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HNO. LUIS MARCELINO

Nombre Civil: Marcelo Augusto MONTEIL.

Fecha de Nacimiento: 16/01/1894.

Lugar de Nacimiento: Verfeuil — Departamento De Gard — Francia.

Fecha de Profesión: 01/01/1910.

Fecha de Defunsión: 20/10/1962.

Estable 1894 – 1962.
Nacimiento: 16/01/1894 — Verfeuil — Departamento De Gard — Francia.
18/04/1906: Junior en Vich.
24/01/1908: Llega a Argentina. Junior en Luján.
20/02/1909: Postulante.
19/03/1909: Toma de Hábito.
01/01/1910: Primera Profesión.
01/01/1916: Votos Perpetuos.
08/01/1928: Votos de Estabilidad.
Total Obediencias: 21.
Años de Labor Docente: ….. 50 Años.
En Colegios: ….. 47 Años.
En El Escolasticado: ….. 3 Años.
Total Colegios: ….. 6 Años.
En la Sagrada Familia: ….. 4 Años.
Fallecimiento: +20/06/1962 — 68 Años.

Marcelo Augusto MONTEIL nació en Verfeuil, Departamento De Gard. De familia de agricultores, su padre era Vincent, y su madre Anaïsa CHARMASSON. En la fecha de confeccionarse su ficha, que nos es desconocida, ambos habían fallecido. En ese mismo momento, su hermana Srta. Marie tiene domicilio en “por Saint Julien de Perpolas, Gard.” Del trabajo a máquina confeccionado por el Hno. Samuel Eutimio Merino, citamos un párrafo (Pág .15). Es de ECOS DE FAMILIA. Autor, Hno. Pedro Gabriel.

La faceta más relevante entre los Hermanos y exalumnos que lo tuvieron como profesor, especialmente los de Luján, era su saber científico, que sólo era aventajado en él por su vivencia marista y su espiritualidad. Deseamos insistir. Para ambas facetas nos será de gran riqueza el artículo firmado por el Hno. Pastor Diez, publicado en la revista TEA en junio de 1962, mismo mes y año de su partida. Extraemos, si es necesario sintetizamos por razones de espacio. Hay alguna supresión. La ilustración es del H. Maurilio Ramos, presbítero hoy.

Era ya proverbial la preparación científica del querido difunto, y no sólo en nuestro medio, sino también entre los hombres de ciencia que tuvieron la suerte de tratarle. Sus vastos y profundos saberes en matemática, ciencias físico-químicas, astronomía, ciencias biológicas, eran notorios a quienes le conocieron. Pero lo que más asombra es que también en literatura, historia, teología y filosofía, descollaba con singular relieve. Este su saber universal de tipo humanista no se transparentaba, sin embargo, sino a quienes le siguieron más de cerca toda la vida. La creencia general parece señalar su extraordinaria capacidad, referida únicamente a las ciencias exactas por haberse dedicado él, quizá más empeñosa o activamente, a estas disciplinas y ha quedado así de este modo el rico caudal de su saber humanista como desdibujado en la opinión común acerca de su persona. Como merecido elogio, puede decirse de él, con verdad, que era hombre completo.
A medida que avanza la línea de los descubrimientos científicos, se extiende más y más la superficie sobre lo desconocido. Cada invento trae consigo nuevas incógnitas. Y la labor del estudioso es la de caracterizar, por una renovación constante, por un avance sobre lo descubierto sin anclarse nunca, algo así como los conquistadores de un reino que no se satisfacen con la posesión de una plaza, sino que tienden a la conquista total. Pero en el desarrollo de las ciencias nunca se llegará al fin. El investigador lo sabe. Y esto acicatea y empuja hacia metas parciales, difíciles, portadoras de bien. Y esto con el fin primordial propio del sabio: “la búsqueda y adoración de la verdad” (Pedro Laín Entralgo.)

En nuestro modesto medio, el Hno. Marcelino se destacó por una tendencia limpia y perseverante hacia esa meta .Si bien este quehacer reporta a veces momentos de sereno goce de contemplación intelectual, con frecuencia no retribuye los sacrificios impuestos. Siendo cierto que la posesión de un bien produce felicidad y que la ausencia de un bien previsto y no alcanzado proporciona un vacío, un ansia, podemos afirmar que la vida de nuestro querido Hno. Marcelino fue una cadena ininterrumpida de satisfacciones y dolores de tipo intelectual. Dolor en la menesterosidad y ansia en la búsqueda y gozo en el hallazgo de lo verdadero y de lo bueno.¿ Quién no recuerda alguna de sus clases o conferencias o charlas, en las que sus exclamaciones de asombro ante los enigmáticos problemas científicos dilucidados por el talento del hombre, le produjera una especie de mezcla de gozo y de insatisfacción? Es que el intelecto humano no puede captar toda verdad en este mundo y siempre ante la cima de lo conquistado aparece una meta más alta, una grieta de insatisfacción que clama por lo absoluto, lo plenario, el descanso definitivo del intelecto, el goce total, imposible en el tiempo. Pero el Hno. Marcelino, lo que no logró en vida, lo ha conseguido ahora: ya dio en el centro de todas las metas, la Única Meta. Ya llegó a Dios, causa y origen de todo, explicación de todos los porqués. Palacio de la verdad y del amor, compensación infinita para el necesitado corazón del hombre creado para la beatitud presencial de Dios.

