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HNO. LIDOIRE

Nombre Civil: Lidoire.

Fecha de Nacimiento: 17/10/1865.

Lugar de Nacimiento: La Palud — Departamento Del Var — Francia.

Fecha de Profesión: 01/09/1892.

Fecha de Defunsión: 20/05/1789.

Estable 1865 – ¿?.
Nacimiento: 17/10/1865 — La Palud — Departamento Del Var — Francia.
Nombre Civil: León Paulet.
1887: Ingresa Al Noviciado — Saint Paul.
Septiembre/1892: Primera Profesión.
Septiembre/1910: Llegó a la Argentina.
Fallecimiento: +¿?.

El Mismo Hno. Jesús Nos Transmite El Bello Testimonio Que Sigue:
“Ingresé en el entonces ‘Juniorato de la Villa San José” (Luján), el 28 de diciembre de 1927 y, ya desde ese momento fui conociendo a este roble francés en el trabajo de la elaboración del ‘biofosfal’, razón por la cual fue enviado de Saint Paul a nuestra naciente Provincia Marista Argentina. También elaboraba el ‘vino’ de las grandes fiestas y acontecimientos que celebraba la Villa San José en el transcurso de cada año: el ‘hidromiel’…
Fiel distribuidor a las distintas secciones de la Casa del vino que celosamente guardaba la ‘bodega’ y cumpliendo estrictamente lo señalado por las Reglas Comunes: ‘moitié vin et moitié eau’; pero por una fidelidad reflejo que lo caracterizaba en su vida de consagrado marista y no de un simple ‘cumplimiento’.

Entre las habilidades que también entraban en su repertorio, elaboraba una ‘agua medicinal’ que llamaba ‘boison blanche’ que tuve oportunidad de conocer y beber siendo Postulante en 1929 al sufrir permanentemente un dolor muy fuerte de cabeza, durante más de una semana. El Hno. Maestro, al ver que el ‘geniol’ y ninguna otra clase de aspirina de entonces producía efecto y, teniendo cierto temor que fuera de mala índole, conversó con el H. LIDOIRE y, a la hora con un vaso de agua color ‘blanche’… Me lo dio a beber y a las pocas horas desapareció totalmente el dolor, que se había adueñado de mi cabeza algo más de una semana.

A medida que lo fui conociendo, siendo yo postulante, novicio y escolástico, fue notable para mí su ‘fidelidad’ a los actos comunitarios, presentándose minutos antes de su comienzo, con ‘actitud de preparación’, sobre todo a las oraciones comunitarias. Me edificó su ‘silencio religioso’ a lo largo del día, dándome impresión de que estaba en oración continua por la presencia de Dios. Otro aspecto de su ‘fidelidad a las Reglas’, donde un capítulo de las mismas, normalizaba el ‘silencio religioso’ del Hermano Marista. En esta ‘fidelidad a este silencio de las Reglas’, llegué a la conclusión de que, si bien su dificultad del idioma lo obligaba a no hablar mucho, al ser testigo de la disponibilidad con la que atendía a cuantos acudían a él por cualquier circunstancia que fuere y referida a su trabajo. Su porte y ‘dedicación’ al trabajo era un modelo del ORA ET LABORA de San Benito.

En el oficio de Tinieblas de Semana Santa de cada año, era uno de los infaltables cantores de las ‘Lamentaciones de Jeremías’… Cantaba con tal unción, con su música especial y en latín, percibiéndose su acento de ‘oración’, siendo notable el silencio en la capilla por escucharlo…

Su muerte me llegó muy hondo y sentí mucha tristeza; era mi primer año de escolasticado, primera muerte en la Villa San José desde mi ingreso al Juniorato y, sobre todo, por lo inesperada, dada su robusta naturaleza. Había logrado una estampa que le pertenecía, puse, detrás, la fecha de su muerte y, durante varios años, la tuve a la vista y le invocaba como ‘santo’.

