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HNO. PABLO ELIGIO

Nombre Civil: Hugo Köllner.

Fecha de Nacimiento: 08/04/1917.

Lugar de Nacimiento: Gütenzell — Württemberg — Alemania.

Fecha de Profesión: 15/08/1935.

Fecha de Defunsión: 22/06/1976.

Estable 1917 – 1981.
Nacimiento: 08/04/1917 — Gütenzell — Württemberg — Alemania.
1930: Junior en Mindelheim.
1932: Idem en Grugliasco.
Febrero 1934: Postulante, en Sta. María.
Agosto 1934: Toma de Hábito.
15/08/1935: Primera Profesión.
1942: Votos Perpetuos.
1963: Voto de Estabilidad.
Fines 1936: Viaja al Río de la Plata.
1937: Escolástico en Luján.
Actuación: 1938, Morón. 1939 – 1975: Uruguay.
Fallecimiento: +22/06/1976 — Montevideo — 59 Años.

Hugo Köllner nació en la localidad de Gütenzell, en el Estado de Württemberg. Su apellido materno, Siple.
Ingresa de junior con 13 años, en Mindelheim. A los 15 es incorporado al de Grugliasco. El Postulantado en Romitagio Santa María, donde hace los primeros votos. 1936 es su año de Escolasticado europeo, en Grugliasco. En enero de 1937 renovará los votos por primera vez en Luján. En el Escolasticado argentino hace su segundo año de estudiante.
Hemos oído que era una retribución fraternal el hecho de que Hermanos afectados al sector uruguayo con estudios realizados en Argentina, se desempeñaran en la Provincia Marista Argentina algún tiempo. En 1938 tuvo lugar su debut como maestro. Lo hizo en el puesto y misión de 1er. Grado, en Morón.

A Partir De 1939 — Grilla De Actuación.
—1939, C. Santa María ….. Maestro 3er. Gdo.
—1940/1951 ….. Chajarí.
—1952, Rocha ….. Maestro 2do. Gdo.
—1953, Grugliasco ….. 2do. Noviciado.
—1954/1958,Durazno ….. Maestro. 4to Gdo.
—1959/1963, Chajarí ….. Maestro 4to. Gdo.
—1964/1965, Montevideo ….. Reclutador.
—1966/1967, Juniorado ….. Maestro.
—1968/1969, Chajarí ….. Director.
—1970/1975, Casa San José ….. Quintero.

Referencias que nos aporta el Hno. Laureano González.
Fue un hermano un tanto singular. Lo conocí aquí, en la casa San José, y lo que puedo distinguir más a la distancia sobre él, es su espíritu religioso, su espíritu de trabajo, su colaboración, su casi —diría— fuerte anhelo de servir, de ayudar a los demás, de ser servicial. No había que pedirle ayuda en ninguno de los trabajos que realizaba, porque apenas te veía haciendo algo ya ofrecía sus fuerzas y su energía para ayudarte.
Era fuerte y resistente para el trabajo. Su intuición científica y matemática lo llevaba a tener ideas que muchos no entendíamos, o que captábamos a la distancia. Ideas un tanto especiales con respecto a las sensaciones que él recibía.
Era un especialista, diría yo, en lo que suele llamarse radiestesia. Esas fuerzas ocultas que algunas personas sienten con mayor intensidad.

¿Usted recuerda si en alguna casa o campo, ya sea nuestro o de algún conocido, haya encontrado agua? A veces se da, en el caso de radiestesistas.
Sí. Aquí mismo, en frente de la Casa San José, trabajó con otras personas. Todos coincidían en que pasaba una corriente de agua. No se llegó a encontrar cabalmente lo que se esperaba, pero parece que en el fondo había una especie de piedra de basalto. Provocaba las mismas reacciones que las corrientes de agua. En ese pozo trabajaron varios hermanos, excavando y perforando para encontrar el agua, pero no se logró. Y aquí también trabajó con una máquina medio casera, perforando, porque sentía que en ese lugar había agua. Lo que hizo aquí creo que también lo hizo en Durazno y en otros lugares, con una sensibilidad especial.

