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HNO. LOUIS CELESTIN

Nombre Civil: Firmin Cyprien.

Fecha de Nacimiento: 07/07/1862.

Lugar de Nacimiento: Joannas — Departamento de Ardèche — Francia.

Fecha de Profesión: 19/03/1879.

Fecha de Defunsión: 03/12/1948.

Estable 1862 – 1948.
Nacimiento: 07/07/1862 — Joannas — Departamento de Ardèche — Francia.
2/10/1877: Es del grupo fundador del Juniorado de S.Paul.
02/10/1878: Postulante.
19/03/1879: Toma de Hábito.
1881: Voto de obediencia, único que se hacía.
15/09/1889: Votos Perpetuos.
01/01/1925: Votos de Estabilidad.
Enero 1945: Bodas de Diamante. Trabajador manual a su pedido, desempeñó diversas misiones en Francia, Italia, España.
25/10/1911: Llega a Buenos Aires, con 49 años. Cocinero en Marcos Juárez.
1917 – 1948: Villa San José.
1947: Una bronconeumonía no lo abandonará más. Decano Provincial.
Fallecimiento: +03/12/1948 — 86 Años.

Firmin Cyprien Jouve nació en Joannas, Departamento de Ardèche el 7 de julio de 1862, siendo su familia de buena posición y mediana fortuna. Su padre, Bruno, era agricultor; su madre, Marie Gazel. Fueron varios hermanos, dos de los cuales fueron Hermanos. Uno de ellos es el Hno. Hermel, del 2º grupo de fundadores de Colombia, y muerto nonagenario.
Llevado por su hermano, Firmin ingresó al Juniorado de St. Paul en 1877, formando parte de su grupo fundador. Su ingreso tuvo fecha el 2 de octubre.Un año después, inició el Postulantado (27/10/1878), recibiendo el Hábito el 19 de marzo de 1879. Su profesión temporal fue durante el retiro de 1881, consistente entonces en el voto de obediencia.
No obstante que sus buenos estudios elementales le hubieran permitido ejercer docencia en la enseñanza primaria, por su pedido fue destinado a empleos manuales. Se desempeñó como cocinero sucesivamente en el Juniorado de Serres (Altos Alpes), Sommières y Castelnaudary. Junto con los expulsados de Francia de esta casa, pasó a España.

Entretanto, se organizaba en Ventimiglia la casa que debimos dejar en St. Paul. Allí retornó como cocinero. Tuvo un lapso en Roma, hasta que regresó a España, en espera del embarque hacia nuestras costas. Su destino misionero fue la simple respuesta que dio al Hno. Provincial, cuando se lo sugirió. Con muchos Hermanos y Juniores, se embarcaron en el transatlántico “León XIII” el 3 de octubre de 1911. Llegaron a Buenos Aires el día 25.
Fue cocinero del colegio y juniorado en Marcos Juárez, hasta que éste fue trasladado, 1915. No podemos dejar de mencionar su exquisita caridad en los años de la fiebre del tifus, cuando nuestro Hermano, luego de trabajar todo el día, atendía por la noche a juniores y alumnos en los sufrimientos propios de la fiebre.
Prosiguió en el colegio hasta 1917, cuando fue nombrado cocinero de Villa San José. Como no le respondía su salud para ese trabajo, cerró el ciclo de sus 37 años pasados en la cocina.

