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HNO. CARLOS METODIO

Nombre Civil: Patricio Antonio Walshe.

Fecha de Nacimiento: 16/06/1905.

Lugar de Nacimiento: San Antonio De Areco — Provincia de Buenos Aires — Argentina.

Fecha de Profesión: 01/01/1922.

Fecha de Defunsión: 10/02/1981.

Profeso Perpetuo 1905 – 1981.
Nacimiento: 19.06.1905 — San Antonio De Areco — Provincia de Buenos Aires — Argentina.
23.11.1917: Junior, Luján.
06.06.1920: Postulante.
01.01.1921: Toma de Hábito.
01.01.1922: Primera Profesión.
27.01.1927: Profesión Perpetua.
Agosto/1937: II Noviciado, Grugliasco.
Ex Alumno del Instituto Fahy, Capilla Del Señor.
Fallecimiento: +10.02.1981 — Pilar — 76 Años y 60 Años de Vida Religiosa.

Patricio Antonio Walshe, a quien conocí en 1952 como Hno. Carlos Metodio, ambos en la Escuela San Vicente de La Plata, era un bonaerense del criollísimo poblado de San Antonio de Areco. Sus padres: Patricio F., jornalero (+ 1960) y su madre Brígida Ledwith Moran (+1953). Formaron una familia de siete hijos, ocupando Patricio el quinto lugar. Tres varones y cuatro niñas, aunque constan varones solamente como “fallecidos”, no tenidos en cuenta en el número de siete. Su ficha nos ha conservado datos mínimos de dos de sus hermanos, a saber: Juan Benito Walshe, con domicilio así transcrito: Corralón Municipal, ciudad de Zárate y Sra. Lucía Pascutto, San Martín 1119 – Buenos Aires, teléf. 31-5700.
Santos Sacramentos. Bautizado en la parroquia San Antonio, de su ciudad natal el 23.08.1905. La Confirmación en la ciudad de Azcuénaga, parroquia Ntra Sra. del Carmen, el día de la Inmaculada Concepción del año 1910.
Documentos. Libreta de Enrolamiento 1257540, D. Militar 22. Cédula de Identidad de Policía Federal 726971.
Títulos habilitantes. Primaria APTITUD PEDAGÓGICA, capital federal, 1956. TÍTULO ELEMENTAL DEL MAGISTERIO, 1923, prov. de Bs. As., y también en Santa Fe, sin mención de fecha. Secundaria TÍTULO SUPERIOR DEL MAGISTERIO, marzo de 1933.

Desde 1977 hasta su deceso en 1981, estuvo enfermo en Pilar. Hacemos notar que, además de haber sido alumno en el Instituto Fahy —Capilla del Señor— actuó en él en tanto que maestro, medio año, 1924; en 1926 con la misma misión, y tres años en la nueva sede de la ciudad de Moreno, 1930/1932. Aclaro que no recuerdo para nada que estuviera encargado de la atención de los alumnos de talleres en la Escuela San Vicente el año 1952. Ese año estuvo a cargo de la celaduría de la sección Menores, doy fe.

Lo he oído nombrar familiarmente, entre nosotros, con el apelativo de ‘El buen Samaritano’, En la nota de la revista ELEVACIÓN por sus Bodas de Oro, el Hno. Gonzalo P. del Río lo dice indirectamente. (Cf. noviembre 1970, p. 4-5). Acercamos al lector algunos párrafos.
“…Que a todos alcanzo honra por el que en buena hora nació…” (Del Cantar del Mío Cid)

