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HNO. LUIS CASTANIO CASTRO

Nombre Civil: Luis Castaño Castro.

Fecha de Nacimiento: 23/08/1904.

Lugar de Nacimiento: Astudillo — Palencia — España.

Fecha de Profesión: 05/10/1923.

Fecha de Defunsión: 06/06/1981.

Estable 1904 – 1981.
Nacimiento: 23/08/1904 — Astudillo — Palencia — España.
Bautismo: 03/09/1904.
Confirmación: 05/10/1923.
Fallecimiento: +1981 — Villa Marista — Pilar — Buenos Aires — Argentina.

Es un palentino originario del pueblo de Astudillo, actualmente con una población de 1340 habitantes. De familia agrícola, su padre era Don Miguel Castaño Iglesias. Falleció en 1972. Su madre debió dedicarse, seguramente a tiempo completo, a la crianza y educación de los ocho hijos que florecieron en ese hogar. Falleció en 1968. Luis ocupaba en los ocho el quinto lugar, tras dos varones y dos chicas; tras él llegaron a este mundo tres varones. Su hermano Miguel, con domicilio en el pueblo paterno. Su hermana Julia, en la calle Casullo nº 974 de Morón, con teléf. 629 – 3772. Y Dionisio en calle 49 nº 765, en La Plata; teléf. 2.3562. Dionisio fue miembro de nuestra congregación, trabajó en el Colegio San Luis, de la misma ciudad, pero no en función docente, una vez exclaustrado, y falleció ya.
Nacido el 23 de agosto, recibió el santo Bautismo en la parroquia del pueblo, Santa Eugenia, el 3 de septiembre. Y la Confirmación en 1923, el 5 de octubre, en la misma parroquia.
Como era la práctica entre nosotros por aquellos años, a sus quince ingresó al Postulantado. Había completado algo menos de dos años como junior en Carrión, y otros dos en la misma condición en Luján.

Documentos.
L. de Enrolamiento 4716933, D. Militar 14. C. de Identidad 3305998, expedida por la Policía Federal. Carta de Ciudadanía, fecha: 13.06.1947.

Títulos Habilitantes.
Primaria: APTITUD PEDAGÓGICA, Capital Federal, 1957 y 1956 (sic).
TÍTULO ELEMENTAL DEL MAGISTERIO, prov. Bs. Aires, 1939; Mendoza, 1963.
Secundaria: TÍTULO SUPERIOR DEL MAGISTERIO, 1943. PROFESOR NORMAL EN CIENCIAS por la E.N.P. “Mariano Acosta”.

Actuaciones & Obediencias:
—Luján – Febrero/1939 – Estudiante.
—Buenos Aires: Manuel Belgrano – Febrero/1942 – Maestro.
—Buenos Aires: Champagnat – Febrero/1943 – Maestro.
—Buenos Aires: S. F. – Marzo/1944 – Estudiante.
—Luján – Febrero/1947 – Profesor.
—Luján – Febrero/1952 – Profesor.
—Saint-Quentin-F. – Febrero/1953 – Gran Novicio.
—Buenos Aires: S. F. – Febrero/1953 – Ayud. Edit.
—Capilla del Señor – Marzo/1954 – Varios.
—Buenos Aires: S. F. – Febrero/1955 – Oficinista.
—Mar del Plata – Febrero/1959 – Ecónomo.
—San Rafael – Febrero/1963 – Maestro.
—Buenos Aires: Champagnat – Febrero/1964 – Ayud. Admin.
—Buenos Aires: Champagnat – Febrero/1966 – Administr.
—Buenos Aires: Champagnat – Enero/1974 – Adscr. Adm. P.
—Rafaela – Marzo/1976 – Admin.
—Pilar – Marzo/1976 – En reposo.

