Nombre Civil: Lucilo Pérez.
Fecha de Nacimiento: 31/10/1899.
Lugar de Nacimiento: Alba de Tormes — Palencia — España.
Fecha de Profesión: 06/06/1917.
Fecha de Defunsión: 03/07/1948.
Hno. Jaime Robustiano
Profeso Perpetuo 1899 – 1948.
Nacimiento: 31/10/1899 — Alba de Tormes — Palencia — España.
19/06/1913: Junior en Carrión de los Condes.
24/05/1914: Con su grupo, llega a Argentina.
25/12/1916: Toma de Hábito.
06/01/1917: Primeros Votos.
22/01/1922: Profesión Perpetua.
Actuación:
Colegio San José (Mendoza) ….. La Inmaculada, Luján.
1927: En Morón, le sobrevino dolorosa parálisis. Debió dejar la docencia. 13 años en Villa San José: apoyo en el Juniorado, sastrería…
1940: Por consejo médico, regresa a su patria.
Hasta julio 1942, Colegio San José (Mataró), ayudas diversas, momento en que se lo retira a Las Avellanas (enfermería).
Abril/1943—Abril/1944: un año en hospital de Barcelona.
Fallecimiento: +03/07/1948 — 49 Años.
Lucilo Pérez nació en Alba de Tormes, Palencia, España, el 31 de Octubre de 1899. Sus cristianos padres, Maximiano —de profesión carpintero—, y María Martín, modista, pronto fallecieron pronto.
Ingresó al Juniorado con 13 años y medio, el 12 de enero de 1913. Perteneció al grupo fundador del Juniorado de Carrión de los Condes.
A comienzos de 1915, con ardiente deseo de ser misionero, con otros cruzaba el océano. El 20 de febrero, junto con los argentinos que también se incorporaban, inició el Postulantado, en la casa de Noviciado de Luján. Profesó el 6 de enero de 1917. Realizó los ejercicios de San Ignacio en el colegio de Capilla del Señor, a fines de 1921, haciendo la Profesión Perpetua el 22 de Enero de 1922.
Cronológicamente:
Actuó siempre de profesor. Mendoza, hasta enero de 1921. La Inmaculada,1921 – 1925; Morón/ 1926 – 1927; Belgrano/1928; Colegio de Luján/1929 hasta julio de 1930. Manifestó particular don para la clase con párvulos.
A fines de 1927, estando en Morón, la cruz del sufrimiento lo alcanzó de lleno: una debilidad grande en todos sus miembros y una verdadera semiparálisis. Así y todo, en Villa San José diariamente recorría diligente el camino desde el colmenar (hoy el Postulantado, 1996), hasta la capilla (hoy, sector del Museo Marista, mismo año), penosamente apoyado en sus muletas.
Fue un alma alegre en un cuerpo muy enfermo y dolorido. En los 10 años que vivió en Villa San José, fue apoyo escolar en el Juniorado, ayuda en la sastrería, algo de encuadernación, fabricación de rosarios, llevando también los anales de la casa hasta 1939.
En busca de una mejoría, aun relativa, el Consejo Provincial interesó a los médicos que lo atendían, quienes vieron como favorable la idea de que volviera a su tierra natal. Tomada la decisión, viajó a España en diciembre de 1939, mes en el que llegó a Zaragoza, siendo enseguida nombrado a Mataró, donde permaneció hasta julio de 1942 Se ocupaba de los más pequeños, y ayudaba al Hno. Director en la venta del material escolar. En ratos, lucía su habilidad en encuadernación.
En julio/1942, ante el avance ininterrumpido de su mal, fue trasladado a la enfermería, Santa María de las Avellanas. A principios de Abril/943, ingresó en el Hospital Clínico de Barcelona. No obstante los muchos cuidados y la dedicación de un afamado especialista —el Dr. Pedro—, no se obtuvo mejoría alguna. Perdía gradualmente sus fuerzas y la parálisis avanzaba sobre sus miembros. Se mantenía siempre tranquilo, sonriente, lleno de bondad, paciente. Su testimonio era mudo pero elocuente.
