Nombre Civil: Mauricio Maia.
Fecha de Nacimiento: 14/02/1890.
Lugar de Nacimiento: Pvcia. de Cúneo — Italia.
Fecha de Profesión: 16/07/1907.
Fecha de Defunsión: 07/08/1950.
Estable 1890 – 1950.
Nacimiento: 14/02/1890 — Italia.
01/11/1905: Postulante, Mondoví.
16/07/1906: Toma de Hábito.
16/07/1907: Primera Profesión.
24/01/1909: Llega a Nuestro País.
02/02/1913: Profesión Perpetua.
13/01/1933: Voto de Estabilidad.
Actuación: Amplia gama de tareas y lugares. Fue: celador, profesor, director, promotor vocacional, ecónomo. En Editorial HME, 9 Años. 12 destinos en 39 Años.
Octubre ‘49: Enfermo, es llevado a Villa San José. 9 meses de sufrir.
Fallecimiento: +07/08/1950 — 60 Años.
Mauricio Maia era oriundo de Niella Tánaro, población de la Pvcia. de Cúneo. Sus padres fueron Juan y María Giovannini. Nació el 14 de febrero de 1890.
Ingresó como Postulante, seguramente sin hacer juniorado. Con un año de votos temporales llega a Buenos Aires. Con esa misma condición actúa algunos años entre nosotros. Por la ficha nos damos cuenta de que estuvo como Celador en Mar del Plata sólo un año, el mismo 1909. Docente en Luján / 1910; en San Vicente de c. Lorea cinco años/ 1911 – 1915; en 1916 unos meses de docencia en La Inmaculada, y luego Director desde julio, hasta fin de 1918; Morón / 1919 – ‘20. Desde Villa San José, reclutador vocacional / 1921 – ‘22; Director en San Vicente de La Plata / 1923.
En 1924, Segundo Noviciado. En el primer período, que finaliza en agosto.De seguro habrá visitado a su familia, y nos lo encontramos,desde su llegada hasta junio de 1926, como profesor en el Noviciado.Con igual misión está en Capilla del Señor hasta julio de 1927. Es cambiado al C. San Luis, La Plata, hasta setiembre de 1928. Finaliza ese año como docente en La Inmaculada.
Serán seguidamente 5 años como Administrador en Marcos Juárez / 1929 – 1933; y de idéntica labor en San Vicente por siete años / 1934 – 1940. Es nombrado para Editorial H.M.E., donde colabora con entrega y eficiencia – como ha sido toda su vida – por nueve años.
En Octubre de 1949 deja su comunidad de la Sagrada Familia y es trasladado a Villa San José, enfermo. No llega a cumplir los doce meses. Entrega su magnífica alma al Señor el 7 de Agosto de 1950.
Ecos de Familia.
Octubre 1925, pág. 11: Es su llegada del 2º Noviciado, con los HH. Pascual y Antonio Benigno. “Vuelven de Europa con todo el fervor acumulado en los ejercicios de su Segundo Noviciado y latentes aún las tiernas emociones de la visita a los queridos hogares.
Con el H. Marcial nos llegaron los HH. Higinio, de la provincia de Italia, y Cristóbal, ex junior de Saint Paul. (…Presentamos a todos ellos los más cordiales saludos.”)
Agosto 1926, pág. 19: “La dirección del Juniorato ha sido confiada a la solicitud del querido Hno. Marcial, quien con toda abnegación desempeña sus delicadas funciones desde el día 20 del pasado mes.” En el número de abril de ese año se publica la nómina de destinos del año. No comprendemos bien por qué no figura nuestro Hermano. Ya estaba de regreso de Europa, como se acaba de leer. Sí nos queda claro que su nombramiento en la misión de Director del Juniorato obedece a la partida del Hno. Constancien a Europa, designado Provincial al servicio de Anzuola Lacabane.
Marzo 1933, pág. 225: Revista en la comunidad del Cgio. Sagrado Corazón, de Marcos Juárez: “NUESTRAS OBRAS. (…) En Marcos Juárez estamos emplazados por la Intendencia para construir un cordón de vereda en casi todo su enorme perímetro. El Hno. Marziale (sic) ha desplegado toda su diplomacia para que personas caritativas nos ayuden en esos imprevistos gastos.”
Abril 1941, pág. 477, donde se nos indica una tarea suya acorde con el lugar de su obediencia, que es la Casa de la Sagrada Familia, sede de la Editorial H.M.E.: “EDITORIAL. (…) También los estimados Hermanos Pedro Gabriel y Marcial, andan engolfados en la confección de ‘Misal Breve y Devocionario’ que han de usar los alumnos mayores.”
La misma observación sobre el lugar valga para lo siguiente, Abril 1943, pág. 68: “Comisión de libros. (…) b) Una comisión redactora dirigida por el Hno. Pedro Gabriel e integrada por los Hermanos Marcial, Eufrasio e Isidro Luis.”
