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HNO. JUAN DE AVILA

Nombre Civil: Baltasar Andrés.

Fecha de Nacimiento: 20/05/1789.

Lugar de Nacimiento: Carrión de los Condes — Palencia — España.

Fecha de Profesión: 20/05/1789.

Fecha de Defunsión: 20/05/1948.

Hermano de Deseo. -+ 1948.

Llegado de Carrión de los Condes de junior, continuó como tal poco tiempo en Luján. Accedió al Postulantado. Tomó el Hábito marista, recibiendo el nombre congregacional de Hno. JUAN DE ÁVILA. Con empuje, verdadero fervor, inició el período de probación, previo a los primeros votos. Poco después de ser novicio, le aparecieron los síntomas : la terrible tuberculosis que lo llevaría a la tumba.

Con verdadero y cabal espíritu evangélico acató la enorme prueba de ser internado en el sanatorio SANTA MARÍA de Cosquín. La espera de una mejoría que le permitiera retornar a la congregación de pleno derecho, fue estéril. Al cabo de nueve años de internación, el Dios de la justicia y la misericordia lo premió con la perseverancia de ser HERMANO DE DESEO. Nada deseó tanto en esa novena de años como restablecerse y reiniciar la vida religiosa interrumpida canónicamente. La congregación, nuestra Provincia, actuó de la única manera fraternal posible: lo asimiló totalmente como uno de los suyos, ¡ vaya si lo era !

Durante ese mismo año de 1948 hubo un lapso en el que pareció que la mejoría podía ser total. Pero, la recaída fue terminal. Aceptó que la situación era sin remedio. Se dispuso a la muerte con las mejores disposiciones. Se constituyó en un ejemplo para los otros enfermos. Las Hermanas del Sanatorio admiraron sus actitudes postreras.
Al producirse su deceso, el Hermano Provincial, al comunicarlo a las comunidades, les encomendó el cumplimiento de los sufragios previstos por nuestros difuntos.

En algún escrito sobre el tema, se pondera la actitud y actuación de los Hermanos frente al caso. Se desprende con claridad que la Congregación obró con benevolencia, como quien hace las cosas por dádiva, vista la lejanía e imposibilidad de su familia de poder atenderlo. De ninguna manera. Ya en los textos normativos de la Congregación quedaba muy claro nuestro deber de asumirlo con su enfermedad. Nuestra Provincia lo hizo con altura y conveniencia. Pudiendo agregar con toda sinceridad esta confesión : “Hemos hecho lo que debíamos, siervos inútiles somos.”

Ecos de Familia, octubre de 1950, pág. 46. Citamos enteramente: “+Baltasar Andrés. A mediados de agosto entregó su alma a Dios, en el sanatorio de Santa María, este ejemplarísimo joven. Todos saben que, llegado de Carrión de los Condes, ingresó en nuestro Juniorado de Luján, pasando poco tiempo después al postulantado. Llegó a tomar el santo hábito con el nombre de Hno. Juan de Ávila y empezó con verdadero fervor su año de noviciado. No lo pudo concluir, sin embargo, pues a poco se revelaron las señales de la terrible enfermedad que lo habría de llevar a la tumba.

El piadoso novicio acató los designios de la Providencia con ejemplar resignación e ingresó en el sanatorio de Santa María, donde había de permanecer por espacio de casi nueve años. Naturalmente, por no haber sino comenzado el noviciado y por el largo tiempo transcurrido, quedó fuera del Instituto. Pero, lejos como estaba de su familia y vistos los lazos que lo habían unido al Instituto, éste lo tomó bajo su protección, y lo consideró hasta el fin como uno de los suyos. Era, precisamente, lo que el enfermo quería y nada deseaba tanto como restablecerse para poder reiniciar su vida religiosa. Durante el año 1948 pareció, en efecto, curar, pero sobrevino luego una recaída, que fue definitiva. Supo que no tenía remedio ya y se dispuso a la muerte con los mejores sentimientos de resignación y de piedad. Fue ejemplo de sus compañeros y la admiración de las Hermanas del Sanatorio. Murió una muerte dichosa. Esperamos que el Señor le habrá ya concedido el premio de los justos y buenos.

Apenas se supo la noticia de su fallecimiento, el Rdo. Hno. Provincial lo hizo comunicar por circular a todas las casas, solicitando sufragios por su eterno descanso, tal como se le había prometido. R. I. P.”
Insistiendo en que se lo consideraba como uno de los nuestros, a lo largo de Nuevas del Hogar aparecidas en números de EdF de los años 1946 – ’47 – ’48 y hasta 1950, al referirse a su estado de salud en el título Enfermos, constantemente se lo nombra como el Hno. Juan de Ávila, no obstante no pertenecer canónicamente a nuestra Congregación. Aun respetando opiniones diferentes, según las cuales en algún momento no habría sido recibido por el Consejo Provincial, habiéndose dedicado luego, en el mismo sanatorio, a oficiar de ayudante de uno de los médicos, descartando por consiguiente la intención de continuar como Hermano, considero deber nuestro comunicar lo que oficialmente es dicho en nuestro boletín oficial provincial, ECOS DE FAMILIA, según fácil compulsa que todos podemos realizar en su tomo 1946 – 1950, y de toda preferencia en el número y nota citados en esta misma página.

Baltasar Andrés, complemento de información.
Por intermedio del Hno. Epifanio Ortega, podemos hacer conocer el grupo de viajeros, cuyo arribo al puerto de Buenos Aires fue el día 30 de abril del año 1940. El directivo de viaje fue el Hno. Luis Sendino, de regreso del Segundo Noviciado. Con él, los Hermanos Escolásticos Javier Navallas y Gregorio Santa María, de la Provincia de Córdoba. Y, de juniores: los ahora Hermanos Epifanio Ortega, nuestro informante, Maurilio Ramos , Hipólito Cosío, +Félix Fuerte, +Baltasar Andrés y Julio Herrero (ex Hermano Fermín.) El viaje se hizo en el buque italiano Oceanía, hundido por torpedos de submarino –seguramente inglés – en 1941.

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