Bodas De Oro. Hno. Carlos Metodio.
“Figura prócer, de ascendencia irlandesa, tal como el sello y el marco físico lo proclaman. Nació en la pampa argentina de San Antonio de Areco, provincia de Buenos Aires. Como otros dilectísimos cohermanos cursó sus estudios primarios en el Instituto Fahy, de Capilla del Señor, centro educativo que estuvo bajo la Dirección Marista durante muchos años.
He aquí un hombre múltiple en su acción y en sus tareas. Ha sabido recorrer la más amplia gama del pentagrama del quehacer marista, sin deponer nunca el empeño de su vida hecha para servir a Dios y ser útil al prójimo. No se enfurruñará si le decimos que fue siempre un simpático y buen ‘Samaritano’, con su temperamento fuerte y su carácter recio, pues ‘lo cortés no quita lo valiente’. De este carísimo cohermano, como de otros muchos, podemos decir ‘los grandes son grandes precisamente, porque a través de su vida común y casi a despecho del peso de la carne y de la propia pequeñez, han conseguido expresar y crear algo que está por encima de ellos y de su tiempo’.
Ya me figuro la media sonrisa, muy suya, con que leerá lo que he escrito de su figura modosa y sugestiva y de su persona sencilla y asequible, labradas de llaneza y naturalidad, con un alma sin dobleces, y con un corazón abierto y sin engaños. Ya lo dijo Tirso: Comunes son las estrellas y entendimientos hay entre sayales, los cuerpos toscos cubren almas bellas…

Qué fácil es a la pluma correr por las rutas abiertas del papel cuando lo que se dice surge de temas límpidos y abundosos, como los de la vida meritoria y cargada de vetas prístinas de las virtudes maristas, tal cual nos las presenta en su actitud modesta y en su porte sin alardes huecos ni gestos ampulosos el querido Hermano Patricio Walshe. Hablamos a veces con entonación de epifonema de las virtudes de nuestros mayores y nos olvidamos de contemplarlas en los Hermanos que a nuestra vera van rumbeando, como nosotros, hacia la misma cumbre final. Este buen Hermano nos va señalando esa meta en la ejemplaridad cotidiana de su vida matizada de esforzados gestos y con el sostenido paso con que sobrelleva las luces y las sombras que los contratiempos del camino van brindando méritos a nuestra alma y dando valor a nuestras obras. Por esto la vida de nuestro cohermano ha adquirido, como dice el poeta: ‘Firmeza y luz como el cristal de roca’.
Este cincuentenario encuentra al H. Patricio jubilosamente nimbado por la gloria de su fructífera existencia, exultado por la admiración de ex alumnos y amigos y alentado por el cariño y el aplauso de los cohermanos que lo conocemos y con él hemos vivido y trabajado, sufrido y gozado… en la línea ascendente de nuestra vocación marista, hacia los horizontes dorados y apacibles de la perseverancia final. Y con él decimos: Como el agua en el agua, como el trigo en el aire, camino, sin camino la voluntad de Dios”.

En Rafaela lo encontrarán estas líneas, entregado a la tarea de ayudante de administración en la que lleva acumuladas muchas experiencias, matizadas con más de un sinsabor, ¡gajes del oficio!, pero también gozosa de poder dar a quienes lo rodean, lo que la palabra pide y el gesto desea, todo con alma y corazón, con dilección y afecto, porque, como dijo alguien: “En cuentas de amor no entran las matemáticas.”

La revista LUJÁN lo recuerda también en sus Bodas de Oro. (1er. número de 1971, p. 39 – 40). Citamos breves pasajes.

JUBILARES (1921-1971).
“Luego de un año de Escolasticado, en enero de 1923 ya lo encontramos entre los operarios de la viña del Señor en Capilla del Señor, donde se desempeña eficazmente como maestro. A lo largo de los años que seguirán, alternará su función de maestro con la de celador, según las indicaciones de los superiores.
Sus cualidades de comprensión y paciencia, hacen que los superiores le encomienden el difícil cargo de celador en Marcos Juárez en 1939.
A su regreso del Segundo Noviciado, 1937, el Instituto San José de Morón lo cuenta en su elenco de profesores, pero ya al año siguiente está en la Casa de la Sagrada Familia. Luego nuevamente la Escuela San Vicente de Paul que lo acoge en su seno y donde pasará el lapso mayor en estos primeros cincuenta años de vida religiosa.
Tras breve paso por la casa del Cerro de las Rosas, integra la comunidad del colegio San José de Rafaela.
Aquí en medio de facturas, registros, libros de contabilidad lo sorprende la celebración de sus Bodas de Oro de vida marista.
Hacemos votos para que el Señor nos lo conserve por muchos años aún como ejemplo de dedicación al trabajo para las nuevas generaciones de Hermanos”.

