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HNO. MARIO CELLONES

Nombre Civil: CELLONE Mario Celestino Félix.

Fecha de Nacimiento: 23/01/1919.

Lugar de Nacimiento: Turín — Italia.

Fecha de Profesión: 02/02/1937.

Fecha de Defunsión: 05/07/1972.

Estable 1919 – 1972.
Nacimiento: 23.01.1919 — Italia.
25.07.1932: Junior. Gassino.
27.09.1934: Llega a Buenos Aires.
03/1935: Postulante.
23.01.1936: Toma de Hábito.
02.02.1937: Primera Profesión.
02.02.1942: Profesión Perpetua.
31.12.1971: Votos de Estabilidad.
02/1937-id.’38: Escol.
Diciembre de 1952 a Julio de 1953: II Noviciado.
Actuación: Maestro en San Rafael, M. del Plata, C. Champagnat, S.Vicente de la Plata. Profesor en C. S. Luis y Darregueira.
26.07.1961: Licenciatura.
19.12.1962: Doctorado en Antropología.
Secretario del Profesorado M. Champagnat. Clásico Secr. de Capítulo Pcial.
Director rev. “LUJÁN.”
Fallecimiento: +05.07.1972 — Darregueira — 53 Años.
Fidelidad al deber. Optimismo a toda prueba.

CELLONE, Mario Celestino Félix, nació en Turín, en el Piemonte italiano. Sus padres: Guillermo y Luisa Garnero. Familia muy cristiana, no hubo obstáculo a su ingreso al Juniorado.
Ingresó en el de Bussolino, pueblo cercano a Gassino, a unos tres kilómetros. Se denominaba “Escuela Misionera San José.” Estamos en el aquél de conseguir datos sobre su viaje a nuestro país. Tras consultar a varios Hermanos, (Lorenzo Benedettini, Nemesio Massa,Leoncio Versino, Juan B. Rovea, Guillermo F. Casto y Emilio Garione), no hemos llegado a buenos resultados. Seguimos en eso.

Faltos de ficha, iremos recomponiendo la vida de nuestro tan ponderable Hno. Mario a través de los medios con los que contamos. No faltarán recuerdos. Algunos míos propios, y otros del Hno. Lorenzo Benedettini y otro/s que indicaremos en su momento. Con el querido Mario, los tres hemos formado parte de la comunidad de la Escuela San Vicente de Paúl, en el último año en que lo atendimos los Hermanos. Fue en 1952. En 1954, el Hno. Mario fue nombrado docente de Secundaria del C. San Luis, fundador pues. Mi obediencia ese mismo año me hizo estar entre los Hermanos del Primario, C. Mons.Rasore. No en los horarios escolares, pero sí en los comunitarios, compartí muchos momentos con él. Residía, también el Hno. Tiburcio (hoy, Jesús Casal), en el C. San Luis en el horario escolar y por la noche. Oraciones y otras acciones, en el C.M.Rasore. El H. Lorenzo B. anduvo por otros derroteros, a partir de 1952.
Recordando rasgos. Mi primer encuentro con él, fue a eso de las cinco de la mañana en la puerta del C. San Vicente. Había llegado desde Marcos Juárez, en el terminar empezar febrero – marzo de 1952. Sentado en el escalón, esperaba hora más propicia para tocar el timbre. Él, vicedirector, abría temprano la puerta del establecimiento. Ambos pesos pesados nos saludamos aún en la casi oscuridad, ya que el sector y vereda estaban muy acotados en cuanto a luminosidad: la sombra de los tilos era contundente, impenetrable, en una calle por demás poco alumbrada.
Sí, era grueso y alto. Muy redondo de cara, ojos azules, calva pronunciada, comba ventral prominente. Muy pulcro. Conciliador y de fácil sonrisa y, a veces, risa. Sin ser de mucho hablar, era fácil el trato comunitario con su estilo. Amigo, y sabedor, de explicaciones en torno a Biología seria, científica. En ocasiones propicias a la picardía, su risa tenía un matiz peculiar.

