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HNO. MIGUEL BRENNER

Nombre Civil: Miguel Brenner.

Fecha de Nacimiento: 26/05/1920.

Lugar de Nacimiento: Oberpfalz — Baviera — Alemania.

Fecha de Profesión: 29/08/1938.

Fecha de Defunsión: 16/10/1993.

Estable 1920 – 1993.
Nacimiento: 26.05.1920 — Alemania.
Junior: Munich 15.01.1933.
Mindelheim 1935-1937.
Postulante: Furth 1937.
Toma de Hábito: 29.08.1937.
Primera Profesión: 29.08.1938.
Profesión Perpetua: Montevideo, 02.02.1944.
Voto de Estabilidad: Montevideo, Enero 16 de 1960.
Actuación: ….. 45 Años.
Maestro: ….. 30 ½ Años.
Catequista ….. 7 Años.
Escolástico ….. 1 Años.
Portero ….. 1 Años.
Cocinero ….. 5 ½ Años.
En Uruguay desde la 2ª profesión, 1939.
En nuestras playas desde 30.10.1938.
Fallecimiento: +16.10.1993 — Luján — 73 Años y 54 Años de Vida Religiosa.

RENNER, Miguel, nace en la localidad de Loifling, provincia de Oberpfalz, en la Baviera. De familia de labradores, Jorge es su padre. María Handshammer, su madre. Ambos fallecidos a la fecha de confeccionarse la ficha. Consta un familiar suyo, Joseph Brenner, con domicilio en Au 3, 94359 Loirzendorf, y teléfono 09964522; y Johann Brenner, 8491 Loifling 80, tel. (09971) 30130, Alemania Federal. Copiamos tal cual, sin interpretar. Nombre de Hermano: BERNO. Aparte de su 1ª profesión (Furth), las otras, en Montevideo. Por la diferencia de fechas, renovó sus votos temporales 6 veces.

De Su Ficha, Otras Informaciones:
Ültimas visitas de familia: 10.12.1976 y octubre de 1987. Segundo Noviciado: Grugliasco, Italia, 02.02.1954. Hno. Juan María, Maestro y Teresiano, Submaestro. Cursos, recyclages: Mar del Plata; y en Montevideo, Mundo Mejor y de Catequesis. En esa línea, sugiere para la Viceprovincia o grupos de Hermanos: Catequesis y Pastoral vocacional.En vacaciones para sesiones cortas, sugiere. Sus obediencias: Portero: Santa María, 1939-1940; Cocinero: Rocha, 1940-‘42// Durazno, 1942-‘44//Santa María, 1944 – ’45; Maestro: Rocha, 1945 – ‘46// Durazno, 1946 – ’47; Santa María, 1947 – ‘49// Durazno, 1949 – ‘50// Santa María, 1950 – ‘51//Durazno, 1951-’53; Segundo Noviciado y visita a su familia:1953-’54; Maestro: Rocha,1954-‘61//Durazno, 1961-‘62//Pando, 1962-‘65//Durazno,1966-‘68//Rocha,1968-‘69//Durazno, 1969-‘72//Rocha, 1973-‘78// Maestro adjunto: Durazno, 1979-1984; Catequista: 1985-’91; Residencia Champagnat: 1992 hasta su perseverancia, el 16 de octubre de 1993.

Notas con motivo de su deceso: las encontramos en nuestro boletín provincial, MAYO 1994, Nº8, pags. 64 – 68.
La Sra. Martha Mego de Gorgoroso nos ha brindado también su recuerdo de Miguelito:
“…un alma buena y generosa, que transitó el mundo, simplemente, cosechando lo más hermoso de esta existencia… amigos, hermanos, compañeros. Un hombre de humor, que no claudicó frente a la lucha que libró frente a una cruel enfermedad, entonando en su rostro y para que todos lo vieran, como una canción dedicada a la esperanza, al amor y a la amistad.
Sus salidas en bicicleta por las calles de esta ciudad y recibiendo el saludo de todos “Hola, Miguel”, y él contestando con un grito de alegría. Con su cámara, sacando fotos de acontecimientos y personajes típicos de nuestra ciudad, que después obsequiaba.
En una oportunidad, tomando mate, le dije, “Está caliente esta agua.” Me contestó con su manera, medio en broma, medio en serio: “Sóplala.”

