, etc., etc., productos de su invención? Escribió muchos sonetos: Dos están grabados en bronce: uno en el “Cristo Redentor” y otro en el “Manzano Histórico”. Fue deportista. Hasta pasados los 80 años jugaba a la paleta, escalaba montañas; el montañismo hasta hace muy pocos años. Hacía caminatas por los valles ayudado por dos bastones.

En relación con su bicicleta vaya esta anécdota: durante años trabajó en el anteproyecto, proyecto y armado de su biclicleta. Después vino lo más difícil: someterla al banco de pruebas. El había anunciado que un día llegaría con ella a la cima del Cerro de la Gloria pedaleando. Una tarde que habíamos ido a cenar al Challao, al volver, cuando llegamos al cruce del camino que va al Cerro de la Gloria, le suplicamos, “malicia aparte”, que hiciera una demostración con su bicicleta, y tanto fueron los ruegos que al final accedió: la prueba comprendía solamente un tramo hasta la primera vuelta del camino que sube al Cerro la Gloria; la subida fue lenta y fatigosa, los HH. desde el ómnibus no perdíamos ningún detalle. ¿Quién no hubiera querido asistir a esta demostración deportiva? La bajada fue vertiginoas. Al principio alcanzamos a ver al ciclista pero a los pocos segundos, todo desapareció en una nube de polvo; los que estaban al pie del ómnibus corrieron para socorrerlo. ¿Qué había pasado? ¿Qué había fallado? Los que entendían de física decían que había fallado la resistencia de los materiales ante el exceso de velocidad. En una sala de primeros auxilios se encargaron de curarle las heridas y cuando regresamos al Colegio la cara del querido deportista estaba emparchada. Pero él no cejó, y siguió luchando y trabajando.

Como otro San Francisco de Asís, se extasiaba al contemplar la belleza y grandiosidad de la naturaleza.
Era gran amigo de Bernardo Razquín, a quien facilitaba su telescopio al Colegio, para juntos observar los astros. El Hno. Teófano fue realmente un religioso ejemplar, de una personalidad callada, pero riquísima, donde las mil facetas de su carácter de religioso educador Marista, de arquitecto, poeta, inventor ingenioso, encontrarán a lo largo de su vida la expresión, a veces casera, del espíritu de servicio a sus HH. y alumnos, y siempre a mayor gloria de María y Champagnat.

Su deceso se produjo en forma muy rápida, tal vez producto de un mal incurable, ya que guardó cama menos de una semana; era a fines de enero de 1987.

Hermosa estampa de Marista, hermosa flor de los Pirineos Franceses transparentada en los Andes mendocinos, que el Divino Jardinero quiso para sí.
Gracias, Hno. Teófano, por lo que nos has enseñado con tu ejemplo de silencio, humildad, trabajo y caridad.
HH. Donato Fernández y Juan B. Rovea

Himno al Colegio San José
Este himno con música del Maestro Higinio Otero y letra del Hno. Teófano, fue cantado en el acto de la inauguración del frente del C. San José, San Martín 861, en 1944, y será cantado, cuarenta años después, al inaugurarse el nuevo colegio de la Avda. Champagnat, por todo el alumnado, junto con el Himno al Beato Champagnat. Solamente el Hno. Teófano podrá unir tan gratas fechas y vivenciarlas.

Cual zumbar de colmena gigante, Entregada a su dulce labor,
La algazara del niño estudiante, Llena el aire de grato rumor.-

Animoso concurre al colegio, vislumbra el más noble ideal,
Y consciente de tal privilegio, Expansiona su alma jovial.-

Mas el toque de austera campana, Al bullicio sucede atención,
Y libando la mente se afana, En las flores de cada lección.-

(Coro)
Querido hogar de nuestra infancia Es el Colegio San José,
Bella esperanza de la patria, Nuevo plantel de nuestra fe.-

Como sigue el gallardo soldado, La bandera de su batallón,
Así marcha el niño formado, A la sombra del patrio pendón.-

Acaricia los sueños más bellos, De sus lares se hará paladín,
Pues será como fueron aquéllos, Que a la gloria guió San Martín.

