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HNO. FELIX FUERTE

Nombre Civil: Félix Fuerte.

Fecha de Nacimiento: 04/12/1925.

Lugar de Nacimiento: Cisneros de Campos — España.

Fecha de Profesión: 02/02/1943.

Fecha de Defunsión: 22/10/1998.

Profeso Perpetuo 1925 – 1998.
Nacimiento: España 04.12.1925.
Junior: 09.10.1938 C. de los Condes.
En Argentina: 01.05.1940.
Postulante: 02.03.1941.
Toma de Hábito: 25.01.1942.
Hno. Primo Félix, de Toma de Hábito.
Primera Profesión: 02.02.1943.
Profesión Perpetua: 08.01.1948
Retorna a España: 1968.
Incardinación Provincia de Madrid: 07.10.1977.
Retiro: 1997, Villalba.
Fallece En La Casa Nuestra Señora De La Roca: +22.10.1998 / Hora 15.30, en Villalba — 73 Años — 56 Años de Vida Religiosa.

FUERTE, Félix, es palentino de Cisneros de Campos. Su padre, Don Gregorio Fuerte Paredes, era empleado, fallecido en 1964. Su mamá, Doña Máxima Sangrador Beneite, cercana al siglo de edad al fallecer su hijo marista. Sus hermanos, con la localidad de domicilio, son: Flor (León), Santiago (León), Tarsicio (Jaca) y Aurelia, en el propio pueblo paterno.
Retazos de una vida se titula nota publicada en el nº 77 de la revista Madrid Marista, junio de 1977.Una entrevista que le hace alguien de esta publicación. Extraemos sobre su hogar: “ …Cisneros. Esta villa une a su realidad actual la herencia de un pasado ilustre. Su florecimiento en la alta Edad Media, se origina con la repoblación ordenada por Alfonso III. Su riqueza descansa en la agricultura y en la cría de ganado lanar. El censo de 1826 arrojaba la cifra de 3297 habitantes. Destaca su historial por ser el solar familiar del Cardenal Cisneros.” Abunda el articulista informando que los antepasados del H. Félix allí nacieron y vivieron, hasta que sus padres se trasladaron a Torrelaguna. Y agrega esto: “De sus hogares cristianos han salido varios hermanos Maristas, como el H. Ligorio Pedro, víctima en el 36, en Las Avellanas, con los llamados del ‘frontón’, que estaba esperando el pasaporte para embarcarse hacia Cuba, donde tenía otro hermano.”

Ante la pregunta sobre sus padres y familia, responde: “Mis padres, Gregorio y Máxima, formaron un hogar de seis hijos, tres varones y tres niñas. Mi padre pasó su vida trabajando para D. Jesús Villamuza, propietario de fincas y un establecimiento de productos alimenticios. Igual servía para empuñar la mancera, transportar los frutos, despachar en el mostrador que realizar muchas otras gestiones del negocio. Su jornada no tenía límites ni en la duración ni en la intensidad. El Sr. Villamuza le correspondía con el aprecio y la retribución de cinco pesetas diarias, sueldo poco corriente en aquellos tiempos y lugares.
Mi madre realizaba los quehaceres de la casa, y como era una artista manejando el ganchillo, preparaba prendas para nosotros y los hijos de los vecinos, contribuyendo a la economía familiar. También trabajó en el campo. El 16 de noviembre pasado cumplió 98 años. Conserva sus facultades muy despiertas. En las visitas goza contando su pasado y un sin fin de historietas que resultan muy interesantes. Reside con mi hermana Flor, en León.
Con cariño y entrega nos formaron y prepararon para abrirnos paso en la vida. En el hogar se respiraba profundo sentido religioso: fiel asistencia a misa, rosario, catequesis, etc.

Nos llamaban los “cristeros” porque mi familia se encargaba de cuidar la ermita del Cristo del Amparo, patrón del pueblo.
Preguntado por las mediaciones que lo llevaron al Juniorado, dice: “Aunque la vocación es un regalo de Dios, se vale de… Alberto Fuentes, junior de mi pueblo. Me habló de los Maristas cuando fue a despedirse de la familia para ir a Cuba. El sacerdote del pueblo, D. Aurelio de Santiago, que había sido monje benedictino en Samos, y que tenía dos sobrinos en Avellanas, uno el Hno. Ligorio, me anima y prepara. Meses después mi padre me lleva a Carrión, era domingo, y me presenta al H. Director (H. Francisco). La acogida de hermanos y compañeros fue tan cordial que la estancia me resultaba cada día más grata. Hasta me hacen participar del coro del colegio.”

