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HNO. SIMEON SIXTO MOYANO

Nombre Civil: Simeón Sixto Moyano.

Fecha de Nacimiento: 28/03/1909.

Lugar de Nacimiento: Departamento Colón – Provincia de Córdoba.

Fecha de Profesión: 02/07/1926.

Fecha de Defunsión: 27/04/1983.

Profeso Perpetuo 1909 – 1983.
Nacimiento: 28.03.1909 — Departamento Colón – Provincia de Córdoba.
Junior: Luján 09.07.1922.
Postulante: 06.01.1925.
Toma de Hábito: 02.07.1925.
Primera Profesión: 02.07.1926.
Profesión Perpetua: 10.01.1932.
II Noviciado: No hecho.
Fallecimiento: Pilar – +27.04.1983 — 75 Años — 58 Años de Vida Religiosa.

Simeón Sixto Moyano fue el segundo de una familia de doce hermanos. Una mujer mayor que él; y menores, siete varones y dos chicas.
Su padre alternó su oficio de capataz caminero con el de agricultor. De nombre Saturnino, estaba casado con Doña Prudencia Soria (+1934). Al hacerse la ficha, él estaba en vida.
Figura como domicilio de sus padres la localidad de AGUA DE ORO (Cba.) Y de un hermano, sin nombrarlo, Entre Ríos, 58 (Córdoba).
Hacemos presente que su hermano Carlos Alberto, Hermano Marista, falleció 9 años después, en 1992. Su hermano Pedro es sacerdote jesuita. Otro también fue Hermano, pero dejó la Congregación muchos años antes.

Documentos. Solamente tuvo Libreta de Enrolamiento, nº 0676560. D. Militar 14.
Títulos habilitantes. Primaria: APTITUD PEDAGÓGICA, una fecha omitida, en blanco, y 1956. TÍTULO ELEMENTAL DEL MAGISTERIO, prov. Bs. Aires, 1932; y Córdoba, 1956. Secundaria: TÍTULO SUPERIOR DEL MAGISTERIO, Dirección de Estadística y Personal, 1945.

En cantidad de años netos, los de maestro superan a los de profesor por seis meses. Diferencia que se ve aumentada a favor del profesorado teniendo en cuenta los que ejerció, simultáneamente, la función de Secretario.

Bodas De Oro.
No nos es posible trasladar aquí la nota correspondiente. En el número de Elevación agosto 1975, el Hno. Gonzalo Palomino del Río publica las semblanzas de quie- nes, con él, tomaron el Hábito en 1925. Encontramos este párrafo breve: “… celebran las Bodas de Oro de Toma de Hábito Marista, junto con el H. Sixto Moyano, cuya semblanza, advertimos, no aparece en estas páginas por expresa indicación de él mismo. Por lo demás, y como dice el viejo refrán: ‘Quien dice la verdad ni peca ni miente.” Sus cohermanos de celebración: HH. José del Valle, Roberto Pablo Lemmi y Ángel Diez Alonso. Fecha de referencia: 2 de julio, 1925. El H. Ángel Diez Alonso, recibió el nombre de Hno. Eladio Ángel, pero el uso ha hecho que lo hayamos nombrado como Julián Diez, inclusive el mismo Hno. Gonzalo, en su nota.

Sigue la nota necrológica. Invierno 1983, pág. 9 – 11.
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MOYANO
Hno. SIXTO
Falleció el 27 de abril de 1983, en Pilar.

Quiero empezar esta pequeña reseña sobre el Hno. Sixto con el título de un recorte de diario que él mismo me entregó en cierta ocasión: “TODAS LAS HORAS DE LA VIDA NOS HIEREN, LA ULTIMA, NOS MATA”.
Quizás nadie sienta tanto esta realidad a cada instante como el asmático. Le falta el aire. A cada minuto se siente morir. Como mordidos constantemente por una fiera van viendo minada su salud.
Entendí al Hno. Sixto como a un hombre comunicativo, expansivo, con tendencia a las bromas, a la vez que tímido, silencioso, retraído. ¿Cómo compaginar esto? Tal vez su modo de ser fue la expansividad, pero su mal, el asma bronquial, le hacía aparecer tímido, retraído.

