Nombre Civil: Torcuato Ángel Polidori.
Fecha de Nacimiento: 14/11/1896.
Lugar de Nacimiento: Rocca di Papa — Italia.
Fecha de Profesión: 20/12/1913.
Fecha de Defunsión: 15/06/1970.
Estable 1896 – 1970.
Nacimiento: Italia 14.11.1896.
1911: Llega a nuestro país.
06.01.1912: Postulante.
08.12.1912: Toma de Hábito.
20.12.1913: Primera Profesión.
Enero 1914 – mayo 1915: Escolasticado.
21.12.1918: Votos Perpetuos.
13.01.1942: Voto de Estabilidad.
Enero de 1963: Transferido P. de Italia.
Fallece en Génova: + 15.06.1970 — 74 Años.
UN RELIGIOSO ENTREGADO A LOS DEMÁS, UN VERDADERO HIJO DE LA CASA. ENORME VITALIDAD. INGENIOSO. LA- BORIOSO, ACTIVIDAD INCANSABLE. GABINETES, INSTALACIONES ELÉCTRICAS, FOTOGRAFÍA. EN VILLA SAN JOSÉ: FUENTE,GRUTA, TEMPLETES.
La presente grilla, tan defectuosa, proviene de la ficha de Secretaría Provincial. Todos deseamos tener recuerdos mejores de quienes NOS PRECEDIERON, y más para con un Marista lleno de cualidades sobresalientes, persona de entrega y trabajo, tan hábil y fiel servidor. Con buena voluntad, tratamos de ofrecer lo que está a nuestro alcance.
POLIDORI, Torcuato Ángel, nació en Rocca di Papa, por lo tanto romano, en cuanto a provincia de origen. Su padre, Enrico, era negociante. Su madre, Lucía Santovetti. Consta en ficha que su hermana se llamaba Fulvia.
Aunque no figura en la lista de asignaturas reconocidas a Hermanos en el Decreto de 30.06.1926, transcripto por EdF. en su número de agosto de 1925, pág. 24 ( sin extrañarse, ya que también reporta la muerte del H. Honorato, acaecida en 1926), en el margen superior de la ficha leemos que por ese mismo decreto se encuentra habilitado para enseñar, siempre en nuestros colegios, Matemática, Geografía, Dibujo y Caligrafía. Se citan, también en forma abreviada y manuscrita, documentación de 1930, 1948, 1956, 1962. Es sabido que dictó Física, estando en el C. Belgrano.
De mis propios recuerdos: era clásica su presencia en la fiesta de San Luis Gonzaga, patrono de la juventud, en el C. San José, Mdza. El 21 de junio lo dedicábamos a una intensa cohetería en los patios del colegio. Animando, encendiendo, colaborando, allí estaba nuestro H. Ciro. Y, al final de la mañana, ya próxima a finalizar la jornada, traía el gran globo de papel, personalmente encendía el pelotón de algodón o parecido, colocado en el agujero inferior del artefacto, y lo acompañaba unos momentos en sus manos, hasta que el aire, ya caliente, procedía a elevarlo. Mirábamos, admirábamos, gritábamos y aplaudíamos. Pero, creo que el chico más feliz, debía ser nuestro Hermano.
Un verano, estando yo en el Noviciado, construyó sagrario con cúpula, para la capilla. Recuerdo la ingeniería práctica que montó para hacer la cúpula, de unos 25 centímetros de diámetro. ¡ Qué gran ingenio y habilidad manual para darle forma y dejarla perfecta! Y, a fin de permitir que el techo del sagrario se adaptara como apoyo de la custodia para la exposición del Ssmo., era fácilmente separable. Quienes estuvimos en Villa San José en 1944/45, recordamos que fue el autor del templete en homenaje a Cristo Rey, aún hoy vigente en el parque, cuya bella fuente (foto ) fue también obra suya.