El 1º de abril de 1944 vuelve a la enfermería. Un canario alegra su cuarto, y una silla de ruedas le permite durante un tiempo andar por el interior de la casa y ser transportado a la galería, desde donde puede contemplar el campo, los montes, la ruta, el cielo… Poco a poco, va alimentándose casi nada, siendo necesario, finalmente, llevarle los alimentos a la boca: ya no le es posible servirse de sus miembros.
Todo lo que se ora por él, inclusive una visita de la Virgen peregrina, Ntra. Señora de Fátima, llevada hasta su propia habitación, pidiendo por su salud, es devuelto por el cielo en gracias de fe, paciencia, amor… Allí, en Santa María de Avellanas, el 3 de julio de 1948, en la presencia y compañía del Hno. Provincial y de Hermanos de la casa, voló su alma al Señor a las 6.30 horas. Siendo día primer sábado de mes, esto ha sido enseguida relacionado con su esmero y devoción de toda la vida en preparar los catecismos marianos de los sábados. Sobresalieron en él las virtudes de humildad, obediencia, aprovechamiento del tiempo perfecta resignación. (Los datos de sus años finales en España se los debemos al Hno. Moisés, secretario provincial, que los hizo llegar en una crónica mortuoria. Fue publicada en el último número de “Ecos de Familia” de 1948).
Ecos De Familia:
Abril/1924, Pág. 6: “Nada diremos del Curso de Vacaciones, en el que la nota dominante fue un buen espíritu admirable y una admirable contracción al estudio. (…) Tampoco aludiremos al cuerpo prestigioso de los profesores, dignamente presidido por el querido Hno. Valero, ni a las andanzas de algunos estudiantes por ajenas heredades (¿?), Estas y otras qusisicosas han andado de boca en boca, tanto o más que los duraznos del H. Louis Celestin. Hable, si no, el Hno. Jaime Robustiano y algún otro de los de la excursión libertadora…”
Agosto/1937, pág. 361: “Villa San José. Los fríos molestan un tanto al H. Jaime Robustiano, quien no obstante acude puntualmente a dar sus lecciones y ameniza las conversaciones con la salsa graciosa del chiste y de la anécdota.
Abril/1940, pág. 448: “VIAJEROS (…) El Hno. Jaime Robustiano se encuentra en Mataró”.
Agosto/1944, pág. 86: “De último momento. (…) También hemos sabido que el querido y recordado Hno. Jaime Robustiano se halla desde bastante tiempo, en cama, inmovilizado, en la casa de Las Avellanas (pcia. de Levante). No lo olvidemos tampoco en nuestras plegarias.
Noviembre/1944, pág. 132: “Enfermos. Acaba de saberse noticias sobre el H. Jaime Robustiano. En carta reciente expresa el Hno. Ciro José: “El H. J. R. ha sido trasladado a ‘Las Avellanas’, completamente paralítico, después de dos años de ausencia en un sanatorio de Barcelona. En esa ciudad se le sometió al tratamiento de los mejores médicos, los que sólo lograron que pudiera mover un poco las manos. Se le asiste de continuo. Una de las cosas que más le agradan es que los Hermanos que le visitan hagan posar ante su vista unas colecciones de cosas argentinas que él tiene, especialmente fotografías: disfruta mucho al contemplarlas. Sufre de continuo y terriblemente. De noche apenas si logra conciliar el sueño por espacio de una o dos horas; a veces, ni eso. Está, sin embargo, muy resignado a la voluntad del Señor y es un gran motivo de edificación para esa Casa de Formación y aun para toda la Provincia”.
No hemos de olvidar en nuestras plegarias más fervientes a este querido y sufriente Cohermano. Que el Cielo lo alivie en sus dolores. Hno. Provincial”.
