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HNO. TEODULFO

Nombre Civil: José Tortorici.

Fecha de Nacimiento: 24/11/1904.

Lugar de Nacimiento: Ragusa — Sicilia — Italia.

Fecha de Profesión: 01/01/1926.

Fecha de Defunsión: 04/05/1963.

Profeso Perpetuo 1904 – 1963.
Nacimiento: Italia 24/11/1904.
16/ 4/1913: Con su familia, llega a Argentina, 9 años.
14/ 7/1918: Junior, Luján.
05/ 7/1919: Postulante.
01/ 1/1920: Toma de Hábito.
01/ 1/1921: Votos temporales.
1921: Escolasticado.
1/ 1/1926: Profesión Perpetua.
Actuac.: 1922 a 1962.
En total…………40 años.
Obediencias………….17.
Colegios ……………… 9.
Más Juniorado.
Maestro ……..años 38½.
Celador: Año y meses.
Fallece en Mar del Plata.
+ 4/ 5/1963 58 Años.

José Tortorici, de Ragusa. Por lo tanto, siciliano. Pero no se equivoque: nada de camorrero ni de “mafia torta.” Fue un remanso de paz que nos trajo Champagnat desde el sur italiano. Y un Natanael sin doblez ni engaño. Empezamos a contártelo. Ya verás, lector.
Constantino, su padre, fallecido en 1920. Carmen Mercorillo, fallecida en 1959. En 1913 se establecieron en Lomas de Zamora. José estaba en los 13 años. En la ficha consta de dos hermanos: Carmen, residente en Ragusa, y Luciano, en Lomas de Zamora, Laprida 1141.
Todos sus momentos de compromiso vocacional constan en el copete. Adjuntamos la grilla apostólica de su curriculum. Si no se aclara, ejerció como maestro.

Sus títulos habilitantes para la enseñanza: Aptitud Pedagógica, 1933. Título Elemental del Magisterio, Pvcias. de Bs. Aires y Mendoza, 1948. Título Superior del Magisterio, que no llegó a registrar, 1938.

Seguiremos “Réquiem para el H. José Tortorici”, escrito por la mejor pluma biográfica con que ha contado nuestra Provincia, el Hno. Jesús Des López. Como tendremos que sintetizar, lo mejor será que leas directamente la nota: Ecos de Familia, mayo – junio 1963, p.203. En el número anterior, de ese año, revista en la nómina del I.P.R., donde falleció. En todo seguimos a HJDL. Fácil retratarlo: su alma era pura transparencia. Un Natanael. Debió de llegar de los últimos a la feria de los dones: siempre pesado y pachorrudo como un buey. Madrugadores, muchos habían elegido inteligencia, vivacidad, gracia, donosura, elocuencia, en la feria de los dones…las cualidades que más brillan. Teodulfo escogió entre lo sobrante: mansedumbre, caridad, paciencia, silencio. Los santos eligen así.

Fue un temperamento linfático; era gordo, pequeño, bueno como pan bendito. Y, encima, humilde, sencillo, modesto. Por manso poseyó la tierra, evangélicamente. Y por paciente su propia alma. Por tan pacífico, a pocos les habrán gastado tantas bromas, a veces pesadas. De él hemos aprendido que “ La paciencia es el eje moral y el gran secreto de las almas serenas.” Se defendía con salidas ingeniosas…jamás una palabra hiriente o descomedida. Amó al prójimo como a sí mismo. No tenía hiel. ¿Acaso alguien le oyó hablar mal de Hermano o alumno alguno?

Se parecía bastante a Juan XXIII, y más cuando oficiaba de subdiácono en las funciones solemnes. Estando en Lomas de Zamora, visitando a su familia, por la calle comentaron el parecido y, en una errónea pero bella aproximación, lo llamaron “Pío XXIII…”
Austero como un cartujo. Nada de mimos corporales ni adornos vanos. Jamás una prenda de vestir suplementaria ni potingue superfluo. ¿Sabe Vd. que prescindió de oculistas, médicos y medicinas por toda su vida?