Ciertamente es más difícil ocultar la ciencia que divulgarla. Este penoso menester que sólo busca el servir, ser útil, y luego desaparecer, sin la menor ostentación de la propia riqueza, lo ha cumplido serena, humilde y valientemente este hombre cuya muerte lamentamos. No, no es fácil ser dueño de un gran acopio de saber y ocultarlo sin más, usando de él solamente en la medida del deber y de la modestia. Pero el Hno.
Marcelino ha demostrado que eso no es imposible. Y en esto nos ha dejado quizá la mejor lección de su vida. Magnífica, estupenda lección para los jóvenes Hermanos estudiantes.

Todo cuanto se ha expresado hasta aquí queda referido casi exclusivamente a la esfera del saber meramente humano, o mejor dicho, profano. Y en esto el Hno. Marcelino ha sido un modelo, un ejemplo a toda prueba: un docente preparado, digno, reservado, minucioso, amigo de lo exacto, del detalle preciso, claro en la exposición, metódico en el desarrollo, diestro en la ilustración, interesado y feliz en el comunicar, competente al cien por ciento, nada más ni nada menos que lo que exige la ciencia y la verdad en el cumplimiento del deber profesional.
Nadie ignora que en estos últimos años se acentuó considerablemente su cansancio, aumentaron sus sufrimientos de variada índole, le fatigaban los viajes y el trabajo en el laboratorio de la Editorial. Y, a pesar de ello, conservó tres cátedras en nuestro Colegio de Morón, y la cátedra de Química Orgánica en el Instituto del Profesorado Religioso. ( Solamente las prácticas de esta Química le ocupaban la tarde del viernes y la mañana del sábado íntegras, casi sin respiro).Todo ello lo sobrellevaba con animoso esfuerzo y singular dedicación. Pero desembocó lamentablemente en una agravación de sus males, y lo llevó a una muerte sorpresiva. Murió como él había deseado, sin dar trabajo. Pero nos privó del consuelo de asistirlo o visitarlo y acompañarle en el paso decisivo de la vida. Ahora ya reposa en Dios e intercederá por nosotros.
Nos ha de interesar más el aspecto religioso de su vida. Si hiciéramos un breve recorrido por las virtudes más nuestras, más maristas, quizá quedásemos asombrados.

¿Habrá practicado alguna, algunas o todas en grado heroico? Difícil prejuzgar y hasta algo temerario… Pero su vida sencilla, austera, extremadamente modesta, laboriosa hasta el rendimiento último, hasta el agotamiento; su actitud recogida, su piedad tan natural que para más de uno habrá pasado inadvertida, su amor al silencio y a todo lo serio, su extremado cuidado en la puntualidad regular; su devoción eucarística —quién no lo recuerda en alguna de sus visitas al Santísimo— su entrañable amor a la Virgen —al cual se hizo alusión con intenso sentir en su sepelio—; su cariño a todo lo nuestro, evidenciado sobre todo en la total dedicación a las obligaciones de estado; el buen ejemplo constante –que no es más que el reflejo del propio modo de ser, desborde del propio vivir-; el trabajo sin queja a pesar de la fatiga y de la edad… todo esto y mucho más que se pudiera mentar no es sino el índice de una rica y escondida vida interior, un compendio de las maravillas obradas por la gracia en este religioso y acrecentadas por él con celoso cuidado. Resulta difícil penetrar en la honda vena de su vivir auténticamente marista, pero la podemos esquematizar someramente en estos pares de conceptos: piedad y humildad, trabajo y fortaleza, ciencia y santidad, silencio y eficacia.

Esta visión panorámica no intenta sino expresar algo más simple y complejo a un tiempo, yendo a las raíces motoras del obrar. ¿Qué es este conjunto de virtudes sino el despliegue del único amor que todo lo resume y que era la palanca de todo su existir. el amor dimámico centrado en Cristo, hacia el Padre, en el Espíritu Santo con María? ¿Qué es sino la expansión viviente y actuante de las virtudes teologales y de los dones del Espíritu Santo?
Los signos de santidad en este hombre tan humilde, no eran apariencias, sino la resultante o manifestación de un genuino vivir en Dios. Porque precisamente aquí radica uno de los puntales de la heroicidad en la virtud: ser y no mostrar, vivir sin divulgarse, ignorarse en el sacrificio, ser víctima total en el lento transcurso de los años. Y todo, alimentado y sostenido por la presencia viva, oculta y santificadora del Espíritu Santo y en silenciosa crucifixión con Cristo. ¡Qué ejemplo tan elocuente de santidad actual, viva, presente, nuestra, nos ha dejado este verdadero hijo del Beato Marcelino Champagnat!

