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HNO. LUCAS TANO

Nombre Civil: FURLANI Daniel.

Fecha de Nacimiento: 08/01/1921.

Lugar de Nacimiento: Capodistria — Kopar — Provincia De Trieste — Italia.

Fecha de Profesión: 02/02/1937.

Fecha de Defunsión: 28/08/1975.

Profeso Perpetuo 1921 – 1975.
Nacimiento: 08.01.1921 — Capodistria — Kopar — Provincia De Trieste — Italia.
21.09.1931: Junior en Gassino.
01.03.1935: Llega a n/país, junior en Luján.
01.03.1936: Postulante.
02.02.1937: Toma de Hábito.
02.02.1938: Profesión Temporal.
08.01.1944: Profesión Perpetua.
Actuación: ….. 32 Años.
Maestro ….. 20½ Años.
Profesor ….. 3 Años.
Ayudante H.M.E. ….. 2 Años.
Prom. Vocac. ….. 6 Años.
1975: Se le declara cáncer. 7 meses durísimos.
Fallecimiento: +28.08.1975 — 55 Años.

FURLANI, Daniel, es originario de Capodistria, Kopar, en la Provincia De Trieste (Zona B). Su padre, José, era agricultor. Trabajaba como empleado de colono propietario de tierra en la zona. Jefe comunista, fue llevado a campo de concentración en Alemania, de donde regresó a su país, luego de arduos sufrimientos, con 35 kg de peso. Su madre, Justina Bordón. Apellido terminado en “n”, no en vocal. Es propio de los apellidos de la región de Venecia, el Véneto. En vida los dos en las fechas de composición de la ficha provincial. Domicilio anotado como calle Pomperi, nº 7, Capodistria (Istria). Su hermano José, en Bermúdez 1045 – OLIVOS (B.A.). Teléf.: 795 – 7680. Fue religioso marista en Argentina por espacio de unos 10 años. Las dificultades en la conducción escolar de aula y una permanente cefalea, lo desanimaron hasta tal punto que abandonó la vida religiosa.

El Hno. Silvio Starace, asimismo de Capodistria, nos dice que iban a la misma escuela, sin ser compañeros de aula, en el poblado vecino de Prades. Una escuela con una construcción notable, de alrededor de 1930, fruto del avance que significaron para Italia los primeros años del facismo. Tan al día, que a los alumnos se los iniciaba en la labor de huerta. Danilo sentaba fama de chico muy bueno, piadoso, en el lenguaje familiar, “un santo.”

En las vocaciones maristas de esa época y lugar, tuvo gran importancia el cura párroco. Como se puede suponer, les era desconocido el nombre de “Hermanos Maristas.” Dom Guido Galvani, párroco, los encaminó hacia el Juniorado, con la intervención del promotor vocacional marista, el Hno. Bordet, cuya vida ya ha sido relatada. Los dos hermanos Furlani y el H. Silvio Starace, entre otros, accedieron a la congregación con la propicia combinación de esas intervenciones humanas. Llegado a la Argentina de junior, con unos 14 años, podemos seguir su avance vocacional en el copete cronológico. Hay otros indicativos que nos aporta la ficha:
—Con Libreta de Enrolamiento, sin más datos; Cédula de Policía Federal;
—II Noviciado en Saint Quintin, febrero – julio de 1953;
—Visitas de familia en febrero/1953; diciembre/1963; julio/1972;
—Capacitaciones: TÍTULO ELEMENTAL DEL MAGISTERIO: B.A., 1942; Mendoza, 1945; Córdoba, 1951; Secundaria: TÍTULO SUPERIOR DEL MAGISTERIO, 1949; CONTADOR PÚBLICO NACIONAL, 1962, otorgado por la Universidad Nacional del Litoral, sede de Rosario.

Obediencias Y Labores:
—1938/1941 Luján: ….. Escolástico.
—1942 Luján Colegio: ….. Maestro.
—1943/1944: ….. Mar del Plata.
—1945/1946: ….. San Rafael.
—1947/1949: ….. Rafaela.
—1950: ….. Rosario.
—1951/1952: ….. Marcos Juárez.
—1953 Febrero/Julio S. Quentin: ….. II Noviciado.
—1953 Septiembre San Francisco: ….. Maestro.
—1954/1959 Rosario: ….. Maestro.
—1960 Mar Del Plata: ….. Profesor.
—1961: ….. Maestro.
—1962: ….. Marcos Juárez.
—1963/1964: ….. Luján.
—1965 Macnab Bernal: ….. Profesor.
—1966/1967 Sagrada Familia: ….. Ayudante/Editorial.
—1968 Darregueira: ….. Profesor.
—1969/Julio-1974 Villa San José: ….. Promot./Vocac.

