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HNO. CUNIBERTO WENNINGER

Nombre Civil: Wolfgang Wenninger Mossmüller.

Fecha de Nacimiento: 31/10/1907.

Lugar de Nacimiento: Kokting — Baviera — Alemania.

Fecha de Profesión: 21/11/1925.

Fecha de Defunsión: 01/09/1976.

Estable 1907 – 1976.
Nacimiento: Alemania 31.10.1907.
1922: Junior en Stein.
1924: Postulante, Furth.
1924/25: Noviciado.
21.11.1925: Primera Profesión.
1926 – 1928: Escolástico.
28.12.1930: Profesión Perpetua.
02.02.1947: Votos de Estabilidad.
1939: Llega a Luján.
Actuación:
Alemania ….. 15 a.
Uruguay ….. 34 a.
Alemania: Prefecto en Internado: 8 a.
Sin datos: …………………. 2a.
Uruguay:
Director ……………14 a.
Docente ………….. 11 a.
Ordenanza ……… 02 a.
Fallece en Montevideo: + 01.09.1976 — 69 Años.

WENNINGER MOOSMÜLLER, Wolfgang, nació en Kokting, estado de Baviera. No poseemos información en cuanto a su familia, niñez y primer llamado vocacional. Antes de exponer la cuadrícula de sus obediencias y misiones, digamos que poseía el diploma de maestro expedido por escuela Normal de Alemania, y de Aptitud Pedagógica, expedido por la provincia Marista Argentina y reconocido por el Consejo General de Educación de la provincia de Bs. Aires, con la correspondiente registración, nº 3543. Ambos corresponden a Primaria.
Como certificaciones de ciudadano, operó con pasaporte alemán y Cédula de Identidad Uruguaya nº 1.317.525.

Hemos conseguido pocos testimonios sobre nuestro Hermano, y en gran medida por una modalidad suya, que se irá advirtiendo claramente en los que aportamos a continuación.

Hno.Pablo Walder: Lo conocí en varios lugares, un poco en Chajarí, un poco en Pando y otro poco en Rocha, pero muy de paso. Era tan sencillo que pasaba desapercibido. Le decíamos “el mellizo del Hno. Godofredo” no sé si por el parecido, porque para mí no era parecido, sino que tal vez sería por lo sereno, por lo tranquilo. Me parecía imposible que se enojara. Nosotros le decíamos “Cuni”, y los chicos “Culiberto”.
Dada su sencillez, no llamaba la atención. No era una persona hábil en lo manual, de manera que yo creo que por ese lado no se podía destacar, como otros. Era un marista como tantos, pero pasaba desapercibido por lo sencillo y tranquilo que era.

Hno. Valentín Semmeth: Con Cuniberto estuvimos juntos en Durazno por varios años. Era un muy buen muchacho, simpático. Era diabético. Decía que ni sus padres ni sus familiares llegaron a los 60 años. Yo le preguntaba entonces si no tenía miedo que le sucediera lo mismo, pero murió del corazón.
Lo cuidaban bien con la comida. En el desayuno no le daban dulces. En cambio le daban jamón cocido, y la grasa no la comía porque le hacía mal. Lo trataron muy bien. En esos momentos estaba ya jubilado y atendía la cantina de la escuela primaria. ( Pudo ser en 1972 y después.)
En Rocha fue director del Colegio y en esos momentos el director también daba clases.
Estuve con él un año en Rocha, pero ya no era director sino maestro.

Hno. Ignacio del Pozo: Hombre bajito, simpático, hablaba poco y dominaba mal el español; era un poco duro para el castellano y para expresarse. Sin embargo, fue director de Chajarí muchos años, pero él siempre tenía algún Hermano como brazo derecho para organizar algunas cosas. Como Chajarí era una comunidad más bien de jóvenes, les mantenía la autoridad frente a las familias. Era muy juicioso y hablaba poco con la gente.

Cuando el Hno. Cuniberto no pudo dar clases, estaba en mi comunidad, en Durazno.
En cuanto a lo religioso, este hombre hacía carta cabal en cuanto a pobreza, en cuanto a obediencia. Cualquier cosa que le mandaban los superiores… Era un extraordinario hombre de oración.

