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HNO. ELOY MARIA

Nombre Civil: Pascual Gonzalo.

Fecha de Nacimiento: 17/05/1899.

Lugar de Nacimiento: Villarrabé — Provincia de Palencia — España.

Fecha de Profesión: 06/01/1917.

Fecha de Defunsión: 10/12/1948.

Profeso Perpetuo 1899 – 1948.
Nacimiento: 17/05/1899 — Villarrabé — Provincia de Palencia — España.
Fecha ?: Junior en Carrión.
14/03/1915: Llega a Buenos Aires.
16/03/1915: Postulante.
25/12/1915: Toma de Hábito.
06/01/1917:Primera Profesión.
21/01/1921:Votos Perpetuos.
Potencia al servicio del amor.
Actuación: 31 Años. En nueve colegios y medio año en el Juniorado.
10 obediencias.
Fallecimiento: +10/12/1948 — Rafaela — 49 Años.

Pascual Gonzalo nació en Villarrabé, Provincia de Palencia, el 17 de mayo/1899. Sus padres fueron Gonzalo y Casilda Herrera. Sin poder darlo como dato indudable, es muy posible que haya pertenecido al primer grupo de juniores de Carrión de los Condes. Y muy probable que haya viajado a nuestro país en 1915, iniciando su Postulantado el 16 de marzo de ese año.
Fue avanzando normalmente en las etapas propias de la formación. Pueden verse las fechas en el acápite cronológico.
De la ficha podemos extraer sus sucesivas obediencias y labores apostólicas. En todos los casos figura en ella como “Profesor”. Hasta enero de 1922, Morón. Marcos Juárez/1922; San Luis/1923; Inst. Peralta Ramos/1924 – 1927; San Vicente de La Plata/1928; Belgrano/1929; Champagnat/1930; Juniorado/enero – junio de 1931; Noviciado Mayor/hasta marzo de 1932; Mar del Plata/1932 – hasta febrero de 1945. Pasó a prestar servicios en Rafaela. Justamente, el Hno. Tiburcio (Jesús Casal), que convivió con él en este colegio desde febrero de 1946 hasta el 10/12/48, a nuestro pedido nos ha hecho llegar este hermoso testimonio, que nos alegramos de poder transmitir a los Hermanos. Se lo agradecemos cordialmente.

Dice: “Comprobé su del que sabía con anterioridad, escuchando comentarios de Hnos. que ya lo conocían y habían pertenecido a las distintas comunidades, donde ejerció su misión marista…Tenía el Hno. Eloy María al llegar a Rafaela, 46 años cumplidos. Mi edad, en ese entonces y llegando por primera vez a Rafaela, mis 32 años cumplidos.
Fui descubriendo en el Hno. Eloy María tres grandes amores: a María Ssma., a la Congregación y a sus alumnos; signos concretos de su amor a Dios. Por la fuerza de su manifestación o expresión, me atrevería a llamar: sus tres grandes pasiones. De ahí surgía su vida de oración, su espíritu evangélico de pobreza, castidad y obediencia, como su sencillez de abnegación y entrega, a su celo apostólico.
Muy alegre en sus conversaciones comunitarias, así estuviese padeciendo interiormente alguna pena; muy entregado a la “ vida de comunidad” y, muy reservado en sus juicios hacia los demás, sean alumnos, Hermanos o Superiores.
Otra de sus peculiaridades era su sentimiento de compasión para con los menesterosos y lo descargaba cada vez que en reuniones festivas había alguno que, conociendo sus canciones favoritas y lo bien que las cantaba, no se resistía y hacía de las palabras de esas canciones su mensaje a la concurrencia. Esas canciones eran infaltables: “Mis harapos” y la “Canción del Linyera.”
Rasgo, también, su “sentido de justicia”. De temperamento muy duro y exigente, de reacción temperamental muy fuerte, sin embargo, a la hora de sancionar, calificar o dar juicio sobre un alumno o docente o Hermano a la firmeza y dureza de su temperamento unía la suavidad y clemencia siempre que el sujeto reconociese su falta o se propusiese hacer esfuerzo para no volver a reincidir más.”

