Nombre Civil: José Federico Beckmann Vissing.
Fecha de Nacimiento: 23/05/1920.
Lugar de Nacimiento: Ahlen — Westfalia — Alemania.
Fecha de Profesión: 21/01/1944.
Fecha de Defunsión: 06/09/1994.
Estable 1920 – 1994
Nacimiento: Alemania 23.05.1920
Junior: 31.05.1933 Recklinghausen
Postulante: 1937 Furth
Toma de Hábito: 29.08.1937. Hno. Arsenio
Votos Temporales: 29.08.1938
Llega al Río de la Plata: setiembre de 1938
6ª emisión: 02.02.1943
Profesión Perpetua: 21.01.1944
Voto de Estabilidad: 03.02.1959
Actuaciónes mayores:
Maestro ……. 33½ a.
Administración: 11 a.
Director de Juniorado: 2 a.
Salud precaria desde cerca de 1980
Segundo Noviciado: No
Fallece en Montevideo.
+06.09.1994
74 a. 56 de vida rel.
BECKMANN VISSING, José Federico, es originario de la provincia de Westfalia y nacido en la población de nombre Ahlen. Su padre, Federico, era sastre de profesión. Su madre, Inés Vissing. Consta de una sobrina suya, Frau Thesi Bosser, con domicilio en Karolingerstr. nº 33, (85609) Aschheim, teléf. (089)9031747.
De la ficha provincial, algunos datos más: Documento civil: Obtuvo la ciudadanía uruguaya en fecha 25.06.1952.Visitas a su familia: Puede dudarse si constan todas. 1976, 1982, 1991. En este item, él anota que visita a allegados suyos residentes en la misma localidad de Ahlen. Curso catequístico: En Montevideo, todos los sábados por la mañana, en 1971.
De otros documentos: Anales del Cgio. Santa María: “En febrero-1940- vienen de Luján cinco Hermanos (…) tres para Sta. María (…)El H. Arsenio sustituye al H. Fabio en tareas de la comunidad.”En 1941, ya no figura en esa comunidad.(Ver cuadrícula de destinos.) En 8 de abril de 1944, consta que se inaugura nueva construcción. Dos pisos, incluyendo comedor de pupilos y medio pupilos. Citamos: “Comunidad y plantel docente: (…)Hno.Arsenio: 3er. año y campanero.” Enero 1947: “Destinos. (…)H. Arsenio 5º.” El 2 de mayo, participa con su comunidad, los de Punta Carretas y otros, del almuerzo festivo. En él se efectúa el nombramiento del nuevo H. Visitador. El H. José Gelasio sustituye al H. José Verius Porta.
De un apunte: El H. Arsenio Beckmann se ha desempeñado como Consejero Provincial en los siguientes períodos: # dos períodos del H. Gandolfo (X/1961 a II/1969); # dos períodos del Hno. Ignacio del Pozo (XI/1974 a X/1980).
En una síntesis de la Historia Marista en Uruguay (del H. Danilo Farneda), se lo nombra como Administrador del C. Zorrilla de San Martín, 1990.
Testimonios. En primer lugar, aportamos los que recibimos en Uruguay, agosto de 1997.
Del H. Laureano González. Yo vine a esta casa (San José) el 13 de junio de 1946, que estaba el Hno. Antonio González (Corentino), y era maestro con los juniores. Estaba Antonio, el Hno. Arsenio Beckmann y el director del juniorado, que debía ser el Hno. Hilarion. Los ayudantes eran el Hno. Carlos Vetter y el cocinero era el Hno. Eugenio Heinrich, que después fue el gran maestro de Pando.
Era una comunidad única. Todos estaban en un sector, aunque naturalmente el juniorado tenía su zona, pero comíamos juntos. Años después se separaron y el juniorado tuvo su propio comedor en la casa, que es el comedor actual; y estaba el otro comedor, que era de los hermanos.
Pero incluso en los primeros años no eran los comedores aquellos. Aquí, en el salón grande estaba la cocina, el comedor y el dormitorio de los juniores.
– El Hermano Ricardo Kress nos va a hablar ahora del Hermano Ildefonso Ganss.
– El Hermano Ildefonso era un religioso muy serio, pero un religioso cien por ciento. Un hombre sumamente observador, además de ser un hombre muy inteligente. Cuando vio, igual que los otros Hermanos, ese avance del nazismo, que iba destruyendo a la Congregación en Alemania, comprendió que hacían falta hombres de un poco más de edad para dirigir, para llevar a los Hermanos a América, él se ofreció. Y justamente fue él quien me trajo, juntamente con otros cinco compañeros.