Sigue un recuerdo personal. Su rectitud y espíritu religioso no dejaron de crearle alguna dificultad en temas y circunstancias de adaptación, aun 15 años antes del inicio del Concilio Vaticano II. La Provincia Marista vio bueno dar un nuevo ciclo a la existencia del Escolasticado. En 1947 se adoptó como una nueva estructuración, reclamada —permítaseme una apreciación personal— por el cambio sucesivo en nuestros tiempos. Sin que se diera de ninguna manera una situación que pudiera alterar la vida regular marista, o desordenada ni mucho menos caótica, se incorporaron modalidades. En tema de creación de una publicación periódica propia de la sección, “Alborada” fue su nombre, se creó un espacio abierto de debate, al que fueron llamados los jóvenes religiosos; una ampliación cultural se dio en el hecho de las audiciones de discos, los domingos y fiestas, por la tarde, en general; una novedad en las celebraciones de algunas fiestas; una modernización de la preceptiva, doctrina y práctica pedagógica, y otras circunstancias que fueron dando un viraje moderno para la época, y un clima distinto, relacional- muy bueno a pesar de que convivíamos jóvenes de distintas nacionalidades,

Hombre de rasgos firmes, definidos. De rostro de severas líneas. De mirar profundo y meditativo. Inclinado levemente el busto como si estuviera en contínua adoración de los trazos divinos descubiertos en las criaturas. De andar lento y caviloso, inquieto a veces con algo recóndito, gozoso o duro; hombre meticuloso hasta el último detalle, como quien no aspira a nada que no sea lo completo, lo preciso, lo terminado, la redonda perfección exigida por el ser y por el deber, trabajosa labor que reclama el sacrificio de muchas horas, lentas horas, arduas horas de estudio y de meditación; hombre auténtico, que ha llenado plenamente su misión de docente educador religioso, y nos ha dejado una estela, clara y luminosa senda de santidad y competencia.
influenciados, tal vez marcados, bastantes de ellos por una guerra recién finalizada. Creo que es importante advertir que no fueron renovaciones impulsadas desde instancias provinciales. Más bien fue una conjunción de personas capaces y dedicadas. Amplío a continuación.

El Hno.Roberto González, Director. Amplitud de miras, apertura, fidelidad a las Reglas, formación del “caballero educador” (una circular del Hno. Superior Gral. de los HH. De La Salle, “La distinción en el religioso educador”, que nos comentaba, nos hizo mella) dejando espacios para madurar una libertad en responsabilidad, excelente carácter, prestigio. Ayudando bien a abandonar todo conato de cumplimiento por estar vigilados, o algo así. El ex Hno. Onésimo O’Gorman, (q.e.p.d.), excelente docente muy bien formado, muy buena relación con los Escolásticos, también prestigioso, muy actualizado pedagógica y metodológicamente. No dejó de darnos un mínimo de formación catequística, y un curso de Mariología (sobre todo de Alastruey, BAC.) El Hno. Ignacio Claver (Castaño) d.e.p., muy próximo a nosotros por deportista, amigo de chanzas inocentes, alguna vez más “fuertes”, especialmente a cargo del área matemático – física, muy buen docente. Saberes en varios menesteres técnicos. Los tres se entendían de maravillas; así lo vi y lo veo. Mi experiencia escolasticar fue a partir de 1948 a 1950 incluido. En 1947, formó parte del equipo el Hno. Luis Marcelino. Un verdadero valor como religioso y como profesor, especialmente en el área ciencias. Y más las físico-químico-matemáticas.
Pero hubo instancias o procederes impartidos desde las cabezas de la sección, que no le fueron para nada fáciles. Por ejemplo, de muy buena fuente he oído que veía mal la presencia de Hermanitos con traje deportivo, aunque con guardapolvo, en el sector de la casa, por ejemplo comedores y demás; el tema del estado deliberativo sobre la creación de la revista; y alguna cosa más, quizá demasiado novedoso todo frente a las costumbres vigentes. Le resultó difícil la adaptación. Pero su espíritu religioso y marista no permitieron que nunca creara dificultad.
Por un Hermano, compañero suyo de comunidad en el Colegio San José, Morón, sabemos que le resultaba costosa la disciplina con sus alumnos, que eran habitualmente los mayores. Por tal motivo, piensa el informante, era un tanto nervioso. Pero, también, de un gran corazón.

TITULACIONES:
Título Elemental del Magisterio, en 1933. Secundaria: Decreto/1926 y Resolución Ministerial/1930, para enseñanza de Matemática – Física – Química – Ciencias Naturales y Francés.

VISITAS A SU FAMILIA.
En su ficha constan dos, en los meses de diciembre de 1947 y 1953.

OBEDIENCIAS Y MISIONES APOSTÓLICAS:
Cerramos El Recorrido de Esta Vida Excepcional con la grilla correspondiente:
—Marzo 1910: Colegio de Luján.
—Enero 1914: Escolasticado.
—Enero 1916: Colegio de Luján.
—Agosto 1925: Gran novicio, Grugliasco.
—Febrero 1926: Colegio Champagnat.
—Enero 1928: Colegio de Luján.
—Enero 1929: Escolasticado.
—Enero 1930: Colegio de Luján.
—Febrero 1943: Escolasticado.
—Febrero 1944: Colegio Manuel Belgrano.
—Febrero 1945: Morón.
—Febrero 1947: Escolasticado.
—Marzo 1948: Morón.
—Febrero 1951: Casa de la Sagrada Familia.
—Febrero 1952: Rosario.
—Febrero 1953: Morón.
—Diciembre 1953: Transf. Provincia Saint Paul.
—Septiembre 1954: Se reintegra.
—Octubre 1954: Morón.
—Febrero 1959: Sagrada Familia.
—Febrero 1962: San Rafael.