Del relato de los últimos días del Hermano, extractamos lo que sigue. Su muerte no fue a consecuencia de causas digestivas que se rumorearon por la Provincia. Entre una “detención intestinal” que sufrió y el llamado al médico, dejó transcurrir un tiempo. No quería faltar a las mesas examinadoras de sus alumnos. No pudiendo más, se puso en cama. Al no ceder su mal, vino el médico, el Dr. Velasco. Aunque indicó internación, aclaró que no era un mal grave.
En el sanatorio, la primera noche la pasó tranquilo. A la siguiente, ante pregunta del Hno. Tiburcio, le contestó: “ Ya me siento totalmente aliviado, mañana el médico me dará de alta.” Y continúa nuestro testigo: “ De madrugada volvió el Hno. Luis Sendino del sanatorio, que había pasado la noche acompañándolo, y a las 6 de la madrugada lo remplacé y quedé con el Hno. Eloy hasta las 8, momento en que le iban a llevar el desayuno. Me volví al colegio caminando y al llegar me dicen, en la puerta del colegio: (entonces Cura Párroco).

Al llegar yo de vuelta al Sanatorio, salía el P. Marozzi de la habitación del Hno. Eloy, lo había podido atender y minutos después fallecía.” 49 años,32 de vida marista.
Unos dos meses después, la religiosa que colocaba las inyecciones al Hno. Eloy, contó a uno de los Hermanos que, yendo de madrugada hacia la Capilla del Hospital, vio al Hermano pasearse en una de las azoteas con el librito de Oficio en la mano, y le preguntó qué hacía ahí arriba. Y que le repuso: “ Vengo a recordarles que me deben algunas Misas.” La misma Hermana narró que, cuando salía el Hermano de ayudar a Misa al P. Marozzi en la capilla del Hospital, solía decir: “ Otra Misa más para mi muerte.” Nuestro testimoniante hace saber también que el Hermano había afirmado no llegaría a los 50 años. Estaba bajo control médico por una leve afección cardíaca, y contaba con 48. Sin decirlo en esa conversación, se remitía a que su padre había fallecido de mal de corazón antes de cumplir los 50…
HNO. ELOY MARIA, MARISTA ASENTADO EN LA SOLIDEZ,
RUEGUE POR NOSOTROS EN ESTA EPOCA DE INCONSISTENCIA POSMODERNA.

Ecos De Familia:
Mayo 1927, pág. 7: En monografía con un tema de las Circulares maristas, consta su calificación: 10 puntos.
Junio 1928, pág. 112: En referencia a resultados de exámenes presentados por los Hermanos, leemos: “En los cuadros no figuran los datos relativos a exámenes dados por los H. H. Marcelino y Eloy María en los cursos de Matemáticas del Profesorado Secundario y en la Escuela de Comercio, respectivamente; ambos siguen haciendo honor a su prestigio de estudiosos.”
Abril 1932, pág. 200, donde se informa que el H. Eloy María ha sido retenido (en España, se entiende) por asuntos de familia, es esperado en breve.
Marzo 1933, pág. 234 – 235. En la ocasión, nuestro boletín provincial transcribe completo el discurso, pronunciado por el H. Eloy María en la Casa Provincial. Fue en la recepción del Hermano Asistente General. Transcribimos algunos párrafos. “Bendito una y mil veces quien viene en nombre del Señor!” (…) “Por quinta vez estas tierras argentinas tienen la dicha de recibiros como enviado de nuestro Rdmo. Hermano Superior General, a fin de procurarnos los beneficios que reporta para toda la Provincia la visita siempre fecunda en consuelos espirituales, de los encargados de dirigirnos y conducirnos por las vías de la perfección y de la santidad.”(…)

“… nuestra incomparable Virgencita de Luján, sí, es ella la que respondiendo cual madre amorosa a los deseos de nuestro Padre, se ha dignado conservarnos, multiplicarnos y santificarnos. Y es ella también la que se ha encargado de presentar a su Divino Hijo los veintiocho miembros que en el espacio de veintinueve años se han hecho acreedores a la recompensa eterna prometida a la perseverancia final.