Sobre el encendido de su llama misionera, expresa: “El H. Director y los hermanos me invitan a seguir mi formación en Argentina, propuesta que acepto gustoso. Me conceden tres días para ir al pueblo e informar a la familia. A mi padre le cuesta la separación y se resiste, pero mi madre, más decidida, me anima y prepara lo necesario para el viaje. Tenía 14 años.”
El viaje: “De Carrión a Barcelona nos acompañó el H. Deogracias. Fuimos cinco juniores y tres Hermanos que terminaron el 2º noviciado. Partimos el 15 de abril y llegamos el 30, de 1940. Después de 15 días divisamos Buenos Aires. Nos esperaban el Hno. Administrador Provincial y el H. Victorino. El 3 de mayo llegamos a Luján, y ante la Virgen ofrecimos nuestras vidas y la misión que nos esperaba.”

Referente a su formación, recuerda que el 25 de enero de 1942 es el día grande de la toma de hábito, que su padrino es el Hno. Ildefonso, hermano del Sr. Obispo de Mar del Plata, (no es exactamente así.) Tras una rápida referencia a las características clásicas de la labor espiritual del Noviciado, sobre el Escolasticado expresa: “Con estudios de Magisterio y temas religiosos, logramos una formación sólida y consistente, en un ambiente grato y familiar. Años después tengo la suerte de formar parte como alumno, del grupo fundador del Instituto Superior del Profesorado, dirigido por los Maristas, en el Colegio Champagnat. La capacitación y título habilitaba para ser profesor en el nivel superior de bachillerato. Las ramas elegidas por mí fueron Matemática, Física y Química.”
Se dirá enseguida sobre sus campos de labor, pero vale destacar esto que afirma: “En la cercanía con los jóvenes me encontré una nueva cátedra que me estimulaba y alentaba cada día.”

Por su ficha, sabemos de su Segundo Noviciado, St. Quentin-Fallavier, de 9 meses, desde setiembre de 1956. De su visita a la familia, en diciembre de 1964. Y que sus títulos habilitantes para la docencia son: PRIMARIA, Maestro Normal Nacional, obtenido en la Escuela Normal Champagnat de Luján, 1948; SECUNDARIA: Título Superior del Magisterio, 1949. Profesor en Matemática, Física y Química, 1954.
En Madrid alcanza el de Idóneo de formación religiosa bachillerato, 1973. En Toledo, 1977, convalida su diploma de Profesor de EGB. Curso de Actualización teológica, en Madrid, febrero a junio de 1984.

En la citada entrevista, expresa: “En 1956 me conceden los superiores una pausa en mi labor profesional. Bajo la dirección del Hno. Marcel Colin (Henri Noé) participo en el curso de nueve meses. Su finalidad era profundizar en la dimensión religiosa, personal, comunitaria, apostólica y humana, y consolidar el itinerario de fidelidad. Fue provechoso y estimulante.”
¿Y qué fue eso del cambio de provincia? Escuchémoslo al H. Félix: “ Un día, el H. Elías Arribas me manifiesta que un primo suyo, marista en España, le pedía el nombre de algún hermano español, en Argentina, que deseara regresar. En mi última visita, mi madre manifestó el deseo de que pasase algunos años más cerca de la familia. Yo me encontraba bien allí, pero la demanda de mi madre tiraba. Poco después me notifican que el Hno. Camilo González, de Madrid, quiere pasar unos años en Argentina. Allí tiene parte de su familia que, como tantos gallegos, afrontaron en su día la emigración. En 1968 inició los trámites constitucionales ante la Curia General. El 7 de octubre de 1977 quedo incardinado en esta Provincia que me acoge con los brazos abiertos y en la que me encontré atendido y ayudado. Por ello, gracias a todos.”