Uno de los lugares preferidos para visitar la escuela, era levantar la tapa de su pupitre, de aquellos viejos escritorios que teníamos en las salas de comunidad, reunidos en muebles con patas comunes, de cuatro o más de ellos. Especie, creo, extinguida. Dentro de nuestros muebles maristas, venían a ser los dinosaurios. Todos los libros perfecta, regularmente forrados, mismo color azul de cobertura, ordenadísimos por tamaño: los menores hacia el lector y recostados en el sentido de lo ancho —apaisados— contra la tabla izquierda. Escala progresiva hacia atrás: lo regular y simétrico. Con otro gran amigo que nos espera en el cielo, Francisco Lozar, gozábamos cuando Francisco le movía apenas algo (lapicera, regla… aunque fuera leve inclinación respecto del eje en que había sido dejado.) Llegaba el propietario. Nada más levantar la tapa, y ya era su voz: “¡Quién anduvo por aquí! “Reíamos bien. Recuerdo el humor de Mario repitiendo la expresión de un alumno suyo de 6º (hoy 7º) grado: el negrito Barberán. La decía el chico interrumpiendo su repaso, mientras caminaba, de un texto con el que intervenía en una brevísima escena teatral. Decía, y nos contaba Mario después: “Hoy debuta Barberán.”

Una gran afición por el agua. No sólo en cuanto que, salvo muy rara vez, no consumía vino. Se la profesaba en cuanto pileta, mar, río… Prefería el estilo pecho. Nos subíamos al tranvía 25, y nos íbamos hasta donde se tomaba la lancha que nos conducía a la Isla Paulino. Para nosotros, paseo inocente, del jueves o sábado por la tarde. Pero, una dama que me vio al pasar ella en un jeep, y yo con sotana canónica, me espetó desde cierta distancia, no sé si burlona o advertiente de peligros morales: “¡Ay, Padre, Usted en la isla Paulino !” Posteriormente supimos que se desarrollaban actividades propias de una Villa Cariño. Pero, nosotros la pasábamos bomba. Una playa amplísima y larga, río a mano, color indefinible y nada cristalino. Lejos de estar amontonados, gozábamos de numerosos metros cuadrados por bañista. Finalizados los remojones, nos reuníamos en lugar algo más discreto. Allí era el extraer de algún bolsón el material de ingesta. En torno a descolorido mantel asentado sobre la arena, más bien dura, consumíamos fraternalmente, en medio de chanzas y alegría. Era un paseo buenísimo. Uno de los momentos consistía en observar el preparado de nuestro querido Mario. Cortaba un pan flauta por la mitad. Por el diámetro más ancho, desalojaba la miga, el índice a manera de gancho extractor. A continuación, iba interiorizando en el dentro de la pieza, distintas substancias. Manteca, queso, sardinas, salamín y/o mortadela, Savora o mayonesa, si se terciaba… A medida del ingreso, las iba apretando suavemente, como “ corriéndose hacia el fondo” de nuestros colectivos. Quedaba conformado un casi emparedado, cerrado, menos por un extremo, discretamente prieto. Interiormente, funcionaba como alimento variado en propiedad horizontal, si el lector consigue imaginarse los estratos internos de la media flauta.

Terminada la instancia manducatoria, recogíamos todo y, bajo la autoridad de nuestro vicedirector Cellone, emprendíamos el regreso en nuestro inseparable 25. Me parece recordar que embanderábamos capa y sombrero. ¡Bien FTD!
Un gran muchacho, de apellido Pepe, me contaba cómo había iniciado el curso de Botánica, Primer Año, el Hermano. Y lo repetía: “Todos Ustedes distinguen un ombú de una jirafa, pero, a medida que descendemos en la escala de los seres, se llega a hacer muy difícil la distinción entre animales y vegetales, etc.” También nos hacía reír, al narrarnos un decir de Mario. Después del recreo, estaba la fila formada como para entrar al aula. Preguntaba: “¿Dónde está Fulano?” – “ En el baño, Hermano.” – “ Que corte…” – y daba por terminada la alternativa. Me atrae recordar la simpatía con la que Pepe nos lo relataba.

Estas anécdotas no deberán llevarnos a engaño y falsas imágenes de Mario. Era un hombre serio, reflexivo, muy lector de textos profundos. Gran amante de las ciencias biológicas, se destacó en temas como Evolución, estudios de conocimiento indígena. Teillhard de Chardin le fue un preferido. A raíz del tema de la Creación, que estudiábamos con los Hermanos Escolásticos ( por 1964…), tuvimos el apoyo de su ciencia y saber. Pasó varios días con nosotros en Luján. Fuera del horario escolar, por la tarde, nos dio varias charlas sobre los conceptos propios de la evolución y su desarrollo. No dejó de puntualizar cuáles son los límites dentro de los cuales se puede optar por ella en campo científico, sin alterar el dogma cristiano.
Por supuesto que, como siempre elegimos lo más divertido, seguiremos recordándolo más por aquel concierto de piano que su roncar hizo interrumpir en Nogoyá… Demasiado instrumento para salón tan pequeño, (y no nos referimos al piano propiamente…). Personalmente, con buena dosis de superficialidad, también cuento alguna vez el mal rato en la iglesia – parroquia de la catedral en La Plata, sita en el subsuelo. En aquella Hora Santa por las vocaciones, los roncos violines y otras cuerdas ríspidas de Cellone, por momentos iban y venían, casi amenazantes de algún colapso terminal ruidoso. Cierto que no fue coyuntura fácil. Pero, insisto, debiéramos fijarnos más en sus artículos en las revistas TEA y CUMA, a las cuales, junto con el Hno. Luis Marcelino, dieron un excelente nivel científico. Escribía con sencillez, pero con profundidad de hombre de ciencia, al mismo tiempo. Y nada digamos de sus cátedras universitarias.