Vinimos en el “Monte Oliva”, buque alemán, a fines de 1937. Terminé el noviciado en el mes de agosto. Nos dieron dos semanas para visitar a los parientes y ahí ya nos reunimos el Hermano Arsenio Beckmann, el Hermano Gandolfo, el Hermano Alberto, el Hermano Francisco y yo. Nos reunimos en Recklinghaussen. El Hermano Ildefonso, que se presentó como guía, como conductor de los hermanos. Nos despidieron con una gran solemnidad.Y fuimos sin sotana, porque ya era medio peligroso ir con sotana. Fuimos a Hamburgo, donde nos embarcamos y vinimos con él para América. En el viaje, hacíamos vida religiosa: a la mañana la oración, la meditación como en casa. Y cada uno tenía que preocuparse de aprender lo que era el castellano, pero no teníamos ningún profesor. Nadie sabía lo que era el castellano.
El 29 de agosto de este año (1997), cumplimos las Bodas de Diamante. Éramos cinco que vinimos para América: el Hermano Arsenio (falleció hace tres años), el Hermano Enrique Maasen (que fue el primero que murió, también por un descuido de los médicos) …
Sí, así dijo ayer el Hermano Laureano. ¿Quiénes eran entonces los cinco?
El Hermano Arsenio Beckmann. El Hermano Miguel Brenner, era otro compañero nuestro que murió hace dos años en Luján. Enrique Maasen, que murió hace como quince años. En cuanto al Hno. Arsenio Beckmann, fue compañero mío del juniorado. Fue en la época de Hitler. Lo primero que hicieron los nazis fue cerrar nuestro juniorado en Münich, que es lo que se llama Preparandi, Escuela Preparatoria para la Educación. Nos preparaba para nuestra vida religiosa. Era de nivel secundario.
Cuando los nazis se enteran de su existencia, lo primero que hacen es cerrarla. Esto ocurrió en el 35 y yo había ingresado en el 34, de manera que hice un año allá. En vacaciones me llega una carta donde me informan que el juniorado había sido cerrado. Debía esperar una nueva comunicación para regresar a él.
Al mes de esa carta llegó otra, donde se me decía que los que estábamos en el centro de Alemania, en Hesse, y los que estaban en el norte, iban a Recklinghausen a hacer el juniorado, porque Prusia, que era protestante, seguía con el juniorado, y en la católica Baviera cerraron el juniorado, porque fue como el centro del nazismo.
Por ese motivo es que voy a Recklinghausen y allí me encuentro con Beckmann. Allí éramos como 20 de Munich,y nos costó mucho adaptarnos. Procedentes del Sarre, de Essen y del centro de Alemania, íbamos allá a seguir los estudios, pero todo era muy distinto. La vida era muy austera, mientras que en Münich había buena comida y un campo de deportes enorme para jugar, porque eran 7 casas para los estudiantes; de manera que allí teníamos una vida muy alegre, muy deportiva. Llegamos a Recklinghausen: había solo un patio para jugar, no había canchas, la alimentación era un poco escasa, por lo que nos costó bastante acostumbrarnos.
Recuerdo que cuando nos daban carne, discutíamos por la fuente. Además nos daban un pedazo de pan con manteca a cada uno. Los grandes y fuertes teníamos la misma alimentación que los chiquitos, de manera que cada día le tocaba a uno el “kit”, como lo llamábamos, que era la primera parte del pan, era la más gruesa.
Cuando nos tocaba “lavar la vajilla” para nosotros era un trabajo, porque lo hacíamos después de comer y en ese momento teníamos recreo, pero mientras limpiábamos nos comíamos lo que sobraba. No quedaba nada.
Todo ésto se debía a que el juniorado se mantenía solo. En ese entonces allí se fabricaban licores y otras bebidas, las cuales luego se vendían. Además pagábamos todos los meses. Con eso se mantenía el juniorado.
Con el Hno. Arsenio de a poco nos fuimos haciendo amigos y de a poco se hizo una unidad, como debe ser en los juniorados.
Me acuerdo que el Hno. Beckmann era muy serio y estudioso, ya desde joven, como también lo era Armando. Era muy inteligente y como era muy estudioso, siempre sacaba muy buenas notas. Se nombraban todas las semanas las notas. Era muy cumplidor en todo sentido en el juniorado.
