Nombre Civil: Juan Bautista Brandl.
Fecha de Nacimiento: 08/02/1910.
Lugar de Nacimiento: Lam — Provincia de Niedubayern — Alemania.
Fecha de Profesión: 21/11/1927.
Fecha de Defunsión: 17/07/1956.
Profeso Perpetuo 1910 – 1956.
Nacimiento: 08/02/1910 — Lam — Provincia de Niedubayern — Alemania.
27/05/1922: Junior (Stein).
15/04/1926: Postulante. Furth.
21/11/1926: Toma de Hábito.
21/11/1927: Primeros Votos.
02/02/1933: Votos Perpetuos.
01/03/1928: Desembarca.
Actuación: Profesor en el Juniorado. Ocho obediencias como docente en colegios. Tres como Administrador. Dos como celador.
Fallecimiento: +17/07/1956 — Rosario — 46 Años.
Juan Bautista Brandl nació en Lam, Provincia de Niedubayern, el 8 de febrero de 1910. Su padre, de profesión sastre, lucía el mismo nombre del Precursor. Su madre, Mónica Sperl. A los 12 años ingresa en el Juniorado de Stein.
No tuvo ninguna actuación en establecimientos alemanes, ya que pocos meses después de sus primeros votos (nov. de 1927) se embarca para nuestro país (febrero de 1928).
Debido a un defecto en el esquema de confección de las fichas comentado más arriba, nos consta que terminó de actuar en nuestro Juniorado como profesor a fin de 1932. No sabemos si hizo algo de Escolasticado. Suponemos que sí, ya que poco o casi nada conocería de lengua castellana. Pero la ficha no da informes al respecto.
Sus Actuaciones Fueron Las Siguientes:
Luego de la mencionada: Inst. Ramayón López Valdivieso, en Jáuregui/1933; Morón/ 1934 – ‘35; cinco años en Mons. Rasore/1936 – ‘40; La Inmaculada/ 1941; San José de Mendoza/ 1942 – ‘43, donde lo tuve de profesor en 1er. año, y tal vez también en sexto grado, no recuerdo bien. En aquél nos daba Religión, Castellano, Geografía y Francés. Por sus reflexiones vocacionales me interesé en la vocación marista y luego ingresé en el Juniorado, en 2do. año, 1944. Mis charlas con él tenían mucho de dirección espiritual vocacional marista.
Años después, un compañero de clase muy inteligente, Sebastián Genovart, me decía que nos explicaba el Martín Fierro, del que no sabía nada… (Sinceramente no recuerdo ni medio del asunto. Pero, ¿usted se imagina a un alemán explicando a los 32 años, el “Martín Fierro”? Además,¿a 42, como diría el Hno. Septimio, “güífaros”? Y súmele la discutible iniciativa de los Hermanos que, por captar alumnos, de un 6to. grado, ¡hacer dos Primeros Años! Se llenó el Primer Año de alumnos de otras escuelas, estableciéndose con dos divisiones. De la otra fue titular el Hno. Orencio Medina. En la mía, había varios grandulones, algunos repetidores, y, en un lenguaje poco clásico, también gente de “captura recomendada”. No trate de imaginarse lo que eran el “Manija” Martín, el turco Hadid. Los mellizos González – se estilaba el orden de mérito —tenían abono fijo—, cada vez, a los puestos 42° ó 41°. Nadie ha hecho el recuento de los heroísmos —ni de algunas irresponsabilidades— que han acometido nuestros antecesores en la Provincia… No me alentó a la vocación marista ni el clima de ese Primer Año ni la disciplina que conseguía con nosotros el Hno. Simón Adolfo… Desde mi casa, siempre sentí seriedad, tal vez atracción, hacia las vivencias religiosas. En esto, el colegio marista mendocino no falló. En mi hogar, me sucedió tratar de encontrar lecciones en la lectura del Evangelio, a la manera como nos lo hacía el Hermano, en clase de Religión. Ante mi fracaso, mi padre me consolaba: “El Hermano ha estudiado para eso”. ‘Me rompía todo’ por rezar bien el rosario, hacia las 14, después del recreo, con la agitación proveniente de la práctica deportiva. Nos daba catequesis mariana, Biblia en mano. Confesión periódica).
Pero en lo que más me ayudó el colegio a través de él, fue en facilitarme la comunión diaria. Antes de la entrada matutina, iba a la iglesia de los Padres Jesuitas. Después, en el colegio, me daban el desayuno, gasto diario que debía seguramente afectarse a “promoción vocacional.” Y no sé bien por qué, me sentía muy a gusto en mi colegio, no solamente en horarios de juegos. A pesar de que personalmente adolecía de una clara falta de estudiosidad. Era un vicioso de los ratos de deporte, que podíamos disfrutar los jueves por la tarde; los domingos después de Misa de 9:00; diariamente a la mañana y a mediodía antes de la entrada, y campeonatos de deportes varios que organizó en 1943 el Hno. Luis Bonzani, especialmente básquet. Al finalizar las clases de la tarde, tenían el privilegio de poder quedarse a jugar los medio y cuarto pupilos. Los demás, a casa.