Cerramos esta página marista con último fragmento de la mencionada nota del Hno. Pedro Gabriel.
“Apenas corrió la voz de su fallecimiento, sus exalumnos, especialmente los más antiguos, acudieron presurosos y en gran número a velar sus restos y acompañarlos al panteón marista de Luján. Formaban una larga y compacta columna. Fue un verdadero canto de gloria y una demostración de afecto y reconocimiento al maestro y educador religioso. Las oraciones fúnebres constituyeron una explosión de gratitud hacia quien hizo tanto bien a los muchachos de ayer, hoy hombres maduros, en su mayoría profesionales distinguidos en todas las ramas del saber humano. Etc.”

Ecos de Familia, abril 1924, pág. 6 col.2. Entre bellas celebraciones con las que se destacaron en Luján —Curso de Vacaciones— la fiesta del 2 de febrero, no faltó: “Subrayamos gustosos la conferencia sobre Biología con proyecciones micro – fotográficas, dada con especial versación por el Hno. Luis Marcelino.
Agosto 1925, pág. 24. Curiosamente, se cita decreto del Poder Ejecutivo del 30 de junio de 1926. Quedan facultados para enseñar en nuestros colegios los Hermanos nombrados, con las asignaturas respectivas. El Hno. Marcelino está reconocido para Historia – Ciencias – Matemáticas. Esos años integra la comunidad del colegio de Luján.

Abril 1926, pág.2: “Viajeros. Con toda felicidad llegó a mediados de Febrero, el querido Hno. Luis Marcelino. Regresa de Grugliasco pletórico de entusiasmo para proseguir sus nobles tareas de sembrador de la buena semilla en los inteligencias y en los corazones. Nuestra afectuosa bienvenida.” Contrariamente a lo que se estilaba, no encontramos la notícula donde se diga de su partida a tales ejercicios del 2º Noviciado.
En el mismo ejemplar, pág. 3: “Estudios superiores. Los HH. Luis Marcelino y Pedro Gabriel, primeros y meritorios bachilleres argentinos de la Provincia, se preparan para iniciar sus estudios superiores.
Vivamente anhelamos a los dos estudiosos el más franco éxito, deseando, además, puedan trazar a los futuros bachilleres un rumbo luminoso hacia más altas cumbres.” Nuestro Hermano continúa en el nivel que se dice del “más franco de los éxitos.” Leemos años después, en páginas en las que se ofrecen resultados de exámenes de los Hermanos. Es en junio 1928, pág. 112: “B.- Oficiales (exámenes). En los cuadros no figuran los datos relativos a exámenes dados por los HH. Marcelino y Eloy María en los cursos de Matemáticas del Profesorado Secundario y en la Escuela de Comercio, respectivamente; ambos siguen haciendo honor a su prestigio de estudiosos.
(…) Después de la pureza de corazón y de la humildad de espíritu nada como la luz del saber y de la ciencia, acompañada de rectitud de intención, nos acerca a Dios, autor y padre de las luces.”

Mayo 1931, pág. 189, y agradecidos a esos Hermanos que dieron tanto empuje educativo – docente a nuestra Provincia. En primera línea, nuestro biografiado. El suelto se refiere a los “EXÁMENES DE APTITUD PEDAGÓGICA. (…) Queremos también señalar la ímproba tarea llevada a cabo por el Hno. Luis Marcelino en los cursos teórico – prácticos de ciencias experimentales, secundado eficazmente por los HH. Cleto y Félix Valentín. A todos ellos, las más sinceras gracias.”

Mayo 1942, pág. 32… ¡de vacaciones…! “En pleno curso de estudios de verano, con el Hno. Benvenuto, el 16 de enero parten para unos días de descanso en Anizacate. Son los primeros Hermanos veraneantes oficiales de la Provincia”. (sic).

Abril 1943, pág. 66. Se reporta la novedad de cursos de Física y Química en el Escolasticado. A su cargo, por supuesto, el H. Luis Marcelino, con la ventaja de que los Hermanos estudiantes utilizarán para las prácticas los gabinetes del colegio. El mismo H.L.M. dice: “… delicada atención que redundará en mayor preparación para los futuros exámenes y sobre todo en mayor capacidad profesional y formación intelectual.” El articulista felicita tanto al profesor cuanto a sus alumnos. Mismo ejemplar, pág. 69. Comentario sumamente elogioso para la fuente de agua obtenida gracias a los ingeniosos esfuerzos del Hno. Elías Victoriano. Así prevé el H. L. M. sus beneficios: “La Villa San José disponte de un nuevo pozo semisurgente perforado en la vereda que está frente a los comedores. Sus linfas cristalinas y abundantes fluyen, mediante una cañería, frente al comedor de los novicios. Han resultado sus aguas una agradable sorpresa, pues su dureza apenas supero los ocho grados hidrodimétricos. Los estómagos delicados se lo agradecen, ya que las aguas de que disponían hasta el presente rayaban en los diecisiete. Resultan hasta la fecha las aguas de mejor calidad en toda la comarca. (La de la Usina —120 mts. de profundidad— conceptuada como la mejor de Luján, tiene 9 grados de dureza). Con ello se puede dar un prolongado descanso a las permusitas, permezeolitas, ablandadores y Cía. anónimas”.

Junio 1943, pág. 10. Se lo nombra entre los corresponsales de Ecos de Familia. Lo será en especial del Escolasticado. Está a cargo del mismo en unión con el Hno. Pablo Rafael.