En la misma línea de lo que venimos diciendo, era el típico Secretario de los Capítulos Provinciales. Un prototipo de orden en todo sentido, con lo absolutamente pertinente absolutamente al día. Todos los Hermanos que participaban de la Secretaría, perfectamente organizados. Era “la seguridad”. Nuestros Capítulos funcionaban con la más sólida garantía de un Secretario total. Ahí sí que su robusto y ágil físico, era imagen de lo que su inteligencia y esfuerzo transmitían a la tarea capitular. Y, como naturalmente (candidato natural, camiseta puesta, se dice ahora), fue Director de la revista LUJÁN, y de las muy nuestras de estudiantes TEA y CUMA (Cuadernos Maristas.) El nombre de la revista de la nueva provincia marista, nacida el 11.02.1964, fue LUJAN. El insistió en que correspondía: la Virgen había dado nombre a nuestra provincia, y debía darlo a su revista.

Seamos muy cuidadosos en distinguir. Una faceta es la de docente, profesor y profesor universitario, hombre serio, buen marista, estudioso, reflexivo, ordenadísimo, buen cohermano, y otra muy diferente la de sus florecillas. Nunca unas florecillas tapan un bosque… ¡no nos suceda a nosotros con Mario!

Espíritu abierto. No era monotemático en su pensamiento. Mirando el tomo 1953 – 1955 de la publicación TEA, se comprende esta afirmación. Sus colaboraciones son de otros tópicos, y no se limitan a ciencias. Hay varias referidas a publicaciones literarias; dos sobre la historia del monasterio benedictino “la Sacra de San Michele.” Y, contra su apariencia fría en cuanto a la expresión de sentimientos religiosos, un bello artículo haciendo presente el milagro de la Virgen que derrama lágrimas en Siracusa. Lo encontramos en páginas 6 – 8 del número de Primavera de 1954, Año Mariano Universal. Termina así: “Ante las lágrimas de una madre, ningún hijo bien nacido queda indiferente; ante las amargas lágrimas de Nuestra Madre, ninguno de nosotros quedará insensible.” La imagen que acompaña al texto, proviene de la mano del Hno. Giuseppe Michele.

Situación crítica vencida. Nuestro Hermano la vivió. La persona en cuestión, ex religiosa, debía sufrir de hierofilia. Su búsqueda de pareja estaba acotada. Merodeaba religiosos de nuestra comunidad de Rosario. A Mario debió conocerlo con motivo de los viajes que realizaba para dictar sus clases en ésa. Fue tanto el seguimiento, que llegó a alquilar departamento cerca del I. Peralta Ramos, durante el verano. El H. Mario solía pasar alguna quincena en el Instituto, vacacionando. Debió comprender que estaba en juego su vocación, su compromiso solemne de ser marista hasta la muerte, según la profesión de sus votos, reafirmada con el de Estabilidad. Sin ningún tipo de vacilación, al ser nombrado para integrar la comunidad del Colegio San José Obrero, Darregueira, dejó su residencia en Sgda. Familia y sus cátedras en la facultad de Rosario, en la que era Decano de la Facultad de Antropología. En ese marzo de 1972, nos lo encontramos de profesor en la pampa. Solamente esos pocos meses, antes de su partida al Padre. Marista hasta la muerte. Es literal la aplicación del dicho bíblico: El obediente cantará victoria.

Una breve recta final. Su presencia en Darregueira se limitó a los meses que corren desde su arribo al S.J.O. en febrero y su deceso a principios de julio. ¿Qué tareas tuvo entre sus manos? Veamos:
—En el colegio se hizo cargo de catequesis en algún curso.
—Las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada Concepción de Bonlanden, poseen un colegio congregacional en la ciudad. Tanto éste como el Profesorado Elemental que de él depende, llevan el nombre de San Antonio. Por gestión de las Hermanas, el Hno. Mario fue nombrado Rector del instituto terciario, cuando aún era sólo Profesorado para Jardín de Infantes, adherido a uno similar de Bahía Blanca. Horario vespertino. Asimismo, tomó a su cargo una cátedra. Casi con seguridad, Anatomía.
—Continuó con sus investigaciones in situ. Fue a partir de trabar amistad con un caballero cuya residencia da por frente al colegio, quien había armado un pequeño museo de elementos variados recogidos en la región, entre los que había de la época de la colonia. Flechas, huesos, huesos, instrumentos, piedras…
Interrumpimos el curso de la nota presente. Por razones de diseño, insertamos el artículo que sigue. Es de cierto número del tomo 1972 – 1973 de la revista LUJÁN, pp.37 – 40. Trasladamos desde la 38.

