Nombre Civil: Léon Eugène Méric.
Fecha de Nacimiento: 29/05/1895.
Lugar de Nacimiento: Louvière — Salles-sur-l‘Hers — Departamento de L’Aude — Francia.
Fecha de Profesión: 26/07/1910.
Fecha de Defunsión: 26/08/1923.
Julio Rafael
Profeso Temporal 1895 – 1923.
Nacimiento: 29/05/1895 — Louvière — Salles-sur-l‘Hers — Departamento de L’Aude — Francia.
Junior en Mondoví.
Estadía en EE.UU. para aprendizaje de inglés.
26/07/1910: Toma de Hábito, Poukeepsie.
04/02/1917: Primeros Votos.
13/11/1911: Profesión Perpetua.
Llega a Buenos Aires con sus compañeros de Mondoví.
Actuación Instituto Fahy: 1912/1915.
Manuel Belgrano: 1916/1918.
Luján: 1919.
Instituto Fahy: 1920/1923.
Mayo/1923: Enferma de Uremia.
Fallecimiento: +26/08/1923 — 28 Años.
Léon Eugène Méric nació en La Louvière, población perteneciente al burgo de Salles-sur-l‘Hers, Departamento de L’Aude, el 29 de mayo de 1895. Sus padres, cristianísimos, eran Pierre, carpintero, y Jeannette Philippine.
Escribe su biógrafo: “Suponemos que el Hermano Reclutador de la Provincia de Saint Paul-3-Châteaux, al pasar por nuestra casa de Castelnaudary, sita a pocas leguas, hiciera una gira y visitara a la familia Méric. Que llevase al niño al Juniorato de Mondoví.” Efectivamente, ingresó al Juniorado de Mondoví.
Posteriormente, el Hno.Provincial lo envió a los Estados Unidos con otros tres juniores, para contar con Hermanos que pudieran enseñar de modo competente la lengua en el Internado San José de Capilla del Señor y en colegios secundarios. Los cuatro estuvieron en la casa de formación marista de los Estados Unidos ( Poukeepsie).
Habiendo hecho sus primeros votos el 26 de julio de 1911, se embarcó con sus compañeros de Mondoví. Pie en Buenos Aires el 13 de Noviembre.
En el Instituto Fahy por segunda vez, en 1920, le sorprendió la enfermedad de uremia. Los primeros síntomas aparecieron en mayo de 1923, siendo Subdirector. Trasladado a Luján en junio, es pronto internado en el Hospital Español, donde fallece el 23 de agosto.
Hno. Julio Rafael. Notas Complementarias:
1.- “Era un buen cohermano, lleno de atenciones, abnegado para sus alumnos, siempre dispuesto a prestar servicios y poner mano a cualquier trabajo. Por haber convivido varios años, podemos asegurar que era buen religioso, piadoso, amante de su vocación, pero apegado a su querido terruño y a la patria. Suspiraba por ver a los suyos, pues en su ausencia del hogar, habían fallecido sus padres. Esto le hacía más dolorosa la separación. Estaba próxima la fecha de tomar parte en los Ejercicios del Gran Noviciado, cuando plugo a Dios llamarlo a Sí”.
2.- “Agravábase cada día la enfermedad. Se le hizo presente al enfermo que su estado era grave; se le encontró ya muy resignado a lo que Dios dispusiera, pues se sentía dichoso y feliz de haber perseverado en su santa vocación hasta el fin. Apaciblemente, sin violencia alguna, durmióse en el Señor, en la tarde del 22 de agosto, estando a su lado el Hno. Antonio Benigno. Reiteradas veces en el curso de su enfermedad había recibido la absolución y casi a diario se había alimentado con el Pan de los fuertes”.
3.- “A las exequias realizadas en Luján, tomaron parte los moradores de la Villa, el Colegio de N.Señora de Luján, representantes del Instituto Fahy de Capilla del Señor, a los cuales se agregaron los RR. PP. Palotinos Tomás O ‘ Grady y Dunleavy.“
Notas recogidas del escrito del Hno. Fredien.
Ecos de Familia, Julio 1923, nº 1, pág. 3: “NUESTROS ENFERMOS. Después de pasar unos días en la Casa San José, el Hno. Julio Rafael ha sido internado en el Hospital Español de esta Capital. Diagnóstico revela ser un caso de uremia. Su estado es muy delicado.
Las oraciones de todos los Hermanos se unirán sin duda a las del querido paciente, para pedir al Señor la anhelada salud que el enfermo quiere más que nunca emplear en procurar la divina gloria.
Ecos de Familia, nº 2, agosto 1923, pág.6, col.2: “NUESTRO HERMANO JULIO RAFAEL. Sigue aún en el Hospital Español, sin mayores alternativas dentro de la extrema gravedad de su dolencia.
La enfermedad, que es cruz del Cielo y motivo de especiales merecimientos para los que con ella son probados, es igualmente una bendición para las Casas, cuando se aprenden las grandes lecciones que de ella se derivan y cuando se aceptan generosamente los sacrificios que a veces impone.