Al hilvanar estas líneas, recordándolo, sonreímos, al igual que él cuando saludaba a todos… al barrendero de la calle, al exalumno, al niño travieso, al médico que visitaba, al quinielero que anotaba sus sueños, sin establecer escalones, sin pensar en escalas, que no fueran las auténticas morales y sinceras.
Su persona era el significado de las tres violetas: sencillo, humilde y modesto
Dejó una gran enseñanza, quizás sin quererlo, que fue la de la concordia, de la amistad, del amor a María y a sus Hermanos, y de la sonrisa. Me queda la satisfacción de haberlo cuidado en la primera etapa de su enfermedad, hablando con los médicos, por el tema medicamentos, jugando a las cartas. Felices los que contamos con amigos como Miguel.”

Graciela Berra de Krenz, con grupo de la comunidad educativa del Cgio. Ntra. Señora de Itatí (Concordia), visitaban cada año La Tuca (Solymar). Miguel, que pasaba allí sus vacaciones de verano, los encontraba ese día que visitaban. Recuerda su enorme amabilidad, su sonrisa permanente, su colaboración en la preparación del almuerzo. Cómo trepaba en lugares insólitos sacando fotografías. Su conversación animada con todos. Mejillas sonrosadas que contrastaban con su blanca tez. Solícito, atento a cualquier requerimiento, era el anfitrión perfecto. “ Pero, lo que atraía la atención de todos, era verlo ir y venir alborozado entre la gente, llevando y trayendo yuyos, que él mismo recogía. Todos dispuestos sobre papel absorbente. Con ellos curaba un sinfín de enfermedades… hasta el ‘mal de amores’, como solía decir entre risas. No había nadie de las personas del grupo que subiese al ómnibus que nos conduciría de regreso al alojamiento, que no llevara entre sus manos un ramito de yuyos del H. Miguel, y en el corazón el firme anhelo de reencontrarse con él el próximo año.”

Del Hno. Ernesto Brammen (pág.68) Con el título de Más Noticias del Hno. Miguel, consigna las siguientes:
—En mayo-junio de 1987 participó en el Curso de Espiritualidad para 3ª edad, en la Casa Generalicia. Junto con él, los HH. Godofredo Vogl y el firmante. Una gran experiencia cerca de los Superiores mayores.

Bodas De Oro.
Celebradas con sus compañeros en Furth y en Uruguay. HH. Ricardo Kress, Arsenio Beckmann, Miguel Brenner y Ernesto Brammen, y los 60 años el H. Godofredo Vogl. Participaron Hermanos que, habiendo trabajado en Uruguay, habían regresado a Alemania: Simón Hochspach, Sigbaldo, Hilarión, Hugo, Gandolfo y “hasta Roberto Nieto, quien, siendo ya sacerdote, desde 1991 era párroco de Sarandí Grande.” El festejo áureo en Rocha, lo unió con Ernesto Brammen. Eucaristía, 19 hrs., en el templo de N. Señora de los Remedios, presidida por Mons. Rodolfo Wirtz, Obispo de Maldonado, Punta del Este. Repertorio de canciones a cargo del alumnado del Cgio. Larrañaga, Vino de honor en el patio. Y sigue diciendo así: “ Continuó formando parte de esa comunidad (C. Larrañaga), con buen humor y alegría. hasta tuvo alguna buena suerte en la “quiniela”. Pero la enfermedad de la diabetes se agravó y llegó el día en que tuvo que ser internado, primero en el sanatorio de Rocha y, luego, de Montevideo. Aquí soportó con entereza la amputación de los dedos del pie. En condiciones deplorables, el Hno. Provincial determinó su traslado a la Residencia Champagnat de Luján. En 1991 alimentaba grandes esperanzas de viajar por última vez a su querida Alemania. Sus pequeños descuidos en la alimentación deshicieron sus esperanzas de poder hacer el anhelado viaje. Falleció el 6 de octubre de 1993, después de ocho días de agonía en el sanatorio Ntra. Señora de Luján.”