De 1977 hasta su deceso en 1981, residió en Villa Marista de Pilar. Según la lista de colocaciones de los Hermanos en esos años, menos en 1979, que figura en función de enfermero, los otros mantuvo la misma condición que en 1976.
Se hace notar que carecemos de páginas referidas a él, máxime que muchas biografías de estas carpetas se han visto enriquecidas por las notas aparecidas en ocasión de las Bodas de Oro y de Diamante de nuestros Hermanos fallecidos. Nuestro Hermano no llegó a cumplir las de Oro, ya que el Señor se lo llevó faltándole unos siete años para cumplirlas. Entonces, en estas páginas encontraremos las notas publicadas por Elevación en su partida, y completaremos con páginas de algún artículo suyo para la misma publicación.

PALABRAS DE DESPEDIDA.
Ante los restos mortales del Hermano Ignacio. ¡Señor!, permíteme que, en nombre de nuestro Hermano Ignacio difunto, y con palabras prestadas de un poeta cristiano, te diga:
“Por eso, Dios y Señor, porque con inmenso amor, pruebas con mayor dolor a las almas que quieres. Porque sufrir es curar las llagas del corazón, porque sé que me has de dar consuelo y resignación a medida del pesar. Por eso, Dios y Señor, porque es tuyo mi dolor, porque lo mandas y quieres, bendita sea, Señor, la mano con que me hieres…”

Si es cierto que Dios a sus amigos les regala cruces. Si es cierto que Dios a quien más ama lo purifica con el dolor, el amor con que Dios amaba al Hno. Ignacio, estaba fuera de todo límite. Desde muy joven entendió demasiado lo que es el sufrimiento, acosado como estaba por varias enfermedades que lo tenían postrado tanto psíquica como físicamente.
Dotado de una inteligencia superior, con una gran inclinación hacia lo matemático, fue excelente profesor; y proyectó y llevó a cabo, con toda eficiencia, construcciones de importancia, como la de nuestro gimnasio, en esta Villa Marista.
A pesar de sus dolencias, no aflojaba en el trabajo, hasta el punto de quedar exhausto.

Grandes temporadas tuvo que quedarse inactivo debido a sus sufrimientos, lamentando no poder ser útil a los demás. A pesar de esta aprensión, siempre quedó impresionado y agradecido por la comprensión de sus hermanos.
Hablar con él fue siempre un gran placer. A pesar de sus dolores, siempre tenía el gracejo humorístico en los labios, para disimular sus sufrimientos. Sufrir y sonreír: esa fue su vida.
En sus últimos meses de vida, solamente lo consolaba la conversación sobre Dios. Difícil le fue aceptar los dolores y sus consecuentes angustias, pero Dios lo fue purificando lentamente. Se le oía decir a menudo: “Presiento que Dios me va a llamar pronto. Lo siento muy cerca de mí. Me cerca. Me rodea por todas partes. A veces lo siento en lo más profundo, como un fuego que me quema y me purifica por dentro… El dolor, que antes me costaba tanto aceptar, lo acepto ahora con relativa facilidad. Señal de que Dios me llama”.

Esta mañana, muy temprano, un Hermano salió al jardín. Cortó el capullo más hermoso de nuestro rosedal y se lo puso sobre el pecho. Nada mejor que una rosa, símbolo del amor, para descansar sobre el corazón de quien buscó el Amor, con mayúscula, por sobre todas las cosas.
Hay una tradición entre los cristianos, que asegura que quien lleva el escapulario y muere con él, no verá las llamas del infierno. Y que la Virgen, el sábado siguiente a su muerte, irá a buscarlo para llevarlo al cielo. Hace unos meses, el Hno. Ignacio perdió el escapulario. Fue a Luján, compró otro y con él murió. Entre los Maristas existe la creencia de que quien muera en la Congregación, de acuerdo con el dicho del P. Champagnat, no verá las llamas del infierno. Y que, el que muera en sábado, irá directamente al cielo, llevado por la Virgen.