El 30 de noviembre de 1984 fue el ACTO DE INAUGURACIÓN Y BENDICIÓN DE LAS NUEVAS INSTALACIONES.
(La bendición de la Capilla central e instalaciones deportivas está prevista para el 19 de marzo de 1985, fiesta de San José, Patrono del colegio.-)

En el mismo número de la revista provincial, pág, 17, leemos
NUEVOS INVENTOS DEL HNO. TEÓFANO.
“Además de regalarnos hermosos sonetos que ELEVACIÓN va publicando y variados versos, el ingenio de nuestro Hermano decano no cesa de producir novedades que bien acogerían los registros de propiedad… Ahora acompañan al famoso reloj astro-nómico dos sofisticados aparatos: un SISMÓFONO y un SISMÓFANO. Los dos muy sensibles; uno suena un timbre y el otro enciende una luz si amenaza un terremoto. De esta manera “se salvan los frailes” de toda catástrofe telúrica, mejor que escuchando los alaridos del perro o el vuelo de las aves, según nos decía la sabiduría popular de antaño. Si a esto juntamos los consejos diarios o pronósticos que nos da el amigo íntimo del Hno. Teófano, el Sr. Bernardo Razquín , sobre el estado del tiempo, la cosa se completa a nivel fenómenos atmosféricos. Y hablando del “hombre del tiempo” y de su amistad con los Maristas, les contamos que entre los arbolitos plantados en los jardines del nuevo colegio se cuenta con un níspero donado y plantado por el mismo Don Bernardo Razquín, ayudado por el H. Teófano.

Ahora solamente falta que los dos instalen nuevamente el telescopio que les sirviera para observar el curso de los astros, ya hace muchos años, sobre la azotea del Colegio San José.-”

De noviembre 1974, pág. 64
San José y su Colegio de Mendoza, Luce San José la blanca vestidura bajo un dosel de noble “santarrita”;
del Niño Dios oprime la manita contra su pecho, ved con qué ternura.

Y al sediento de cabal cultura con cuánto empeño a su Colegio invita;
“De nuevo ardor la Iglesia necesita, de nueva estirpe, la nación futura…”
Cunde la voz, acuden mañaneros, invaden patios, aulas, dependencias, enloquecidos van tras un balón.
Pero al vibrar los timbres, ya severos entran al templo de artes y de ciencias, bajo un arco iris de canto y oración.
HNO. TEÓFANO; Mendoza, 1974.

En el número de diciembre 1969, pág. 20 – 22, se publica, con su explicación detallada, el dibujo de una “Custodia Litúrgica”. Con un simbolismo gráfico pero explicado, representa el año litúrgico en sus dos ciclos, el Temporal y el Santoral. No resulta fácil la interpretación, que es más bien complicada. Optamos por no trasladar aquí el conjunto.
Julio de 1981, pág. 20 – 21. La Comunidad del C. San José de Mendoza, celebra más íntima y humorísticamente las Bodas de los Hermanos Teófano y Pablo Rafael, en sus Bodas de 70 y 60 años de profesión, respectivamente. La celebración ad extra ya había sido incorporada el día 6 de junio a los festejos maristas propios de este día. Al fin del almuerzo, el Hno. Superior, Eutiquio Abad, establece un paralelismo entre ambos Hermanos, en clave de humor. Citamos.

“Si fuéramos ahora a describir los rasgos de las personalidad humana, cristiana y religiosa de estos dos beneméritos Hermanos, nos remitiríamos a lo publicado en nuestro último Boletín informativo del Colegio enviado a las familias; allí se dieron los “perfiles serios”, los que deben conocer, para su edificación, los de “afuera”. Pero hoy, aquí en familia, permítanme dibujar con otros rasgos más jocosos a nuestros queridos jubilares. Veremos, desde otra óptica, que por distintos caminos y con diversos dones naturales y espirituales, los dos Hermanos se complementan y los dos nos dan la imagen más acabada del religioso marista.

Teófano ama el arte, la poesía, la estética, la simetría…
Pablo, las ciencias exactas, la lógica, la filosofía.
Teófano contempla el cielo estrellado, mide las distancias siderales, goza a Dios en la astronomía. Pablo no se da cuenta del cambio de las estaciones, no le interesa si es de noche o si es de día para alabar a Dios..
Teófano sueña con las montañas, le gusta escalar las cumbres, a Pablo le marean las alturas, siente vértigo, prefiere el llano…
A teófano le gusta la soledad, el silencio, como al Profesta Elías, para hallar a Dios. Pablo lo encuentra, además, en los otros; necesita relacionarse, conversar, decir un chiste para luego entrar en las “cosas serias”…