Se entendía muy bien con el Hno. Pablo Rafael, cuando ambos fueron los encargados del Escolasticado, y éste su Director ( 1943 – 1945). Para nombrar cualquier clase de líquido, usaban la palabra “bidú “, que era la marca de una gaseosa. Alguna vez se les oía decir, como si fuera famosa, la “escuela de Juan y Julia.” Pero, dicho a la manera italiana en modo argentino: “ la escuela de Cuan y Culia.” Se complementaban los dos de maravilla, según recuerdo. Y el H. Ciro era un consumado cocinero, función que ejercía en ocasión de los paseos. Era un hombre muy completo, con una muy amplia gama de cualidades y técnicas. A través de ellas, un excelente servidor comunitario.
No le era tan propicio el campo disciplinario escolar. Quizá por muy inocente, incapaz de pensar mala intención en nadie. Cuesta decirlo: en Mendoza había adquirido una cierta fama de docente poco ordenador de sus grupos, con hechos contraindicados desde el punto de vista del ordenamiento escolar apto para la enseñanza – aprendizaje. Comentarios del mismo estilo oí a un Hermano, compañero de él en el C. M. Belgrano. Eran años en los que, en nuestra congregación, no se analizaba la capacidad docente de los Hermanos para dedicarse a la enseñanza. Era tal tarea, casi sin posibilidad de otra. Escuela o escuela. Seguramente ha habido Hermanos fidelísimos que, por amor a su vocación religiosa, han vivido años de un casi martirio diario con los niños o jóvenes. Se han santificado con, por esa cruz. Hoy en día, no lo consideramos posible. No es fraterno. Y conste que, por parte de esos ex alumnos de Mendoza que contaban, nada había de referencia ética en esa falencia. Al contrario, lo consideraban un excelente religioso. Podemos decir que sólo se referían a algo técnico, propio de la enseñanza.
En las biografías hay hermosa y amplia página sobre su vida. Transcribimos casi totalmente.
…El Hno. Ciro se había transformado en un emblema de laboriosidad y entrega. Nacido en Rocca di Papa de la provincia de Roma, el 14 de noviembre de 1896, vive su infancia cual la mayor parte de los niños campesinos europeos, educado por piadosos padres romanos.
Su ejemplar comportamiento le merece que el entonces reclutador de nuestras obras de Italia con miras al Distrito Argentino, fije en él sus miradas y lo encamine al Juniorado de Mondoví en diciembre de 1909. Era justamente la época en que nacía en nuestras pampas el juniorado del Distrito en la ciudad de Luján.
En compañía de un buen grupo de juniores, entre los que se cuentan León Plaud, César Di Virgilio, Santiago Vinay y otros, llega el 25 de octubre de 1911.
Ingresa en el Postulantado el 06.01.1912, y se reviste del hábito marista el 8 de diciembre del mismo año, formando parte de la quinta toma de hábito que se realiza en el Distrito, en compañía de otros 8 novicios, entre los cuales: Luperto (Di Virgilio), Pergentinus (Kempff), Odón (Plaud) y Albertino (Vinay). (1
Emite los primeros votos el 20 de diciembre de 1913 y se cuenta entre los privilegiados que forman parte del Escolasticado de enero 1914 a enero de 1915. A causa de la escasez de personal, eran pocos quienes podían seguir con un año de Escolasticado, y menos aún que pudieran dedicar a él un año entero, como nuestro Hermano. Terminada esta etapa, fue destinado por medio año – enero a junio de 1915 – a colaborar en la formación de nuestros aspirantes.
En el mes de junio actúa como maestro en el Colegio La Inmaculada y allí permanece desde el 15 de junio hasta 1921.
En dicho año actúa en Champagnat y luego en Belgrano y Morón, siempre como maestro de grado.