Nota del autor de estas líneas. Con toda sinceridad debo decir que la lectura de las páginas en torno de sus cincuenta años de vida religiosa marista, me habían dado la impresión de que realmente mi año de vida comunitaria con él, no me había permitido ninguna aproximación real a su modalidad personal. Recién ahora, al leer la nota necrológica, me he podido acercar a la verdadera realidad de nuestro querido Hermano Patricio. Es dolorosa, pero nos llena de admirable fraternidad para con nuestro sufrido Hermano.

NOTA NECROLÓGICA. Cf. ELEVACIÓN, Abril 1981, pág. 14 – 15.
+Hno. Patricio Walshe.
Pasó a mejor vida el 10 de febrero, desde la enfermería de Pilar, donde transcurrieron los últimos agios de su crucificada existencia, marcada, toda ella, por el dolor físico y moral. Ya sabemos que siempre andan juntos.
Era de típica y bella estampa irlandesa. Quien lo veía por primera vez, no adivinaba su calvario interior, la pena que le roía el alma y que no debía de dejarle sino escasos momentos de paz.

Los años que pasó en los Colegios: Mar del Plata, La Plata, Rafaela, Marcos Juárez, etc., fueron de humilde servicio. Las peculiaridades de su carácter no le permitieron hacerse cargo de una división de alumnos. Desempeñó con diligencia las tareas materiales que le fueron encomendadas, en las que dio múltiples pruebas de sencillez y responsabilidad.
Mientras las fuerzas físicas no le abandonaron, siempre encontró la forma de servir a sus Hermanos, a través del pequeño servicio, del cumplimiento de un recado, del cuidado de la ropa y despensa…
Pero, cumplidos los setenta años, fue sumergiéndose paulatinamente en el abismo de una depresión que lo atrapó como ciénaga y lo sentenció a la inacción.
La depresión se acentuó en los últimos años de su vida, en los que la arteriosclerosis dio el golpe de gracia a una personalidad ya perturbada por otras causas. Pasó algún tiempo en una clínica especializada, de donde solicitó insistentemente se lo retirara.
En la enfermería de Pilar transcurrieron sus cuatro postreros años sumido en una casi permanente inconciencia… Y en condiciones tales, que suscitaban la compasión de quiénes lo visitaban.

El Hno. Patricio era un religioso grave y piadoso. De carácter serio y retraído, no desconocía, por un lado, el sentido del humor; y los tremendos accesos de genio, por otro. Celebraba los chistes con una mueca y una sonrisa características. Leía mucho. Compensaba su escasa comunicación con muchas horas de habitación, en que se deleitaba con libros y revistas. Era legendario su interés por el fútbol, que llegaba hasta la desazón si caía derrotado su equipo favorito.

Las que hemos apuntado, son unas pinceladas para el retrato de un hombre sin historia manifiesta. Un hombre humilde, callado sencillo. Desconfiado y timorato. Eso es lo que se veía en él. La otra corriente de su existencia, la más honda, sólo Dios la conocía: el misterio de su alma acongojada, sus luchas interiores, las causas profundas de su melancolía… Ese misterio se lo llevó al sepulcro. Nosotros abrigamos la reconfortante seguridad de que el Señor ya ha contabilizado sus méritos, y de que, en la aurea lista de los mismos, ha colocado, en primer lugar, la FIDELIDAD.

Al Hno. Patricio.
Pasa Antonio frente a mi ventana, cargando sabrosos duraznos;
pasa el quinteto llevando lechuga a la cocina;
pasa veloz la calandria yendo a su nido;
pasa la máquina cortando el césped;
pasa corriendo Pedro. Va a La pileta;
pasa lento el cúmulo ocultando el sol;
pasa ciempiés buscando el sustento;
pasa el sol dejando todo su ardor;
pasa el gorrión llevando la mariposa en su pico;
pasa PATRICIO, cansino, llevando sus males;
pasa cargado de angustia, pero con una gran fe;
pasa rumbo al oeste, hacia las cumbres;
pasa sabiendo dónde va;
pasa sabiendo a quién busca;
pasa venteando cielo en su andar cansino;
¡Señor: que en su pasar
haya llegado a tu gloria!
H. O. E. Succo (Argüello, abril 1981).-

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