El autor de la entrevista que nos tiene como lectores suyos, es el Hno. Eladio Flórez, que la inició con el tema de las Bodas de Oro de nuestro biografiado. Así, entonces, se abre el encuentro: “Entre sol y sombra y en uno de los muchos y hermosos rincones de nuestra finca de Villalba iniciamos una larga y cálida conversación con nuestro Hno. Félix. Sabemos que para él 1992 fue un año especial. De ahí nuestra primera pregunta: “¿Qué acontecimiento celebraste hace unos años? – Con la carga de cada día y la rapidez del tiempo, llego casi sin pensarlo, a los 50 años de vida religiosa en la Congregación. El Hno. Provincial, ante la sugerencia de mis compañeros de promoción, me permite celebrar las Bodas de Oro en Argentina. El 15 de julio del 92 salgo rumbo a Buenos Aires. El 16 podía saludar a los hermanos Manuel Herrero y Ángel Díez en Cochabamba.

El acontecimiento central tendrá lugar en Luján con la asistencia de muchos hermanos y superiores: Santa Misa en acción de gracias y el acto homenaje a los cuatro hermanos: Manuel Herrero, Epifanio Ortega, Hipólito Cosío y un servidor.
Fueron momentos cargados de vida acumulada, de compartir el pasado en un presente y proyectar un nuevo futuro.
También el 26 y 27 de diciembre, junto con el H. Fabián González, en Sigüenza, recibimos de los hermanos de la provincia de Madrid un entrañable homenaje y damos gracias al Señor y la Virgen por lo mucho recibido.”

Dentro de lo breve que es el reportaje, se extiende largamente sobre la devoción mariana. Afirma que “Es tal la devoción que le profesan que la Argentina merece el apelativo de NACIÓN DE MARÍA. Durante los 12 años que trabajé en Luján, en el Colegio o Juniorado, en días solemnes y fiestas patrias, pude ser testigo de estas manifestaciones en la Basílica.”
Un testimonio amigo, del Hno. Eutiquio Abad, firmado en el Colegio La Inmaculada el 29 de marzo de este 1999. Extraemos, respetando casi completamente el fax que nos lo ha alcanzado.
“Fuimos compañeros y amigos, como juniores, allá por los años 1939 – ’40, en Carrión de los Condes. De Félix Fuerte guardo muy buenos recuerdos: era alegre, estudioso, inteligente, dinámico, piadoso y trabajador. Y siempre con gestos de un buen amigo que se prolongaron en el tiempo, comunicando afecto y simpatía, con una sonrisa mensajera cierta de felicidad interior y sentido de humor.

Estando los dos destinados a las casas de formación, él en Luján y yo en Pilar, pudimos compartir, muchas veces, encuentros y amenos ratos de esparcimiento.
Al pasar luego Félix a la Provincia Marista de Madrid, pudimos vernos alguna vez más en el Colegio San José del Parque, donde actuó como superior de la comunidad e invitándome a pasar por allí antes de proseguir el camino de Barajas.
La última vez que me vi con él fue en julio de 1996, en Palencia, en el encuentro de misioneros palentinos con el Sr. Obispo y miembros de la Delegación de Misiones. Al presentarnos uno por uno todos los presentes, antes de la Misa y mesa, el H. Félix expresó su alegría por poder acompañar ese día al grupo de Hermanos Maristas, algunos conocidos en Argentina, manifestando el gozo de haber sido también él misionero.

Después de la fiesta acompañé a Félix a la estación de tren y de autobuses, esperando los horarios de partida para nuestros pueblos y familia. Luego de un rato de amena conversación y sentados en un banco del parque – jardín, frente a la estación, me dijo Félix: ‘Permíteme rezar el oficio, las vísperas de la tarde’… Y así, con una oración y última sonrisa, nos despedimos aquí en la tierra…”
En folia aparte, otros recuerdos. Son menos anecdóticos y más de amplia visión en torno a la personalidad de nuestro biografiado: “Escribir sobre el H. Félix no es fácil, pues era un hombre de muchas facetas, todas muy buenas, y temo no transmitir esa realidad. Con todo voy a intentarlo.
En primer lugar quiero resaltar la responsabilidad con que emprendía todo lo que hacía. La consecuencia es bien sencilla: ‘todo lo hacía bien.’ Se esforzaba y tomaba las cosas a pecho y no claudicaba hasta acertar. Para mí esto fue su distintivo.
Como compañero lo considero serio y amable, lo que no le impedía discrepar cuando creía que debía hacerlo. Si bien era bueno, no dejaba transparentar el afecto de modo notable: una sencilla sonrisa era la clave, para los que le conocíamos, de que estaba contento en nuestra compañía o que aprobaba lo que se acababa de comentar.
Su amor al trabajo también fue una nota sobresaliente en él. No se desanimaba ante ninguna dificultad y por eso consiguió acertar en cuanto le encargaban o se proponía hacer.