A Teófano le gusta el trabajo manual, en los “tiempos libres”; Pablo, también… En esto coinciden para servir a la comunidad dentro de los “petits emplois”, a los que ya hoy no se da tanta importancia…
Teófano “juzga” al mundo de hoy con datos que le da el diario y Le Pelerin. Pablo prefiere juzgarlo a la luz de la vida de los Santos.
A Teófano le van más los niños. A Pablo, los jóvenes. Son los dos niveles que tenemos que atender, según el Bto. Champagnat.
Teófano es poeta, compositor de sonetos y sonetillos, algunos grabados en ronce. Pablo es el maestro de las charlas amenas, profundas, las que se graban en el corazón…
Los dos tienen exalumnos adictos, a quienes visitan y orientan: Teófano, en las alegrías… y Pablo, además, “in articulo mortis”

No sigamos más, pues ya es suficiente para comprobar que nuestros Hermanos jubilares se complementan y son la imagen más acabada de las virtudes que anhelaba para sus hijos el Bto. M. Champagnat, es decir: espíritu de fe, vida de familia, amor a la Eucaristía y a la Virgen, celo apostólico, humildad, sencillez y modestia y una gran dosis de buen humor…
Hermanos Teófano y Pablo Rafael: ¡Felicitaciones, salud, largos años de vida, de trabajo, de oración y de buen ejemplo… Y gracias… por tenerlos en nuestra comunidad!

Diez años antes, al cumplir sus Bodas de Diamante (60 años), en el retiro de Luján, el entonces Hno. Rafael Coronell, le dedicó estos versos. Luján, uno de los primeros números del año 1972, pág. 9.
HERMANO TEÓFANO

A la montaña yo fui Y por buscarte subí A los enormes peñascos.
Me dio la nieve su encanto, Tomé en mis manos la flor.
Desde las cumbres tu amor Me pareció tan cercano
Que hasta el hielo fue mi hermano… Y al emprender el regreso,
Dejé en las cumbres un beso Para Ti, su Creador.

Elevación, junio 1976, pág. 36. ¡Otro invento de nuestro “fray” Teófano! Cita: “… se ha dado a nuevos y espectaculares ‘inventos.’ La última novedad: un aguilucho embalsamado que sube y baja por un hilo invisible, movido por una roldana, desde la torre del ascensor hasta las profundidades del corredor sur, al lado de la capilla. Resultado: un susto terrible para las palomas que allí han sentado sus reales… Los primeros días morían de síncope. Más tarde se dieron cuenta que el ‘bicho’ no movía sus garras y ahora no pasa nada. Sí, pasa algo: el Hno. Teófano sigue con nuevos inventos, hasta que las palomas se vayan a otros edificios de Mendoza y no manchen más el corredor de la capilla.” Firma esto y toda la crónica del colegio el Hno. Eutiquio Abad.

En el número de noviembre de 1976, encontramos un soneto dedicado al Cristo Redentor de Los Andes, pág. 46. En rigor son dos, uno en castellano y otro en francés.
Se trascribe el de castellano.
Al Ejercito de los andes de San Martin
(Siete facetas del monumento del Cerro de la Gloria) Mendoza.

Relincha su corcel por nueva gloria, Sus granaderos frenan las monturas,
Él, sereno, contempla las alturas Y cede el paso al canto de victoria.

Aquí Beltrán cumula con euforia Cañones, alimentos, herraduras…
Surgen allá simpáticas figuras; Su nobre gesto brilla en nuestra Historia.

Osadamente arrostran la montaña, Y el cóndor pasma su arrogante hazaña.
Allí suena el clarín, en lo más alto, Y da el comienzo a furibundo asalto.

Blande el ángel los grillos que rompiera Al trasponer la magna cordillera…

Mendoza, 1973. H. Teófano.