Aquí tenéis, Rdo. H. Asistente, las diversas unidades de la Comunidad dispuestas a escuchar de vuestros labios la palabra siempre amable y afectuosa del padre que se congratula en medio de sus hijos, no dudando seréis portador de una especialísima bendición de nuestro valiente y envidiable Rdísimo. Hno. Superior General, como prenda de las múltiples divinas que el cielo derramará sobre nosotros.
Aquí nos tenéis. Estos 38 juniores, hermosas flores que empiezan a abrirse bajo el impulso de suave brisa, cuyo aroma embalsama y pone la nota alegre y bulliciosa de la casa. Bien quisiéramos fueran más numerosos, pero hemos preferido la calidad al número, y el consuelo que su piedad y fervor nos proporcionan, dan múltiples esperanzas de la perseverancia en el camino empezado.

Aquí están estos 13 postulantes y 10 novicios, deseosos de vestir cuanto antes el santo hábito religioso los primeros y de consagrarse a Dios en forma irrevocable los segundos.
Estos 18 escolásticos, quienes en forma de bien merecido aplauso acaban de coronar con brillantísimas notas un año de fecunda labor escolar, llenos de ardor y celo juveniles, dispuestos a secundar con su celo apostólico las obras de nuestros colegios.
Aquí están, también, encanecidos Hermanos que han soportado ya el peso del trabajo y la fatiga en múltiples años de labor, al lado de otros ocupados en quehaceres humildes, pero muy meritorios, pues siempre se cumple la verdad de la frase: ‘Dios no mira el verbo que se conjuga sino el modo de conjugarlo.”
(No falta una muy laudatoria referencia al Padre Capellán, Ginés Perald, cuyo seudónimo – era fecundo, buen escritor – era el de “Padre Inglés”, en el que entraban una por una todas las letras de su nombre. // Otra referencia muy sentida es la que dedica a la situación creada en España a la Iglesia y, en ella, a la Congregación Marista.)

Junio 1943, pág. 10. Se nombra a los Hermanos que se harán cargo de la corresponsalía de nuestra revista, reseñando brevemente cuáles serán sus cuidados. Entre ellos, que son 22, se halla el Hno. Eloy María. Su destino ese año es el Instituto Peralta Ramos.
Octubre 1943, pág. 5: “Avisos para “El Amigo” (…) El Instituto Peralta Ramos ha enviado su primer aviso y los HH. Ecónomo y Eloy María se han puesto en campaña para que sea seguido de muchos más.”

Diciembre 1948, pág. 83, en un recuadro pequeño, con letra idem, todo como habiendo sido insertado una vez terminada la compaginación del ejemplar, leemos: “+Hno. Eloy María. El viernes pasado, 10 de diciembre, nos llegó repentinamente la dolorosa noticia: el buen Hno. Eloy María había fallecido. Casi no lo podíamos creer. Sin embargo, la noticia se confirmó, y ya aceptamos que uno más de los nuestros, muy digno y muy marista, había perseverado y se había marchado a engrosar la familia celeste del Venerable Padre. El espacio de este ECOS, ya armado, no nos permite más. Pidamos, mientras prometemos una nota más larga sobre el querido difunto, el eterno descanso para su bella alma de religioso.”

“El Rdo. Hno. Provincial ha recibido la siguiente tarjeta, firmada por el Hno. Pedro González y fechada el 31 de octubre de 1945: ‘Rdo. Hno. Provincial: Tengo el gusto de escribirle estos renglones para presentarle mis saludos, juntamente con los más afectuosos del Hno. Jaime Robustiano, que se halla postrado en cama e imposibilitado desde hace tres largos años a causa del reuma deformante que le aqueja.