Tampoco se achicaba en el trato con sus alumnos, a quienes trataba con deferencia, pero con generoso rigor. Les exigía, como debe hacerlo todo buen educador y pienso que tuvo el consuelo de ser apreciado como muy buen profesor y justo a carta cabal.
Tenía, además, un notable sentido común que lo demostraba sin alarde cuando opinaba sobre algo concreto o ante improvisaciones totalmente inesperadas.
Resumiendo: creo que fue un auténtico Marista, de ésos que se recuerdan con cariño.”
Gracias, Hno. Eutiquio.

Para el cierre, recibimos como un consejo de nuestro querido Félix Fuerte el párrafo final de la entrevista que nos ha servido de trama para su biografía:
“Desde aquella fecha (se refiere a la incardinación en la provincia de Madrid) el empeño y la ilusión han sido tus constantes en los distintos lugares donde los superiores te enviaron (Toledo, Chamberí, San José, Talavera, Gª Noblejas…). Desde el 12 de enero te encuentras en esta comunidad de Villalba reponiéndote. Me dices que dedicas muchas horas a la lectura y a la reflexión. Anímate y haznos partícipes de tus experiencias desde tu ‘mirador’ privilegiado.” – “De acuerdo”.
ORACIÓN. El padrenuestro es la más sencilla y profunda. Se dan cita fe, confianza, amor, humildad, fraternidad, perdón, acción de gracias,… En la oración la fe crea y la esperanza pide para dar.

VIDA MARISTA.
La tenemos expresada en las Constituciones que son nuestro evangelio presente (vivenciado por Marcelino, los primeros hermanos, por las Normas Capitulares que responden a los signos de los tiempos. Debemos ser testigos, espejos de vida y acción.)
MI DESEO. Ya que el Señor está a la puerta llamando y nos dice: ‘Entraré en vuestra casa y comeremos juntos’; ‘le pido que me purifique de toda idolatría, que nos infunda un corazón nuevo, y que caminemos según sus preceptos.’

ESTADO DE ÁNIMO.
Mi vida palpita entre el ascenso y el descenso; plenitud y carencia, ilusión y desánimo, etc. En esta situación la clave me la da San Pablo: ‘¿Quién me separará del amor de Cristo, la tribulación, la angustia…? No desfallezcamos aún cuando nuestro hombre exterior se va desmoronando y el interior se va renovando de día en día. Todo lo puedo en aquél que me conforta.” Y, con San Marcelino, ‘Confío en que María no dejará perecer a ninguno de los que perseveren en la vocación.”

El Hno. Agustín de la Hera, a quien se ha conocido en nuestro país con el nombre de Hno. Efrén, es un gran colaborador de este trabajo. En el caso del Hno. Félix Fuerte, nos ha enviado una carta de un hermano suyo. La transcribimos aquí.
“Nace en Cisneros de Campos, provincia de Palencia, el día 4 de diciembre de 1925, en el seno de una humilde familia, siendo el mayor de otros cinco hermanos, todos nos llevamos dos años y además tuvieron la gracia de tener chico – chica… La última vino más distanciada, siendo apadrinada por él y por Flor, que es la segunda, imponiéndole el nombre de Estefanía, en honor de una hermana de nuestra madre, Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl. La pobre fallece antes del año, sintiendo todos muchísimo.
En Cisneros transcurre su infancia, en un ambiente muy cristiano, ya a nuestra abuela materna la llamaban “la cristera”, y muy respetuosos con nuestros padres, asistiendo a la escuela del pueblo y cuando salíamos por la tarde, las mujeres, con sus labores, se reunían cerca de casa, y nos dirigíamos a ellas diciendo “AVE MARÍA PURÍSIMA”, y besábamos sus manos. Al hacerse de noche, entrábamos en casa, todos en corro alrededor de la madre, cual gallina con sus polluelos, nos tendía el mandil de fregar, haciéndonos limpiar los zapatos para el día siguiente, a continuación y a oscuras, aunque no había contador – pero para no gastar sin necesidad – nos hacía rezar el Santo Rosario – se nos hacía largo – terminando dándonos codazos y pataditas, todos pendientes a la llegada de nuestro padre, que donde trabajaba no tenía horas de llegada, juntándosele el día y la noche.