Junio 1943, pág. 10, donde encontramos la lista de Hermanos corresponsales de Ecos de Familia. En ella encontramos, y para la Casa de la Sgda. Familia, a nuestro Hermano.
Julio 1944, pág. 64: “De los corresponsales. (…) Instituto San José (Morón). (…) b) La Sociedad de Exalumnos celebró el día 20 de junio sus Bodas de Plata de existencia. Misa por los socios fallecidos y en acción de gracias. Al mediodía, banquete. Por la tarde, un lunch, al que asistieron también las familias de los exalumnos. Tuvo la representación del Rdo. Hno. Provincial el Rdo. Hno. Marcial, fundador de la Sociedad. Etc.”
Octubre 1944, pág. 123: Es una recensión de algunos hechos sucedidos en la Historia de la Provincia, bajo el título ‘1908: JUNIORATO. El párrafo pertinente dice: “El grupo primero de juniores se vio reforzado al año exacto de llegada. El efecto, el día 24 de Enero de 1909 arribaba a Buenos Aires el Rdo. Hno. Constancien, en tren de realizar su segunda visita de delegación al Distrito. Con él desembarcaba un grupo numeroso de Hermanos y juniores. Al respecto leemos en el Bulletin de l’Institut, Nº 2, marzo de 1909: ‘El Rdo. Hno. Constancien, Provincial de Saint Paul- Trois- Châteaux, se embarcó el 3 de enero, rumbo a la Argentina, en la que visitará al Distrito, en calidad de Delegado del Rvdmo. Hno. Superior General. Lleva consigo a los Hermanitos Alicio, Bénitius, Carlo, Conrado, Giustino, Ildefonso y Marziale, además de 11 juniores.’” Más abajo dice que en la pág. 417 del primer tomo del Bulletin se encuentra una foto de todo el grupo, “en la cual, pese a la injuria natural de los años y al paso de los trabajos y de los soles, es fácil identificar a todos los nombrados en la lista anterior, así Hermanos como juniores.”
Agosto 1945, pág. 87: “Casa de la Sagrada Familia. El centro de Apostolado que funciona en esta Casa bajo la dirección del Hno. Marcial presenta esta estadística: asistencia media a Misa de domingos y fiestas de precepto: 35; promedio de Comuniones por domingo: 15; bautismos administrados en el año: 1; Confirmaciones: 5; Primeras Comuniones: 10-“ Y, en torno al mismo Centro, leemos en agosto 1945, pág. 87: “(…) Un grupo de niños, bajo la dirección del Hno. Marcial y pertenecientes al Centro apostólico que funciona en esta Casa, se dispone a realizar próximamente su Primera Comunión.”
Diciembre 1945, pág. 20: “En el aparte ‘Otros sucesos de 1913’, publicado en la sección histórica del último número de ECOS DE FAMILIA, creo que se ha deslizado un pequeño olvido, que con estas líneas trataré de subsanar. En efecto, el 2 de Febrero de 1913, el Rvdo. Hno. Marcial y otros dos HH. emiten sus votos perpetuos en la capilla privada de la Casa de los Padres de la Misión, calle Cochabamba, después de un retiro de cuatro semanas, realizado en el Colegio de la calle Lorea, cuyo Director era entonces el Rdo. Hno. Victorino; fue predicado por el Rdo. Padre Aineto, C.M.F. y presidió el Rdo. Hno. Honoratus, entonces Visitador. Han Pasado 32 años y los tres ejercitantes de aquel entonces siguen, con la ayuda de Dios y de la Virgen Ssma., ocupando su modesto puesto de trabajo en la Provincia Argentina”. (Hno. Ildefonso, Director del Colegio Monseñor Rasore.)”
Junio 1949, página 15: “El día 4 del cte. a bordo del ‘Anna C’ se embarcaron rumbo a Italia, en visita de familia, los RR. HH. Marziale y Damián Augusto.”
Noviembre 1949, pág. 73, en Nuevas del Hogar: “Enfermo. El día 5 de Noviembre sufrió un ataque de hemiplejía nuestro querido Hno. Marcial. En momentos de tirarse esta entrega de Ecos de ECOS DE FAMILIA su mal sigue estacionario. Encomendémoslo fervorosamente al Señor.” En el número del mes siguiente, pág. 84, se consigna nuevamente que sigue en estado estacionario, habiéndosele administrados los últimos Sacramentos el día 14 de Noviembre.
Mayo 1950, pag. 6: “Enfermos. Nuestros queridos Hermanos probados por la Cruz de la enfermedad siguen estando presentes en todo instante en nuestro recuerdo y en las intenciones de nuestras plegarias. El buen Hno. Marcial, que ha cumplido ya los seis meses de dolorosa postración en cama, sigue más bien en estado estacionario. En el mismo estado se halla también el Hno. Daniel Bernardino. Ambos Hermanos edifican grandemente a los moradores de la Casa San José por su paciencia y su resignación al querer divino.”