Los meses que vivió en 1975, fueron el drama de los primeros síntomas, desarrollo y metástasis. Falleció el 28 de agosto de 1975. Contaba con 55 años de edad y 39 de vida religiosa. Habiendo pasado un tiempo de internación en el Sanatorio San Camilo, el médico consideró, a la vista de lo avanzado del cáncer, que debía comunicárselo al paciente. ¡ La gracia, como dice la carta a los Hebreos, nos rodea de multitud de testigos! Sabe, querido lector, que nuestro Lucas se alegró, y expresó al facultativo la conveniencia de habérselo comunicado antes, así se preparaba mejor… (Testimonio del H. Silvio, quien, una tarde, a pesar de volver muy cansado del campo de deportes —Carupá—, decidió ir a visitarlo a la clínica. Así lo hizo, siendo 27 de agosto. Al día siguiente, Lucas no era más de este mundo… Alguna impresión personal, recuerdo de un año que compartí vida comunitaria con el H. Lucas. Fue en 1951, primer año de docencia para mí, Colegio Sagrado Corazón, Marcos Juárez. Él era maestro de 2do grado. Lo que más se me ha grabado, es su profunda piedad. Sosteniendo el libro de oraciones, aquel H.M.E. pequeño, con ambas manos, en invierno sobresaliendo de entre los pliegos de la capa… era un posible ícono orante. Una cierta elevación de sus hombros, le daba aire particularmente conventual. Su total aire de concentración y recogimiento cuando se acercaba a comulgar… El ex Hermano Juan Vianney, Juan Godino, lo llamaba “un serafín con bigote.”

Su argumentación bizarra, con frecuencia se mostraba ajena al pensamiento occidental. Lo acompañaba una cierta lógica de otras latitudes. ¡Era tan frecuente la experiencia de verlo discutir con todos!, especialmente en el comedor, donde los 8 Hermanos hacíamos como un solo grupo de conversación. No obstante, jamás perdía estilo ni se sulfuraba. Si es que lo buscaba —seguramente que de manera no consciente— conseguía con frecuencia ser el centro comunitario. Pero, jamás se dio un momento de aspereza con él, ni de él con sus cohermanos. Era un alma bendita, corazón de Dios. Su actitud corporal en momentos de argumentación, era de mirada profunda hacia adelante, casi inmóvil, con algún gesto confirmatorio de brazos, sin fijar la vista en interlocutor puntual.

Su total falta de hiel, lo convertía en un gran cohermano. Gran compañero. Contábamos con él los domingos, a la hora del esperado, inevitable partido de pelota paleta. Su asma intermitente, luego de tantos más peleados y corridos, daba con nuestro Lucas apoyado en la pared, tosiendo con cierta violencia. Temporadas que no le era saludable el deporte: por esa causa, no lo practicaba. Se nos hacía simpático nombrarlo en francés, “Frère Luc”, o, simplemente, Luc. (Recién salido, yo no usaba esa manera.) El mismo Godino, que le hacía frecuentes referencias por sus modalidades, sin propasarse, le decía: “Frère Luc, un bel giovannotto, una bella pettinata…” Nuestro Lucas, rubión, con cabellos bastante parados hacia atrás, debía acudir a la gomina para dominarlos, objetivo en el que el fijador no siempre conseguía éxito. Menos lo conseguía, más era aspecto de espín el cabello lucano.

Se contraponían claramente su grandísima preocupación para con sus alumnos (estábamos codo a codo en el estudio religioso… ¡cómo preparaba su catecismo diario, cuánto dedicaba a la corrección de trabajos y preparación de las clases!), con sus dificultades a la hora de mantener en silencio y disciplinados a los chicos de su segundo grado. Seguramente que no era claramente consciente de esta falencia. En Luján, 1963, el Rector, H. José M. Iragui, al notar esta característica, se valió de un recurso para que la captara. Repito lo que me dijo. Estaba explicando un problema en el pizarrón. Daba espalda o semi espalda a sus alumnos (5to., 4to. grado?) Sin que los niños advirtieran, por uno de los cristales, lateralmente, le hizo señas para que se arrimara a la puerta. Le hizo notar, que lo viera, el despiporre general del alumnado, el desorden en los pasillos por los útiles desparramados… Iragui consideró que había hecho una muy buena acción exitosa, para ayudarlo a volverse a la real realidad… Ese mismo año, fue famosa la prueba del vacío que encierra una nuez, que hace que no sufra un vidrio si recibe un golpe al arrojársela. Luego de explicárselo a los niños —normalmente debía pasar que el vidrio no se rompiera— arrojó con fuerza el fruto contra uno del aula. Se comprobó el corolario de la ley Cachot: “No hay experimento sin pérdida.” El cristal saltó en mil pedazos… Fundamentalmente, era un hombre paciente de profunda humildad, creo. A pesar de todo y contra todo, continuaba en su enhiesta voluntad de educar, afanándose para lograr frutos cristianos y humanos verdaderos y perdurables.