Casi sin previo aviso. Nos referimos a su enfermedad terminal, que fue cortísima. Como siempre, gozó de una salud notable ese año. De pronto, a causa de un enfriamiento, se le produjo una fiebre no leve. Con el calor que le producía, esa noche tomó un baño ducha. Sin agua caliente, fue con agua fría, principios de julio. A la hora del desayuno, ardía de temperatura. Nuestro amigo de enfrente, el Dr. Horacio Alvis, acudió de inmediato, a nuestro llamado. Por su indicación inmediata, el paciente fue internado en el Hospital Zonal, de la misma ciudad. Hablado el H. Provincial, esa noche llegó el enfermero provincial, Hno. Fausto López. Le pareció que no había riesgos graves ni inminentes. La noche de ese primer día, el de la internación, Mario quedó al cuidado especial de enfermera del nosocomio. A la mañana siguiente, el llamado urgente desde el hospital: el enfermo se estaba muriendo. La tarde anterior, las alumnas del profesorado, ante su ausencia, supieron de su dolencia. Allá fueron todas a saludarlo, con lágrimas de dolor. Parecía una despedida. Le aseguraron sus oraciones, lo saludaron beso a beso una por una… Fue una despedida.
En la mañana del 5 de julio, el Hno. Mario Cellone había perseverado. Finalizó su recorrido terreno con una pulmonía que en tres días se lo llevó.

El duelo cubrió a todo el pueblo. En la Misa funeral, la iglesia estuvo de bote en bote. Muchos comercios adhirieron cerrando sus puertas. En la ambulancia mortuoria, sus restos fueron acompañados por el Hno. Rector, Teófilo Senosiain, y el H. Fausto López. Sus restos esperan el Día del Señor en el panteón familiar marista de Luján.
La Biblioteca escolar. Fue creada ese mismo año. Por iniciativa de sus Hermanos de comunidad, se la tituló HNO. MARIO CELLONE. En su amplio, bien provisto salón, se puede leer el nombre que la honra. Se aprecia foto al pie de la página 42.
Agradecimiento. En una observación que nos hizo al pasar el informante del período en Darregueira, habló de lo amena que era su conversación, y cuánto se hizo querer en esos meses de vida allí. Agradecemos al Hno. Teófilo Senosiain, Rector aquel año e informante de primera mano, su rico aporte.
Un apunte del Hno. Lorenzo Benedettini. Recibido cuando ya estaba finalizada la biografía del Hno. Mario. Dice así:
Al Hno. Mario Cellone lo recuerdo especialmente como persona metódica, ordenada y cumplidora. Con él estuve dos años en el antiguo colegio San Vicente de Paúl de La Plata.

Además de formar comunidad con él, estudiábamos juntos en el Museo de Ciencias Naturales de la ciudad. Su dedicación al estudio lo llevó a doctorarse en Antropología. Metódico como era, hacía que los domingos, feriados y vacaciones fueran para los dos momentos de intenso trabajo. Me ayudaba mucho en el estudio, y era siempre ameno en el trato.
Le gustaba mucho bañarse en el mar, y como en La Plata no teníamos más que la isla Paulino en el Río de la Plata, allí íbamos los dos a bañarnos después de cada examen, al finalizar el año.
Personalmente le debo mucho al querido Hno. Mario. Me recalcaba que todo se consigue con el esfuerzo y la constancia. Muchas gracias, querido H. Mario, por tu compañía, por tu vida metódica, ordenada y constante. (14.06.1998, Corpus Christi.)

Agregamos un párrafo pertinente de la revista LUJÁN, abril de 1984, página 21, al pie. Novedades referentes al INSTITUTO SAN JOSÉ OBRERO, DE DARREGUEIRA, dice así:
“La biblioteca pública que funciona en nuestro Agrotécnico, llamada Rvdo. Hno. Dr. Mario Cellone, técnicamente dirigida por la Sra. Ana M. Castelli de Baldini, arroja este balance: 230 lectores, 5.508 volúmenes, 1361 revistas agropecuarias, 1496 movimientos de libros en el año 1983…”

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