Mayo/1946, en página 31, en carta del Hno. Félix Bernardino fechada en Valladolid el 24.02.1946, afirma que desde Burgos ha enviado al H.J.R. ECOS DE FAMILIA. Mismo número, pág. 32, en Ensayo de Historia de la Provincia, 1914: “El día 21 de mayo, fiesta de la Ascensión, arriba a Buenos Aires, el Rdo. Hno. Constancien, nombrado Visitador del Distrito. Viajan en su compañía el Hno. Teófano y dos juniores, los hoy HH. Hugo y Jaime Robustiano”.
Agosto/1948, pág. 42: “+ *Hno. Jaime Robustiano. El día 3 de julio entregó su alma a Dios en Las Avellanas (España), el que fuera nuestro querido Hno. Jaime Robustiano. Los últimos años de vida de este apreciado Cohermano han sido de extremo sufrimiento. Comenzado su doloroso Viacrucis en nuestra Provincia, lo había de concluir, y en forma extremadamente pesada, en la Madre Patria, reducido a parálisis total desde hace unos años. Soportó sus dolores con paciencia, con inalterable humor, con resignación al querer divino; estaba pues listo para recibir el reposo definitivo y el goce de la salud eterna.
Por esta vez consignamos la dolorosa noticia. En el próximo número hemos de presentar una semblanza de quien fuera unánimemente estimado durante sus años de actuación en la Provincia.
Queda el alma del H. J. R. Encomendada a las fervorosas plegarias de la Provincia”.
Nota Necrológica:
Iremos compaginando las de Ecos de Familia, diciembre 1948 pág. 86 y el artículo del Hno. Fredien en el trabajo citado, págs. 289 – 299, identificadas con EdF y H. F.
H.F.: “Nuestro querido H. J. R. en orden de defunción es el 51º en lista en los 46 años de existencia que tiene nuestra amada Provincia.
El Juniorado de Carrión de los Condes, vergel de numerosas y perseverantes vocaciones ha dado a la Provincia Marista Argentina una falange de buenas vocaciones desde su fundación en el año 1913, hasta la fecha. Él fue uno de los fundadores, que han sido como la piedra fundamental de dicho Juniorado. Ingresó en él el 12 de enero de 1913, y permaneció dos años completos”.
EdF: Luego de encabezar el artículo con referencia a su enfermedad cruel, dice que “permaneció un largo lustro cosido al lecho del dolor”. Y continúa: “Su juventud. En Abia de las Torres, pueblecito del municipio de Saldaña, de la provincia de Palencia, nació el 31 de Octubre de 1899, un niño a quien en el bautismo pusieron el nombre de Lucilo. Por parte de su padre, Don Maximiliano, tenía el apellido Pérez – Cuente, y por parte de la madre, Doña María, el de Martín. Ambos progenitores traspasaron los umbrales de la eternidad antes que Lucilo. No quedó por esto huérfano total el niño, pues pronto lo aceptó por hijo la Madre de Dios, la cual lo llamó a la vida religiosa en su cara familia Marista.” H.F. agrega sin solución de continuidad: “siendo para nosotros un modelo de resignación en el dolor y un espejo de paciencia en el sufrimiento.” Y sigue así: “Al iniciar el mes de enero del año 1915, cruzaba los mares con miras misioneras, para incorporarse al grupo de jóvenes que el 20 de febrero de ese mismo año ingresaba en el Postulantado, en la Casa Noviciado de Luján.
Revistió el santo Hábito el día 25 de diciembre de 1915; dice su Maestro de entonces que hizo su Noviciado con todo fervor, emitiendo los primeros votos temporales en la fecha centenaria de la fundación del Instituto, el 6 de enero de 1917.
De su toma de Hábito, nos ha sorprendido el fallecimiento, este 10 de diciembre de 1948, del Hno. Eloy María, en nuestro colegio de la ciudad de Rafaela.