COLEGIO SAN JOSÉ
BODAS DE DIAMANTE DEL HNO. TEÓFANO.- Por fallas en el ‘teletipo’ informativo de ELEVACIÓN caímos, en el número anterior, en un involuntario olvido referente a la celebración de las Bodas de Diamante de Vida Marista del dilecto y benemérito Hno. Teófano (Frère Téophane), de la comunidad del Colegio San José, de Mendoza, donde ha actuado desde tiempo inmemorial, en la docencia y en cuanto quehacer le ha exigido el bien del colegio y la gloria de la Congregación, en su larga y eficiente existencia, desde la labor docente en variadas disciplinas hasta el ‘mester’ de la poesía políglota, y con la hábil alternancia de otras tareas menos brillantes, como podar las parras, escardar el jardín o inventar raros aparatos o instrumentos novedosos: una bicicleta original, un reloj astronómico, letreros sonoros y timbres electrónicos, etc.
En estas sus Bodas de Diamante lo encontramos jubiloso y rozagante, como quien tiene delante aún la juventud sin estrenar y desbordante de bríos, con los cuales, cuando la ocasión se presenta, se pone a trepar por las laderas de El Callao u otros más empinados, tal como lo vimos trepar en sus años mozos.
Así es el Hno. Teófano: hombre templado, religioso cabal, marista auténtico, ‘un bon français’, chapado a la antigua, dirá alguno, pero con aire y modos actuales. Tras su simpática figura, en sus Bodas de Diamante, podemos seguir muy luminosos pasos.
Nos place entregar a estas líneas laudatorias una de sus recientes producciones poéticas. Firma: Leoncillo.” (A continuación se puede leer la poesía que hemos ofrecido en esta misma página, al Cerro de la Gloria. Cf. noviembre 1973 pág. 42).

SONETO AL HNO. TEÓFANO
(octubre 1986, pág. 8) Con la bella particularidad de que se lo ofrece un exalumno.

Al sereno de francesa noche la pasada centuria pensó calma:
“A este mundo le hace falta un alma que en dulzura y poema se derroche”.

Y pidiéndole al Padre a su manera, que fuese un alma humilde, enamorada,
de tal forma de Cristo, que amparada en un negro capullo floreciera.

Lo quiso Dios y fue que el galo suelo, desde otro siglo envió un presente:
Un Hermano Marista que en su mente traía versos, inventos y el desvelo
de educador fecundo y diligente; y en su sonoro nombre a todo el cielo!

Juan Mangione, exalumno marista.

Bodas de Diamante
Semblanza
Un dilecto y amabilísimo cohermano me ha alertado ante la inminente celebración de las Bodas de Diamante -60 años de Vida Marista- de los ilustres y venerados Hermanos Teófano, Lorenzo, Pascual, Supicio, Mariano y Martino.
Hombres de pro los seis, religiosos a carta cabal y maestros de recia estampa marista, merecen las más brillantes páginas de nuestra revista de familia para enmarcar sus figuras y enaltecer sus nombres. Y nuestra pluma nunca perezosa en su marcha ni corta en sus puntas, no puede dejar al paso esta grata ocasión para trazar con relevantes rasgos las atrayentes semblanzas de estos beneméritos Hermanos Maristas.

…Y los admiramos llenando la historia De nuestro Instituto con lampos de luz;
Llevan en sus manos los lauros y palmas, Llevan en sus pechos de Cristo la Cruz.

Blasón deslumbrante de estos preclaros varones nos brindan su nombre, su Virtud y su fama.

Llevan la conciencia del deber cumplido Y de sus figuras fulge majestad,
Relumbra en sus frentes la Fe triunfadora, Y dales la Gloria un beso de Paz.
Leoncillo

Esta nota “Bodas de Diamante” la hallamos en octubre 1971, pág. 8 – 9. Extraemos lo pertinente a nuestro biografiado.

Sesenta años de Vida Marista, prodigiosamente estructurada, religiosamente cumplida, caudalosamente santificada. Para ellos el solemne compromiso de lealtad marista y de generosa entrega a Dios y a María no ha sido gesto mudo, humo vano o palabra hueca. Muy al contrario, ha sido expresión firme y radicante de fidelidad sin reticencias, de constancias sin titubeos, de rectitud sin claudicaciones. Han sido Maristas integérrimos en las coordenadas históricas de nuestra esencia que arranca de La Valla y de nuestra existencia que corre por el Hermitage, Saint Genis, Saint Paul, Roma.
Leoncillo

Hermano Teofano Singla
“Las colpas me van brotando como agua del manantial”.

