Back to all Post

HNO. HONORATUS

Nombre Civil: Joseph Emile Lafaurie.

Fecha de Nacimiento: 08/02/1853.

Lugar de Nacimiento: Marsanne — Francia.

Fecha de Profesión: 02/02/1867.

Fecha de Defunsión: 20/06/1926.

Estable 1853 – 1926.
II Visitador del Distrito Argentino.
Nacimiento: 08/02/1853 — Francia.
31/12/1865: Ingresa al Noviciado.
02/02/1867: Toma de Hábito en Saint Paul. Después, en diversas escuelas.
Septiembre de 1871: Primeros Votos.
Septiembre de 1877: Profesión Perpetua.
Septiembre de 1893: Voto de Estabilidad.
En sus fechas: Diplomado en Valbenoîte. Diversas misiones. Delegado a la Cámara Departamental durante 4 años y a varios Capítulos Generales.
1903: Enviado a Italia especialmente al Juniorado, Mondoví.
24/01/1908: Llega a Nuestro País, de 50 años, con un grupo. Son los fundadores de nuestro Juniorado.
Actuación: Director, Maestro de Novicios; Visitador (1913-1914).
Fallecimiento: +20/06/1926 — Hemiplejía — 73 Años.

Joseph Emile Lafaurie nació el 8 de febrero de 1853 en Marsanne. Es una pequeña población situada a los pies de los Alpes del Delfinado. Es muy mariana, venerándose en su santuario a N. Sra. de Fresnau. Lugar de devoción mariana, en esos años convocaba peregrinaciones importantes de todo el departamento, y más en agosto y septiembre (su fiesta es el 8 de éste.) Hogar profundamente cristiano, sus padres fueron Joseph y Fanny Peysson.En la ficha leemos que el padre era “propietario”. Eran de mediana condición financiera.
Hizo su escuela en la marista de Marsanne. Este centro educativo era fruto de la liberalidad del Conde de Montluisant, antiguo oficial de las campañas napoleónicas. Dedicó su cuantiosa fortuna a obras de bien, incluida la restauración del antiquísimo santuario nombrado.

Su ingreso al Juniorado sucede en diciembre de 1865, de 12 años. Por su corta edad, prolongó el tiempo de Postulantado, y el 2 de febrero de 1867 revistió el Santo Hábito. Primeros votos en septiembre de 1871; profesión perpetua en el mismo mes, 1877. Asimismo, en septiembre de 1893, voto de Estabilidad. Sin Escolasticado, fue destinado a la escuela de Garons, de 4 ó 5 Hermanos, para tareas manuales. Allí quedó dos años, antes de hacerse cargo de una clase elemental. En años sucesivos y como responsable de la clase elemental, fueron las de Ygalades, Lambesc-Garons (2da. vez), Saint Trophime (Marsella), Montpeyroux y otros. Así fue su vida hasta septiembre de 1878.
Fue nombrado director de una escuela diocesana de Sommière, en el Dpto. de Gard, atendida por sacerdotes. Los Hermanos estaban a cargo de las clases elementales, con una sección para el título de maestros. Los sacerdotes tenían a su cargo las dos ramas de Bachillerato, clásico y moderno. En carta al Hno. Néstor, Superior General, el sacerdote Director expresaba: “Todo mi agradecimiento por lo bien que acierta el Joven Director; de verdad es para mí y para los Padres que me secundan, un verdadero tesoro. “Pero sus múltiples actividades y entregada dedicación lo extenuaron. En estado de agotamiento, debió tomar unos meses de descanso. Lo hizo en dos lugares: en la enfermería de la Casa Provincial y en la escuela de Solliés-Pont, lugar de permanente clima primaveral.