Destaco, sí, aquello de “esa especie de intuición científica” sobre la influencia de las nubes en la tierra como para detectar presencia de petróleo o de elementos que los demás, por supuesto, no sentíamos. Incluso se contactó con la Embajada Española y de otros países europeos, porque viendo mapas parece que intuía que podía haber existencia de petróleo, de corrientes marinas, etc.
Hizo varias gestiones al respecto. No llegaron a su culminación, porque le pedían explicaciones científicas que no sabía dar.
Insistía tanto en ciertas cosas, que a veces considerábamos que exageraba, que no pisaba la realidad. Pero todos intuíamos que algo había en él, de sentir fuera de lo común, y por eso, si no lo ayudábamos, por lo menos respetábamos sus ideas.
A todo esto, añado que era una persona sumamente servicial, casi exagerado, a tal punto que a veces no queríamos decirle nada, porque siempre estaba dispuesto. Dejaba lo que estaba haciendo para ayudar y ser útil a los demás. De lo que yo conocí de él, esto último fue lo que más se destacó.

En cuanto a su actuación como docente, pienso que para él esa tarea no era la más fácil. Por haberlo oído a la distancia, supe que un poco se perdía en sus teorías científicas. Siempre lo arrastraban a lo mismo : a ayudar de una forma extraordinaria, por medio de localización de elementos científicos. Creo que más bien tuvo dificultades de disciplina. Era un hombre de alma demasiado buena. No veía malicia en los demás. No podía entender que la gente le hiciera trampas o problemas, por lo que tuvo dificultades de disciplina. Siempre enseñó en primaria.
Es uno de los muy pocos hermanos cuyos restos mortales se han perdido, junto con los del hermano primer provincial, Hno. José Verius.

Del Hermano Ricardo Kress.
El Hermano era muy conocido en la Argentina. Yo lo he visto una vez en Cochabamba. ¿Y no han oído hablar de él? Especialmente a propósito del tema de la radiestesia.
De mil cosas. Hasta fue a hablar con altas autoridades del gobierno sobre sus ideas. Y mire que el rayo láser, que no se conocía, él lo tenía en la cabeza perfectamente. Y se ha cumplido lo que él tenía en la cabeza. Solamente que el hombre no sabía explicarse, porque tenía la mente tan llena de cosas y de elementos, que se entreveraban. Y no se entendía.
Vamos a empezar por lo que hacía. Cuando se mudó Santa María a la otra casa, donde está ahora, fue destinado ahí también. Lo nombraron maestro de los chicos, creo que tenía segundo grado. Pero de maestro… fue como Albano: demasiado bueno y, con sus ideas, no resultaba docente eficaz. Los chicos no le entendían lo que explicaba. Por esta razón fue destinado a diferentes trabajos y quehaceres. Pero él seguía estudiando, leyendo sobre física, sobre electricidad, electrónica, rayo láser y esos temas. ¡Tenía una cantidad de conocimientos…! Evitaba hablar con él, porque si venía, ahí te quedabas: una hora, dos horas, meta charla. Y muchas veces no entendía lo que quería decir. Y con las radiaciones… Por ejemplo, en Argentina consiguió ir con autoridades militares en los aviones, para estudiar las regiones, porque decía que, desde los aviones, podía constatar campos de petróleo o de metales, etc. No sé hasta que punto fue aceptada… la cosa es que le tomaron en serio. Y es una lástima que el Hermano, con tantas ideas y con tantas cosas, se iba pasando un poco. Tan es así que ya no podía dar clases. Pero seguía con sus ideas. Estuvo en Chajarí, en Rocha. En Rocha estuve un año con él , y seguía buscando agua.