Permítanme ahora terminar como empecé:
“Por eso, Dios y Señor, porque es tuyo mi dolor, porque lo mandas y quieres, bendita sea, Señor, la mano con que me hieres.
Hermano Ignacio, hermano nuestro, hermano mío, a quien enseñaste a cercarse un poco más a Dios: Gracias, hermano. DESCANSA EN PAZ!” Hno. Arcadio Balbás

El Hno. Jesús Andrés leyó las siguientes palabras de despedida:
Hno. Ignacio Castaño para sus Hermanos en religión. Luis Castaño para sus familiares.
Los moradores de Villa Marista y los Hermanos de la Provincia nos hemos visto hondamente sorprendidos al despertar en este 26 de septiembre, por tu inesperada partida a la casa del Padre.
En los últimos tiempos presentíamos que algo serio estaba minando tu resentida salud, pero no pensábamos en una partida tan rápida.
Esta mañanita, a las dos, voces desconocidas irrumpieron el silencio reinante en Villa Marista. Un Hermano debía ir urgente a la Clínica Fátima de Pilar. El Hno. Ignacio, a las 0.45 -víctima de un doble infarto- había tenido cita con el Padre Celestial.
Durante todo el día hemos acompañado tus restos y hemos pedido insistentemente a Dios te lleve a su gloria.

Hno. Ignacio, te conocí en el año 1917, como Profesor de Matemáticas en Villa San José, en el Escolasticado. Aunque los años transcurridos son muchos, el recuerdo de aquellos días perdura. Y difícilmente se borrará.
Hasta 1979 no había vuelto a estar contigo en comunidad. En estos tres últimos años, en que hemos convivido, he podido saber de tus enormes dolores, de las largas noches pasadas en vela, sin poder descansar, de tus ansias de poder conversar con los Hermanos. Esta conversación te distraía unos minutos, y aliviaba tu dolor, más psíquico que físico.
El dolor es redentor, Dios, considerándote ya maduro para el cielo, cortó tu existencia en la sala de terapia intensiva, donde habías entrado con la esperanza de salir más aliviado en tu dolor. Dios quiso que, al despuntar el día 26, sábado, se cortara el hilo de tu existencia. Hno. Jesús Andrés…

Hermano Ignacio — (q.e.p.d.).
Cuando el Hno. Ignacio (Luis Castaño) hizo la primera visita de familia, su madre, con esa intuición que suelen tener las madres, le dijo: “He visto, ante el altar de la Virgen, todos días sufrimientos, y cómo todas las rosas de tu vida se iban convirtiendo en espinas”.
Todos hemos sido testigos de cómo se fue cumpliendo esta predicción a través de los años.

Desde joven, hizo él grandes esfuerzos para superar sus males. Pasó horas ante el Santísimo, llevó cilicio, durmió en el suelo… Estando en el Colegio Champagnat, con la finalidad de vencer el miedo, se levantaba de noche y recorría los patios y los sótanos a oscuras.
Mucho le costó salir adelante. Pero en los últimos meses experimentó una evolución realmente llamativa. Consiguió aceptarse a sí con todas sus dolencias y circunstancias. Muchas veces decía: “Siento que Dios me llama. Cada vez me acepto con mayor facilidad y los dolores, cada vez en aumento, los soporto con relativa tranquilidad”. Amar todo aquello que había despreciado fue una de sus mayores preocupaciones. La misma angustia lo llevó a la convicción de que no somos nada. Frases como la que sigue, las pronunciaba muy a menudo: “Presiento que Dios me llama. Lo siento muy cerca. Hay noches que me penetra por todas partes y me quema por dentro”.

El tema del Amor, con mayúscula, era lo que más le preocupaba. Se quejaba de no haber podido amar, de no haber podido dar un beso ni a sus sobrinos. La vida de algunos santos, en especial la de San Francisco de Asís, le había enseñado lo que esto significa: “Ahora sé lo que es amar. Ahora entiendo la agonía de Cristo en el Huerto. Ahora entiendo el abandono de Cristo en la Cruz… ¿Por qué voy.. A tener vergüenza de pedir ayuda si Cristo no la tuvo? También Cristo pidió al Padre que apartase de su cáliz… Por mí está Cristo en la Cruz: no por mis triunfos, sino por mis fracasos”… “Has venido para salvar a los pecadores. Por mis miserias estás en la Cruz.
Mientras no bajes de la Cruz, seguirá creyendo en tu misericordia. ¿Qué ganarías con aplastar a una pulguita?”. Todas estas cosas, que repetía hasta la saciedad, nos muestran un alma purificada, anonadada.