Durante el verano, pues para el gasto de la familia, sembraban lentejas y muelas (garbanzos, sí, por lo ricos), nos hacían ir a recogerlas, que era arrancar las matas una a una. Luego de esta faena nos esperaba otra peor, era el respigo, salir de noche de casa sin agua ni comida, a recoger espigas que dejaban en los rastrojos, hasta que no llenábamos el costal, luego cargar con él, para remate a machacarlas, terminábamos dándonos golpes en los palos de los unos a los otros que nos quedaban las manos muy doloridas, todo ello nos llevaba a una pelea.
No fuimos unos niños traviesos ni conflictivos, tampoco nos lo permitían, también estábamos, como los pajaritos, cuando nuestro padre está trillando las mieses, pendientes de que nos hiciera una señal y nos montaba en el trillo.
El ambiente, como digo, era muy religioso, ya del pueblo había varios Maristas, anteriores a Félix; luego unos frailes del pueblo, DON AURELIO y su hermano, que también influyeron mucho, por descontado que por encima de todo sentía la llamada de Dios, esto lo explicaré cuando marcha para la Argentina.

De la edad de Félix, de su quinta que todos eran muy aplicados, salió una buena hornada, entre ellos el Hermano NICOLÁS nuestro primo, ALBERTO y su hermano, dos sacerdotes, EUGENIO FRECHOSO, de la S. I. Catedral de Palencia y EDUARDO SANCHO. Muy pronto se fue a Carrión de los Condes. Como estaba cerca, no se sintió mucho su marcha, nuestra Madre sufrió mucho y otro tanto, cada vez que quería ir a ver a su hijo y los apuros que le ponía a nuestro padre, porque tenía que solicitar donde trabaja, que le dejara un domingo un carro y una mula, para ir a verle, 28 kms, qué viaje, para estar con él unas horas y vuelta a casa.
Al cabo de un año y pico de estar allí, se presenta en casa, solicitando autorización para marcharse a Argentina, claro blanco quedó nuestro padre, siendo su contestación un rotundo “NO”. El pobre Félix no se atrevió a decir nada, qué noche no pasaría, levantándose a la mañana siguiente con la cara llena de pupas, de la calentura que tenía, ante esto, le dice nuestro padre, que si desea ser Marista, pero cerca de ellos, o que se vaya al seminario, Félix contesta que será Marista, que era la llamada del Señor y donde Él dispusiera, pensando nuestro padre, si le obligaba a quedarse igual se enfermaba y lo perdía dándole su consentimiento, en ese momento cambió el semblante de su cara.

El día de la despedida, fue como los entierros, todos a puro llanto ya de entrada dijo, que saldríamos por la puerta del corral, para que el pueblo no se enterase, pasada la puerta, se plantó que allí mismo se despedía de todos, que nadie diera un paso más, sólo nuestra Madre y una hermana de ella, le acompañarían a San Román de la Cuba 5 Km. andando, llegaron al cruce donde los recogía un autobús. Como tardara, pasó un carro tirado por un par de bueyes, quiso subirse a él, posteriormente me ha contado, que temía mucho la despedida, que no sabe de dónde pudo sacar las fuerzas, para hacerse el fuerte, diciendo que si permitía le acompañaran todos a San Román, quien no llegaría sería él.
Para nuestros padres fue muy duro, pues siendo el mayor y el orgullo del padre, ya tenemos un mocete, se marcha, así que cuando nuestros padres veían a los chicos de su edad, le decía a nuestra Madre Máxima mira a los chicos y nosotros como que hemos enterrado al hijo en vida.

De su trayectoria marista, una gran parte transcurrió en Buenos Aires, Luján y Mar del Plata, en 1955 anuncia su visita familiar, durante todo el año, nuestros padres, pensando al momento del reencuentro con su hijo, que se fue alargando por motivos ajenos a su voluntad, hasta el año siguiente, por fin llegó el día deseado, fuimos a darle los primeros abrazos Flor su marido y yo, no viendo la hora de llegar a Cisneros para abrazar a nuestros padres y hermanos.
Antes de este punto, debiera haber comentado, que yo le causé un gran disgusto a Félix, si bien es verdad que estaba ajeno a ello, todo porque me fui al Ejército, como medio para abrirme camino en la vida, la idea y noticias que allí les llegaban, con la dictadura, era que todo el personal del ejército, son unos borrachos, pendencieros, etc., también él sufrió el levantamiento del General Perón y los militares los tuvieron encerrados y encañonados con las pistolas, él se decía cómo de una familia tan buena nos ha podido salir una mancha en la familia.
Cuando atracó el barco, subieron las autoridades, y personal para el visado, permitiéndome subir con ellos, porque iba de uniforme, también fue otro disgusto, al verme me dice: “¿Cómo vienes así y dónde vas de esa forma?” Éramos como los sacerdotes, que con su sotana tenían las puertas abiertas.