Terminada la quinta emisión de votos a fines del año 1921, siguió los Santos Ejercicios de San Ignacio dados en nuestro Colegio de Capilla del Señor, y en los últimos días de enero de 1922, hacía su profesión perpetua.
Sus actividades en el magisterio lo tuvieron como profesor en los colegios San José de Mendoza (1920), La Inmaculada de calle Caseros (1925), Nuestra Señora de Luján, Morón (1927), etc.
En el Instituto San José, de Morón, muy a pesar suyo tuvo que rendir las armas. El Señor le ofrecía una cruz muy pesada y grande que supo llevar hasta su postrer aliento con una resignación y conformidad a la voluntad de Dios, de un modo admirable. El Señor le presentaba la cruz del sufrimiento producida por una debilidad grande en todos los miembros, que venía a ser como una semiparálisis.
El Maestro divino que tanto amaba, lo había elegido para ser su nuevo Cireneo, y este buen Hermanito de María, este verdadero hijo del Venerable Fundador supo llevar esa cruz bien pesada durante 21 años seguidos, con ese semblante alegre que no daba a conocer los horribles sufrimientos que hacían de su debilitado cuerpo una sola llaga.
Con qué admiración y edificación a la vez lo veíamos cada mañana —fuera de la estación invernal— venir a la oración y a la meditación, apurándose con sus muletas para no llegar atrasado al canto de la Salve Regina, arrastrándose penosamente desde el dormitorio, que entonces se encontraba al lado del colmenar, cosa que daba compasión el verlo llegar medio cansado a la capilla, que estaba entonces en donde hoy funcionan las clases del Juniorado.
Durante los recreos era un encanto oírlo conversar, nadie podía suponer que tanta amabilidad y santa alegría la proporcionaba un alma cuyo cuerpo sufría atroces dolores. Interesaba a sus jóvenes oyentes que eran los Hnos. Escolásticos; tenía siempre palabras adecuadas que terminaban con moraleja edificante y de provecho para los que participaban de sus conversaciones.
En los trece años que pasó en la Villa San José, se prestó gustoso en ayudar en la sección del Juniorado, más atrasada en sus estudios; no queriendo estar del todo inactivo, se ocupaba un poco en la sastrería en algún trabajo de remiendo, luego aprendió algo de encuadernación, se ocupaba en hacer rosarios; por fin en los últimos tiempos se había dedicado a redactar los anales de la Casa San José hasta el año 1939.
Qué ejemplos admirables ha dado a la Comunidad; sólo Dios sabrá lo que este pobre paralítico ha sufrido en los largos años de su Calvario. Ni quejas ni ayes se oyeron salir de sus labios. Al parecer exterior de su persona nunca hubieran creído los cohermanos de la Casa Provincial que un pobre doliente como él, con los miembros entumecidos y dolores generales en todo el cuerpo, arrastrándose con muletas, pareciera tan alegre, tan ameno en su conversar y tan espiritual en su vivir.
Qué bien ha predicado a cada uno de nosotros por su paciencia, su piedad, su caridad fraterna, muy obsequioso con todos; en una palabra, su proceder era una verdadera predicación, con sus sufrimientos calladamente soportados. Nos deja y da una lección a esos religiosos o aspirantes a religiosos que buscan cuidarse por demás, huyendo de todo lo que cuesta o mortifica la naturaleza, rehuyendo el sacrificio para buscar el comodismo de nuestros tiempos actuales.
En los años de sus actividades en el magisterio, según referencias de algunos cohermanos que convivieron con él, parece que tenía un don especial para hacer amenas las horas de clase a los párvulos de los grados infantiles, amenizándolas con algunos cuentitos o historietas con las que tenía cautivada la atención de sus alumnos; los mismos padres de esos alumnos quedaban encantados: los mismos niños contaban a sus padres las historietas oídas.
Hasta 1927, a fines de curso, actuó nuestro buen Hermano: fue como su última jornada en su tarea de profesor.