Se inició como encargado del colmenar, en el que estuvo 31 años. Era muy famoso entre nosotros, los formandos y Hermanos. Nos arrimábamos con temor a su colmenar, y era infaltable su voz, un tanto trémula por los años, diciéndonos: “Les abeilles de Frère Louis ne piquent pas.” Su ir y venir en la procesión de comunión de la Misa diaria, caminando con paso corto, pies en arrastre, detenciones de dudosa continuidad -las manos sobresaliendo de la capa sin separarse jamás, – estaba calificado por un permanente como “Aquí, ahora, me caigo.” Lo cual no sucedió jamás.
Su colmenar producía alrededor de 6000 kilos de miel anuales, habiendo sido record el año que se obtuvieron 8500. Aparte de la miel que se consumía en la casa, el noble producto era destinado a la fabricación de hidromiel, y la cera destinada a fábricas de velas de cera virgen. Todo era una gran ayuda a la economía de un seminario con importantes gastos.
Nuestro H. Luis, enfermó de bronconeumonía en 1947. En progresivo y gran agotamiento, estuvo en el lecho pocos días. Fallece en la mañana del día 3 de diciembre de 1948. Murió silenciosamente, a lo marista, como había vivido. Dos días antes había sido administrado sacramentalmente. A los juniores y escolásticos no nos habló nunca, pero ¡cuánto bien nos hizo su presencia en la Villa San José!

Ecos de Familia, noviembre 1923, pág. 18. En el título Nuevas del Hogar: “Las obras de la Casa San José. (…) Podrán luego esparcir el ánimo en la bien cuidada quinta, notablemente agrandada, contemplar la magnífica plantación de árboles frutales que el Hno. Luis Celestino cuida con amor y defiende con discreta solicitud de toda clase de enemigos. (Aviso a los golosos.)
Abril 1924, pág. 6: “(…) Estas y otras quisicosas han andado de boca en boca, tanto o más que los duraznos del H. Louis Célestin. Hable, si no, el H. N.N. y algún otro de los de la excursión libertadora…
Mayo 1927, pág. 3, ¡ya lo tenemos en la labor que le hemos conocido hasta su perseverancia!: “La estadística del “Colmenar”, que dirige el H. Louis Celestin, arroja para este año una producción de tres toneladas y media de miel.”
Julio 1935, pág. 295: “Enfermos. (…) No sólo en los colegios hizo su aparición la gripe; también se presentó en la casa provincial y atacó a un crecido número, gracias a Dios sin mayores consecuencias. El Hno. Louis Celestin ha guardado cama un mes; mucho le ha costado resignarse, pero no sin haber hecho más de una furtiva escapada al colmenar.”

Agosto 1937, pág. 367: “Villa San José. (…) Imitan la actividad de las abejas el H. Louis Celestin y su acompañante el H. Celso; ya han preparado todo el elemento requerido para la próxima cosecha que anhelan supere la actual: 6050 kilos de rica miel.”
Diciembre 1937, pág. 367: “Enfermos. Al crecido número de enfermos y operados de este año, debe agregarse el querido Hno. Louis Celestin, quien ha estado bastante mal y nos inspiró serios temores; inclusive hubo de administrársele. Dios ha querido que algunos recuperasen pronto sus fuerzas y otros se van restableciendo lentamente.”
Agosto 1938, pág. 392, donde se señala que el H. L. C. juega a dar algún sustito.
Diciembre 1941, pág.20: “Enfermos (…) Gracias a Dios no tenemos por el momento enfermos de gravedad. El Hno. Louis Celestin no tolera siquiera que se le coloque entre los ancianos; él es cada vez más joven y lleva tren de tal, por lo menos en el comedor y en el colmenar…”

Abril 1945, págs. 8 – 11, con el relato de la celebración de Bodas de Toma de Hábito de varios Hermanos. En la foto: HH. Simeón, Louis Celestin y Fredien. Seleccionamos: “Fiesta marista en Luján. El 8 de enero, al clausurarse el primer retiro en Luján, fue solemnemente celebrado un gratísimo acontecimiento de nuestra familia religiosa: las Bodas de Diamante de toma de hábito del Hno. Louis Celestin, y las Bodas de Oro de toma de habíto de los HH. Simeón y Fredien.