Cuando pasó cierto tiempo, fuimos juntos a Furth. Allí, en la iniciación de la vida religiosa, el Hno. Arsenio también se destacó por su seriedad, por su profundidad en los estudios, en la preparación de todo lo que tenía que presentar al maestro de los novicios. De manera que era ejemplar en todo. Siempre lo he considerado como un ejemplo a imitar en su seriedad, en su manera de presentarse y trabajar y también en el estar con sus compañeros. Cuando había que jugar, estaba siempre con nosotros. En ese sentido era excelente también.
Después llegó el tiempo de las persecuciones, en el año 37, en que cerraron todas nuestras escuelas, y entonces los superiores ofrecían ir a América. Nos presentamos unos cuantos, casi todos. Así escaparnos de esa persecución. Entre ellos estábamos él, yo, además de Miguel Brenner, Massen y unos cuantos.
Fue así como nos despedimos. Fue una despedida muy brava, porque no sabíamos qué nos esperaba, ya que fue sin preparación, porque no había tiempo de preparar, ni de hablar siquiera. Ibamos a Argentina, a Uruguay, y no sabíamos qué era esto. Además no sabíamos ni una palabra de español, pero pensábamos: “El Señor nos ayudará, ahora que estamos en esto, para salvar la vocación, seguimos”.
Así que llegamos a Luján. Los primeros meses tampoco fueron de tranquilidad, porque eran tiempos bastante difíciles. Primero fue el Hno. Odón, que estuvo dos meses o algo así. Hablaba medio atravesado y no se le entendía casi nada. Después vino el Hno. Pablo Rafael con sus ideas, a veces “super raras”.
Ahí estuvimos durante un tiempo el Hno. Rafael (A. Jenemann)y yo en el escolasticado. Arsenio, cuando terminó el año, lo llamaron para ir a Montevideo. Primero estuvo trabajando en la quinta y estudiando por su cuenta, como todos nosotros, que trabajábamos y estudiábamos al mismo tiempo, y dábamos los exámenes como libres. En vacaciones, a veces íbamos al liceo o a otras partes para no encontrarnos con los alumnos. Ibamos a San Carlos o a Rocha, y dábamos los exámenes suplementarios. El Hno. Arsenio también.
Después se comenzó con las clases y el Hno. Arsenio era famoso en lo disciplinario. ¡Tenía una disciplina en la clase..! Les exigía… Los chicos lo querían muchísimo.
Estuvo mucho tiempo en el Colegio Zorrilla de San Martín. Casi siempre a cargo de la última clase de primaria, en la que preparaba a los chicos para el examen de ingreso. Los alumnos de las escuelas privadas debían dar examen en las escuelas públicas. Eran muy severos, hasta muchas veces injustos. Si uno tenía tres faltas en ortografía, en dictado, composición o en una carta que tuviera que redactar, ya lo reprobaban.
Eran muy bravos y yo estuve unos cuantos años en eso. La preparación que le exigían a los muchachos era severísima. Los últimos meses se daban clases de mañana y de tarde hasta la noche, todo el día en la escuela, para preparar los exámenes, y tanto él como yo estábamos ahí.
En realidad tuvimos bastante suerte, porque había que exigirle a los alumnos y el Hno. Arsenio tenía muchos apuntes. De hecho me mandó unos cuantos de ellos. Además tenía un cuadernito con preguntas y respuestas, ya que él había recopilado todas las preguntas que se hacían en el examen de ingreso, y sobre esto trabajamos mucho, para poder preparar bien a los muchachos.
En Santa María hemos encontrado los anales del Colegio Zorrilla y es él quien los escribía. Hay 6 carpetas suyas, confeccionadas por él.
Después lo mandaron para aquí (la entrevista es en Durazno), donde estuvo de rector. También tenía a su cargo las clases de ingreso. Luego volvió al Colegio Zorrilla.
¿Y cómo fue la enfermedad que padecía?
Durante toda su vida fue muy delicado de salud. Siempre tenía que comer comidas especiales, sin sal y no sé cuantas cosas más. Se atenía bien detalladamente a lo que los médicos le prescribían, porque si no, seguramente hubiera fallecido antes. Pero como él cumplía estrictamente su régimen, seguía viviendo, aunque con dificultades porque la salud no le daba y al final se le presentó una afección que no sé muy bien qué era.
Hablaban de cáncer. Cáncer en la boca, en la lengua, porque le iban cortando la lengua de a poco, hasta que al final casi no podía hablar y por supuesto no podía dar clases.
Así iba disminuyendo cada vez más el Hno. Arsenio. Nosotros lo fuimos a visitar a la Casa San José. Lo vimos todavía bastante animado, hablaba bien, pero poco tiempo después sobrevino el colapso total.