Que nuestras plegarias se unan a las del querido enfermo en iguales sentimientos de afecto, de resignación y de esperanza.
Se han hecho acreedores a la gratitud general los Hermanos que día y noche velan a su lado con nunca desmentida abnegación”.
Ecos de Familia, nº 3, Septiembre 1923, pág. 10 – 11: “El Hno. Julio Rafael (Q. E. P. D.) Quiso el Señor poner fin a la santa agonía que por espacio de un mes venía soportando con paciencia admirable, nuestro querido enfermo. Apaciblemente, sin esfuerzo ni violencia alguna, se durmió en la paz del Señor, en la tarde del domingo 26 de agosto, estando a su lado los Hnos. Antonio, Benigno, Benedicto. Reiteradas veces en el curso de su enfermedad había recibido la absolución y casi a diario se había alimentado con el Pan de los Fuertes. Los auxilios espirituales que con toda entereza pedía le fueron suministrados con toda solicitud por el capellán del Hospital Español y los varios sacerdotes que le visitaron.
Los días antes de su muerte, estando acompañado por el Rdo. Hno. Provincial y el Hno. Paulino, entonó con toda unción el cántico tan piadoso como marista que empieza por las palabras: “Prends mon coeur…”
Miró siempre la muerte de frente, con serena y resignada tranquilidad; y si en algún momento demostró apego a la vida fue tan sólo en el deseo de consagrarla a las obras de su Instituto; pero siempre con total abandono a la voluntad de la Providencia.
Por decisión del Consejo Provincial sus restos fueron llevados a Luján, donde, al lado del Hno. Bonnal, de feliz y santa memoria, del querido Hno. Norberto y de los otros cohermanos que nos han precedido, dormirá el dulce sueño de la muerte. En la Capilla de la Casa Provincial se veló el cadáver, celebrándose al siguiente día la misa de cuerpo presente.
Por la tarde, con el piadoso acompañamiento de todos los moradores de la Casa San José, acrecido por una nutrida delegación de los Hnos. del Colegio de Luján y de los representantes de las Comunidades de Capilla y de Buenos Aires, a los que se agregaron amablemente los RR. PP. Tomás O’Graddy y Tomás Dunlevy, amén de una delegación de alumnos del Instituto Fahy, del Colegio de Luján, se condujo el féretro que guardaba los despojos mortales del que fue nuestro Hermano Julio Rafael, hasta su última morada, a la sombra de la Basílica de la Virgen, que en vida y en muerte ha de ser nuestra “Dulcísima Esperanza”. Que nuestro recuerdo y nuestras plegarias acompañen al querido finado para que el Señor acoja benignamente su alma en la compañía de los ángeles.
En esta dolorosa prueba nos han llegado testimonios muy sentidos de un afecto grande y sincero: del dignísimo Obispo de La Plata, Monseñor Francisco Alberti, del Rvdo. Padre Artemio Colom (S. J.), del R. P. Ruíz Santana, de los RR. PP. Pasionistas, Palotinos y Lazaristas, de las Damas Irlandesas, de los Dres. Reyna, Ríos y Badía, de numerosos exalumnos de Luján, Belgrano y Capilla y de los diarios “El Pueblo” y “Southern Cross”.
El Lirio de San José, octubre de 1923. “Rdo. Hno. JULIO RAFAEL. Confortado con los auxilios de nuestra santa religión falleció en el hospital Español de Buenos Aires, el hermano Julio Rafael, miembro destacado de nuestra Congregación.
El extinto era de nacionalidad francesa. Ingresó como postulante en el Instituto a los 12 años y dentro de poco tiempo, debido a las persecuciones religiosas, tenía que abandonar su país natal y dirigirse a Italia; y después pasó a los Estados Unidos donde hizo su noviciado y escolásticado. En 1911, contando a la sazón 16 años, vino a nuestro país. Destinósele por algunos años como profesor en los colegios de Belgrano y Luján, pero durante los últimos seis años, formaba par-te de la comunidad, como Vice Director, en el Instituto Fahy en Capilla del Señor, donde supo captarse las simpatías y el aprecio de sus numerosos discípulos y de sus padres. Como religioso era un Hermano edificante, puntual en el cumplimiento de sus deberes. Tenía tan gran devoción a San José como a la Santísima Virgen. Como educacionista, tomaba mucho interés en adelantar a sus discípulos y por eso, en los exámenes anuales, los de su grado siempre se distinguían. Para corregir a sus alumnos procedía con ese tino, con aquella cultura que le caracterizaban y bien pronto conseguía el aprecio y el respeto de ellos.” (El resto de la página reitera lo narrado ya, referente al sepelio y a otros extremos expresados anteriormente).
Anales de la Casa Provincial. “Fueron depositados sus restos en el antiguo panteón del Círculo de Obreros, rezó un responso el Rvdo. Padre Capellán de la Casa San José, P. Tomás Iñarga…”