La enfermedad marca a la persona. Decimos que, a veces, una reacción brusca, se debe a un dolor de estómago o a un hígado en mal funcionamiento, El asma, al parecer, trae encerramiento, aislamiento físico y psíquico. El clima influye fuertemente en el mal y hay que defenderse aislándose en lugar seguro. Recordemos, de paso, cómo le divertían algunos juegos de cartas y su afición por la caza. Los que nos escribíamos con él sabemos de la enjundia y sabrosa jocosidad de sus cartas.
Hombre callado, sufrió y sufrió mucho sin quejarse. Pocos se habrán enterado de que su mal le aquejaba desde el año 1937. Sin embargo, jamás aflojó en el trabajo. No dejó la oración. No dejó la clase. El, los últimos años pasaba la mayor parte de las noches sentado.

El Hno. Sixto fue de los que hablan poco, pero el silencio fue en él más elocuente que las palabras. Como la madre tierra fue fecundo sin alharacas, más huyó de ellas. Hizo el bien sin aparato alguno.
Muchas veces quedamos despistados por las apariencias externas, fruto de un temperamento, de una enfermedad, o simplemente de una vida oculta y sencilla, pero que de sencillo sólo tiene las apariencias. El sufrir solo, el callar, despista hasta a los más sagaces. Para el que sabe intuir, nunca la comunicación es más profunda que cuando no se dice nada, nunca más elocuente que cuando se sabe callar. En esto fue verdaderamente heroico. Bien pudo decir su hermano Pedro. Si… en la misa de cuerpo presente: “Sixto ha terminado su pasión”.
Dotado de inteligencia, memoria y tenacidad poco comunes, era poseedor de un saber tan vasto como profundo. Sabía música, química, matemáticas, botánica, historia, teología, filosofía.

Como músico se reveló desde muy joven. Llegó a dominar el órgano con gran maestría. El coro de la Villa San José conoció sus éxitos. Como la música, fue alegre, estridente, silencioso, suave, fuerte, melodioso, dominante.
Teórico y práctico a la vez, su lugar favorito, como químico, fue el laboratorio. Botánico, sabemos con qué entusiasmo enseñaba la materia con qué dedicación cultivaba las plantas.
Tenía bien sabidas todas las tendencias de nuestra Historia. Los libros de Teología y Filosofía que poseía y que repartía entre los Hermanos, dicen bien a las claras de la profundidad de sus conocimientos. Porque esto sí, quiero recalcar, sus riquezas intelectuales y espirituales no las guardaba para sí solo, las repartía.
Poco sabemos de las profundidades del alma humana, qué hay, qué bulle en cada persona. Cada uno se lleva su misterio. Pero, a juzgar por lo exterior, su lema pudo ser el de San Benito: “Ora et labora”. Lema que practicó como el P. Champagnat y como los primeros hermanos y que es un legado de la Congregación. Practicó, de esta manera, la humildad, sencillez y modestia en el quehacer cotidiano.

