Nombre Civil: Orencio Medina Polvorinos García.
Fecha de Nacimiento: 27/04/1911.
Lugar de Nacimiento: Leonés de Almanza — España.
Fecha de Profesión: 02/07/1927.
Fecha de Defunsión: 19/09/1994.
Estable 1911 – 1994.
Nacimiento: España 27.04.1911.
Junior: 12.09.1923 Carrión de los Condes.
Llega y junior en Luján: 12.10.1925.
Postulante: 02.01.1927.
Toma de Hábito: 02.07.1927.
1ª Profesión: 02.07.1927.
Profesión Perpetua: 11.01.1934.
V. de Estabilidad: 24.01.1956.
Fallece en Luján 19.09.1994.
Actuación: ……………………61 ½ a.
Escolástico …………1½ a.
Maestro ……………..10 a.
Profesor …………….28½ a.
Director …………… 8 a.
Recepcionista……..8ª.
Otros….5½ a.
MEDINA POLVORINOS, Orencio es Leonés de Almanza. De joven perdió a sus padres. Él, que era agricultor, Don Manuel M. Rodríguez, en 1925. Y ella, Eufrasia Polvorinos García, en 1938.La ficha nos anoticia de dos hermanos suyos, con sus lugares de residencia. Jerónimo, en la misma Almanza, por Sahagún (León); y Jesús, con igual lugar de residencia. En actualización de 1993, sabemos de su sobrina Inés, Oblata del Ssmo. Redentor, Pº de Ayete 64, SAN SEBASTIÁN. En la misma ficha provincial, encontramos:
Segundo Noviciado: Grugliasco, 1er. turno de 1948; Visitas a su familia: en diciembre de 1960 y 1967; agosto de 1974. Luego de su 2º Noviciado, por supuesto. Títulos habilitantes: PRIMARIA: Aptitud Pedagógica, Cap. Federal, 1956; Título Elemental del Magisterio, prov. B.A. 1931; Córdoba, 1949. SECUNDARIA: Título Superior del Magisterio, 1935.
El Hno. Marcos Muzi me alcanza la precisa en los años del Macnab B. La ficha no es completa, porque sólo transmite su carácter de Profesor (Biología, acota Muzi), quien recuerda bien que fue Director de Estudios. Y, no consta, dos años en Carupá, con 77 de edad. Primer Año, 1943, en Mendoza, lo tuve de profesor en 1er. año. Nos daba Historia y era titular del otro primero. Era bravísimo, no se movía una mosca.
Sinceramente, no le entendíamos gran cosa en la bolilla “Filosofía Griega antigua.” Años después, de colegas, me decía que no sabía una papa del tema, y que “iba una página delante nuestro.” Pero estudiábamos y, creo, aprendíamos. Lo recuerdo muy metódico, buen nivel de explicación, trabajábamos bien con él. Le recuerdo un error pedagógico. Cierto día, el Hno. Simón Adolfo había dejado sobre el pupitre profesoral de su 1er. año de Orencio, una prueba escrita, aún sin corregir. Y mi Medina permitió a algunos alumnos ingresar subrepticiamente al aula, “pian pian”, y efectuar alguna delictiva corrección en la hoja ya entregada. Simón A. daba Francés en los dos primeros. ”Peccata minuta”, diría Filogonio. En tan rápido ir y venir, no sería gran contribución para levantar la nota. Pero, diría Kant, toda acción nuestra debiera poder ser propuesta como norma universal para toda persona en iguales circunstancias. “Obra de tal modo que…” No fue el caso.
Por ahora, sólo contamos con un número de nuestra revista con referencias a su paso por nuestro fugaz mundo. Es el número de noviembre 1994, pág. 51. Del H. Provincial.
Usted habrá visto la insignia rojiblanca del acápite. Hoy recordábamos con el H. Marcos la dupla millonaria que conformaban los dos, porque Orencio era un “mordu”, dicen en Francia, de River. Si tuviera en vida a mi exprofesor, le habría de decir lo mismo de hoy, que fue: “Che, Marcos, el estadio, “el Monumental”, sigue siendo la catedral del fútbol, pero el equipo, con su Ramón Díaz al frente, ya no dicta cátedra. ¡Este año se lleva varias previas!”Gracias por tus datos, Hno. Marcos.