La última frase que le oí decir fue esta: “Sigue por ese camino, que irás bien”. ¿De qué se trataba? Pocas antes de que falleciera, estuvimos hablando mucho tiempo. La conversación sobre Dios y sobre el amor eran temas insoslayables. Siempre caía en la misma conclusión: “Amar es sacarse a sí mismo del centro del mundo, poner a Dios como centro, y, desde ese Centro, servir a los Hermanos como Cristo”… “Sigue por ese camino, que irás bien”, terminó diciéndome. Y nos despedimos.
Quisiera aclarar que lo que antecede es un resumen de las trece páginas que escribí para ELEVACIÓN, y que no pudieron publicarse por razones de espacio. A su vez, aquél era un resumen de unas cuarenta páginas, en borrador, que yo iba escribiendo a medida que conversaba con quien nos ha dejado. Era tal la impresión que me causaban sus explicaciones claras y profundas, que comencé a escribir todo lo que hablábamos. La necesidad de resumir todo en tan cortas páginas, la he asumido, no sin cierta repugnancia, con la única finalidad de ayudarnos a ser un poco más comprensivos con los enfermos.

Sus múltiples enfermedades, en especial una arteriosclerosis generalizada –que se manifestaba sobre todo en la falta de sangre en las extremidades-, lo tenían muy postrado. A todo esto vino a agregarse un resfrío que le produjo dos o tres focos infecciosos en los pulmones y un derrame de pleura. Internado en una clínica de Pilar, al cabo de dos días, cuando parecía que todo iba mejor, dejó de existir a causa de un infarto. Hno. Arcaldo Balbán…

Los dos artículos del Hno. Arcadio Balbás y el del Hno. Jesús Andrés, en Navidad 1981, pp. 15 – 20. Seguidamente, ofrecemos un artículo publicado por él en ELEVACIÓN. No tenemos el lugar de esto. Lo he recibido en fotocopia, sin agregados. Aquí está su transcripción.

PRECISIONES: Dos Aspectos Del Hombre…
Podemos considerar al hombre desde dos puntos de vista: uno técnico y científico y el otro espiritual y moral. Cada uno de los dos puntos de vista da una imagen verdadera del hombre pero incompleta. La técnica y la ciencia consideran al hombre como una realidad objetiva, analizan sus elementos y determinismos; en el aspecto espiritual se tiene en cuenta sobre todo su destino.
De un lado es el dominio de la cantidad, de la complejidad y de la necesidad, el éxito de la ciencia consiste en reducir todo a números y leyes. Del otro lado está el dominio de la calidad, de la simplicidad y de la libertad, se trata del ser o no ser, elección en la que se compromete toda la persona.

El ideal sería obtener una síntesis, a la manera de un estereoscopio: las dos imágenes consideradas separadamente son verdaderas, pero ni la una ni la otra tienen el relieve de la vida que resulta de su fusión, cuando se las mira juntas en el aparato.
Pero desgraciadamente nuestro espíritu es demasiado limitado y pequeño, para ver al hombre, bajo su aspecto técnico y bajo su aspecto espiritual a la vez, no puede ver las dos caras simultáneamente, como no se puede ver las dos laderas de una montaña simultáneamente, y así poder fusionar estas dos imágenes en una sola que resulte verdaderamente sintética y viva.
Es de esperar que la psicología sufra una transformación que conciliará el aspecto técnico y el aspecto espiritual.
Hasta ahora constituyen un sistema cerrado que es constantemente verdadero y exclusivo según la escala que se elija. Por ejemplo, el determinismo y la libertad, que en una, cierta escala parecen contradictorias, pueden aparecer igualmente verdaderas en otra escala.