Octubre 1944, HISTORIA DE LA PROVINCIA, pág.123. 1908: JUNIORATO. De su fundación se trata. Entresacamos: “El 3 de enero de 1908, una valiente falange de pequeños juniores italianos, españoles y franceses partían del puerto de Barcelona, bajo la custodia del Hno. Honoratus. Veintiún días más tarde, tras un viaje muy apacible, el grupo inicial de juniores se instalaba en el dulce nido que la Virgen de Luján, por intermedio de los Padres de la Misión, le había dispuesto a la sombra de su Santuario. Fue el día 24 de enero. Entre esos primitivos juniores nuestros se encontraban los hoy HH. Pedro Gabriel, Luis Marcelino y Damián Augusto. Transcurrió aquel primer año bajo la dirección del Hno. Honoratus, a quien secundaba el Hno. Vital.”

Julio 1945, año en que revista en la comunidad del C. San José de Morón. En pág. 68 encontramos los diversos actos preparatorios al día del Venerable Padre, y los propios de la celebración puntual. A las 8:30 bendición de las ampliaciones de la casa y la oficialización de 12 aspirantes del Centro Interno. A las 9, Misa de Comunión general. Sigue el texto: “A las 10, función literario – musical; el número central estuvo a cargo del Rdo. Hno. Luis Marcelino, cuya brillante disertación probó cómo el Vble. Ocupa un puesto destacado dentro de la órbita de los grandes educadores del siglo pasado y de todos los tiempos.”

Diciembre, pág. 18. “Comisión de Estudios de la Provincia. Con el fin de favorecer hasta donde sea posible el anhelo de elevación que complacidos observamos persiste y se acrecienta en la Provincia, el Consejo Provincial en su reunión del 25 de noviembre, creó la ‘Comisión de Estudios de la Provincia’. Bajo la presidencia del Hno. Septimio, la integran los H H. Luis Marcelino, Félix Valentín, Pablo Marcelo, Damián y Juan Romualdo.
A su cargo estará en adelante la organización y control de los exámenes oficiales; los estudios, programas y exámenes religiosos; los cursos tradicionales y especiales de vacaciones; las bibliotecas de los Colegios, el asesoramiento de las publicaciones H. M. E., y cuantas iniciativas puedan tomarse en bien de la cultura general, religiosa y profesional de los HH. Fdo. HNO. PROVINCIAL.”
Firme en su servicio docente para con los Hermanos, nos lo encontramos de nuevo en el quehacer de profesor en el curso de verano: Química, para alrededor de 15 Hermanos. Abril 1946, pág. 10. En diciembre de ese mismo año, en pág. 185, aparece el más profundo Luis Marcelino, por sobre el gran docente químico matemático. En la reunión de la Comisión de Estudios, presidida por el H. Provincial, se determinan las ediciones H. M. E. Para 1947. En primer lugar leemos: “María, Reina y Madre de la Juventud”, adaptación argentina del magnífico “Reina y Madre” de Edelvives. La edición ha sido preparada por el Rdo. Hno. Luis Marcelino. Entra en máquina en estos mismos días. Hay decidido propósito de tirar una esmerada edición, que importe una adhesión marista al Año Mariano Nacional.”

Julio 1947, pág. 63. En el homenaje que Villa San José rinde al Sumo Pontífice el 29 de junio, ocupa lugar destacado “una medulosa pieza del Hno. Luis Marcelino.” Ese año integra el equipo res-ponsable del Escolasticado. En noviembre de este año, pág. 111, se nos dice que se embarca en visita de familia, con otros Hermanos. En la página siguiente, leemos: “Biofosfal. Gracias a la valiosa colaboración científica del Rdo. Hno. Luis Marcelino y a las gestiones diligentes y empeñosas de los RR. HH. Juan Romauldo y Cristophe, el Biofosfal, nuestro tan acreditado reconstituyente, se halla otra vez a disposición de sus clientes. Hay ya una existencia suficiente para satisfacer cualquier pedido.

Mayo 1949, pág. 7, vuelve a su viejo vicio, servir a los Hermanos como profesor del Curso de Estudios de Verano. De un elenco integrado por otros diez Hermanos.

Junio 1949, p. 15: “Difuntos. El estimado Hno. Luis Marcelino acaba de recibir la noticia del fallecimiento de su hermano, el virtuoso Hno. Odonin. El 20 de abril, a raíz de una hemiplejíía. Contaba el difunto 69 años de vida, de los que 52 lo fueron de vida marista.” Al final del párrafo, se les da el pésame a otros Hermanos que también oran por óbitos, y se pide la oración de todos. En diciembre de este año, se menciona una notable clase educativa en un día de camaradería convocada por exalumnos de la vieja guardia, que les dictó nuestro biografiado. Estuvo presente algún exalumno de 1894… (p. 87).