A la simpatía natural de la recordación del caso, agradabilísima en cualquier oportunidad, se aliaba el 8 de enero el personal mérito y el extraordinario afecto de que goza cada uno de los héroes de la jornada: el Hno. Louis Celestin, viva estampa del buen religioso, que con tanto talento y acierto libra y gana la batalla de los años, no obstante la superioridad siempre creciente de los adversarios”; (menciona a los otros dos Hermanos, cada uno con lo suyo.) (…)
“Ya al promediar el retiro previno el Rdo. Hno. Provincial sobre el acontecimiento, ciertamente inusitado para nuestra joven Provincia, e instó a todos los ejercitantes a cooperar fervientemente con los tres Hermanos jubilares en la feliz tarea de dar gracias a Dios por las mercedes acumuladas a través del privilegio de una vida religiosa tan prolongada y tan edificante.” (…)

“El día 8 concluyó el santo retiro. Los tres dignos festejados presidieron nuestra Comunión del día, como luego había de presidir, en compañía del Hno. Provincial, la solemne Misa cantada celebrada en la capilla de la Casa San José. Posteriormente, en el acto de la Renovación de los Votos, realizado en el mismo templo, el Rdo. Padre Nieva, predicador de los Ejercicios, les dedicó escogidos párrafos de su fervorín de circunstancia.
Ocupó la presidencia del almuerzo el Hno. Louis Celestin.(…)

A las 17.30, el acto académico en el salón de actos de la Villa San José. Presentes todos los ejercitantes, Hermanos de la Comunidad y Profesores de la Villa y formandos de la misma Casa. El acto, sencillamente programado, adquirió, sin embargo, un relieve totalmente insospechado: el contenido amor a las cosas nuestras, el hondo interés por cuanto se relaciona con el Instituto, el colectivo buen espíritu, el admirativo cariño a quienes fueron llamados “figuras consulares de la Provincia”, encontró de pronto una justa ocasión de expresarse y fue emocionante la atención con que se siguieron las no breves de los oradores y conmovedor la espontaneidad de la alegría inagotable y de los aplausos, que por momentos arreciaba en auténticas ovaciones.” (Detalla algunos de los actos del programa. Y finca el tema en el discurso del Hno. Vital, prolijamente elaborado. El sector dedicado al H. L. C., dice: “Vimos cómo el H Louis Celestin salía de Antibes, y al ritmo lento de los 65 años de vida religiosa pasaba por Sertres, Castelnaudary, Ventimiglia, Mondoví, Roma, San Andrés de Palomar, Manresa, Marcos Juárez, hasta llegar a ser el maestro apicultor de ‘mes amies ne piquent pas’.” (Del discurso del Hno. Fredien, respondiendo al homenaje, el cronista resalta:) “…decir que el H. Fredien había sido un orador canchero, era decirlo todo. Y lo fue.” (El mismo cronista trae a colación pasaje referido al H. L. C.:) “El Hno. Louis Celestin es el único sobreviviente de los juniores fundadores del primer Juniorato del Instituto que se estableció en Saint Paul, en octubre de 1877.”

Poco ha el Señor llamó a sí al único compañero que le quedaba en la persona del llorado Hno. Constancien.”
Menciona luego la suelta de palomas como cierre del acto. Y la conclusión de la jornada con la Bendición con el Ssmo. y consagración a Nuestra Señora, a cargo del Hno. Simeón.
Julio 1945, pág. 76: “ENSAYO DE HISTORIA DE LA PROVINCIA. 1. Hermanos llegados en 1911. En el trascurso de 1911 llegaron a la Provincia los HH. Louis Celestin, Asterio, Benvenuto, Ciro, Giordano, Giuseppe Antonio y Jules Raphael.
Mayo 1946, pág. 29: A pesar de que se nos dice que el abuelito de la Provincia ha tomado las precauciones para pasar bien el invierno, en Agosto de ese año, pág. 84, leemos: “Tampoco han tratado con benignidad los fríos al querido Hno. Louis Celestin, quien,en cierto momento de julio, desesperó una vez más de alcanzar la meta de los cien. Ya está bueno de nuevo, sin embargo.” Pero, en Abril 1947, pág. 20, nuestro tan simpático viejecito guardó cama desde el Jueves Santo, y no le fue posible levantarse ni para el santo Día de Pascua. Con alegría se menciona en Noviembre de 1947, la celebración del 70ª aniversario de su ingreso en el Juniorado.