Un testimonio, poco percibido en aquellos tiempos pero que ha ido creciendo, agigantándose, es el de esa comunidad. Eran años de la guerra europea. Argentina, todo el mundo en realidad, la seguía con pasión y partidismo. Esos Hermanos podían haber vivido a encontronazos, disensiones, divisiones, querellas, de todo. Había franceses, algún alemán, un hijo de ingleses, italianos, españoles… A más de 50 años, recuerdo con emoción y gratitud la unión, el respeto que se tenían, su oración en aquel oficio parvo que “caminaban por el patio”, verlos hablarse con toda confianza entre todos con todos, cuando sus países de origen estaban en guerra a muerte… Imposible sin una gran gracia de Dios y sin la respectiva fidelidad. Excelente recuerdo, además de inolvidable.
Finalizada esta larga disgresión, Hermano lector, continúo con la cronología. Asumió la Administración en Morón — 1945/1947; profesor en Marcos Juárez/1948; hasta Agosto de 1949 estuvo en Grugliasco en el Noviciado Mayor. Seguramente que visitó a su familia en Alemania. Nos lo encontramos en San Francisco como Celador hasta 1952 incluido; y profesor en 1953. Mismo cargo en Rafaela / 1954, y Celador /1955. Asume la Administración en Rosario/ 1956.
Para estos meses postreros de su vida, seguimos la nota de Ecos de Familia, publicada a raíz de su deceso, y firmada por el Hno. León Gonzalo, una de las mejores plumas maristas en Argentina. (Julio y Agosto de 1956, pág. 37.) Su salud había sufrido sacudida bastante fuerte años atrás. Se había recuperado. Llegó a Rosario en febrero, lleno de optimismo y de entusiasmo para asumir la Administración del colegio. Se advertía algo de torpeza en su hablar y en su marcha. Próximo el tiempo de la crisis, oí contar después que se perdía en ocasiones en la entrega de vueltos o en la continuidad de una gestión de economato frente a alguna familia.
Era el 17 de Julio. A las 17:50, estando con él frente a su escritorio el Hno. Director, y sentado el Hermano buscando algunos papeles, le sobrevino ataque cerebral. Pérdida de conocimiento y parálisis inmediatos manifestaron la gravedad. Llevado, fue atendido en su habitación por los Hermanos y por el Padre José Novello, capellán.
La presencia de tres médicos, con actuación urgente y de emergencia, no impidieron que el mal avanzara: fuertes espasmos se agregaron al pésimo cuadro. El Padre Néstor Grenón, párroco de Nuestra Señora De Lourdes, le administró la Extremaunción. En espera de la ambulancia que lo llevaría al Sanatorio I.M.C.E., se rezaron las oraciones de los agonizantes. Internado a las 19:30, se lo colocó bajo carpa de oxígeno, proporcionándole la medicación que indicaron los especialistas. Todo fue en vano. A las 22:30 el pulso bajó, y momentos después entregó su bella alma a Dios. Dos Hermanos de su comunidad recibieron sus últimos suspiros. Era el día 17 de Julio de 1956. Con su hábito marista, fue velado en la capilla del colegio.
Funeral a las 9:00, con asistencia de la Sección Secundaria, Ex Alumnos y miembros de la familia marista rosarina, todos quienes continuaron su desfile durante el día.
Asimismo, numerosos sacerdotes y religiosos. El Cardenal Antonio Caggiano, ausente de la ciudad, se hizo representar por el Sr. Vicario General, Mons. Francisco Vennera. Hubo muchas ofrendas florales. El Hno. Director acompañó al furgón/ambulancia que lo trasladaba a Luján. Partida a las 23:00.
No podemos dejar de hacer notar, con el cronista, “su dedicación en el cumplimiento de sus obligaciones, sin flojedades ni retaceos. Siempre en su puesto. Atento a todos los detalles. Prontitud para satisfacer un pedido, cubrir una necesidad, brindar un servicio, atender un requerimiento. Carácter atemperado y buenazo. Trato medido y generoso. Palabra digna y complaciente”. En síntesis, así nos lo deja pintado frente a nuestra sensibilidad marista el Hno. León Gonzalo:
“Modos tan colmados de afabilidad y donación; maneras tan saturadas de franqueza y campechanía; exquisita contextura de su alma nobilísima; delicada condición de su corazón marista; humilde sin remilgos, sencillo sin amaneramientos, modesto sin reticencias…”
(Hermano lector, disculpe si en algo me excedí en esta narrativa que acaba de leer. Piense que mi vocación marista debe mucho al Hno. Simón Adolfo, [eran momentos en que, todavía, se confiaba poco en los alumnos de nuestros colegios como juniores] y que estamos en el año 1996, Bodas de Oro de mi vida religiosa marista. Usted sabrá disculpar. H.J.L.S.)