Octubre 1951, p. 42: “VITAFORTIS. Es el nombre del nuevo tónico HME, preparado por los Laboratorios Hermaen en nuestra Casa de la Sgda. Familia, bajo la supervisión del Hno. Luis Marcelino, creador del producto.
Trátase de un tónico reconstituyente y estimulante, recomendado para los casos de hipocalcemia, crecimiento, inapetencia, anemia, cansancio cerebral y convalecencia. En su elaboración entran minerales de calcio, sodio, potasio, hierro y manganeso; vitaminas A, B1, B2, B6, C y D; y como estimulantes: quinina, estricnina, y metalarsinato de sodio, más una porción de extracto de malta. Se expende en frascos de 250 gramos con su correspondiente estuche, al precio de $ 9,45. Digamos, además, que cuenta con el visto bueno del Ministerio de Salud Pública de la Nación, requisito indispensable para su venta en farmacia al público consumidor.
Felicitamos muy de veras al Hno. Luis Marcelino por este nuevo éxito, lógico resultado de su competencia científica, espíritu investigador y constancia sin desmayos. En el envasamiento del producto coadjuva, con singular eficiencia, el querido H. Luciano Emilio.
En la página 46 se hace saber que, a partir del día 17, nuestro Hermano integra definitivamente la comunidad del Colegio. San José de Morón.
Sin duda, ha sido el mayor exponente científico con que ha contado la Congregación en Argentina. Dos términos lo caracterizan: responsabilidad y competencia. En 1953 tomó a su cargo la cátedra de Geografía Matemática en el Instituto del Profesorado, rama Historia-Geografía. En marzo, dictó allí mismo un curso de Introduc- ción a las Matemáticas, con la adhesión de todos los participantes. (Cf. agosto 1953, pág. 216). En el mismo número, pág. 223, leemos: “Aprovechando los bienvenidos días de vacaciones (…) El Hno. Luis Marcelino, por su parte, se llega hasta la Editorial, a fin de acelerar la fabricación del “Vitafortis”, producto de su creación, que cada día va conquistando nuevos consumidores.”

Septiembre 1953, pág. 240. En la sección “Días de nuestra Provincia”, en el párrafo correspondiente a 1908, leemos: “El 24 de enero llegaba el H. Honoratus con un grupo de Hermanos y de juniores. (…) entre los juniores venían los hoy HH. Luis Marcelino, Pedro Gabriel y Damián Augusto. En ese mismo día quedaba fundado el Juniorado del Distrito, con el H. Honoratus en el cargo de director, y el Hno. Vital en el de profesor. Las clases se instalaron en el “Chalet”, utilizándose además la capilla, comedor, dormitorio y patios del Colegio.”

Abril 1954. En la sección “Nuevas del Hogar”, un sentido adiós. Leemos en pág. 316: “ENERO. Día 1º, viernes. La Provincia pierde a uno de sus miembros más beneméritos: el querido Hno. Luis Marcelino se embarca en el “Provence”, rumbo a Francia, su tierra natal. Nos deja después de vivir con nosotros cerca de 48 años. Prácticamente toda su vida de religioso marista. Sentimos su partida, pues, aparte de otras cualidades, el H. Luis Marcelino era para nosotros una lección permanente de consagración total a los deberes de su vocación: excelente religioso y extraordinario profesor. Sólo atinamos a decirle ¡Gracias, muchas gracias!, por lo mucho que trabajó y enseñó en nuestra querida Provincia Argentina. Que la Virgen de Luján, a la que tanto quiere, siga iluminando su ruta por muchos años.”

Noviembre 1954, pág. 395. Tras la despedida de abril, y sin que medien explicaciones, se produce el regreso de nuestro Hermano: “El 28 de setiembre desembarcaba, del Cabo de Hornos, el querido Hno. Luis Marcelino, a quien congratulamos nuevamente por su feliz retorno a la Provincia.” Al mes siguiente, ya nos lo dan como examinador de los Hermanos en su estudio religioso: “Exámenes Religiosos. Día 23 de diciembre, a las 8.30, en la Villa San José: La Vida Intelectual (1º). Mesa: HH. Luis Marcelino y Ruperto Germán.” El autor de dicha obra es el Padre Sertillanges, dominico francés. Una excelente iniciación a la vida de estudio, en términos de profunda espiritualidad tomista.

Abril 1954, pág. 432, febrero, día 8: “En horas de la mañana, el Hno. Luis Marcelino nos dicta una lección magistral sobre las bombas atómica y de hidrógeno, que de un tiempo a esta parte vienen acaparando la atención mundial.” Y, comentario áureo, leemos en página 436: “ENERO DE 1955. (…) Día 11: En Luján queda organizado, y en marcha, el 31º Curso de Estudios. En el elenco de profesores, un maestro de la primera hora: el querido H. Luis Marcelino, uno de los integrantes del equipo profesoral de 1924.” Luis Marcelino… ¡qué profesorazo! Reincidente en el Curso de Hermanos de verano del año siguiente, en la cátedra de Trabajos Prácticos de Química, abril 1956, p. 9. Y en pág. 14: “Con su reconocida competencia, el H. Luis Marcelino se ha hecho cargo, el 16 de abril, de la cátedra de Química Orgánica, primer curso del Instituto del Profesorado.” Y, en la misma veta química, dos años más tarde se nos dice que el Vitafortis ha sido perfeccionado, además de adecuación de dosificación, se le acondicionó la poderosa vitamina B12. Y concluye: “Como todos saben, el Vitafortis es una feliz creación del H. Luis Marcelino, quien no ha cejado de experimentar y perfeccionar su fórmula, hasta llegar a la actual, la B12, que parece ser la definitiva.”(Setiembre 1958, pág. 231). El 24 de setiembre de este mismo año, el XV Capítulo General elegía al Hno. CARLOS RAFAEL, VII Superior General del Instituto. (Foto aquí mismo).

