Nombre Civil: Abilio Quijada Cófreces.
Fecha de Nacimiento: 22/02/1898.
Lugar de Nacimiento: Villadiezma — Palencia — España.
Fecha de Profesión: 25/12/1915.
Fecha de Defunsión: 10/11/1978.
Estable 1898 – 1978.
Nacimiento: 22.02.1898 — Villadiezma — Palencia — España.
15.09.1913: Junior, Carrión de los Condes.
24.05.1914: Llega al País.
24.05.1914: Postulante.
25.12.1914: Toma de Hábito.
25.12.1915: I Profesión.
21.01.1921: Profesión Perpetua.
31.01.1936: Voto Estabilidad.
Agosto 1930: II Noviciado, Grugliasco.
Visitas de Familia: Diciembre/1950; Diciembre/1960; Mayo/1968; Abril/1974.
Fallecimiento: +10.11.1978 — Ciudad de Pilar — Provincia de Buenos Aires — Argentina — 81 Años y 64 Años de Vida Religiosa.
Abilio Quijada Cófreces es un palentino sobrio, un tanto seco en el primer abordaje, muy serio en todo lo que llevaba a cabo, amante del silencio, como por ejemplo lo vi en Marcos Juárez, 1951, estando él en tarea de titular de 3er grado (cuarto ahora).
Su familia. Hijo de Don Wenceslao, agricultor jornalero – se completan ambas fichas. Falleció a sus 9 años; y de Doña Martina Cófreces (+ 1921). Fue el tercero de seis hermanos, dos mayores que él y tres menores . Cuatro varones y dos niñas. Nos ha llegado el domicilio de uno de sus hermanos: Gonzalo, en Osorno, provincia de Palencia.
Documentos. Libreta de Enrolamiento 0690433 D. Militar 14. Cédula de Identidad de la provincia de Buenos Aires, 286619. Sin nacionalización.
Títulos habilitantes. Primaria APTITUD PEDAGÓGICA, Provincia de Buenos Aires 1933. TÍTULO ELEMENTAL DEL MAGISTERIO, Provincia Bs. As. 1953; Córdoba 1956. Secundaria RESOLUCIÓN MINISTERIAL/1930. (No ejerció en Secundaria).
Santos Sacramentos. Bautizado en la parroquia de su pueblo, cuyo titular es San Andrés, el 22 de febrero de 1898. Asimismo la Confirmación, sin haber fecha.
Con motivo de sus Bodas de Diamante, se nos ofrece un bello artículo. En él se nos muestra, de modo real y atrayente, la figura de nuestro biografiado. Entresacamos párrafos. Ver ELEVACIÓN, noviembre 1974, Pág. 28.
“… hemos descubierto que hay un cohermano de nuestra Provincia Marista de Córdoba, que festeja en este año los 60 años de Vida Religiosa en nuestra querida Congregación. Es el dilecto Hermano Hugo, quien tomó el Hábito Marista el 24 de diciembre de 1914, con un selecto grupo, de cuyos integrantes aún viven algunos en la Provincia Marista de Luján.
Decimos pues que Abilio Quijada Cófreces, según reza su fe de Bautismo, nació en un pequeño pueblo de la provincia de Palencia (España), ingresó siendo un adolescente bueno y formal – lo conocimos como tal – en el Juniorado de Carrión de los Condes, allá en 1913, por los años de la fundación de dicho Aspirantado Marista por el Hno. Filogonio Oller, de venerado recuerdo y santa memoria.
Siguiendo los dictados de su noble corazón, Abilio vino a la Argentina en 1914, con varios otros júniores y al llegar a Luján entró en el Postulantado, bajo la dirección del benemérito Hno. Paulius, quien en la alta cota de sus muchos años, actualmente en Luján, lo recordará con pelos y señales, entre los novicios de aquellos memorables años.
Luego del Escolasticado, el H. Hugo, nombre con el que siempre ha figurado en nuestras listas comunitarias, salió al campo de acción de la docencia o en los trabajos de la Administración o en las actividades manuales en diversos colegios. Ha pasado un largo trecho de su vida en el Noviciado, donde se ha mostrado hábil en diversos quehaceres, tanto en cuanto la salud, durante mucho tiempo en la cuerda floja, le ha permitido ser útil a la comunidad y servicial a sus cohermanos, con gesto sencillo y actitud modosa, como si estuviera alojado en el barrio más escondido de la humildad y como quien abre la mano y entrega el corazón, que es la forma más atrayente y bella de conquistar el afecto y la admiración de propios y extraños.
De temperamento aquietado y sereno, de carácter afable y pacífico, no se ha metido nunca en controversias doctrinales ni en fieras actitudes deportivas, ni aún en sus años mozos.