Diciembre 1948, págs. 87 – 88: Es la Nota necrológica. “Hno. Louis Célestin. + En Luján, el 3 de diciembre de 1948.
El viernes 3 de diciembre, tras una corta enfermedad, entrego su bella alma a Dios el decano de nuestra Provincia, el querido Hno. Louis-Célestin. Se fue silenciosamente, llena su alma de sentimientos de piedad y de amor a su vocación, tal como había vivido. Su recuerdo era para siempre imperecedero en la Provincia y su nombre, símbolo de la entrega a la propia tarea, de la abnegación, de la humildad marista más auténtica.
El Hno. Louis-Célestin (Firmin Cyprien Jouve) nació en Joannas (Ardeche) el 7 de Julio de 1862. A los 15 años, el 2 de octubre de 1877, ingresó en el Juniorado de Saint-Paul, en el que fue condiscípulo del Hno. Constancien. Tomo el santo habito el día de San José del año 1879. Terminado el Noviciado fue destinado al trabajo de cocinero, cargo que cumplió con total abnegación y, como se ha recordado muchas veces, con notable competencia, en la escuela de Antibes, en el Juniorado de Serres, en la Casa de Formación y pupilado de Castelnaudary. Consumada la expulsión de los religiosos de Francia, el Hno. Louis-Celestin pasó primero a la casa de Ventimiglia, luego al Juniorado de mondoví y, finalmente, al Colegio San Leone Magno de Roma, en desempeño siempre del mismo cargo.

Antes de salir para la Argentina, sirvió aún durante largos meses en España, primero en la Casa Provincial de San Andrés del Palomar y luego en Manresa.
El 25 de octubre de 1911, de casi 50 años de edad, llegaba a la Argentina, en compañía de los recordados HH. Julio Rafael, Giordano y Giuseppe Antonio, que le precedieron en el camino del premio, y de los HH. Albertino, Ciro, Asterio, Benvenuto y Juan Pascual. Aquí todavía trabajo durante seis años en el mismo duro oficio, en la Villa San José y en el Colegio de Marcos Juárez, hasta que en 1917, no pudiendo ya proseguirlo por su mal estado de salud, fue destinado a la Villa San José, donde había de permanecer por espacio de 31 años, dedicado al cuidado del colmenar, trabajo al que se hallaba aun entregado muy pocos días antes de recibir el llamado definitivo del Señor.

Sus 68 años de profeso se dividen, pues, en dos largos y abnegados periodos: 37 años de cocinero, y 31 de apicultor. Ninguno de los dos períodos conoció un desfallecimiento o un abandono negligente. Jamás aspiro a otra cosa que a ser un buen y amante siervo del Señor y de su Santísima Madre, ni pretendió otro descanso o premio que el de servir a sus Cohermanos. Obediente, caritativo (¿Quién le oyó jamás murmurar de un Cohermano?), regular hasta el último día y siempre presente en los ejercicios de la Comunidad, piadoso y ferviente en sus oraciones y en su devoción a N. S. y a la Sma. Virgen, incansablemente laborioso, su vida impecable son de las que se pueden historiar tejiendo la semblanza del religioso perfecto, del marista fiel a su tradición y a su Regla. Nada de brillante y exterior tuvo su larga existencia: pero, precisamente, de esa falta de externa resonancia cobra toda su admirable belleza, todo su mérito, todo su legitimidad, su autenticidad y su derecho al premio de que habla el Santo Evangelio. ¡Que bella lección de virtud marista nos deja el querido Hno. Louis-Célestin! Podríamos tomar todos los artículos de la Regla y ver, llenos de admiración, con que fidelidad los aplico en su vida, sin que, de tan perfecto, llamara siquiera la atención de quienes vivían con él. Vidas como las de este dechado de virtud son de las que ponen a prueba nuestra capacidad de admiración y son de las que, al llegar a su venturosa culminación —como ahora la de nuestro Hno. Louis-Célestin— nos invitan a todos al examen y valoración de nuestra propia existencia, expuestos como estamos a malograrla en las engañosas apariencias de lo externo y transitorio.