Hno. ELOY MARÍA – +12 de Diciembre de 1948.
Un día a fines del curso pasado, cuando ya se habían silenciado los Colegios para las vacaciones, y cuando nadie podía esperarlo, se apagó la existencia terrena del Hno. Eloy María. Fue como si la Providencia hubiera querido expresar simbólicamente que el honrado obrero estaba maduro para el reposo y para la vacación definitiva… Desde entonces nuestras obras tienen un protector más en el cielo.

El Hno. Eloy era una figura estimada y respetada en la Provincia. Se le sabía un religioso cabal, derecho, feliz en su estado. Heredero de cuantos siglos de fe ardiente y batalladora, había sido fuel a la corriente ancestral y reflejaba sus generosas convicciones en la voz, en el gesto, en la actitud toda de su conducta y en el dolor y en la intransigencia con que rechazaba cuando pudiera entrañar mengua para la Iglesia. Luego venia lo religioso y lo marista que entendió siempre vivir sin retaceos, pero sin nimiedades. El Hno. Eloy era como Dios lo hizo: varón de rectas intenciones, claro, viril. Así era como hombre, y así también era como religioso, como marista y como educador. Una imagen sol, nítida, rectamente delineada, sin sinuosidades ni esfumaciones guardaremos de él: la del hombre bien plantado en el plan de Dios, justo en su presencia, confianzudo con El, buen camarada de Cristo e hijo mayor, noble y delicado, de María. Otra no es posible. Un Hermano de ese tipo le hubiera agradado al Vble. Padre de haber estado en La Valla el Padre hubiera contado con él para muchas batallas y para no pocos sueños.

Su existencia se consumó en la tarea educativa. Largos años —más de 30— paso en las aulas y una singular ausencia de fatiga parecía prometerle otros tantos de faena. Fue siempre maestro. Si hoy podemos decir que la dominante de su tono de educador fue la energía y la severa exigencia del menester, no entendemos hacerle un cargo, antes pretendemos tejer un elogio. Lo importante de una actitud determinada es saber si obedece a un capricho y es facticia, o bien si responde a una concepción integral y trascendente de lo que entre manos se trae. ¿Quién va a dudar que este último era el caso del Hno. Eloy? ¿Y quién no advertía el profundo amor a las almas de sus alumnos que latía en toda su conducta de educador? Los alumnos y exalumnos eran los primeros en reconocerlo y ponderarlo. Tenía un don particular para centrar su trabajo sobre lo principal, así en la enseñanza como en la educación: y era, al fin, el aspecto religioso sobre todo el que primaba y el que el Hno. Eloy invocaba para sus decisiones. Era trabajador y sabia exigir trabajo; era viril y franco y nada admitía de blandura y de insinceridad; era hombre de piedad profunda y no iba a consentir negligencias en la vida espiritual de sus educandos. En suma, maestro de una sola pieza y bien enteriza. Y así en su vida espiritual, como en su oficio de maestro y en su comportamiento intelectual, castellano auténtico, es decir, enemigo de lo neblinoso y amigo nativo de lo rotundo, de lo claro, de lo luminoso y fuerte, partidario de lo real y antítesis de lo oscuro y complicado.

La rapidez casi subitánea con que hizo crisis su última enfermedad acrecentó la pena con que le vimos desaparecer. En Rafaela, sobre todo en el Colegio San José, fue muy grande la congoja. Los sacerdotes de la parroquia, las autoridades de la ciudad, las familias, los exalumnos y alumnos, acompañaron a los Hermanos en el trance inesperado y doloroso. Dos días más tarde ya descansaba el querido difunto en el panteón de Luján.
Buen marista fue el Hno. Eloy. El Cielo lo quiso expresar al darle el premio de la santa perseverancia en la octava del 8 de diciembre. Le envidiamos esa gracia y, al prometerle que haremos un culto de su recuerdo, le pedimos nos consiga otro tanto.
H.S.

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