En junio de 1925 asuntos de familia lo reclaman junto a los suyos, mas por breve tiempo. Es hijo de la Congregación y en cuanto ha dado término a esos asuntos, se incorpora a la comunidad de Génova en Italia con el fin de evitar los gastos de un nuevo viaje, pues que en breve, de febrero a agosto de 1926, debe realizar los ejercicios del Segundo Noviciado.
Terminado éste, le falta tiempo para reintegrarse a la Provincia Argentina, y apenas llega es destinado al Colegio San Luis de La Plata. Luego irá a Mendoza que con el Colegio Manuel Belgrano constituirán algo así como “sus Colegios”. En Mendoza ya se hace cargo de la enseñanza secundaria. Actuará allí desde 1928 a 1942. Entonces viene a compartir con un verdadero amigo de Congregación, el Hno. Pablo Rafael, las tareas propias de la formación de los Escolásticos, pero por poco tiempo. En l942 está en Belgrano a donde vuelve desde 1946 al 1948 y desde 1951 a 1961.
En 1948 es director de la Escuela San Vicente de Paul en La Plata por un trienio.
Desde 1961 a 1963 es maestro de grado por solicitud personal en el Colegio San Rafael de Mendoza y desde allí, en enero de 1963 es transferido a la Provincia de Italia y actúa en el Colegio de Génova. Actúa todos los años que le restarán de vida con la capacidad y cariño que le hemos reconocido como encargado de la librería, la capilla, y a cargo de la educación física en el campo de deportes interno, sito en la misma propiedad del establecimiento. Se desvive, como es su consigna, cuando se entera de la llegada de algún Hermano de Argentina, y lo atiende con todo cariño. Siempre dispuesto a prestar servicio, nos dice el H. René, que personalmente lo ha experimentado, y añade que era apreciadísimo de todos los Hermanos de esa comunidad.
Hasta aquí, en grandes rasgos su misión docente. A lo que debemos añadir los que nos beneficiamos de sus minuciosas explicaciones en los cursos de vacaciones de Luján, como profesor de física y matemáticas, sus materias predilectas. Tal vez hoy, nuestra moderna pedagogía objetaría sus métodos, que eran laboriosísimos para el profesor. Muchos de sus alumnos conservamos por mucho tiempo sus apretados resúmenes, sacados a pasta hectográfica, con letra menudísima, con las dificultades y problemas resueltos, con todo hecho para el alumno. Se objetará, tal vez en una época en que la matemática moderna se vuelca a exigir del alumno el trabajo, reservándose el profesor la misión orientadora y directriz. No olvidemos que el H. Ciro fue profesor de “ sus tiempos“ y trabajó “con las armas que entonces se conocían“ y, eso sí, trabajó con tesón y, a pesar de todo, hizo trabajar y triunfar a sus alumnos.
Después de este curriculum frondoso, detengámonos en sus cualidades religiosas. Se nos van a escapar multitud de detalles, porque para las almas espirituales e interiores como la de nuestro biografiado,”la hermosura de la hija del rey está en el interior” y, con su habitual modestia, el Hno. Ciro desconcertó a cuantos vivieron a su vera y no observaron otra cosa que un religioso observante, es verdad, pero común.
Quiero enfocar una sola de las caras de su prisma de virtudes y en ella hacer hincapié, porque es muy de actualidad, cuando hoy se nos pide entrega sin reservas y vida de inmolación por la causa de Cristo.Eso fue el Hno.Ciro: un religioso entregado a los demás, un verdadero hijo de casa. Los Colegios que lo vieron pasar han de tener entre sus obras alguna que testifique la actividad incansable del Hno. Ciro. Belgrano, a quien tenemos más a mano, nos viene en ayuda para enriquecer estas líneas.
Copiamos textualmente de la revista de las Bodas de Oro del Colegio lo que sigue: “Al contemplarlo, ingenioso y laborioso trabajador, aparece en el Hno. Ciro una gran virtud:su tremenda vitalidad, que se destaca con ribetes propios por estar al servicio del prójimo…Servir y ser útil es su lema y constituyen su alegría.”