La Famille, nº 2, agosto 1919, pág. 41 – 43. Recordamos que en la lista de obediencias de este 1919, figura en la Maison St. Joseph, en el empleo dicho Biphosphaterie et divers. En línea lógica con lo que sigue, estos “diversos” abarcan también la preparación de chacinados. Pruebas al canto. “DESCUBRIMIENTO SENSACIONAL… un nuevo producto laxante. Los “bravo” se escuchaban desde todas partes.. Un triple bando acababa de ser proclamado a tambor batiente en su honor… Y los gritos de “¡Viva el Hno. Lidoire…!” Se repetían lanzados por una cincuentena de jóvenes pechos en coro que aturdecía.
Sucedía que se aprovechaba su presencia, muy rara en los patios —se encuentra siempre en su trabajo este buen Hermano— para felicitarlo por su preparación extra culinaria de productos y subproductos de los Señores representantes de la raza porcina.
¿Acaso no nos había ofrecido todos estos días morcillas, chorizos, garrón mechado, pâté de foie, etc., etc…? ¡Perdonen lo poco nombrado y la enumeración, y no les he dicho todo todavía!

El hecho es que se dio tal ventaja inesperada… y esos animalitos no se los mata todos los días…
Ese lunes, entonces, nos había pagado uno de esos quesos de chancho preparado a la perfección, apetitoso y de un sabor… verdaderamente de “vuelvan a servirse…”
También, se palpaba el buen ánimo, tanto más cuanto que había abundancia y sobreabundancia: todas las fuentes retornaron vacías a la cocina.
“Un poco de vino —dice San Pablo— regocija el corazón del hombre…”, y un poco de estas cosas reconforta, da fortaleza y biceps… Y claro, los aplausos se repetían sin cansancio…

Sin embargo, uno de los más ardientes se calma… su figura refleja un malestar aún no definido…sus rasgos parecen contraerse…
—“Oh la la —dijo— pero ¿qué está pasando?… esto se revoluciona por ahí abajo adentro… pero… es necesario… correr… y aún más velozmente que eso…” ¡A galope triple, muchacho, si no…!
Y ya lo vemos, emprendiendo la marcha de la victoria…

Los demás han observado el manejo… y lo siguen con sus ojos riendo… ¡es lo imprevisto! … y lo ven desaparecer en la… garita, ahí adonde no se va ni con su doméstico más personal…

“Eso debía ser de apuro” —dijo alguien con aire un tanto entre humorista y malicioso. Apurado, ya lo creo. “¡Pero, pero… esto no anda bien para mí tampoco… o, más bien, va demasiado rápido… Sucede que a mí también me esta sucediendo”, agregó. “¿Qué está pasando adentro, en el extremo de los países bajos? Perdónenme… hasta luego…”

Un tercero se aparta un poco, apoya la cabeza contra un árbol, y se le oye murmurar: “¡Oh, el mareo que me está viniendo!”
De golpe, ha sido la señal de la desbandada… Se pasa por encima de la cortesía, y un buen número va a quejarse, quien de un lado, quien de otro…
Los más jóvenes, sin darse bien cuenta, creen en una intoxicación, y no tardan en transformar el dormitorio en un hospital en el que todos hacen esfuerzo para liberarse de un peso que molesta por demás…

Prudentemente, el cocinero había salido subrepticiamente… se había retirado para hacer de su lecho un confidente de su malestar.

Uno de nuestros valientes que son diestros para todo, el Hno. A…, subido a una escalera, arreglaba un cable eléctrico… Repentinamente dijo a su ayudante que se encontraba al pie del poste: —“Pero, ¿qué pasa? … La tierra da vueltas, y rápidamente… no sé lo que está sucediendo… Usted, ¿no siente nada?” —El otro, pensando que era una broma, le responde: —“Si da vueltas, espere unos minutos y su pieza va a pasar delante suyo…emboque la ventana y ya está…”
No fue la ventana lo que embocó, sino muy bien la escalera, que descendió a toda prisa… ¡el asunto urgía…!

Algunos fanáticos del “hurling” se aplaudían a sí mismos por no sentir nada, y se entregaban con frenesí a su juego favorito… ¡Caramba, bates y pelotas yacían pronto sobre el suelo; y nuestros intrépidos apurados exigían a la enfermería, asediada a esa altura, un vomitivo cualquiera, sistema “raspail”, para “aquello a lo cual se tiene derecho.”
Y ahí tenemos cómo, en pleno día, todos los lechos se ocuparon de a poco, salvo raras excepciones.