Abril 1959, p. 262. Historia viva de la Provincia: “Bodas de Oro Maristas. El 19 de marzo de 1909, en la entonces Casa San José, dos jóvenes postulantes vestían las libreas maristas y recibían los nombres de H. Pedro Gabriel y H. Luis Marcelino. Fueron las primeras vesticiones maristas en tierra Argentina.
Para celebrar tan grato acontecimiento, la Casa Provincial agasajó a ambos jubilares el 19 de marzo último, día del titular de la Villa San José. A la Misa solemne de las 9 siguió una demostración de familia, alegre y cariñosa como todas las que allí se realizan. Más tarde, al mediodía, una bien tendida mesa congregó a Hermanos, Escolásticos y Juniores en torno al Rdo. Hno. Povincial y a los dos felices festejados. (…)” Y, genio y figura hasta la sepultura, en la página siguiente, crónica de los Cursos de Verano 1959: (…) “ (…) y el H. Luis Marcelino, en una conferencia habló muy sabiamente sobre física atómica.

Abril 1960, p. 343, en el receso escolar es intervenido quirúrgicamente. Con todo, ni la comunidad ni él pueden con el genio. En la página 343: “Curso de Estudios 1960. (…) El H. Luis Marcelino, en una interesantísima conferencia, nos habló sobre el origen físico – químico de la vida.”

Abril 1961, pág. p.5, ¡tenía que ser él! : “Medio siglo en la docencia. Por primera vez en nuestra Provincia, un Hermano ha cumplido cincuenta años de docencia al frente de una clase. Protagonista de la hazaña es el Hno. Luis Marcellino, para quien no pasan, se diría, los años con sus días, pues todavía lo vemos preparando y dictando sus clases con los mismos arrestos de los años jóvenes; con la misma competencia, responsabilidad y entusiasmo de otros tiempos, según nos dicen quienes fueron sus colegas en las aulas del viejo Luján, el colegio marista por antonomasia.
Para celebrar el acontecimiento cumplióse un bien pensado programa el 10 de febrero, aprovechando la circunstancia de clausurarse ese día el Curso de Estudio de Luján.
Por la mañana se tuvo una Misa especial en la Capilla San José, con asistencia de todos los Hermanos del colegio, curso y Villa, quedando reservado para la tarde el grueso de los festejos.
Al término de la cena, que fue servida en los comedores del colegio, cumpliéndose un extenso programa escénico, cuyos números salientes fueron el discurso del Hno. Pedro Gabriel, un reportaje del Hno. José María Mazuelas, los versos y coplas del H. Jesús Des López, el coro de trovadores ingleses y las palabras finales del homenajeado.
Terminemos diciendo que la reunión fue presidida por el R. Hno. Provincial y los miembros del Consejo de la Provincia.”

Junio 1961, p. 33. A raíz de la instauración de un mejor régimen de autonomía para los colegios privados, se destaca un nuevo ritmo, con interesantes innovaciones en el Cgio. San José de Morón. Entresacamos: “ (…) en el gabinete de Química se han instalado unas cómodas graderías y los alumnos podrán ahora seguir boquiabiertos las complicadas alquimias del Hno. Marcelino.”

Sigue La Nota Necrológica. Agosto 1962, p. 141 – 142.
+ Hno. Luis Marcelino:

Le conocí en el Juniorado de Vich, a principios de 1907. Estaba en la primera clase y figuraba entre los juniores más sobresalientes. Su carácter, serio y formal, su empeñosa dedicación al estudio, hacían presagiar al gran marista que iba a ser más adelante.
A comienzos de enero de 1908 se embarcaba en Barcelona con destino a la Argentina, formando parte de un grupo de 21 pasajeros, entre Hermanos y Juniores. Iban capitaneados por el recordado Hno. Honoratus.
Tras feliz travesía llegaron a Luján el 25 de enero. Lo primero en que se pensó fue ponerse bajo el amparo de la Virgencita Criolla, a la sombra de cuyo santuario se instalaba el Juniorado argentino. El “Libro de la Virgen” guarda en sus páginas una bella plegaria esrita por Marcelo Monteil (más tarde Hno. Luis Marcelino).
Casi de inmediato los juniores provenientes de Europa (Italia, Francia y España) se instalaron en el chalet de San José y comenzaron a preparar los primeros exámenes que debían rendir en el mes de marzo en el Colegio Nacional Central, que pocos años después debían culminar para el Hno. Marcelino en el título de bachiller que le otorgó el Colegio Nacional Mariano Moreno.
En Luján, el Hno. Marcelino siguió la luminosa trayectoria iniciada en Vich. No podía ser a menos, inspirándose en los bellos ejemplos que heredó de su tío, el santo Hno. Bonius y de su virtuoso hermano.

El 19 de marzo de ese mismo año revistió las libreas maristas en una piadosa y solemne ceremonia que tuvo lugar en la Basílica Nacional, presidida por el Señor Obispo de La Plata, Mons. Dr. Juan Nepomuceno Terrero. Como tema de la homilía, Su Excia. Tomó las palabras de la Sagrada Escritura: “La Sabiduría edificó su casa sobre siete columnas”. (Los que revestían el hábito religioso eran siete). Y todos sabemos que el Hno. Marcelino fue, en efecto, una sólida columna, tal como las deseaba nuestro Beato Fundador para sostén del Instituto.
Bajo la dirección del experimentado Hno. Honoratus, hizo el Hno. Marcelino su noviciado en óptimas condiciones, siendo un modelo en todo el sentido de las palabras, descollando por su piedad, recto criterio y total dedicación a su formación espiritual.
De haberle imitado los primeros novicios, sus compañeros de toma de hábito, y cuantos le siguieron, la provincia marista argentina se habría enriquecido con centenares de excelentes Hermanos. Que habrían realizado un bien inmenso a la juventud Argentina.