Finalizado el curso vino a la Villa San José, en donde permaneció trece años completos. Gran acopio de méritos, adquiridos en la escuela del sufrimiento; todo esto serán perlas espirituales que han valido una bella y hermosa corona, y este valor lo habrá apreciado el día 3 de julio, en el día de su nacimiento para el cielo.
Varias veces los Superiores supieron interesar a los facultativos para ver si los aires nativos de la madre patria, podrían procurarle un cierto alivio y hasta una mejoría relativa. Así lo dispuso el Consejo Provincial, y nuestro buen Hno. Jaime Robustiano, conforme como siempre con el deseo de sus Superiores, se resignó a emprender viaje a España en los primeros días de enero de 1940.
El Señor lo había destinado o, mejor dicho, elegido para enseñarnos cómo se puede ejercer el apostolado del dolor, como tan bien lo supo realizar en los 21 años en que plugo a Dios llevarlo por esa vía crucificada, que con tanta resignación supo aceptar hasta su postrer aliento, al mismo tiempo que nos deja el recuerdo de su paso por ésa su querida Provincia, con los ejemplos de paciencia y resignación que nos deja a todos, cumpliendo así con el beneplácito de Dios, que así se lo pedía”.
A esta altura de su relato, el Hno. Fredien explica que, para el período del H. J. R. en España, el Hno. Moisés, secretario provincial, en su momento ha hecho llegar una crónica, la cual ha sido publicada, continúa, en Ecos de Familia. Cede la palabra al Hermano Moisés, agregando algún dato de interés:
—En Argentina estuvo desde 1915 a 1940, 25 años.
—Sus últimos 8 años de vida transcurrieron en colegios o en la Casa Provincial de Las Avellanas.
—Por lo dicho, “dejamos la pluma bien estilada (sic) al Hno. Moisés.”
Ecos De Familia, Diciembre/1948, Págs. 86/87:
“En España. En enero de 1940 llegaba a Zaragoza el H. J. R., procedente de la República Argentina. Aunque andaba encorvado, se presentó risueño y amable. Venía enfermizo. Preguntado sobre su mal, contestó que desde hacía algunos días lo aquejaban dolores reumáticos, pero que confiaba curar pronto.
El Hno. Provincial le destinó a Mataró, Colegio de San José, pues el clima de esta población era una esperanza para su salud. En este colegio, donde permaneció hasta julio de 1942, prestaba los servicios que su salud le permitía; era maestro y guía de los parvulitos y auxiliaba al Hno. Director en la venta del material escolar, y cuando el tiempo se lo facilitaba, se ocupaba de encuadernar libros, en lo cual era muy experto. La bondad de su corazón, las continuas atenciones que para todos tenía y su admirable paciencia, nunca desmentida, le ganaron todos los corazones.
A pesar de la bondad del clima y de las atenciones del H. Director y de toda la Comunidad, la enfermedad proseguía implacablemente su curso. El H. Jaime iba perdiendo paulatinamente sus fuerzas y sus miembros se paralizaban cada vez más. Hubo que pensar, pues, en trasladarle a la enfermería de Las Avellanas, a la que llegó en julio de 1942. ‘Le veo sonriente, humilde, nos dice nuestro informador, oigo sus palabras impregnadas de santa resignación y henchidas de confianza en Dios.’
Por entonces aún podía levantarse; andaba ayudado de un bastón, al que pronto hubo que jubilar; el cuerpo no podía ya enderezarse. Los efectos devastadores del mal eran cada vez más tangibles y notorios.
A primeros de abril de 1948 ingresó en el Hospital Clínico de Barcelona, siendo destinado a la sala del Doctor Pedro, de gran fama. Tampoco aquí se notó mejora alguna. En enfermo seguía tranquilo, risueño, edificante, bondadoso, paciente. Era un predicador mudo, pero elocuente. (…)”