Del Hno. Francisco Schuler: “Con Miguel Brenner nos hemos encontrado en Rocha. Era una persona un poco corta de mente, debíamos guiarlo en cierto modo y dando clases no funcionó. No tenía dominio de la clase, de como había que darla.
El pobre hombre tenía sus particularidades que nos llamó la atención a nosotros y a los de afuera. El había sido diabético y, lamentablemente, parece que comía lo que no debía, ya que tenía su depósito de alimentos en la habitación.”

Del Hno. Pablo Walder. Era “Miguelito el bueno”, una de esas personas con las cuales era imposible enojarse. Lo conocí en el año 64 en Pando, era compañero de comunidad. No se qué títulos tenía ni para qué estaba preparado, pero era un Cuniberto a la segunda en disciplina, con la diferencia de que a los chicos los cansaba con el trabajo. Les daba trabajos, pero era tan bueno que los chicos le hacían todo. Vivía corrigiendo y dándoles trabajo. Era la bondad personificada.
Para mi Miguelito era el verdadero Miguelito, de bueno. Antes era Berno y yo lo conocí cuando llegó a Pando de su visita de familia sin su valija y sin sus cosas, porque habían quedado en Génova, ya que había venido en barco. Creo que después vinieron a nombre de la consorte de él, porque siempre lo hacían así para no pagar fletes. Siempre agarraban un nombre de la lista y luego avisaban a nombre de quién venía el equipaje.

En Pando era un especialista a la devoción de la Virgen y el Rosario. A Miguel en los momento de ocio siempre lo encontrabas con el rosario en la mano.
Era muy buen compañero, bromista, siempre alegre, chistoso, aunque no era de carcajadas estridentes. Nosotros siempre le decíamos que era el Hermano especialista en la “Pastoral de la Quiniela”, porque se sabía todas las artimañas de la quiniela, jugaba siempre y a veces sacaba sus buenos dividendos. (Interviene el H. Guillermo Casto.) Yo estuve con él dos años. Lamentablemente no se sabía dominar ante ciertas cosas que afectaban su salud.
– En eso sí era difícil. Era un niño para controlarse en lo que no debía. Hizo lo contrario de Francisco. A Francisco le vas a tentar cien veces con un chocolate, pero no te lo prueba. Y Miguel se tentaba y la diabetes hizo estragos en él. Era especialista en yuyos, en hierbas medicinales. A él le podías preguntar lo que querías sobre hierbas medicinales y te decía para qué era buena cada una, cómo tomarlo. Siempre tenía algún yuyito, alguna cosa que él juntaba por ahí.
Muy servicial cuando los Hermanos salíamos de campamento, para hacer de cocinero, cosas así. Si eso estaba dentro de lo que él sabía, podías contar con él.
Al Hno. Miguel Brenner lo conocí en el año 64 en Pando, era compañero de comunidad. No sé qué títulos tenía ni para qué estaba preparado, pero era un Cuniberto a la segunda en disciplina, con la diferencia de que a los chicos los cansaba con el trabajo. El les daba trabajos, pero era tan bueno que los chicos le hacían todo. Vivía corrigiendo y dándoles trabajo. Era la bondad personificada.
Para mi Miguelito era el verdadero Miguelito, de bueno. Antes era Berno y yo lo conocí cuando llegó a Pando de su visita de familia sin su valija y sin sus cosas, porque habían quedado en Génova, ya que había venido en barco. Creo que después vinieron a nombre de la consorte de él, porque siempre lo hacían así para no pagar fletes. Siempre agarraban un nombre de la lista y luego avisaban a nombre de quién venía el equipaje.