Tal anuncio –luminoso y en colores- parece ser el que nos ofrece este dilecto cohermano con su polifacética personalidad: dibujante y pintor, poete y escritor, arquitecto y escultor, maestro e inventor, pedagogo y profesor, andinista y montañero… Y en sintética belleza de cualidades y estructuras, religioso ejemplar y marista cien por ciento.
De cada una de las enumeradas facetas de su personalidad podríamos y deberíamos echar al viento la fama en largas cuartillas cargadas de fuerza inexhausta y emoción convincente, para que las nuevas generaciones de Hermanos, que nos van siguiendo en la ardiente marcha rumbo a las cumbres crepusculares de nuestra vocación, sepan mirar la vigorosa figura del Hermano Teófano, puesto en la avanzada de la ascensión empeños y denodada; y pueden seguir tras sus pisadas candentes de entusiasmo y rebotantes de fervor contaminante y alentados por su grito llameante de fuerza: ¡Excelesior! ¡Más arriba!
Tal como lo ha hecho muchas veces en los años de su larga estancia en Mendoza, en las escaladuras con pie firme y voluntad agresiva a la altura de Potrerillos, Villavicencio, Cristo Redentor y otros picachos aguileños… Todos los que con él han convenido en la ciudad cuyana recordarán al leer estas líneas, de escueta semblanza, su estampa aguda con retoques de atletas, y su gesto orientador, transido de decisión en aquellas sus palabras relucientes y briosas: “En avant”, que actualmente a sus 76 años repite con la misma frescura y gallardía de su mocedad.
Así ha sido en este aspecto el Hermano Teófano y paralelamente ha demostrado concomitancias virtuosas en el ámbito de la Vida Marista y Magisterial. Hecho a la Regla y para el Deber ha sabido remontar sin apocamientos ni falsías las laderas escarpadas y agrestes de las exigencias de la vocación y de las tareas docentes, sin medir la dureza del día ni la longitud de la hora, sin preocuparse por los imperativos de las obligaciones ni del qué dirán los demás. Marista según el cartabón de Champagnat ha sabido, con la perseverancia de estos 60 años de vida religiosa, realizarse plenamente en el marco de Cristo y en la norma de María. Su vida, podemos decir, es “obra cumplida a precio de fatiga. Válida por lo que tiene de obra cumplida y llevada a feliz término…”.
El Hermano Teófano, hombre complejo y múltiple, se nos muestra como una vida rica y sin sombras, fecunda y sin declives. Podemos enmarcar esta breve semblanza con estilizada sentencia: “Donde hay vetas limpias y ricas pronto aflora el metal; así es imposible ocultar el arte y la virtud, cuando ambas van pujantes en el crisol de uno mismo”…

Calle Hermano Teófano. La ordenanza nº 3350 del 30 de junio de 1998 del Concejo Deli -berante de la ciudad de Mendoza impuso el nombre de tres Hermanos a otras tantas calles que rodean el Colegio San José. En carpeta anterior hemos presentado la foto del cartel indicador con el nombre de los tres en cada una de las calles. (Nov. 1998, pág. 13 – 14).

Soneto en el Manzano Histórico, de su autoría, dedicado al General Don José de San Martín, impreso en placa de bronce. Escrito en francés. No lo transcribimos. (Julio 1999, pág. 62).

PALABRAS DE DESPEDIDA
Fueron pronunciadas por el Hno. Lucinio Palacios, Provincial, en el panteón marista, despidiendo sus restos.