Finalizada la visita, de vuelta de San Quintín de Francia, regresa a ARGENTINA; pero al fallecer nuestro padre, por amor a nuestra Madre, siente el deseo de venir a España, que ve cumplida su ilusión ya que un Hermano de la provincia de Madrid, desea marchar a Argentina, por lo que autorizan el cambio, dando así su segunda etapa en España, desempeñando el profesorado, Administrador, Director de EGB, Chamberí, San José, Talavera de la Reina, en la casa de Hermanos Nobleja, por último en la Residencia de Nuestra Señora de la Roca en Villalba.
En Argentina tenía su corazón, habiéndome comen-tado, más de una vez, que cuando falleciera nuestra Madre, él marcharía a Argentina, a nuestra Madre la adoraba, creo que madre e hijo se sentían un afecto especial, él hace unos tres años la decía, que su afecto era mayor que el de los demás, se comprende, ya que los demás teníamos nuestras mujeres e hijos, ya ves cómo es la vida, nuestra madre que cumplió CIEN AÑOS el 18.11.98, y él hace un mes que está en el cielo.
Fue para él una gran ilusión, que los superiores le autorizaran a celebrar sus BODAS DE ORO en la Argentina.

Comentaré un poco su enfermedad y estancia en Villalba, tuve la suerte de estar junto a él, en los primero síntomas de ella fue una trombosis que lo ingresan en la Milagrosa, terminado esto no terminando de estar bien, fuimos al Dr. Plaza, quien no se cortó en pelo (sic) y le dijo: “Tu enfermedad es muy mala, de tener menos edad te mandaría a la espera de un trasplante de hígado.” Cuento esto pues él nunca se sintió enfermo y nada le dolía, ve que le van desapareciendo las carnes y no las recupera, tampoco las fuerzas y hasta la cabeza, en ocasiones.
Los superiores deciden llevarle a Villalba, con el propósito de que se reponga, para dar un par de meses, nos decía él, ellos y nosotros ya sabíamos que era definitivo, él nunca quiso estar allí, ni tampoco se integró en la comunidad, decía que estaba de paso, ya lo creo hasta que dio el paso definitivo junto al PADRE, cuando se veía algo mejor ya está solicitando de sus superiores, que le llevaran a trabajar, bien a San José, a Chamberí. Nos queda a la familia el gran consuelo, que no le vimos sufrir, hombre él se veía que se acababa, por ejemplo en mayo le comento, tu verás con la primavera se quitan todos los males, y quedas como nuevo, contestándome: ¿pero quién está enfermo? Celebraban el mes Mariano, y allí tenía a MARÍA, con las mejores galas y cada Hermano le había dedicado una frase, la de Félix era: “MARÍA QUÉ ESPERAS DE MÍ”.

La última visita que hizo a León, me cuenta Flor, que recorrió todas y cada una de las habitaciones de su casa, hasta un pequeño taller que tiene Lorenzo, y que de igual forma hizo en casa de Santiago y Teresa, pensando ellos que estaba despidiéndose de todos y de las casas. Por último el día del Pilar, 12 de octubre, cuando vamos a verlo me dicen que estaba en misa, anteriormente se había recorrido toda la finca, terminada la misa le pongo al teléfono con mi hermana, la dice que está muy bien, y que ella cuide de su Madre, a nuestra madre la dice, que ha estado en misa, que ha pedido por todos y que está muy bien, a los tres días entra en coma, ya no dice ni toma nada hasta las 15:30 del día 22, que de la mano de María le lleva junto al PADRE, que ha sido su constante, durante su peregrinar por este mundo.

FÉLIX: Tu madre, tus hermanos Flor, Tarsicio, Aurelia y Santiago al disfrutar de la presencia del Señor, te dicen: ”HASTA PRONTO, HASTA EL CIELO…”

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