Una vez había encontrado un pozo de agua, en una chacra en que le pidieron que buscara agua. Y encontró un pozo. Empezaron a cavar, y el agua no aparecía. Y fueron a hablarle. Entonces él mismo se metió ahí abajo. Me llevó a mí algunas veces… “Sí, está cerca el agua.” Y así trabajó él mismo en el pozo. A veces, como estaba solo, llenaba el balde y tiraba un cable hacia arriba para vaciarlo. Fue algo serio este hombre. Lo llamaron de muchos lugares para buscar agua. Ya era muy conocido. En Chajarí, también. Y en bastantes lugares encontró agua, con la ramita, que tenía forma de horqueta. La asía por el lado de las dos ramas, una con cada mano. Soy testigo de que no era invento, era realidad. Una vez que estaba en el sótano del Colegio San Gabriel, fui con él. Después de afirmar que pasaban unas vetas, agregó: “Agárrate de la ramita, a ver si la podés sostener.” Y pasó la mano encima. La ramita se daba vuelta, no la podía sostener. Yo, que creía poco en esas cosas, me tuve que convencer. Se quejaba de que no podía dormir, porque, claro, de noche seguía pensando en esos temas. Percibía las radiaciones. Entonces, sumergía las cuatro patas de la cama en unas latas, con un líquido. Así desviaba las radiaciones subterráneas. Le decíamos “höllen maschine“ (aparatos del infierno). Nos reíamos. Entonces, hay algo de cierto en eso.

Claro, porque las radiaciones subterráneas pueden influir en la salud del hombre. Esto lo había escuchado varias veces, también en Alemania, especialmente de un hombre que sufría de las influencias subterráneas. Entonces me dijeron que había algo cierto. Así estaba el pobre hombre de tal manera, al fin de la vida, que una vez le tuvieron que internar por un período, porque tenía cierta influencia que él no podía dominar, hasta con ideas de eliminarse.
Después, cuando ya estuvo bastante enfermo, lo internamos en el Círculo Católico de Obreros. Estuvo algún tiempo. Sufría ataques del corazón. Cada vez eran peores, hasta que un día quedó en un ataque.

Religioso muy ejemplar, a su manera. Un religioso que se pasaba horas enteras delante del Santísimo, y rezaba. Tenía unas creencias muy profundas de la vida religiosa. Claro, a los chicos no podía transmitirles, por esas ideas que tenía no podía acomodarse a la altura de los alumnos.

¿Él Se Sentía Perturbado?
Se sentía más bien no comprendido. No se sentía como perturbado. Hablaba con profesores universitarios, con gente del gobierno, sobre esos asuntos. Pero, como todos se dieron cuenta, no combinaba bien las cosas. Uno no sabe qué es lo que quiere. Yo, muchas veces le decía: “¿Qué es lo que quieres?” Porque afirmaba: “Si tuviera plata haría tal cosa, tal máquina…” “¿Qué máquina?” Entonces quedaba en el aire. Fue realmente una lástima. Si hubiese tenido claridad, si hubiese explicado bien las cosas, estoy seguro de que hubiese sido un gran inventor. Por ejemplo: rayos láser, telepatía. Pero como nadie le apoyaba ni le entendía, no podía aprovechar esos principios.
Al morir era relativamente joven. Tenía un corazón grande, demasiado grande. Lo constataron los médicos. De tal manera que no podía resistir mucho tiempo.
Del Hno. Armando Meier. Expresa que conoció al Hermano en la Casa San José, donde convivieron entre 1955 – 1957. Muchas ideas y proyectos científicos, nada disparatados. Incomprendido por muchos Hermanos. Gustaba de hablar de una bomba de agua con energía solar. Dice: Trabajador incansable, realizaba todo tipo de quehaceres. Trabajaba con ímpetu, con pasión. En una de tantas reformas de la casa, trabajé con él en la excavación de fundamentos. Parecía un topo. Como religioso, cumplía escrupulosamente sus compromisos. Un año antes de su fallecimiento hubo de pasar por una dura prueba. Fue internado en una casa de salud, en Buenos Aires. En una de las visitas que le hicimos el Hno. Ignacio del Pozo y yo, nos decía: “No sé por qué estoy aquí ,entre todos estos locos. “Al Hno. Pablo yo lo apreciaba mucho por su abnegación y total entrega”.

Entresacamos del testimonio entregado por el Hno. Ignacio del Pozo: Generalmente se lo tomaba un poco de forma despreciativa, porque tenía esas visiones de las nubes y del agua.
Ha estado internado cerca de Luján, porque tuvo un arranque, y se golpeó la cabeza. Era inteligentísimo. En matemáticas, un genio. Se dedicó toda su vida a la física, la química, las nubes, las aguas. Para dar clases no servía, porque se ponía a explicar a los chicos esas teorías sobre el agua. Pero, si yo he visto un hombre humilde, servicial y piadoso, ése es el Hno. Pablo Köllner.