“¿UNA AUSENCIA…? ¡UNA PRESENCIA!
Hermanos:
Hemos venido hoy a Luján para acompañar y dar el último adiós al Hno. Teófano, practicando así la obra de misericordia “enterrar a los muertos.”
El Hno. Teófano ha sido llamado por el Señor a la Casa del Padre cuando estaba próximo a cumplir 91 años. Era el decano de las Provincias maristas Argentinas.
En cada Hermano que fallece podemos admirar distintas virtudes en cuya práctica han sobresalido. En todos admiramos la fidelidad al Señor que un día prometieron. Esta virtud por cierto, por más que sea común, no es una de las más pequeñas.
En el Hno. Teófano podemos admirar, además, un florón de virtudes maristas, entre otras aquéllas que eran muy apreciadas por el Padre Champagnat: la humildad, sencillez, modestia y el amor al trabajo.
Los que hemos convivido con él, somos testigos de su humildad y modestia, no obstante teniendo motivos para estar orgulloso de sus conocimientos o inventos, como lo atestiguaron los elogios que en más de una ocasión hicieron de él los diarios de Cuyo y la grabación en bronce de algunas de sus poesías que hizo el gobierno de Mendoza y el Ejército y que perpetúan su memoria y las alabanzas al Ejército de los Andes en el Manzano Histórico.
Su sencillez se manifestó en forma constante y uniforme tanto en el trato diario con los Hermanos, alumnos y familiares como en la previsión de los distintos servicios a la Provincia.
El orgullo en sus distintas manifestaciones y el mal humor, no tuvieron vías de comunicación al exterior. Supo ser señor de sí mismo.
Fiel discípulo del Padre Champagnat, la ociosidad no tuvo cabida en él.
Cumplido con los trabajos encomendados, supo encontrar tiempo para contribuir al mantenimiento de la casa arreglando puertas, ventanas, cerraduras y demás trabajos domésticos propios de toda casa grande y que ayudan a fomentar el espíritu de familia.
Otra virtud característica en él y que no suele ser muy común entre los mortales es que nunca se lo oyó hablar mal de los demás ni directa ni indirectamente y si en la Biblia dice que el que no peca con lengua es varón perfecto, creo que el Hermano Teófano merece este título.
Hermanos, como podéis ver, estamos despidiendo a un auténtico marista, del cual nos debemos sentir orgullosos como seguramente se sentirán la Ssma. Virgen y el Padre Champagnat.
Al Hno. Teófano, más que encomendarle a la misericordia de Dios, debemos pedirle que interceda por nosotros ante Dios para obtenernos la misericordia.
Hno. Teófano, descanse en paz.

Difícil nota final. En esta biografía de este notable religioso marista, en ningún momento se ha hecho mención de un relieve mencionable en su labor con los alumnos. Me cuesta decirlo, pero si no lo hago, seríamos injustos con una falencia importante en su desempeño, y una fuente de paciencia, casi diría, heroica en su carácter personal. Nuestro Hermano, de quien guardo un gran recuerdo, a quien quiero mucho y a quien tuve como profesor de Dibujo en Primer Año – Mendoza 1943 – carecía de disciplina. Mi hermano Julio me contó que, durante un año entero, un alumno, al entrar del recreo desde el patio al aula, se metía en el bolsillo la chasca (quedaba sobre el escritorio del profesor), y el Hermano no pudo contar con ella en todo el año, o poco menos. Era un curso de secundaria. Y en mi propio curso mencionado, una tarde uno de mis vagos compañeros (no supe quién) llevó una campanita. El instrumento estuvo sonando prácticamente toda la hora, en distintos lugares del aula, sin que se la viera nunca. Consistía la travesura en que una serie de cómplices colocaban el artefacto en la botamanga del pantalón largo. Era cuestión de sacudir la extremidad, sin abandonar la actitud estudiantil y seria de continuar con el dibujo en marcha. La campanita sonaba, en distinto lugar cada vez. El profesor no abandonó su tarea personalizada: pasaba por cada alumno haciéndole las correcciones que se hacía necesario observar. Ninguno de nosotros se reía fuerte, pero yo sentía una bronca negra por la desfachatez. A esta distancia, tal paciencia agiganta mi impresión de virtud y paciencia del recordado Hno. Teófano.
Un recuerdo de circa… ¡1935! También puedo recordar que, antes de entrar en primer grado, yo acompañaba a mi padre, quien, con otros padres de alumnos, iban al colegio y jugaban intensos partidos de paleta al frontón con los Hermanos. No obstante los años pasados desde esto, recuerdo que una tarde nuestro Hermano tomó a dos gatitos cachorros ya grandecitos, los contuvo juntos con una mano en cada uno y sobre el piso, colocados en la otra punta del parral, la opuesta a la cancha de paleta. No recuerdo si empleaba algún método “oral” para incentivar y excitar a los dos animalitos, a los que contenía con la mirada hacia la estatua de San José. En un momento dado, los soltaba a ambos, dando en el mismo instante un golpe de palmas de manos. Impresionaba la velocidad con la que los gatitos salían a toda marcha, en una evidente carrera hasta el monumento a San José, recorriendo el piso que protegía el muy largo parral. Era muy hermoso ver a ambos corriendo parejitos a todo dar. Y debía ser una distancia próxima a los sesenta o setenta metros. Pienso que después les daría alguna recompensa. Y a la distancia creo comprender que “Fray” Teófano te brindaba todo lo que sabía, podía y tenía, según una modalidad personal que lo acompañó toda su larga vida. “Un brave homme”, dirían en su tierra.

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