Sra.Gloria Anzolabehere.- Fue administrador acá, pero después se enfermó. Era buenísimo. Bajito, chiquitito. Él no decía nunca nada. Estaba siempre conforme con todo. Era muy dulce. Se enfermó. En esa época yo tenía mis hijos chicos, eran niños. También se los mandaba, a Enrique y Juana, para que comiera.
Cuando se enfermó, después lo llevaron de acá. Era de esas personas que, cuando se enferman, todo está bien. Nunca decía que algo no le gustaba, para él todo estaba bien.
(Persona participante del diálogo, no se identifica): Recuerdo cuando salíamos de paseo a la playa, cuando estaba todavía bien de salud ¡cómo jugaba ! Corría por la arena y movía la pelota…

Hno. Armando Meier. Era tan sencillo y humilde que pasó casi desapercibido. Estuve con él varios años en Durazno. Era Superior de la comunidad. Carente de dotes de líder, sufría bastante. Era época en que los Superiores Mayores disponían sin consultar mucho, y Cuniberto aceptaba por obediencia, sin chistar. Para los Hermanos, alumnos y familias, era imagen de una gran bondad. Con la comunidad era muy generoso. Una cruel enfermedad, la diabetes, terminó con su vida. Era un excelente religioso.
De autor desconocido: Serio en su manera de ser y en la vida comunitaria. Tímido, por lo que nunca se atrevió a pronunciar discurso; sólo pocas palabras con motivo del fin de curso. Su trato con los niños fue siempre amable, y los pequeños lo querían como a un abuelo. Ayudaba su baja estatura. Su carácter bondadoso le granjeó en todas partes muchas amistades. No sólo entre los niños, sino entre los padres de familia. Admiraron en él su sencillez. Nunca se destacó por su saber o elocuencia.

Vivía una vida algo enfermiza, con una diabetes, de la cual debía cuidarse. Lo hizo con esmero. Seguía fielmente las estrictas prescripciones de los médicos. Una fiebre tifoidea lo postró con gran susto, un verano, durante el retiro espiritual de los Hermanos, debiendo ser internado en el hospital de Durazno. Gozó de corta recuperación. Luego se le agudizó su estado de salud, siendo trasladado en ambulancia a Montevideo. La internación tuvo lugar en un nosocomio reservado a pacientes contagiosos. Sólo se permitían visitas cortas.

Falleció en el Círculo Católico de Obreros, Montevideo. Fue velado y sepultado en la ciudad de Pando, en el panteón de la Curia, junto al Hno. Quirino Blum. Nos dejó con 69 años y 52 de vida marista (1924 – 1976).
Siempre ha habido y habrá entre nosotros estos Hermanos que – por emplear expresión muy de moda – son de “ perfil bajo”, y más él, por su exigua estatura. No nos admiran por sus grandes obras en favor de la Iglesia. Pero podemos recordar aquí lo expresado por el P. Ramón Bustinza en el funeral del Hno. Víctor Carrol, luego de hablar de grandezas muy visibles y nombradas que, aunque merecen verdadera alabanza, sin embargo: “ Hay otra a la cual todos podemos y debemos aspirar. Es la grandeza de la humildad. Lo que Cristo nos enseña cuando nos dice El que se humilla será ensalzado; o bien cuando nos recuerda Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos pertenece el Reino de los cielos. Se trata de captar dónde están los verdaderos valores de la fe. Es comprender que lo que transforma el mundo no son las obras exteriores que se ven, sino el puro amor a Dios con el que esas obras son hechas. Es entender que en la medida que buscamos el bien de los demás y por amor a ellos, renunciamos a la exaltación de nuestro propio yo, aceptando nuestra misión, aunque no tenga mucho brillo externo, en esa misma medida hemos alcanzado la grandeza de Cristo resucitado, la mayor dignidad cristiana.” (Pág. 35 de esta carpeta 4, 2ª columna.)

En buena hora que esté tan a ‘la page’ todo lo que sea pastoral y la mayor capacidad de quienes la posean. Para equilibrar y no salirnos del misterio, IVES CONGAR, en su obra “Verdadera y falsa reforma de la Iglesia “, afirma: “ Entre los resultados de la obra pastoral y la afirmación de que el Reino de Dios avanzó o no, hay un margen de misterio que es muy prudente no tratar de poner en claro.”

Pequeño, silencioso CUNIBERTO, que estableciste en Nazaret tu ser y hacer en nuestro fugaz mundo, ruega por nosotros, tus Hermanos, para que aprendamos que no son las obras exteriores las que valen por sí, sino el puro amor de Dios y de nuestro prójimo con que las ejecutamos.

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