El Hno. Louis Celestin falleció en la enfermería de la Casa Provincial, en las últimas horas del día 3 de diciembre, primer viernes del mes. Dos días antes había sido confortado con los últimos auxilios religiosos. Fue velado el día 3 y el sepelio tuvo lugar, previa Misa cantada de cuerpo presente, en la mañana del día siguiente. Piadosamente creemos que fue llamado a celebrar la fiesta de la Inmaculada en compañía de los bienaventurados del Cielo, entre el coro de Maristas, predilectos de la Madre Celestial.”

Del Hno. Fredien entresacamos elementos que puedan agregarse a lo que ya hemos obtenido del artículo de Ecos de Familia. Son varios y de interés.
“Entre las venerables y simpáticas figuras ya desaparecidas que honran a nuestra joven Provincia, por sus actividades y los servicios prestados a su familia religiosa y cuya aureola de santidad los han distinguido por su piedad, su regularidad y su espíritu de familia a ejemplo de los recordados Hermanos Constancien, Honoratus, Vincent Ferrier, Bonnal, Agritius, Ignacio, etc., hemos de agregar la del querido Herma-no Louis Celestin, decano de nuestra Provincia, que el Señor llamó el 3 de diciembre, un primer viernes del mes.

(…) El Hermano cuya biografía nos es dado reseñar, únicamente soñó hacer el bien sin ruido, en un empleo que pide mucha abnegación y cuyos sacrificios son los mismos los 365 días del año, y pocas veces agradecidos como se merece.
Nuestro Hermano había hecho estudios elementales muy buenos que podían acreditarlo para ejercer el magisterio en una clase de primera enseñanza; sólo sabemos que, terminado su Noviciado en el año 1880, pidió a los Superiores dedicar sus actividades en un empleo manual y eligió el de cocinero, empleo en que se ocupó durante 37 años de su vida religiosa y otros 31 en el cuidado de nuestro colmenar de Villa San José. En sus actividades de apicultor, la Casa Provincial sabrá las economías realizadas con el suculento panal de miel, tan agradable al paladar como el rico hidromiel, que desde casi veinte años es la “boisson” preferida de los moradores de la Casa Provincial.

(…) Su recuerdo será siempre imperecedero en la Provincia Marista Argentina, y su nombre, símbolo de la entrega a la propia tarea, de la abnegación y de la humildad marista más auténtica.

La familia Jouve vivía en buenas condiciones de fortuna mediana, teniendo tierras de labranza y un pequeño comercio en el pueblo. Se vio favorecida con una numerosa familia, de los cuales dos ingresaron en nuestro Instituto, el Hermano Hermel, venerable nonagenario que fue de la segunda expedición de los Hermanos fundadores de nuestra Provincia de Colombia. Encina casi secular se ocupa aún en tareas rurales, cuando ya hace años que merece la jubilación. Él, sólo la espera de Dios, quien paga a buen rédito. El H. Louis entró unos tres o cuatro años más tarde, siendo uno de los juniores fundadores del primer Juniorado de Saint-Paul-3-Châ-teaux, en el año 1877.
Traído a Saint Paul por su mismo hermano el 25 de setiembre de 1877, ingresó en el Juniorado el 2 de octubre. Uno de sus compañeros de Juniorado fue el Hno. Constancien, a quien la Provincia Argentina debe eterna gratitud por todo lo que hizo por ella.