Lento en el pensar y comedido en el hablar, nunca le acometió el afán de imponer sus ideas, como tampoco le marcó el humo… de los elogios ni la bambolla de las alabanzas, porque conociéndose a sí mismo, ha obrado con conciencia sin rodeos y sin tratar de engañarse a la media vuelta . Por eso se le ha estimado, por su alma buena y su corazón sin dobleces, por su palabra sencilla y su trato de rostro con arrugas y de mano abierta. Por eso ha llevado una vida de línea ascendente, de senda sin recodos, con la canción de la gratitud en los labios y el himno de gozo en los ojos. Por eso en las Bodas de Diamante de su vida Marista pide a Dios y a la Reina y Madre – y nosotros pedimos también – que le tengan de la mano y no le dejen morir en la prosa seca y vulgar de los que no tienen Fe, ni Esperanza, ni Amor. ¡Porque él tiene plenamente esas virtudes!”.
En enero del año siguiente, en Pilar, tuvo lugar la celebración de las Bodas de profesión suya y la del Hno. Godofredo. En el número de abril 1975, el Hno. José M. Mazuelas ofreció sus versos a ambos y al Hno. Fernando García R., Provincial, en el día de su cumpleaños. Insertamos lo dedicado al Hno. Hugo.
Del Hno. Jesús Des López. Publicó una breve nota en LUJÁN, primer número de 1978, Pág. 7 – 8, sobre nuestro biografiado. Él mismo confiesa que buscará material “más sustancioso” para una nota mejor. No pudo ser. Su enfermedad, su deceso al año siguiente, no le permitieron cumplir. Extraemos algún párrafo.
Terminada la nota necrológica dedicada al Hno. Luciano Berti ni, sigue así.
“Posdata.
Luciano, me olvidaba una cosa. Dos meses después de que te fuiste, levó anclas al cielo desde Pilar el querido Hno. Hugo. No pude decirle adiós y quisiera que tú te hicieras mi intérprete para darle un abrazo. Me hubiera gustado tanto hablar con él…
No conocí a Hugo en la lozanía de sus años mozos; sólo lo vi hecho un códice viejo y apergaminado en Córdoba, allá por 1970 y en Anisacate hace dos veranos.
Fue Director del Juniorato, querido y admirado por cuantos dieron sus primeros pasos en la vida marista bajo su dirección. Era el enamorado de la Virgen…
Daba pena verlo ahora y, pensando en lo que fuera, era el caso de decir:
Aprended flores de mí Lo que va de ayer a hoy…
que ayer maravilla fui y hoy sombra mía aún no soy”.
Explica que irá buscando sobre el Hermano. Mientras tanto, hace ir por delante un par de ocurrencias intrascendentes.
“Con razón y con gracia, me decía en el Cerro de las Rosas allá al comenzar una cuaresma y hablar de la abstinencia de tabaco: en mi tierra castellana, los buenos jamones y chorizos se curan al humo de las cocinas.
Hugo fue un santazo a su manera como Luciano lo fue a la suya. Ambos fueron testimonio de Dios, sacaron la cara por Él, y sin volverse atrás perseveraron. Y el que persevera se salva.
Hugo, te tengo una envidia…; no te lo imaginas. Fuiste común y silvestre; sencillo, escondido y perfumado como las tres violetas maristas. Por encima de todas las elucubraciones científicas aprendiste la ciencia de las ciencias: la de la santidad. Dichoso tú, Porque al fin de la jornada, Sólo el que se salva sabe; Y el que no, no sabe nada.
Hugo murió de pie como los árboles y entró en la gloria con los zapatos puestos. Dios es admirable en sus santos.
Nada más por hoy. Llegado el caso y recogido el indispensable material, hablaré con gusto de cosas más trascendentes relativas al inolvidable H. Hugo.
Mientras tanto queridos Luciano y Hugo, hasta el cielo, Dios mediante. Así sea”.
Hno. Jesús Des López
Habiendo revisado en detalle la revista ELEVACIÓN, no he podido hallar nota necrológica. Está la de los Hermanos fallecidos antes y después de él, pero no he dado con la del Hno. Hugo. Con fundamento puedo afirmar que no se ha publicado.
Como en biografías anteriores, también contamos en ésta con el aporte del Hno. Jesús Casal. No lo entregaremos en su totalidad, pero sí que quedará guardado en archivo para el futuro, que confiamos sea muy lejano.
Un año antes, poco más o menos, de mi partida al Juniorato, había pasado el Hno. Fredien, por el internado donde concluía mi enseñanza primaria, dirigido por las Hermanas del Huerto. Al dar mi nombre, sin saber qué era eso de Hermanos Maristas, la Superiora se preocupó de ir preparándome para el ingreso al Juniorato Marista en todos los órdenes, desde lo espiritual hasta el mínimo detalle de lo material ya que estaba en ese internado en calidad de huérfano de padre y madre, desde los ocho días de haber nacido.
El Hno. Hugo director, entonces, del Juniorato, fue a buscarnos el 28 de diciembre de 1927 y, con él partimos desde Mercedes (B) a Luján en tren, hacia las tres de la tarde llegando a Villa San José alrededor de las 17hs… Los juniores todavía no habían vuelto del “paseo de todo el día” …Ya en el viaje constaté su solicitud de atención, tratando de hacer nuestro viaje entretenido y alegre. Como Director estaba dotado de un espíritu de ecuanimidad, de buen orientador de espiritualidad y defensor de las vocaciones que ingresaban en el Juniorato… Dos testimonios me lo corroboraron, respecto de las vocaciones que ingresaban.