Retorna a Sommières, ya recuperado de su afonía total. Permanece hasta 1881. Conociendo sus dotes religiosas e intelectuales, el Hno. Berillus quiso que siguiera los cursos superiores de Literatura y Matemática en el internado de Valbenoîte. Egresó con los títulos correspondientes a las ramas de Literatura, Ciencias y Matemática.
Ocupa el cargo de Subdirector en el colegio de Salon, en el que sucedió poco después al Hno. Épagathe, quien dejó la dirección por los achaques propios de su avanzada edad.
En esos años, la francmasonería atacaba desde la legislatura a la Iglesia, y con gran fuerza a sus escuelas. Los católicos militantes del departamento (Boûches-du-Rhône) y las congregaciones religiosas, lo eligieron como candidato a la Cámara departamental, para representar como Diputado oficial a las congregaciones. Fue un defensor brillante, y quien narra su vida estuvo presente en sesiones con el tema escuelas, y vibra al recordar la oratoria inteligente, convincente y espléndida del Hermano.
Al final de su biografía se trascribe lo referente a esta defensa, hecha durante cuatro años. Su lectura es de lo que mejor transparenta el sufrimiento de nuestros Hermanos fundadores franceses, frente a la prepotencia masónica, que consiguió expulsar de Francia a la educación explícitamente congregacional católica. En este año de 1903, ya suprimidas las autorizaciones para las congregaciones religiosas, toma parte del X Capítulo General, reunido del 20 al 25 de abril en Saint- Génis- Laval, que determina el cierre de las casas de formación.

Desterrados así por la Francia masónica, los Hermanos dirigen sus pasos a Italia, a donde se traslada el Noviciado de S. Paul, Mondoví. Al frente del grupo está él, con 50 años y 35 de actuación en su patria, sin conocer la lengua. A mediados de 1903 se establecen provisoriamente en Latte (Liguria), cerca de Ventimiglia. Comprada una casa en Villa Santo Stéfano para centro de la Provincia, y poco más tarde la de Mondoví, se pudo pensar en la reorganización del Noviciado y del Juniorado. En éste, llamado “Probandato della Immacolata”, fue donde más actuó. Cuánto ánimo supo infundir en aquellos jovencitos. Accediendo al pedido del Hno. Berillus, Asistente Gral., cinco años después toma a su cargo el grupo de juniores, destinados a fundar el Juniorado argentino. Son en total 13 juniores y 8 Hermanos. Llegan a Buenos Aires el 24 de enero de 1908.
El Juniorado se funda en Luján a fines de este año, teniendo como lugar inicial dependencias del colegio. Durante 1909, su sede estará afuera de la Casa San José, y será el “ Descanso de Peregrinos “, ala sur, manteniéndose en el colegio el servicio de comedor.

El 2 de Enero del Año 1909, los primeros juniores pasaron al Noviciado como postulantes, y los siguió, siendo su Maestro de Novicios, de 1909 a 1912, al ser remplazado por el H. Paulius. Ese año de 1912 ejerce como Director del C. de Luján. En 1913 sucede al H. Agritius como Visitador del Distrito, 1913 hasta mayo de 1914.
Se desempeñó como Director del Juniorado (Marcos Juárez): mayo 1914 y 1915, casi dos años. Director del Inst. Fahy (1916). Director del C. Sgdo Corazón (Marcos Juárez), de 1917 a junio de 1919. En 1919, Director de la Casa Provincial durante tres años y medio, por deceso del Hno. Bonnal. En el Retiro de 25/12/1922 a 1/1/1923, atento al paso de los años y no pudiendo atender debidamente a todos los elementos de su misión, que por su modalidad abarcaba también seguimiento espiritual de formandos, como secuela de un discernimiento que integró aconsejamiento, renunció al cargo.
Septuagenario, pidió dar clase en el colegio, ya que el Hno. Provincial le había permitido elegir casa donde establecerse. “Cuánto me gustaría terminar mis días a la sombra del santuario de N. Señora de Luján…” Y el H. Vital, Director con quien hablaba, le dijo lo siguiente: “Con sumo gusto lo acepto como miembro de nuestra comunidad, pero con una condición… como sé que le gusta mucho hablar, cantar, hacer discursos…sobre todo en el comedor, le ruego no llame la atención de nadie y por nada.” A lo cual respondió así: “Cuente y le prometo que en adelante seré el más sumiso y el más silencioso de sus Hermanos.” Y el mismo H. Vital ha dejado escrito: ” Y lo cumplió hasta el último momento de su vida. Qué heroísmo en esta naturaleza tan viva.