Ingresó en el Postulantado el 2 de octubre de 1878, para revestir el santo Hábito el 19 de marzo del año siguiente.
Terminado el Noviciado fue empleado en varios establecimientos de la Pcia. de Saint Paul, y en el retiro del año 1881 hizo sus votos, que entonces se reducían al simple voto de obediencia.
Como “chef” de cocina actuó en nuestro Juniorado de Serres (Hautes Alpes) – Sommières – Castelnaudary; quedó allí algún tiempo, hasta que organizada nuestra Casa Provincial de Saint Paul, en territorio italiano, fue designado para actuar en su empleo en la Casa de Ventimiglia; luego pasó a Roma; regresó a España en donde quedó unos meses hasta su embarque para la Rca. Argentina el 3 de octubre del año 1911.

Cumplidos ya los 49 años, insinuada que le fue la pregunta del Rdo. Hno. Provincial para hacerle más meritorio su holocausto al ir a tierras argentinas, contestó sencillamente al Superior con esta franqueza que le hemos conocido: “Disponga V.R. como mejor le plazca.”
Se embarcó en el transatlántico León XIII con muchos Hermanos y Juniores, llegando a Buenos Aires el 25 del mismo mes.
Entre los Hermanos que vinieron con él, dos ya recibieron el premio a su perseverancia en la vida religiosa, son los H. Jules Raphael (Léon Méric), Giordano, y en el curso del año 1949, un tercero, el H. Giuseppe Antonio. Quedan aún los Hermanos Albertino, Ciro, Asterio, Benvenuto y Juan Pascual, que no dejarán de tener un “Memento” en la santa Misa, por aquél que fue el “pionner de aquella valiente falange.”
Después de breves semanas pasadas en la Casa Provincial, fue destinado para “chef” en nuestro colegio de Marcos Juárez, en donde se trasladó el Juniorado hasta el año 1915. Siguió en este empleo hasta el año 1917, en que fue llamado a Luján. La comunidad de Marcos Juárez de entonces no olvidará nunca lo admirable que fue, cuando se declararon casos numerosos de tifoidea, y lo bien que se prestó para relevar de noche a los Hermanos mandados de Luján para atender a los numerosos enfermos que había entre Hermanos y Juniores.

No olvidará nunca, uno de los enfermos cuyo estado era grave, y que se salvó del contagio (sic), porque lo quiso la Providencia y aún presta servicio en la Provincia, sí, recuerda al buen H. Louis Celestin, que después de haber trabajado en la cocina y en la quinta todo el día, consagraba largas horas de la noche en atender con cuidados maternales a los que, en su lecho de dolor, no podían conciliar el sueño. Este acto de caridad fraterna permitía a los que atendían de día el tomar un breve pero tranquilo descanso; pero el buen H. Louis Celestin, al canto o rezo de la Salve Regina se encontraba con la Comunidad a todos los ejercicios de Comunidad y reanudar sus tareas diarias.

En el año del centenario marista, reanudó su cargo de chef en la Villa San José, pero sus años y su mal estado de salud no eran como para un cargo de tanta responsabilidad. El Hno. Visitador lo destinó al cuidado del colmenar a su comienzo, y atender a los frutales de la quinta.
Al frente del primer empleo ha quedado 31 años y los Hermanos de la Provincia sabemos que el colmenar y la elaboración de la miel ha reportado a la Casa Provincial una economía que cifra en miles de pesos; bien lo han apreciado el Economato Provincial y sobre todo el de la Villa San José. A ese mismo trabajo se hallaba entregado muy pocos días antes de recibir el llamado definitivo del Señor.
Setenta años de vida religiosa marista iba a cumplir en marzo del año 1949. Los podemos dividir en dos largos y abnegados períodos, uno de 37 años pasados en la cocina, y otro de 31 al frente del colmenar de la Casa Provincial. En ninguno de esos dos cargos conoció un desfallecimiento o un abandono negligente. No tenía otra aspiración que la de ser un buen y amante siervo del Señor y de la que es nuestro Recurso Ordinario.
No pretendió otro descanso o premio que el de servir a sus Hermanos; fue obediente, caritativo, puntual a todos los ejercicios de Regla. Piadoso lo fue siempre; cuando los achaques y la edad no le permitían hacer algunas veces los ejercicios de piedad con la Comunidad, los hacía puntualmente en su celda, y siempre que el malestar le permitía levantarse, nunca se privaba de asistir a la Santa Misa y hacer la Santa Comunión.