La ciencia puede explicar el porqué de un fenómeno, pero no puede explicar el por qué de los por qués. Puede explicar la sucesión de los días y de las noches por el movimiento de la tierra derivado por la atracción de los cuerpos. Pero no sabe por qué existe esta ley universal. Alguien le ha dado al mundo tales leyes para realizar por medio de ellos su plan.
En la escala del fenómeno psicológico todo es función mental donde el juego de las causalidades inmediatas se desarrolla según las leyes de la sugestión, de la proyección, del simbolismo; pero en la escala de la fe se capta el sentido de todo este mecanismo que es el de un destino de todo mecanismo que es el de un destino, el drama espiritual del hombre.

Se podría oponer la persona moral al individuo. Este es egoísta, instintivo, mientras que la primera “trata de realizar un ideal”. Lo que sucede es que ambos forman una sola cosa. No existe la persona moral pura. El individuo instintivo y egoísta forma como la trama indispensable y permanente.
En este mundo, dado el misterio de la encarnación del espíritu los valores no se separan nunca absolutamente de las funciones, aun turbadas por la enfermedad, sirven como instrumento, aunque miserable, pero necesario a los valores.

CONCLUSIÓN:
De lo expuesto tratemos de sacar alguna concusión aplicable a la vida espiritual. Tomemos, por ejemplo, la gracia.
Todo el mundo tiene complejos y trata de acomodarse a ellos lo mejor posible. Cuando se comienza a sufrir a causa de ellos es porque obstaculizan la realización de las más profundas aspiraciones personales. La técnica debe desligar estos complejos, pero el verdadero sentido de esta liberación es permitir a la persona responder libremente a estas aspiraciones.

La técnica sola es algo negativo. El psicoanálisis da a conocer el mal, sus cien caras y sus mil astucias. Pero, ¿dónde está el bien? Con frecuencia un análisis de la persona, un tratamiento psiquiátrico, aterran por el número de problemas que descubre y el fondo lleno de miasmas y sabandijas que ilumina. Suple ampliamente en forma negativa, casi siempre, el fin que el examen de conciencia debe cumplir en nuestra vida espiritual con la ventaja que éste procura al alma la serenidad, la tranquilidad y alegría espiritual si va acompañado de un acto de amor, arrepentimiento y humildad.
En el estricto sentido de la palabra, la técnica no resuelve problema alguno. Lo que trata de conseguir es contra la represión, que en definitiva es una deshonestidad consigo mismo. La represión quiere decir no renunciar a un pensamiento o a un deseo, sino volver a tomarlo, a enterrarlo, cosa que es un falso olvido.

Hemos leído muchas veces el Evangelio y quizá no hemos reparado que dice o mismo con otras palabras, menos técnicas, pero no menos significativas. EI Evangelio nos asegura que el pecado confesado desaparece, mientras que el que ha sido ocultado pesa indefinidamente sobre el alma (represión).
Una tendencia reprimida envenena alma y turba sus reacciones. Mientras que la gran humillación que supone siempre el abrirse y confesar, abre la puerta a una verdadera experiencia de la gracia, aunque no se emplee un lenguaje piadoso.

El análisis técnico aislado puede sumergir en una introspección inacabable que va aislando cada vez más al individuo de la realidad de la vida.
Yo creo que los problemas pueden resolverse por medio de la gracia, como la niebla se disipa con el sol. Un aspecto concreto de la salvación evangélica, es ver fundirse a la vez, poco a poco, estos enredados problemas sin que alguno de ellos haya encontrado una respuesta lógica, propiamente dicha. La vida que parecía una red indescifrable de problemas toma un aspecto nuevo, en el clima de la fe. Los problemas han desaparecido pero sin ser resueltos. Esta solución sobreviene más seguramente si se hace menos esfuerzo para hallar soluciones humanas y si se cuenta con la gracia. Entonces el espíritu, en vez de parar mientes en lo problemas de una manera estéril, presta más atención la gracia esperada. Cuando ha visto este plan de vida una vez, el que se apoya en la gracia ya no lo olvida.