Los días de descanso se pasaba rezando en la capilla. Si uno levantaba el dedo, enseguida decía: “¿Qué necesitas?”. Cualquier necesidad que él veía en los Hermanos, inmediatamente se ofrecía para ayudar. Y era un gran trabajador.
En Luján, con el grupo de Hermanos jóvenes, cavaron el canal. Esto lo recuerdan un poco con resentimiento. Ellos fueron a Luján para aprender a hablar español.
Aporte del Hno. Pablo Walder. Pablo Eligio Köllner, hombre muy especial, tal vez un poco o bastante incomprendido por su forma de ser. Además era muy intuitivo. Por ese motivo nosotros no lo captábamos, porque salía de los parámetros normales.

Por ejemplo hablaba de la energía solar cuando no era siquiera un sueño, pero lo intuía. Pescaba algo por ahí e intuía el resto, se adelantaba al tiempo y cuando te lo quería explicar, había que estar frenándolo permanentemente, porque era a los saltos.

Elaboraba más rápido de lo que podía expresar. Era un visionario y a nosotros nos costaba interpretarlo, porque era difícil escucharlo. Lo llamábamos “Pablo, el loco” y yo creo que él debía sufrir bastante por eso, pero lo asumía.
Era muy sensible en todo sentido. Tenía una gran sensibilidad por los otros, realmente amaba a los pobres y era capaz de estar desabrigado por haberle dado lo suyo a un pobre. Creo que nunca gastaba en ropa. Si encontraba una sotana que ya nadie usaba, Pablo se la ponía.
Lo conocí más en Chajarí, donde estuve un tiempo con él. Tenía muchos amigos. Eran aquéllos que lo acompañaban en sus inventos, en sus teorías, en sus formas de pensar. Se callaba cuando vos no le “dabas bolilla”. No molestaba mucho, pero volvía al ataque cuando podía. Cuando te veía hacer algo, no esperaba que le pidieras ayuda: él te ayudaba. Nosotros decíamos que era tan atento que molestaba. Además tenía hiperdesarrollada la radiomancia. Donde percibía que pasaba una corriente de agua, era capaz de pegar un salto, como que recibía una descarga eléctrica. Tanto es así, que de Entre Ríos lo buscaban de muchos lugares para buscar agua y perforar pozos. O, si no, le llevaban un mapa de una chacra donde pasaba un arroyo, como punto de referencia, y él, con el reloj, le indicaba el punto exacto, el caudal, la profundidad, dónde iba a tener agua en abundancia, etc. Recuerdo que fue a la casa de un tío mío, porque quería hacer un pozo delante de la casa. Fue, buscó, midió y le dijo que hasta la cocina iba a llegar, pero que no pretendiera traer allí a los animales a beber. Hizo el pozo mi tío y efectivamente le alcanzó para la cocina y la casa, pero nada más.
Otro detalle es que prefería castigarse él a darle un castigo a un chico. Era capaz de pegarse con un borrador ( sic ) cuando alguien molestaba, en lugar de darle una penitencia al chico. Eso lo presencié y lo he escuchado decir a muchos de sus Ex-Alumnos.

La radiomancia lo agotaba terriblemente. Le producía una gran descarga. Recuerdo, una noche. Le pedí que acompañara a los juniores a los dormitorios. Yo iba a ir un ratito más tarde. Cuando subo, lo encuentro poniendo un cable alrededor de la cama de un chico, una punta atada en la pata de la cama y la otra a una jarra de agua. Le pregunté qué estaba haciendo, y me respondió: “Acá pasa una corriente de agua que despide tal energía que este chico se va a enfermar. Lo que yo estoy haciendo es descargarla en algún lado, para que no lo afecte a él”. En un rincón del dormitorio, había un sector en donde insistía que los chicos que dormían ahí se enfermaban por tal y tal razón. Después, Alfonso me lo corroboró: había sucedido que los chicos se enfermaban. El médico no sabía qué tenían. Cuando los ponían en otro lugar, mejoraban. Pablo decía que era la influencia de la energía que emanaba de esas corrientes de agua.
Era un hombre de profunda oración. No hacía propaganda de la oración pero era algo que estaba fuerte en él, sobre todo en los momentos tranquilos.