Dos pequeñas anécdotas. En el colegio de Rosario. Director, el Hno. Felipe Lorenzo. Hombre enraizado en la convicción de lo pasajero que somos en este mundo. Aquella noche, durante la cena, insistía en el famoso aserto de que nadie es necesario. Y con varias vueltas discursivas, volvía a él. Al día siguiente, los alumnos en fila, listos para entrar en clase. Nuestro Lucas, sin aparecer. El Superior Director, acude al cuarto suyo, golpea, lo llama. Y, la voz de Lucas, desde el lecho: “Haga memoria…” Tras alguna vez más de este llamado – respuesta, quedó claro que no era tan cierto: “No somos necesarios…”

Algunas florecillas lucanas más. aMarcos Juárez, 1951. Aquel fin de semana, en horario coincidente, podíamos asistir a una conferencia de tema histórico o a un espectáculo circense. Nada de extraordinario: circo de pueblo, sin animales, o sólo domésticos amaestrados. Con Lucas hicimos causa conjunta. Confieso que mis ganas estaban atraídas por el circo, por muy de pueblo que fuera. No nos decidíamos. Para terminar con las vacilaciones, le propuse que tiráramos una moneda. De la caja de la limosna de la Santa Infancia era posible conseguir alguna para el caso. Mi propuesta fue simple. Le dije: “Si sale cara, vamos al circo. Si sale sello, no vamos a la conferencia.” ¿Quieres creer que, con la mayor inocencia, aceptó la jugada? Recién cuando levantamos el níquel, advirtió la ilógica disyuntiva. Se rió con ganas… fuimos al circo. Lucas, un compañerazo.

Dos Citroën consiguió la Provincia para la promoción vocacional, con la ayuda de los católicos alemanes ( “ADVENIAT”). Fueron destinados a los Hermanos Emilio Rubiolo, con centro en Nogoyá, y al Hno. Lucas, desde Villa San José. En la conducción vehicular le fue mejor que con el piano. Sin embargo, cierta vez, en la estanciera de la Editorial, llevaba, entre otros, a nuestro afiliado Manuel Zeballos. En una esquina, a causa de arreglos en el pavimento, había un desvío hacia calle lateral. Anunciado con algunos tanques de tipo querosén, grandes, apoyados en el suelo por la base circunferencial, cartel en rojo. Además, un agente de facción. En ese frente de clara detención y/o desvío, quedaba un espacio. Apenas para un coche. Por ahí endilgó nuestro Hermano. Sonoros, estentóreos pitazos del policía. Se acerca casi corriendo, demudado, con aire poco amistoso… Llega a la ventanilla del conductor… ¿impresionado ante la sotana? Le espetó: “Yo tendría que hacerle doscientas boletas a Usted…Vaya, vaya, vuelva por ahí.. y que no lo vea más…” Manuel reía a mandíbula batiente al relatarlo…

Habiendo cesado en su funcionamiento la máquina (importante colisión de la que salió ileso…)trataba de salir con la Citroneta de la casa. Trataba de llevarla en horario de mañana, mientras los Hermanos estaban dando sus clases. Pero, alguien le metía mano a los platinos, en el motor. Con tal picardía, a todas las aulas llegaban los bramidos del arranque del auto, el cual no echaba a andar, no importa cuál fuera la insistencia. El causante (a su pedido el anonimato), se aprovechaba de la bondad de nuestro Lucas, quien quedó varias veces frustrado. A la tarde, ¡oh admiración!, comprobaba que, ante el pie del Hermano chofer a cargo, al primer intento, el cochecito iniciaba su marcha habitual…
Era un cultor de la letra caligráfica. Ejercitaba en ella a sus pequeños alumnos. Y él mismo nos sorprendía por la belleza de su letra gótica y redondilla. Le he oído comentar alguna vez algunos de los secretos para realizarla con técnica y belleza. Se ayudaba bien con los interiores de tapa y contratapa de los cuadernos H.M.E., que tenían impresos ambos abecedarios. A ellos acudía para no errar, sobre todo en la escritura gótica.

Recuerdo mínimo. Había oído a un niño español dar una respuesta a esta pregunta: “¿Sabes dividir por dos cifras?” Lo había hecho con uso del futuro imperfecto de subjuntivo, aplicándolo perfectamente. Le admiraba tal uso, y citaba: “Por dos cifras y por las que me pusieren.”

Sorprendente, inesperada personalidad, ha encontrado un eco adecuado, muy fraterno, en el artículo que le dedicara el Hno. Jesús Des López, a la manera de nota necrológica. Tomo 1974 – 1979. Va en las páginas siguientes.

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