De este modo se articulan la técnica y la fe: el análisis explora los problemas para sacarlos a la luz; la gracia los disuelve sin que nosotros sepamos cómo.
La técnica se aprende estudiando, pero la experiencia espiritual no se fabrica.
La técnica vacía un cajón lleno de cosas en desorden, enredadas, pero el ponerlas otra vez adentro en orden es fruto de un ambiente, de un clima de fe. De allí que toda técnica será buena si se desarrolla en un clima de fe.
En la cura de almas el asunto no depende en forma decisiva de lo que nosotros hagamos por esa alma sino de lo que nosotros somos. Debemos conseguir primero esta victoria de la fe en nosotros mismos, debemos creer en la gracia, debemos creer en la victoria de esa alma, en la disolución de sus problemas, humanamente indisolubles. Y esto no es cosa fácil de conseguir. No olvidemos cuando tengamos que dirigir a un joven o a una persona con problemas de índole personal, en los cuales nunca está ausente el aspecto religioso de estar nosotros en primer lugar en contacto con Dios, y en vez de buscar una satisfacción propia busquemos condiciones para que el interlocutor pueda realizar una experiencia espiritual. Técnicamente mis consejos pueden ayudarles, pero en el plano de la fe no les servirán de nada.

Un escollo a evitar en las relaciones con los demás es tener en cuenta más la moral formal. Serán fáciles las controversias y oposición entre los adeptos de la técnica y los protagonistas de la fe. En la escala del corazón se funden estas contradicciones. Nosotros los creyentes reconocemos lo complicado del formalismo religioso que los psicoanalistas denuncian y que Cristo ha denunciado antes que ellos con tanta severidad. Pero considerando el corazón, descubría en los que la sociedad condenaba, movimientos de fe, que no poseían las gentes religiosas y morales satisfechas de sí mismas. Y precisamente como todos tenemos nuestras debilidades y complejos, comprobamos que este tipo de gente que tienen en más lo formal que lo esencial y profundo están más inclinados que otros a ocultar sus debilidades por temor de que causen escándalo, y que esta duplicidad más o menos consciente agrava sus represiones y tiende a envejecer su vida espiritual.
Estamos tan acostumbrados a oponer la fe a la técnica que casi no podemos concebir no ya una conciliación de los dos, pero ni siquiera una síntesis. Los creyentes desprecian demasiado fácilmente la técnica en nombre de la fe, o a veces por ignorancia del tema; y los técnicos creen a menudo poderse librarse de la fe gracias a la técnica.

La técnica es neutra. Puede servir para el bien como para el mal. La técnica no es la responsable de nuestros males, sino el cisma entre la técnica y el espíritu.
El bien y el mal, ni las ideas, sino como decía Cristo en el corazón del hombre está el origen del bien y del mal.
Por ejemplo, el campesino sencillo y creyente tiene presente a Dios en el logro de sus cosechas y le agradece por los frutos que recolecta y esto es fe.
La impiedad, que confía en la técnica para mejorar las cosechas, da por seguro el pan para el año próximo, y esto es burlarse de Dios.

Llevados por la gula comemos demasiado y luego sentimos dolores de estómago, de cabeza o de hígado. Con un calmante o chofitol arreglamos el asunto. La fe agradece poder disponer de estos remedios, fruto del trabajo e inteligencia del hombre. La impiedad consiste en pensar que podemos dar libre curso a la gula, gracias a los milagros de la ciencia que nos libra de tales molestias y consecuencias.
Como final este pensamiento:
“La solución de un problema plantea continuamente problemas nuevos. Cuando por el contrario, una chispa del Espíritu emerge de entre las tinieblas acumuladas sobre una vida, parece que bajo del cielo, con acabada perfección, una verdad sencilla que apacigua por completo a la inquietud del alma. Hno. Ignacio Castaño…”

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