Su Enfermedad.
Hacía un tiempo que veía sus fuerzas agotarse: una bronco – neumonía que tuvo en el año 1947, lo tuvo siempre medio enfermizo, no podía ocuparse en sus tareas como de costumbre, pronto sentía el cansancio y con pocas ganas de comer y nunca consiguió, por más que se cuidara, esos bríos de los últimos años para su trabajo del colmenar, que cada año aportaba a la Casa un buen rendimiento. Hubo años en que cosechó más de 8.500 kilos de miel. Cuánta economía para la casa de formación en postres e hidromiel sobre todo, porque desde hace unos años, el consumo de “boisson” en las comidas principales del día es hidromiel.
Además varios centenares de kilos de cera virgen vendida a las principales santerías de la Capital.
¡Qué amable acogida habrá hecho el Señor al buen y querido Hno. Louis Celestin, por la cera elaborada que preparaba cada año y destinada únicamente al culto del altar, en esas velas que se utilizan para el santo sacrificio de la Misa!
Fue el religioso que nos ha de servir de modelo, y cuyo recuerdo de sus virtudes perdurará en la Villa San José. Fue regular hasta el último día y siempre presente en los ejercicios de piedad de la Comunidad, piadoso y ferviente en sus oraciones y en devoción a Nuestro Señor y a la Ssma. Virgen, incansablemente laborioso; su vida impecable es de las que se pueden historiar tejiendo la semblanza del religioso perfecto, del marista fiel a su tradición y a su Regla.

Nada de brillante y exterior tuvo su larga existencia, precisamente, de esa falta externa de resonancia cobra toda su admirable belleza, todo su mérito, toda su legitimidad, su autenticidad y se derecho al premio de que habla el Santo Evangelio. ¡Qué bella lección de virtud marista nos deja el querido Hermano Louis Celestin! Podríamos tomar todos los artículos de la Regla y ver, llenos de admiración, con qué fidelidad los aplicó en su vida, sin que, de tan perfecto, llamara la atención de quienes vivían con él.
Vidas como este dechado de virtud son de las que ponen a prueba nuestra capacidad de admiración y son de las que, al llegar a su venturosa culminación —como ahora la de nuestro querido difunto— nos invitan a todos al examen y valoración de nuestra propia existencia, expuestos como estamos a malograrla en las engañosas apariencias de la vida en lo externo y transitorio.
Tras breves días de enfermedad, pero con fuerzas completamente agotadas, falleció en la enfermería de la Casa Provincial, nuestro querido y amado H. Louis Celestin, en las últimas horas de la mañana del 3 de diciembre, primer viernes del mes.
Dos días antes había sido confortado con los auxilios religiosos. Fue velado el día 3 y el sepelio tuvo lugar, previa Misa cantada de cuerpo presente, en la mañana del día siguiente.

Había hecho su profesión religiosa perpetua el 15 de septiembre de 1889, y el voto de Estabilidad el 1º de enero del año 1925. Celebró sus Bodas de Diamante en enero de 1945.
Piadosamente creemos que fue llamado a celebrar la fiesta de la Inmaculada en compañía de los bienaventurados del cielo, entre el coro de Maristas, predilectos de la Madre Celestial. Paz en su tumba y una oración por él. R. I. P.”

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