Todos quienes hemos pasado por Casa de la Sgda. Familia en meses de enero-febrero, nos lo hemos encontrado atendiendo la Portería. Infaltablemente. Y a cargo del lavado de la ropa de la comunidad y de la casa. No nos sintamos nada seguros si nos viene a la mente decir que no le atraía la fresca brisa marplatense de esos meses, y que le gustaba el calor pegajoso de la capital…

A cargo de la despensa en Villa Marista en el verano 1962 – 1963. Ejercicios de San Ignacio de 28 días. Con su pantalón moda La Bégude y camisa “al tono y al corte”, hacía su labor pian piano. Un amigo le decía: “Pareces un espantapájaros.” – “Sin embargo, no logro alejar a ciertas aves de la despensa”, socarronamente. Pura broma, ya que era dadivoso y desprendido por naturaleza, sin nunca pretender alejar a nadie.

Su caridad habrá compensado con creces sus deficiencias, que las tuvo. ¿Cuáles? Anteponer el milagro de la multiplicación del menú en el desierto y la conversión del agua en vino a los otros milagros del Señor; con sus ruidos perturbar la paz y el silencio monacales; cuerpo pesado y piernas cortas…llegar tarde a ejercicios comunitarios… No se le han conocido más.
Por una parte, parecía como si un ángel le hubiera ceñido con un cíngulo de pureza como a Tomás de Aquino. Pero, rechoncho en demasía, el cuerpo no le molestaba…eran buenos hermanos que se llevaban bien. Le daba de comer en abundancia, pero le exigía trabajo y sujeción. Gustaba de su buen vaso de tinto en las comidas. Parecido al Hno. Ildefonso en el acto de beberlo, el brazo a nivel del hombro. Alguna vez se chispeó unos puntos de más. Como que se percataba – una especie de advertiente señal roja, ad intra- y no trascendía.

Hombre sufrido, las puntas para adentro. Hombre de cruz hecha de sufrimiento interior, callado, a cuestas. Recorrió su vía dolorosa. Dolor llevado con naturalidad y elegancia. Aparentaba no sufrir. En lo profundo de su alma había mar de fondo. Sangre manando gota a gota, aunque en los labios aflorase la sonrisa. Nada de insensibilidad, sí un espíritu sufrido. Sufrimiento vida bajo la apariencia de rostro inerme. Como el agua profunda que, bajo la piedra, quiere aflorar, ser manantial. Está tan profunda… Almas así, dice HJDL: “…no acertamos a calibrar sus dolores ni a adivinar los secretos divinos que guardan para sí y para Dios. En el cielo habrá muchas sorpresas.” José, alma roqueña, pero con agua subterránea de la que mana hasta la vida eterna. Y cita a un poeta, sin nombrarlo:

Recta final, o la muerte como acto de servicio. 29 de abril. Almuerzo. Mastica con dificultad. No contestó a las bromas. En el recreo previo a la entrada vespertina a clase, alumnos observan que pronuncia con alteraciones, boca ligeramente torcida. Alguien se lo observó. Teodulfo hasta el final, explicó que se había arrancado una muela esa mañana. 14:30, a clase. Cuarto grado.
Se desploma, pero consigue levantarse. Y que no cuenten nada a nadie, niños. Fin de horario. Los alumnos se retiran. Queda ultimando detalles. Sube a su pieza con una pila de cuadernos. Cierra con llave. Se hace la hora de la oración comuni taria …sin Teodulfo. Luego lo van a buscar a su cuarto. No responde al llamado para abrir. Fuerzan. Debió desplomarse apenas ingresado, ya que lo rodeaban los cuadernos, desparramados. Ataque cerebral.

Rápidamente, dos especialistas. A una clínica central. Pasan 4 días. El 3 de mayo, a las 10 p/m ya no podía hablar, pero se mantenía con lucidez. Padre Capellán. Santo Viático. Juntas las manos, los tres golpes en el pecho al “mea culpa.” Dio la mano al sacerdote: agradecimiento y despedida. Extremaunción, recibida la cual, perdió definitivamente el conocimiento.
A las tres de la mañana, “como quien sale de casa de puntillas para no despertar, y justo a tiempo para acogerse a los beneficios de la visita de la Virgen del Carmen al purgatorio,” a la paz definitiva, Dios.

Y a Dios que es Amor, llegó este caritativo por esencia. 4 de mayo de 1963. Primer sábado de mes. Nos dejó con 58 años de vida y 44 de congregación marista.

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