Le voy a contar dos testimonios que viví personalmente con él. Fue alrededor del año 79, siendo superior de la comunidad de Chajarí, después que estuvo muy enfermo por un agotamiento psicofísico que casi lo llevó a la locura. Estuvo internado un tiempo en San Juan de Dios, en Buenos Aires, y después lo mandaron a la Casa San José. Cuando estuvo bien, fue destinado un tiempo a Chajarí, para estar con nosotros y un poco para que la comunidad fuera más numerosa: un Hermano había ido a visitar a su familia. Pero el Hermano Provincial me había comentado que había que cuidarlo mucho, porque a veces perdía la noción del tiempo: le dabas un trabajo y no paraba hasta que lo terminaba, olvidándose de ir a comer o a dormir. Había que estar atento a esos momentos, y para que a la noche se acostara a tiempo. Por la sensibilidad y energía que había en él, era probable que 4 horas le alcanzaran para dormir. Después se levantaba a trabajar.
Nos pasó que una noche lo buscábamos y no lo encontrábamos. Se me ocurrió ir a la capilla, y ahí lo encontré postrado. Pasó un largo rato, entonces me acerqué y le dije: “Pablo, es hora de ir a dormir, son las 11 de la noche.” Responde: “Déjame un rato más con Jesús, estoy disfrutando este momento con Jesús en la Eucaristía”. Eso me desarmaba.

Otra vez fue más duro todavía. Creo que era un viernes o sábado por la noche, a la misma hora más o menos. Me acerqué a decir que era hora de ir a dormir, y me dijo: “Hay tanta gente que hoy se olvida de Jesús, que está en la diversión, que quizá lo está ofendiendo, que no se da cuenta de lo que El ha sufrido en la cruz por nosotros…; déjame estar un rato con él en la cruz, para poder descargar un poco ese dolor que siento dentro”. Creo que era en la década del 70.
Esos momentos que recuerdo de él en tema de oración, nunca me animé a contarlos, por eso de que Pablo era considerado “el Mega”, como diciendo: siempre está en la estratosfera con los megatones, o “Pablo el loco”, porque no lo entendíamos.
Era terriblemente trabajador en lo manual. Creo que yo era Hermano, o junior, cuando acá, en la Casa San José, se estaba haciendo el sótano y una noche me levanté para ir al baño. Oí ruido. Me acerqué y lo veo a Pablo con una carretilla ,sacando tierra de lo que iba a ser el sótano. Seguramente, porque no podía dormir, entonces se ponía a trabajar. Tanto es así , que creo que su muerte se debió a que tenía el corazón demasiado grande y los pulmones no tenían lugar para respirar tranquilo. Los últimos años de vida se agitaba tremendamente, corría un poco y ya estaba cansado. A causa de un ataque cardíaco, falleció con 59 años, en Montevideo (Círculo Católico de Obreros), el 22/6/1976. 42 años de vida religiosa y 40 al servicio marista en Uruguay.

Uno escribe esta vida, como frente a un paradójico misterio de capacidad, sufrimiento e inocencia. Ante tales puntos de partida, potentes e intuitivos a fondo. Más rápidos que la fuerza de desarrollarlos. Reconocidos como verdaderos, hasta magníficos, por parte de algunos Hermanos. Y, en el otro límite, su insistencia en los temas que lo obsesionaban. Hasta con lapso de sufrimiento psíquico en régimen de internación. No queremos anotarnos en la parrafada de comentarios superficiales que habrán acompañado, a veces, su trayectoria. Preferimos el silencio. Pero, Pablo Eligio, queda a cuenta de lo mejor de tu mensaje…




TU ABSOLUTA ENTREGA Y ADORACION EUCARISTICA;
TU TOTAL FRATERNIDAD MARISTA;
TU AGOTADORA ENTREGA AL TRABAJO…

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