Dios sabrá cuánto le ha debido costar el cumplimiento de tales propósitos.”
En Luján colegio estuvo desde 1923 a junio 1926. Se desempeñaba en las cátedras de Francés e Historia. Y tenía a su cargo, alternativamente, Religión en las dos clases terminales del Bachillerato. Iniciando su clase de Francés en 4to año, el 23 de junio de 1926, había escrito en el pizarrón, con su hermosa letra, este pensamiento de San Luis Gonzaga: “Quid hoc ad æternitatem? ” O sea: “¿De qué me sirve esto para la eternidad?”. He oído personalmente al Hno. Vital —Director del colegio— que el Hermano estaba diciendo lo propio que se deriva de tal pensamiento trascendental, incluyendo una auto ironía referida a sus orejas, que realmente no lo embellecían. Fue ahí cuando sufrió el ataque de hemiplejía. (Cf. ECOS DE FAMILIA”, núm.2,agosto 1925, pág.21, de donde extraemos muchos elementos de los que siguen.) Mientras acudía el médico, los alumnos mayores del curso lo trasladaban a su celda. Al llegar, el facultativo sólo pudo constatar la gravedad del mal. El desenlace sería en horas. Siguieron tres días de parálisis.

Con la mano que conservó sensibilidad pasaba las cuentas. Primero buscaba su rosario. Hasta el último suspiro pasó —¿sólo inconscientemente?— las cuentas entre sus dedos. Llegaba a alzar el rosario y con la mirada parecía inquirir en qué misterio se hallaba. La noche del viernes, esbozaba una sonrisa al decirle los nombres de Jesús, María, José y Champagnat, y especialmente al nombrarle a su santo patrono, San Honorato. Al cantarle suavemente el “Ave Maris Stella”, hizo ademán “muy visible de querer unirse al coro… Su agonía duraba desde el miércoles 20 a las 8.30, hora del ataque. El sábado, a las 18.15, sus párpados, cerrados desde el amanecer, se abrieron para dirigir una última mirada, intensa y prolongada, al cielo, y, al momento, su pecho dejó de latir. Entregó serenamente su alma al Señor el sábado 23 de junio, con 73 años y 4 meses y medio, 60 de miembro de la Congregación, 15 en Argentina.
Era el Decano de la Provincia. Amaba mucho la capilla de la Casa Provincial, y en ella se montó la capilla ardiente. En la del colegio, el 24, precedido por traslado procesional, celebró el Padre Mariani el funeral, Misa cantada. Toda la Villa, profesores y alumnos del colegio participaron. Hasta el sepelio, una guardia de honor permanente formada por ellos, rodeó el féretro. A las 15 se inició el traslado, presidido por el P. Superior de la Basílica —P.Dávani— y los Padres Grey, Hétuin, Varela y Nogués (dirigiendo éste retiro de novicios y postulantes esos días.) Directores de colegios y, en nombre de los discípulos del H. Honorato, los HH. Pedro Gabriel y Luis Marcelino. Palabras de despedida pronunciadas por el Hno. Sixto, Pvcial., que fueron seguidas del sentido discurso del Sr. Rosendo T. Leiva, representante de los jóvenes católicos de Luján.
En los testimonios hay fragmentos de cartas. La destinada al Hno. Eusebio, fue escrita un rato antes de su hemiplejía. La respuesta llega cuando ya se ha producido su dichoso tránsito. Entonces, el Hno. Director de la Casa Provincial FEC escribe al H.Provincial.
“Profesor, Orador, Tenor (en la Basílica de Luján) , Sembrador de alegría.”
Hno. Roberto González. Revista Maristas RdlPlata, mayo 1994, pág.23.