Los validos dispusieron de amplio temario para la cena, discutiendo en torno a las causas que habían producido el fenómeno, el que, felizmente, fue pasajero, y que dispensó al Sr. Purgón de llevar a cabo su buen oficio por algún tiempo…
Todo analizado y pesado, todo juzgado sin adjudicar una fórmula química al nuevo producto purgante, fue constatado, establecido, decretado que un cambio brusco de temperatura había, él sólo, causado una descomposición que, a su vez, había descompuesto…
Y la conclusión, todavía y qué menos: “¡Viva el Hno. Lidoire y vivan los productos y subproductos de la “loge bourguignone!”

Anales de la Casa Provincial, pág. 160 – 161. De mucho agradecer que esta pieza histórica haya dedicado esta página y media al deceso de nuestro Hermano. Es el caso que Ecos de Familia no contiene palabra de su dichoso tránsito. Por una parte, en los 14 primeros años de EdF (1923 – 1937), han aparecido 27 números de pocas páginas, y se ha disminuido la cantidad dedicada a noticias sobre los Hermanos. Vayamos a los anales del título. Año de 1931.

Muerte Del Hno. LIDOIRE.
La humildad ha de ser la característica de todo buen Hermano Marista. Qué hermosa biografía se podría hacer de muchos de nuestros Hermanos que no habiendo tenido mayores estudios, han dedicado su vida en el desempeño de algún trabajo manual. Otros Hermanos han prestado servicios preciosos al Instituto; tal será en breve la sencilla reseña del querido Hno. Lidoire.
En el siglo León Paulet, nació en La Palud, Departamento Del Var, Francia, el 17 de octubre de 1865. A la edad de 22 años ingresó en el noviciado de Saint Paul.
Por ser llamado a cumplir su último período militar, retardó sus primeros votos y su santa profesión, que hizo en Septiembre de 1892.

Al reiniciar sus actividades religiosas, los Superiores lo ocuparon al cuidado de la bifosfatería y más tarde ropero de la Casa Provincial hasta el año 1899. En esta fecha pasó a nuestra casa de Formación que tenía el Instituto en Castelnaudary, ocupándose en múltiples trabajos manuales hasta el año 1903, época de la expulsión de nuestros Hnos. en Francia.
Como la propiedad de Castelnaudar y pertenecía al Instituto, se quedó con otro Hermano, conforme al deseo de los Superiores, como guardianes de ella hasta el 1910.
Habiendo solicitado el Distrito Marista Argentino un Hermano para la fabricación del Biofosfal, el Hno. Lidoire, que mucho entendía en su preparación, fue o por el Hno. Constantino expresamente para tal objeto.

Llegó a la Argentina en Septiembre de 1910, y todos conocemos los servicios prestados a la comunidad de la Casa Provincial, como fabricante de Biofosfal y encargado de otros empleos de confianza en que descolló siempre por su abnegación y por su espíritu de economía era, usando un término poco vulgar, un religioso a “marca antigua”, es decir que no sabe lo que es aflojar en el cumplimiento de sus deberes.
Su muerte tan inesperada acaeció a consecuencias de un… que fue rápidamente envenenándole la sangre y en cosa de diez días lo llevó al sepulcro.
A pesar de su gran malestar y gran debilidad que sentía debido a que no podía comer ningún alimento, sin embargo siguió hasta el último día de su vida con el fiel cumplimiento de su deber y con todos sus ejercicios de Regla. Y cuando se le llevaba al hospital (la víspera de su muerte) para hacerle operar según prescripción médica, con las pocas fuerzas que le quedaban y casi con voz apagada, pidió el reloj, el reloj que hacía ya 20 años que había usado y que le servía para cumplir con exactitud el empleo que se le confiara en el curso de esos tan prolongados años de tocar la campana a las 4 y media.

Al ser internado en el Hospital municipal y pocos minutos antes de que sus Hermanos se ausentasen para descansar, con voz muy débil dijo con gran dolor: “No puedo rezar.” Efectivamente era cierto, pues la enfermedad había agotado sus fuerzas completamente y a la mañana del día después de haber sido internado en el hospital, entregaba su alma al Señor, el que no dudamos habrá sido admitido en su seno para unirse con los Hermanos que como él perseveraron hasta el fin.

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