Junio – Agosto 1950, en página 24 encontramos la nota necrológica:
+ Hno. Marcial — 7 de Agosto de 1950.
El día 7 de este mes de la Asunción voló al Cielo el alma del que fuera nuestro Hermano Marcial. Si se puede decir que una vida religiosa irreprochable lo había dispuesto para el logro de una hermosa muerte, también se puede pensar que los últimos nueve meses de santificada postración —y la atmósfera de abnegación con que lo envolvieron sus Hermanos enfermeros— había ido conduciendo esa serena disposición a su justo punto de madurez. Por eso su muerte —acaecida en la novena de la Virgen— fue una muerte dichosa.
Amable y ejemplar es el recuerdo que nos deja el H. Marcial. Todos dijimos su nombre con respeto, sin reproches y —al recuerdo de sus meses finales de durísima aflicción— con una emoción compasiva y dolorosa. Ahora su memoria nos hace bien al alma.
El Hno. Marcial fue un buen Hermano marista, tan bien chapado a la antigua que hubiera sido digno de los primeros cuadros del Instituto. Desprendido de todo barro terreno, levitado a lo alto, sentía espontáneamente su vocación de religioso y la vivía con armoniosa naturalidad. Sabemos que era ciegamente obediente, inflexiblemente adicto al Instituto, a los Superiores y a las tradiciones maristas. Sintió toda su vida santo orgullo y amor por las cosas de casa. Gozaba de un sentido común marista sano y sólido, como de piedra. Para él lo marista era connatural.
Su piedad era la de Regla: muy simple y sin ornamento, muy llana y equilibrada, pero sólida, reverente, entera. La oración del H. Marcial era un buenamente estarse delante de Dios, como siervo leal. No le conocíamos devociones, pero era de auténtica devoción.
No padecía de ninguna complicación. Era recto y obvio e hijo fiel de la verdad. No aceptaba componendas ni trampas, ni captaba siquiera una distorsión inocente de palabras. Cuando hablaba, hablaba sin sornas y con invariable cortesía. No sabía lo que eran segundas intenciones. Desconocía las reservas mentales. Nunca ocasionó pena a quienes convivían con él ni pretendió jamás engañar a nadie. Tampoco escondía alfilerillos ni ácidas puntas entre la felpa de sus pocas palabras. Pero, era un hombre silencioso: por temperamento y por cultivado escrúpulo caritativo. Jamás hablaba de sí mismo. A nadie se anteponía. Nunca profería una palabra imprudente ni atacaba a los ausentes. En todo prójimo encontraba un flanco ponderable, y lo ponderaba. En todos sus Hermanos, el Hno. Marcial vio alguna vez algo bueno, y alguna vez lo dijo de nosotros: entonces le solían abundar raramente las palabras. Algunas veces lo juzgábamos ingenuo y otras nos quejábamos de su aparente falta de flexibilidad: ¿qué queda hoy de esa vulgar ceniza de nuestra maledicencia frente a la realidad de un religioso que nunca abrió la boca para juzgar y para condenar a sus Hermanos? ¡Cómo se lo habrá premiado ya el Señor!
El Hno. Marcial amaba las buenas causas, con un amor católico, grande, convencido, constante y hasta el fin. A ninguna buena iniciativa le opuso jamás un tropiezo, ni siquiera el tropiezo de una ironía, del dejo escéptico de una opinión, de un inútil augurio contrario. En eso, sí, su alma fue juvenil hasta la muerte. Sus ilusiones y esperanzas del triunfo vasto y rotundo del Bien y de la Verdad, estamos seguros que en ningún instante padecieron decepciones ni cansancios. Fue un varón rebosante de grandes y san-tos deseos. Amaba y alababa el bien sin distingos, sin espíritu de capilla, sin reticencias ni mezquindades, lo hiciera quien lo hiciera, sin envidias. Todo aquél que alguna vez emprendió una obra buena de apostolado, ha de saber que contó con su apoyo sin repliegues, con su elogio, con la alegría un poco reservada de toda su alma.
El Hno. Marcial era un hombre ordenado y metódico en todo. No sabía, desde luego, lo que era la precipitación; pero tampoco pecó de imprevisión ni de perezosa negligencia en lo que le era encomendado. Era responsable, formal, cumplidor. Ni olvidadizo fácil ni postergón. Encomendarle algo era saber de antemano que las cosas andarían bien. Por eso se le tenía confianza y de esa sosegada y seria condición su-ya nacía mucha de la estima que Hermanos y extraños le profesaban.
Ahora que se nos ha ido al Cielo, podemos decir otra vez que, cuando el Señor elige, elige bien.”