Testimonios:
Hno. Sixto, Provincial.
De sus palabras de despedida en el sepelio. “Mi corazón no me engaña si declaro que el Hermano difunto volaba por las cumbres de la perfección evangélica.
El Hno. Honoratus ha deshojado flores en la senda de todos los que con él vivieron, jamás a sabiendas hirió a nadie ni puso trabas a la ascensión de ningún émulo.
Por eso deja tan sólo en pos de sí, sentimiento, gratitud y mucho, muchísimo cariño. Dotado de talentos y cualidades para brillar, sólo ambicionó hacer el bien, (cont. col. derecha) ser útil a todos, estimular con su alabanza, palabra, aliviar con su alta comprensión de la vida y de sus vicisitudes, pronto para el elogio, tardo y ecuánime en la crítica, ejerciendo el soberano apostolado de borrar con su magnanimidad, las huellas de lo que a veces dejan en pos de sí lo mezquino y lo pequeño. Su consejo ha alentado a muchos, sus plegarias han salvado a no pocos, sus ejemplos han arrastrado a todos.”
Despedida del H. Sixto, fin de la cita…

Hno. Eusebio, F.E.C., Director de la Casa Provincial, Florida, en carta de pésame al Hno. Provincial: “No tengo palabras para expresar cuán benéfica fue para mí su religiosa amistad, no sé qué admirar más en ese tan simpático y ardiente religioso; si su fineza de expresión, si su sencillez encantadora, si sus eminentes virtudes”.

De Cartas de Hermanos, Llegadas Por Pedido.
“…Tenía un don especial para mantener en derredor suyo una atmósfera de sana y santa alegría…”
“No sabía lo que era perder el tiempo. A los juniores les pedía que le leyeran trozos de literatura castellana para formarse a la tonada.”
“Lo que más me ha edificado siempre, ha sido su filial devoción a la Ssma. Virgen; era un verdadero émulo del Hno. Amphiloque 1;lo he visto en las calles y avenidas de Luján con su rosario en la mano y rezándolo con mucho fervor, siendo una edificación para todos los que lo veían.”
“Era muy devoto del Glorioso Patriarca San José. Cuando se fundó el “Lirio de San José”,fue uno de los más activos propagandistas, hasta venderlo en público a los peregrinos al Santuario de Nuestra Señora.”
“La preparación de esas conferencias —del Noviciado— significa un trabajo colosal hecho por la noche. Para mantenerse despierto, solía poner los pies en un balde de agua fría.”
“El destino del Juniorado era radicarse en Marcos Juárez, en vez de Luján; éste era el deseo del Hno. Berillus.” “Bueno es de notar lo que hizo para que los primeros juniores quedaran en Luján y cómo lo consiguió del Rev. Hno. Visitador del Distrito; con qué fervor hacía rezar el rosario a sus postulantes y novicios y qué ejemplo les daba.”

“El Hno. Honorato Nunca Sirvió a Dios con Rebaja”.
Dice Su Biógrafo…

Hno. Honoratus — Defensor De La Escuela Católica.
…Transcripción Textual…
En este puesto de combate (escuela de Saint Mauront) pasó los 4 últimos años de su actuación en Francia, años que precedieron a la gran tragedia masónica contra los sacerdotes y religiosos dedicados al magisterio. Dotado de una facilidad de palabra y de una preparación muy superior a lo ordinario, capaz de entablar cualquier polémica sobre el tema “ enseñanza religiosa“ el elemento católico militante del departamento de las “Boûches du Rhône” unido a todas las congregaciones lo eligieron como candidato a la Cámara del mismo departamento para representar como Diputado oficial a las Congregaciones Religiosas.
Secundado por el Hno Constancien entonces Visitador de la Pvcia. de Saint -Paul-3-Châteaux, nuestro valiente Hno. Honoratus fue nuestro defensor durante 4 años por la noble causa de la enseñanza religiosa entonces perseguida a muerte por las logias masónicas francesas en todos los departamentos de la nación y hasta en sus colonias.
Lo hemos oído varias veces en la Cámara departamental marsellesa aplastar pero gentilmente a sus adversarios de la izquierda hasta convencer a los mismos que sostenían tesis contrarias pero que, metidos en la rueda de la politiquería antireligiosa no se animaban a confirmar lo que con tanta claridad se les ponía en evidencia. Es el caso de repetir lo de siempre que “ no hay peor sordo que el que no quiere oír”.