De esa exuberante vitalidad perfectamente controlada, emanan numerosas realizaciones prácticas que aún perduran y que hablan de su presencia en los colegios en que actuó.
Todos los que convivimos con él admiramos la estricta administración que hacía de esa su extraordinaria capacidad de trabajo, que sin descuidar en ningún momento sus obligaciones de orden religioso, educacional y apostólico, volcaba el tiempo restante en numerosas obras en beneficio de la comunidad, del alumnado o de la casa. Testigos de sus trabajos son el gabinete de física, instalaciones de artefactos eléctricos y su conservación.
Y el Hno. Carlos Nuti, en un Recuadro del recuerdo en la revista del Club Belgrano, escribe así: “Sólo Dios sabe qué hubiera sido de nuestro campo de deportes de no mediar la constante prédica en su favor del H. Ciro. Con esa prédica inyectó entusiasmo a un grupo de Hermanos que decidió acompañarlo para proseguir a pulmón la obra paralizada. Almas buenas que los ayudarían a sufragar los gastos, no faltarían.
Por lo que antecede, es justo considerar al H. Ciro no sólo pionero, sino salvador, que evitó que se perdiera en el olvido lo que dentro de poco se convertiría en un magnífico lugar para esparcimiento de la familia marista belgranense.
Hoy, el Recuadro del recuerdo lo presenta como el alma mater de todo lo que ha surgido y surgirá allí. Y al decir de quienes han estado a su lado, es muy difícil encontrar un rincón del campo en donde sus hábiles manos no hayan actuado para embellecerlo. No en vano sembró en él ocho de sus vacaciones y muchas de las horas libres que le dejaban sus labores lectivas.
Llegue esta revista de su querido Manuel Belgrano hasta el Colegio Champagnat de Génova como tributo del campo de deportes a su defensor y obrero.”
Y, al recorrer la Villa San José, donde fueron pocos los años de su permanencia, se evoca su memoria: la gruta de la Virgen de Luján (foto),los monumentos del Sagrado Corazón y de Santa Teresita, la fuente del parque, el camino de acceso a las canchas, el telón de fondo del altar y mil detalles más nos hablan de su laboriosidad y de su espíritu de familia.
Siempre lo consideré como aquel Hermano hijo de la casa del que con tanto agrado hablara el Beato Fundador.. Además me admiró siempre en él su franqueza a veces un tanto “bruta”. Es que prefería decir siempre lo que sentía y no comentarlo luego en ausencia del interesado. Como, además, era jovial y buen compañero con su dosis de gracejo andaluz aunque no lo fuera, cualquier sinsabor que hubiera podido dejar esa franqueza en advertir lo que no estaba de acuerdo con su recto sentir, desaparecía de inmediato.
Esa misma franqueza había de tener para con Dios en sus plegarias. Era piadoso y fidelísimo a sus ejercicios regulares. Aportamos el testimonio del Hno. E. Magdaleno, que convivió con él: “El H. Ciro era un santo, y no nos cabe la menor duda de que actualmente está ya en el cielo.” Y no es éste un lugar común, como se expresa cuando muere un ser al que queremos; lo fundamenta también en su rectitud a toda prueba y en esa otra característica por demás valiosa: nunca quiso mal a nadie y no recuerdo que una de sus actitudes, palabras o procederes se haya dirigido nunca a zaherir a nadie de los que lo rodeaban. Todo lo contrario, buscó siempre ayudarlos y serles útiles.
Otros muchos secretos de su vida interior los sabrá Dios, en cuya presencia anhelamos que esté, en compañía de sus compañeros de toma de hábito.
Aparecieron los síntomas de su mal a fines del año 1969 e hizo crisis la enfermedad el 13 de junio de 1970.
EN SINTESIS: SERVIR Y SER UTIL= el H.CIRO.