Al terminar el noviciado, el 19 de marzo de 1910, se le prometieron años de Escolasticado, que hubiera aprovechado magníficamente, pero circunstancias adversas lo impidieron. El Hno. Marcelino se encargó de reemplazarlos por estudios personales, convirtiéndose así en un autodidacta de primer orden. Supo emplear escrupulosamente todos los momentos libres que le dejaban sus múltiples ocupaciones, y gracias al constante esfuerzo de su voluntad pudo llegar al grado de preparación que le hemos conocido y que le valió tan elevado prestigio entre los que fueron sus alumnos, prestigio que le permitió hacerles el inmenso bien que les hizo.
Porque el Hno. Marcelino no sólo trabajó en la formación intelectual de sus alumnos, sino principalmente en su formación espiritual. Si ponía empeño en dietar sus lecciones, que preparaba escrupulosamente, mayor era el que ponía en la preparación de sus lecciones de religión.

Actuó en los colegios Champagnat, Belgrano, Rosario, Morón, Escolasticado, Instituto del Profesorado y, últimamente, en San Rafael. Pero su actuación más descollante fue en el colegio Ntra. Sra. de Luján. Apenas se corrió la voz de su fallecimiento, sus ex alumnos, especialmente los más antiguos acudieron presurosos y en gran número a velar sus restos y acompañarlos al panteón marista de Luján. Formaban una larga y compacta columna. Fue un verdadero canto de gloria y una demostración de afecto y reconocimiento al maestro y educador religioso.

Las oraciones fúnebres que se pronunciaron en el momento de la inhumación instituyeron una explosión de gratitud hacia quien tanto bien hizo a los muchachos de ayer, hoy hombres maduros, en su mayoría profesionales distinguidos en todas las ramas del humano saber. Verdaderamente era la boca hablando de la abundancia del corazón; la boca expresaba lo que el alma sentía.
Esto que escribo podría terminarlo con las palabras con que el apóstol San Juan finaliza su Evangelio: “Este testimonio es verdadero”, pues por espacio de 55 años he sido su compañero de estudios, su carisma cohermano y su amigo íntimo.
Hermano Marcelino: goza ahora de la inmensa gloria que te corresponde por la proficua obra cumplida a lo largo de 52 años de ininterrumpida docencia con la juventud Argentina. H. PEDRO GABRIEL…

Y, en pág. 146, en la crónica del Cgio. N. S. de Luján leemos la del sepelio de nuestro gran Hermano: “El 21 fue un día de tristeza para Luján por razón del sepelio de quien fuera eximio maestro de juventudes, el Hno. Luis Marcelino.
Luego de ser velado en la capilla San José, sus restos fueron trasladados al colegio, en cuyo frente de entrada dióles la despedida el exalumno Juan Cursi, de aquí, y siempre llevando a pulso por una legión de los más antiguos alumnos, el féretro llegó al peristilo del cementerio, donde usaron de la palabra el Rdo. H. Provincial, el Dr. Víctor Andueza, por los exalumnos de Morón, y el Dr. Santiago José Fernández por los de Luján. Por último, y en medio de la emoción callada de todos, la caja fue depositada en un nicho de nuestro panteón de familia. Realmente, el H. Marcelino fue un maestro que caló hondo en el alma de sus alumnos.”

Diciembre 1962, p. 169. En un artículo que hace la historia de la Casa de la Sgda. Familia en sus Bodas de Plata, en un párrafo: “En el año 1951 se construyeron ocho celdas más y se efectuaron los trabajos de remodelación del laboratorio, para que el H. Luis Marcelino pudiera trabajar con mayor eficacia en la preparación del Biofosfal y Vitafortis.” Más adelante, pág. 176, bajo el título “Bolsa de Noticias” leemos comentario de un Hermano, sin firma: “Y un tercero: ‘Para mí, otro campeón fue el Hno. Marcelino. Estudiando hasta el último minuto de su vida y siempre al tanto de las últimas novedades científicas. ¿Se acuerda de cómo devoraba la Science et Vie? ¿Y cómo le pegaba el ojo a aquellos libracos de Química, de Pauling, Liebe y Gladstone? ¡Era un caso serio!”

Años después, y ya en la revista LUJÁN, nos lo encontramos en una fecha memorable para el entonces Distrito Marista Argentino. En el capítulo 5 de la Historia de la Provincia, escrita por el Hno. Samuel Eutimio, página 51: “Fundación del Noviciado. (…) El 19 de marzo de 1909, fiesta de San José, tiene lugar la primera toma de hábito y, en consecuencia, nace oficialmente el Noviciado Argentino. El nombre de los siete afortunados fundadores nos ha sido conservado con cariño por el Hno. Paulius, que viviera aquella fecha feliz.” Allí, en su lugar: “Marcel Montiel, Hno. Luis Marcelino.” El artículo traslada la crónica de toda la ceremonia, que apareciera en la revista del Santuario, “La Perla del Plata”, narración histórica que tiene su lugar adecuado en la Historia de la Provincia.

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