En Pando era un especialista a la devoción de la Virgen y el Rosario. A Miguel en los momento de ocio siempre lo encontrabas con el rosario en la mano.
Era muy buen compañero, bromista, siempre alegre, chistoso, aunque no era de carcajadas estridentes. Nosotros siempre le decíamos que era el Hermano especialista en la “Pastoral de la Quiniela”, porque se sabía todas las artimañas de la quiniela, jugaba siempre y a veces sacaba sus buenos dividendos. Pero en esos casos si el provincial no le pedía el dinero, era capaz de comprar cosas para todo el mundo.
Era “Miguelito el bueno”, una de esas personas con las cuales era imposible enojarse.
– Yo estuve con él dos años. Lamentablemente no se sabía dominar ante ciertas cosas que afectaban su salud.
– En eso sí era difícil. Era un niño para controlarse en lo que no debía. Hizo lo contrario de Francisco. A Francisco le vas a tentar cien veces con un chocolate, pero no te lo prueba. Y Miguel se tentaba y la diabetes hizo estragos en él. Era especialista en yuyos, en hierbas medicinales. A él le podías preguntar lo que querías sobre hierbas medicinales y te decía para qué era buena cada una, cómo tomarlo. Siempre tenía algún yuyito, alguna cosa que él juntaba por ahí.
Muy servicial cuando los Hermanos salíamos de campamento, para hacer de cocinero, cosas así. Si eso estaba dentro de lo que él sabía, podías contar con él.”
Del Hno. Ignacio del Pozo. Lo llamábamos “Michel”,(pronunciar ‘Míjel’) su nombre en alemán. La gente le decía “Miguelito”.

Era el hombre candoroso, el alma infantil. Vivía feliz, contento, se divertía con los chiquilines, no tenía mucha autoridad en la clase. Yo lo tuve de vecino muchos años en Santa María. Yo tenía 3º grado y él 2º. Cuando había mucho alboroto en su clase, me golpeaba una ventana que teníamos como divisoria de clase. Iba y ponía cara de malo;los chicos se asustaban y él se mataba de risa.
Todos los días, después de clase se ponía a rezar.
Un día le dije “Miguel, ¿qué estás haciendo?” – “Estoy haciendo exorcismo para echar a los demonios de mi clase”.
Era un hombre sencillo, humilde, servicial. En las vacaciones se las pasaba cocinando, incluso en los campamentos hacía de cocinero o si no iba al juniorado a sustituir al cocinero, para que pudiera descansar, y él disfrutaba sirviendo a los demás.
En el juniorado lo llamaban “Hermano Pizza”, porque hacía unas pizzas bárbaras. Los chicos cuando lo veían haciendo los bollos le decían: “Hermano, ¿pizza esta noche?”.
Era buenísimo y sencillo, pero tenía un pequeño defecto, le gustaba jugar a la quiniela, y jugaba siempre a escondidas, aunque todos sabían que jugaba.

Cuando yo fui Provincial, me decían: “¿Sabe que el Hermano juega a la quiniela?” Yo lo sabía, pero decía: “No me diga, y qué mal hay”. Entonces me decían “¡Pero juega y maneja plata!” Y les preguntaba cuánto jugaba. No sabían qué responderme y agregaba: “Quédense tranquilos, que yo asumo la responsabilidad, no se preocupen”. No le decía nada al Hermano. Además siempre obtenía ganancia. Una vez, creo que llegó a sacar 5.000 pesos uruguayos, que eran prácticamente 5.000 dólares. ¿Sabe lo que hizo? Fue a mi escritorio, y me dice: “He sacado la quiniela, he sacado 5.000. Dos para ti y tres para mí”. Con la plata que sacaba en la quiniela compraba caramelos y figurines,premios para la clase. O sea que invertía lo que obtenía en cosas para los niños y a los niños les encantaba.