Y esto es todo hasta el día de hoy, viernes 4 de junio ’99. Si recibimos otros aportes, los presentaremos en el Suplemento de esta carpeta nº 11. Por ahora, esta despedida en imagen, siendo él Director del Colegio San Francisco, en 1951, con su comunidad.
El Hno. Delfín Ampudia, quien ha trabajado de muy cerca con él en el Colegio. San Luis, nos ha remitido esta simpática y fraterna página, que entregamos.
“Hno. Orencio Mateo. Alguna anecdotilla de poco valor. Bien recordado Orencio Medina Polvorinos. Lo de recordado pone en evidencia la capacidad operativa del recuerdo cuando la operación quiere evocar a quien ya vive la ley de la propia medida. Sí, me es gustoso presentar a Don Orencio Medina mediante ciertos recuerdos que son anecdóticos y a la vez son retazos de una vida privativamente peculiar.
Ciertamente que el hecho de ser mi coterráneo me hizo conocer a este leonés antes de verlo. “Hay un Hermano de Almanza en Argentina.” Esto me sonó a casi mi pueblico. Ser de Almanza es vivir en la región norteña montañosa, enfilando la peña Corada. Parajes en los que no solía entrar el reclutador marista… En fin que este preparativo creó simpatía al primer encuentro directo en el retiro de 1950. Éste fue el arranque de una cordial relación con permanencia por luengos años.
El tiempo y la rueda de la fortuna nos avecinaron conviviendo comunitariamente en el Colegio M. Belgrano en 1957. Muy buen componente comunitario me resultó el H. Orencio. Una de sus virtudes, la de ser agente vincular entre jóvenes y veteranos, decía que la farra siempre le gustaba, hasta con los sapos.
De nuevo nos avecindamos en 1969 en el Colegio San Luis, mi Rector y yo su Vice compartimos mil cosas y vicisitudes y también anécdotas de las que vienen con sal y pimienta. Reserva por si llega la censura. Sin embargo, ahí vamos: En el C. San Luis queríamos duplicar el primer año, numéricamente resultaban exiguas las cantidades existentes, ojo a los nuevos. Yo por la entrada. Una señora que inquiere por vacantes para primer año. La remito rápidamente al Director. Conversan. Se va. Mi curiosidad. “¿Lo recibió? – Pues, no. ‘Tenía la mujer una pinta de molinera.” Valga con la molinera.
Por otra parte aparece su generosidad y humildad. En San Luis. Al principio del curso. Por prescripción médica un Hermano debió dejar la clase. Horas libres. Medina casi llena el cartón horario. Trabaja casi hasta fin de curso. Una buena tarde de noviembre y Domingo, yo en Dirección de Estudios, se me presenta ostensiblemente decaído. Sin mayor preámbulo. “Mire, Hermano, he decidido lo siguiente. Me siento muy cansado, agotado. He decidido lo siguiente, pues además los alumnos de quinto se reían porque se dan cuenta de que estoy desmemoriado: “Retirarme a la Villa San José.”
Le manifesté ignorar lo que él me hacía presente. Yo le propongo que deje todas las horas de clase, pero que siga al frente del colegio que todos lo apoyaríamos. “Lo pensaré”. Yo hablé con los alumnos de quinto año. Me dijeron que ellos no habían notado esa deficiencia de la que él hablaba. Finalmente que querían hablar con él. Yo llamé al Rector advirtiéndole de qué se trataba. Aceptó ir al aula. Varias intervenciones, amables todas… En concreción le pedían que se quedase al frente del colegio. Aceptó y todo se rubricó con sentidos aplausos.
Siguiendo la línea de bondad y condescendencia. Al llegar a fin de curso se practicó el rito consabido de imitar a los profesores, le tocó a Medina. El remedador pasa a la tarima, en la mano y la boca un piolín que mordía en pequeños fragmentos, que arrojaba donde cayeran, todo acompañado de un monólogo marcadamente nasal. En el pizarrón el dibujo de una canilla que el experto decía llamarse “grifo”. Con aplomo repetida la nomenclatura y sin perdonar el nasalismo. Rieron a satisfacción grandes y pequeños, no es negable que quien más lo gozase fuese el propio remedado.
Muchas aventuras inocentes se vivían en la compañía de Medina Polvorinos.
Aclarar:
Muchas veces él decía su segundo apellido con tono festivo, otras si alguien se lo hacía presente no se privaba de algún denuesto hacia el atrevido. ETC quedan anecdotillas de sabroso evocar.”