De su dedicación a la oración hablan bien alto sus numerosos libros espirituales, el libro de oraciones siempre al día y las largas visitas al Santísimo, costumbre que, al decir de un Hermanos, guardaba desde el juniorado y duraban alrededor de una hora.
Si uno de los niveles donde el ser humano muestra su vitalidad en sus más variadas formas es el trabajo, él mostró una vitalidad siempre ascendente en la dedicación total de la clase y, cuando no pudo actuar en la docencia, se dedicó al cuidado de las plantas y a dar clases particulares a quien las necesitaba.
Hombre de una sola línea, de pocas palabras, ésta fue, tal vez, una de sus mayores glorias y también causa de sus mayores sufrimientos. Sus deseos solía manifestarlos una sola vez, pero con firmeza, porque lo que quería, lo quería de verdad. Nunca tranzó con los “modus vivendi” que nos rodean, más que con la palabra, fue fiel con el ejemplo.
Criollazo, cordobés para mayores datos, era duro como las rocas de su tierra natal, derecho y áspero como los espinillos de sus montañas, perseverante y sufrido como el burrito serrano, manso, suave y expansivo como los arroyos de las serranías.
Mucho me ha llamado la atención cómo gustaban hablar del amor de Dios los Hermanos fallecido en Pilar en los últimos años. Cuan verdad deber ser aquello de que “En el último día seremos juzgados por el amor”. Al Hno. Sixto también le apasionaba el tema del amor verdadero. Su conclusión, tal vez, fue algo que repetía muchas veces: “El amor no es posesivo, es oblativo”.

¡Qué bien lo había comprendido! ¡Cuánta admiración nos han causado este año los esfuerzos que le veíamos hacer para suavizar su carácter y darse a los demás en una sonrisa que, muchas veces, se le veían arrancada de una voluntad hecha de sacrificio. Porque, cuando se habla de amor, ya está el dolor acompañándolo.
Sabemos que le costaba mucho aguantar ciertas cosas y ciertos caracteres. Pero también hemos visto cómo, a medida que se le cerraba el pecho por la enfermedad que lo llevó a la tumba, se le iba ensanchando el corazón la firmísima voluntad de admitir, comprender y querer a los que con él convivíamos. Se lo agradecemos. Dios se lo habrá premiado.
El amor, el dolor y el gozo, guiados por la fe, estuvieron siempre presentes en su vida.
Otra cosa, ciertamente llamativa, es el presentimiento de la muerte. El día antes de morir había dicho al que esto escribe: “Prepárate que, en el momento menos pensado, te voy a dar un gran susto”. No entendí lo que me quiso decir. Lo entendí al día siguiente, cuando, a media mañana, le fui a llevar un remedio y le encontré ya fallecido. La verdad es que había empeorado en los últimos días, pero como no guardaba cama, nunca pensamos en un desenlace tan rápido.

El Hno. Sixto, de familia Sixto Simeón Moyano, era hermano carnal del Hno. Marista Carlos Moyano y del jesuita P. Pedro Moyano. La congregación y la Iglesia les deben todo agradecimiento.
Había nacido el día 28 de marzo de 1908 y falleció en Pilar el 27 de abril de 1983, a los tres meses de la muerte de su hermano Manuel Antonio.

Descanse en paz.
Hno. ARCADIO BALBAS

Su Última Batalla
Poema Escrito Por Un Hermano Suyo…
“La victoria no es del que pelea, sino del que gana la última batalla”.
Al nacer a la vida y a la muerte, en la inocencia total,
el cristiano libra su primera batalla.
El agua del bautismo le concede las primeras armas,
Por el don de la gracia, el ser ya tiene fe,
está, en el andar por la vida…

Mantenerla, acrecentarla, o hacer de ella un gigante
¡Muchos con ese gigante en la mente y en su alma luchan toda su existencia!
Entre ellos…
¿Habrá vivido Sixto?
En su camino a Cristo eligió el ministerio de la docencia,
en sus casi cincuenta años frente al aula y treinta años con su enfermedad…

¿Cuántas batallas habrá perdido? ¿Cuántas batallas habrá ganado?
En esa sucesión de batallas tras batallas,
en el paso del tiempo dejó limpia su vocación elegida,
en una sensación de ejemplo.
Paralelamente, a la mística del juicio privado de dios,
como humano pienso que después de librar
la batalla de la muerte, conquistó la gran victoria
de la vida eterna.

Juan Onofre Moyano — Córdoba, Mayo 1983…

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