Fue muy diabético durante muchos años.
– Estuvo en “la Villa”, en la Residencia, y ahí muríó.
– Ahí le amputaron la pierna. Cada 15 días tenía que hacerse los estudios de azúcar en sangre. Una semana antes se cuidaba, no comía nada dulce. Si intentábamos tentarlo con algo decía: “Esta semana no, prudencia”. Iba, se hacía el análisis, le daba bajísimo el azúcar. Entonces decía: “Ahora me puedo dar un relajito”. Comía y se tomaba sus traguitos durante una semana. En la siguiente semana volvía con su régimen y así lo fue llevando hasta que la enfermedad le empezó a atacar los dedos de los pies y avanzó, por lo que le tuvieron que cortar una pierna.
En el hospital cuando le dijeron que le tenían que amputar los dedos respondió: “Está bien doctor y si quiere toda la pierna.” Lo expresó con toda tranquilidad.
Cuando le cortaron el pie y se conformó la nueva provincia del Río de la Plata,le propusieron llevarlo a la Villa San José. Dijo: “Sí, es mejor”.

Estando en Luján, también tenía sus escondites y bebía cerveza, y si le iba mal se detenía. Anteriormente, a la Tuca fue dos veces, y allá lo atendía Augusto.
– (Interviene el H. Guillermo Casto)La lástima que yo sentí es que lo tuvieron que llevar a Gral. Rodríguez, al Hospital de Llanura. Ahí no lo cuidaron bien. No dejaban ir a verlo, el pobre Hno. Elías(?)no conseguía entrar y murió allí muy solitario.
– Yo no sabía eso. Es una lástima.
De la Sra. Gloria Anzolabewhere, empleada en nuestra casa de Durazno, casi como de la familia marista. El Hno. Horacio Magaldi la invita: “ Ahora contá algo del H. Miguel Brenner. Acá, hasta el día de hoy, cuando uno habla del H. Miguel, la gente exclama: ‘¡Qué buen Hermano!’ Si por alguien la gente siente ternura, es él. ¿Qué recordás de él?
Sra. Gloria. Era buenísimo, medio niño. Aprendí a jugar a la quiniela con él. Buenísimo con los chicos. Mis hijas también lo adoran, porque han tenido mucho contacto con el colegio. Cuando se fue, todo el mundo preguntaba por él.
Había un cumpleaños, y ya aparecía Miguel con las tabletas de chocolate. En el cumpleaños de mis hijos, era infaltable. Siempre iba a nuestra casa, y ya no era una visita sino un familiar.
H. Horacio. Esa era su característica, visitar mucho a las familias. Se integraba fácilmente a la vida de las familias.
Gloria. Tenía un carácter apto para esto. Era chistoso, le gustaba hacer licores, fritos. Muchas cosas aprendí a hacer de él: masas alemanas. Para carnaval aprendí a hacer unos sombreritos. A la quiniela ganó varias veces, pero así como ganaba lo repartía. Era generoso, regalaba a todo el mundo.

Tenía como 40 ó 50 alumnos en Preparatoria. También dio clases en 3er. grado. Mi hijo lo tuvo en este grado de Primaria.
Terminando. Nuestro querido Miguel dejó como un último pensamiento en dos poemillas que leemos en la página 69. Los dos constituyen un verdadero pregusto de la perseverancia. Aquí están.
“Fue hombre de trabajo (cocinero, principalmente), de oración, de rosario en mano, caritativo, humilde, alegre, sencillo, bueno, humano y con defectos como todos nosotros.

En Uruguay, como otros, fue de la Móvil entre los Maristas. De un colegio a otro, ‘tapón’ aquí y allá, sin protestar, obediente; de la generación que se nos dijo: debía sacrificarse en los inicios de la Provincia del Uruguay. (Personalmente, soy el autor de las carpetas, me había hecho la idea de un H. Miguel como alguien, más que nada, encargado de la cocina. Pero, en realidad, estuvo 5 años en tal tarea, y 30 ejerciendo de maestro…)

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