Durante el año de mi Juniorado con lágrimas en los ojos, suplicaba a su padre, no lo llevase a casa, que quería ser Hermano Marista. Dejó a su padre en el locutorio y se fue a conversar con el Hno. Hugo y le pidió lo acompañara para hablar con su padre para disuadirlo que no lo llevara a su casa y lo dejase en el Juniorato. Con su diplomacia, bonomía, tranquilidad y, delante del hijo, conversó con el padre. Al ver la obstinación del padre y amenazarlo al hijo que no lo reconocería más como tal el Hno. Hugo pidió al padre esperara un momentito, se dirigió a la capillita del Juniorado para implorar a la “buena Madre”, descubrir la voluntad de Dios en ese momento… Volvió del locutorio, pidió al padre le permitiera quedar un ratito solo con su hijo… Le aconsejó que ante la obstinación de su padre y evitar cualquier escándalo, regresara con su padre a casa, que implorara todos los días la intercesión de la Santísima Virgen que él y los juniores nos uniríamos a sus oraciones y si seguía el deseo de ser marista, en cualquier momento, las puertas estaban abiertas para recibirlo.
Sigue un largo párrafo. En él, el autor explica cómo, siendo Director del Juniorato el Hno. Hugo, el Hno. Vicedirector hizo objeto al junior de una como incomprensible persecución. El Hno. Director conversó con Jesús, tras una serie de hechos estilo “persecuta”, como decimos ahora. Y continúa su testimonio: “Con el correr de los años que fui conociendo más a fondo al Hno. Hugo como Director hasta pasar al Postulantado y recordando, de vez en cuando, cuanto me ha ocurrido en el Juniorado con el Hno. en cuestión más he valorado la persona del Hno. Hugo en la formación de juniores que venían al Juniorado de todas las latitudes del país, ya que, el único reclutamiento de entonces era el salir el Reclutador, al interior, con todas las fallas con las que ingresaban los nuevos juniores cambiados al año del juniorato”.
Continúan los sucesos infaustos. Al pasar al Escolasticado, sucede que el mencionado Hermano es nombrado Director del mismo. Además de momentos duros que le hizo pasar, llegó hasta aconsejar al Hno. Provincial que fuera despedido de la Congregación. Y continúa: “… pero, cuando ya se me hizo la proposición concreta, acudí al Hno. Paulius, entonces Director de la Casa y con quien conversaba con frecuencia y, al exponerle esa situación, me dijo quédese tranquilo, ahora mismo voy a hablar con el Hno. Provincial…, así salvó el Hno. Paulius mi vocación. El Director del Escolasticado a los pocos años se retiraba de la Congregación.
Dos salvadores de mi vocación fueron los intermediarios de Dios para salvar mi vocación y a quienes les estoy profundamente agradecido. Hno. HUGO- Hno. Paulius: ¡Muchas gracias… por siempre!”.
Los Últimos Pasajes Se Trasladan Aquí…
Hay otras facetas en la vida del Hno. Hugo que, después las vi confirmadas a lo largo de mi vida marista:
Nunca le vi reaccionar vehementemente, aún en casos que reclamaban una actitud que expresara y mereciera una respuesta o gesto de agresiva violencia…
En él encontré un continuador del crecimiento de mi sentido filial hacia nuestra “buena Madre”, al que me habían iniciado las Hermanas del Huerto en mi infancia y niñez. Las expresiones, el calor mariano en sus charlas, en sus oraciones y, en todas las celebraciones marianas, marcadas especialmente en las antiguas Reglas como fiestas de familia, experimentando sentir avivarse, cada vez más, hijo de María…
El hombre disponible sin hacer distingos de ninguna especie, inclinándose más al junior menos dotado y más necesitado de atención, como en mi caso y el de otros juniores a quienes nos recibí en entrevista con más solicitud…
Sus devociones profundas eran claramente manifiestas: al Sagrado Corazón, a la “buena Madre”, a San José, al Ángel de la Guarda, a San Marcelino Champagnat, que las transmitía a los juniores con particular unción…
Se consideraba a sí mismo muy limitado y, con actitud humilde, rayana en sentirse culpable de mal ejemplo ante sus hermanos cuando sus achaques podían más que su voluntad, ofrecía al Señor la pena que tales situaciones herían lo más profundo de sus sentimientos, hacia el ocaso de su vida…
Hno. Hugo (Obilio Quijada): la misericordia de Dios, más mira a lo mucho que tu vida ha dado a formandos que hoy te agradecen como consagrados maristas que todas las debilidades que en tu vida puedan haber desmerecido ante ojos humanos… Pero, bien cabe aplicarte aquel texto del art. 290, de las Reglas Comunes, entonces, expresión de la voluntad de Dios para ti:
Deben creer los jóvenes (formandos) en un ambiente mariano tonificante. Que vean en María la estrella de su vocación y de toda su vida. Infúndaseles un amor intenso a la Congregación y un auténtico espíritu marista.
Rosario 1999…