Luchó como un tribuno, luchó sin descanso contra los horrores de la maldita ley del 1° de julio de 1901 y cuando vio sus esfuerzos casi inútiles por la supresión en las Cámaras francesas de las Congregaciones Religiosas docentes y luego la ley de los inventarios de las iglesias, que había de realizarse poco después, este noble hijo del Venerable Padre Champagnat bajó del escenario en donde había defendido la misión que se le había encargado y que había explayado en frases tan claras en plena luz meridiana; pero como no hay peor ciego que el que no quiere ver después de dejar convencidos a sus oyentes de que Francia la noble hija primogénita de la Iglesia se había olvidado de sus tradiciones de antaño, repitiendo él también las célebres palabras del Excmo. Señor Arzobispo de Aix Mons. Gouthe – Soulard desde el púlpito de su iglesia catedral: “ Señores en Francia no estamos en República sino en plena Franc-Masonería…”
El Hno. Honoratus había terminado su misión y podía repetir lo que poco antes había expresado el Conde Albert de Mun, el leader católico en las Cámaras francesas, en gran mayoría ateas y masónicas: “ Ciudadanos y compañeros de causa y credo: < soy el soldado vencido de una causa invencible.>“

En Otra Época Y Estilo Pensamos En Nuestro Hno. Septimio.
Extraemos pasajes de la nota necrológica aparecida en el LIRIO DE SAN JOSÉ, tomo V, julio 1926, (falleció el 26 de junio), pág. 149 – 150.
Rdo. Hno. HONORATO. Falleció en Luján, en la paz del Señor. “… este fervoroso amante de Jesús y María y celoso apóstol del culto y devoción a San José.
El LIRIO DE SAN JOSÉ pierde con él un amigo sincero, un eficiente colaborador y un propagador infatigable.
Fue obrero de la primera hora, pues en cuanto vio la luz esta publicación josefina, encontró en él un entusiasta sostenedor de la obra. Y podemos afirmar sin ambages, que si nuestra revista goza ya de exuberante vida, después de la Protección del Santo Patriarca, se lo debe en gran parte al Hno. Honorato.
El sepelio de sus restos fue una grandiosa manifestación de duelo. Cuanto de representativo tiene la ciudad de Luján acudió para testimoniar el afecto y estima que profesaba al buen Hermano.
Después de las bendiciones rituales y del canto de un solemne responso, habló el joven Leyva, presidente del Centro Católico de Estudiantes de Luján, relevando en frases muy felices, la noble y simpática figura del H. Honorato y manifestando lo mucho que se le apreciaba en el Centro Católico.
Publicamos a continuación las palabras pronunciadas por el Rdo. Hno. Provincial. En ellas pinta con mano maestra al venerado H. Honorato. Sería difícil hacer mejor elogio de la personalidad del ilustre extinto”.

“(…) Sirvan pues estas breves palabras como una ofrenda de fraternal cariño al muerto querido que acompañamos a su última morada y de piadoso recuerdo para los que han tenido el consuelo de ser los Hermanos, los discípulos o los amigos del que fue en vida, Hermano Honorato.
El que ha vencido a la soberbia y ha arrojado de su corazón la jactancia y la vanagloria ha llegado a las más altas cumbres de la perfección evangélica. El corazón no me engaña si declaro que el H. Honorato volaba por esas cumbres… Vosotros los que compartís conmigo la dulce satisfacción de llamaros hijos del V. P. Champagnat, sabéis cuán bien encarnaba el espíritu y las virtudes que han de ser siempre el anhelo y la divisa de todo marista: la humildad, que es patrimonio de los grandes; la sencillez, dote de los que tienen la rectitud por norma y la transparencia por ornato; la modestia, que es el perfume de todo lo bello, de todo lo bueno y de todo lo grande que atesoran las almas.
Los que fuisteis sus discípulos no olvidaréis su bondad grande ni aquella sonrisa que hacía de su rostro, naturalmente adusto, un imán que atraía los corazones y que se grababa con caracteres inconfundibles en los espíritus. Los que os preciáis de haber sido sus amigos no dejaréis de reconocer toda la sinceridad y el calor que ponía en su amistad, su encantadora amenidad y llaneza en el trato, su optimismo y su exquisito don de comunicar a los corazones la sana alegría, que, cual oxígeno vivificante fluía de sus labios, se reflejaba en su mirada y se expandía, a veces, en ecos sonoros de su pecho.

“… Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores, y no prodiga savia en pinchos punzadores…” Ha dicho amablemente Amado Nervo…

El H. Honorato ha deshojado flores en la senda de todos los que con él convivieron; jamás, a sabiendas hirió a nadie ni puso trabas a la ascensión de ningún émulo. Por eso deja sólo en pos de sí, sentimiento, gratitud y mucho, muchísimo cariño. Dotado de talentos y cualidades para brillar, sólo ambicionó hacer bien, ser a todos útil, estimular con su alabanza, aliviar, con su alta comprensión de la vida y de sus vicisitudes, pronto para el elogio, tardo y ecuánime en la crítica, ejerciendo el soberano apostolado de borrar las huellas que a veces dejan en pos de sí lo mezquino y lo pequeño, con su magnanimidad.
Si su consejo ha alentado a muchos a seguir por el camino emprendido en pos de ideales de perfección y de virtud, sus plegarias han salvado a no pocos, y sus ejemplo han arrastrado a todos. Alma ingenua la suya, tenía para con Dios todas las delicadezas que comunican la inocencia del niño y el fervor del asceta.
Marista de estirpe y de vocación, profesó un particularísimo culto de amor a la que es nuestra dulcísima Madre, cuyos altares adornaba a los 73 años de edad con igual solicitud y afecto como lo hiciera en los lejanos días de su infancia.

En el Instituto que lo ha contado por espacio de 60 años en su falange de honor era como una tradición viviente, una figura con relieve propio, de contornos inconfundibles que lo mismo actuaba en los consejos directivos, con sus luces y su experiencia, que se confundía con los que inician su vida religiosa, sentándose a la par de ellos en los bancos de la clase para seguir aprendiendo él, el maestro de muchas generaciones. Y eso sin alardes, con la naturalidad más encantadora.
Su ambición y su más vivo deseo fue siempre trabajar en educar, en instruir. Más de medio siglo lo ha pasado entre jóvenes que hoy son los que forman su mejor corona.
En Francia, en Italia, en España, y en nuestra República, sus discípulos forman legión.
Tuvo para la Argentina un cariño grande y entusiasta y lo tuvo también para este rincón querido que se llama Luján.

Tres gracias pedía el H. Honorato al Cielo con la ingenua confianza que empleaba en su trato con Dios Nuestro Señor: Morir siendo profesor, en día sábado y en el Colego Nuestra Señora de Luján.
El ataque cerebral que lo ha derribado le sobrevino en clase, dictando a sus discípulos de 4º año su última lección; ayer sábado, día consagrado a María, después de una agonía que se prolongaba desde el miércoles, exhaló su postrer suspiro, y fue el Colegio de Luján, teatro de sus últimos desvelos, el que ha vertido sobre sus despojos el tributo de sus lágrimas, de sus plegarias y de su afecto. El Señor escuchó benigno los deseos de su siervo.
Y ahora aquí venimos sus Hermanos, sus discípulos y sus amigos a decirle nuestro “hasta luego”, pues la muerte no ha de poder separarnos de él ni borrar su nombre y su recuerdo de nuestra memoria.
Jesús, Redentor Divino, vida y resurrección nuestra, acoge en tu amoroso regazo el alma de tu fiel siervo y haz que estos despojos vean el día de la resurrección gloriosa.
Virgen bendita de Luján, muéstrate con él buena y cariñosa madre.

“Monstra te esse Matrem…” — Hno. Sixto, Provincial…

DESARROLLADO POR ENERGICA CREATIVOS