Tengo el recuerdo de él como un hombre cumplidor, extremadamente obsesionado por sus ideas, por sus obligaciones, por sus alumnos, por la preparación de sus clases, las correcciones. Por eso tenía tanto éxito.
Del Hno. Francisco Schuler. Muy severo con los alumnos de primaria, donde daba clase, pero los ex-alumnos decían que, si bien era muy severo, también era muy justo. Tenía a su cargo a los alumnos de 6º año, quienes tenían que dar examen para ingresar a la secundaria. Obtenía un éxito de un 100%. Todos sus alumnos aprobaban siempre, y con buenas notas.
El Hermano Arsenio viajó a Alemania para hacerse una revisación. Tenía problemas de intestino y le descubrieron un cáncer en la próstata. Fue detectado a tiempo, lo operaron y vivió muchos años. Hasta que apareció otro cáncer en su lengua. A partir de entonces, fueron muchos los problemas para hablar y para tragar. Sin embargo, soportó todo con mucha resignación. Era admirable.
Del Hno. Ignacio del Pozo. En cuanto al Hno. Arsenio Beckmann es el auténtico alemán, muy digno, un hombre siempre con compostura, respetuoso con todo el mundo. Nunca dijo una palabra grosera ni un chiste así… Era alegre, le gustaba mucho pasear, ir a la playa, al campo, etc.
Creo que el Hno. Arsenio fue el típico Hermano marista educador. La clase era una maravilla, durante muchos años fue maestro del último grado de primaria, porque nosotros tomábamos el ingreso en Uruguay y al terminar el año esos chicos tenían que dar examen. Siempre en Zorrilla los alumnos de Arsenio se distinguían porque venían con 3 ó 4 sobresalientes.
Además les enseñaba a escribir claro. El siempre decía que no le importaba con qué letra escribieran, pero que lo hicieran con letra clara y prolija. Les corregía todos los trabajos. Tenía una disciplina fabulosa en la clase. No era una disciplina militar, sino familiar. Se hacía respetar buenamente y él respetaba a los chicos…a todas las personas.
Cuando joven, tuvo un principio de enfermedad pulmonar. Siempre fue un poco delicado de salud y se tenía que cuidar en la alimentación y en lo concerniente a la salud. Como en sus últimos 10 años, tuvo problemas de estómago, entonces tenía su aceite y demás.
A las reuniones provinciales no faltaba nunca, pero siempre llevaba su alimentación especial, porque la comida general no le sentaba. Cuidaba mucho su salud.
Cuentan del Hno. Arsenio que cuando era joven al empezar las clases los Hermanos se iban turnando para recibir a los chicos que venían al colegio y él se ponía en la puerta y les decía “Buenos Días, chicos”, pero cuando los chicos le preguntaban cómo estaba él, respondía: “Y a ti qué te importa”, porque lo tomaba como una curiosidad.
Era un hombre correctísimo y muy cumplidor. Preparaba sus clases con mucho esmero, al igual que las correcciones. Se hacía tiempo para atender las plantas y para jugar. Era muy alegre y divertido.
Estuvo muchos años en el Zorrilla y algunos años en Durazno. Cuando se fundó el Liceo de Durazno, estaba él. Lo recuerdan como un Hermano muy severo, muy rígido.
En un viaje que hizo a Alemania, para visitar a su familia, se le ocurrió hacerse un chequeo, porque allá no le costaba nada hacérselo. Le detectaron cáncer de próstata. Tenía en ese momento alrededor de 60 años.
Entonces le hicieron quimioterapia y estuvo bastante bien. Se cuidó mucho y prácticamente no sintió las consecuencias de esta enfermedad, pero luego le vino cáncer de lengua. Le tuvieron que amputar parte de ella. Yo lo fui a visitar en el colegio. Daba gran pena.
Lo de la próstata se lo trataron en Alemania. Regresó y acá le hicieron quimioterapia. Y fue en Zorrilla donde tuvo cáncer de lengua y le tuvieron que cortar primero la mitad y creo que al final le cortaron toda la lengua. Yo lo visité como una semana antes de fallecer. Ya casi no se le entendía lo que decía. Me quedé con el consuelo de haberlo podido ver y estar con él. Estaba alegre todavía y hablamos de cosas del colegio y de los Hermanos, pero estaba muy mal. La enfermera que lo cuidaba me decía que nunca había visto un Hermano tan pulcro y cuidadoso como el Hno. Arsenio. En su habitación todo relucía, ordenado todo, cada cosa en su lugar, en los armarios todo bien guardado. Entrabas en la pieza y veías el escritorio, la silla, la cama… todo ordenado. Era un hombre metódico en todo.
Finalizamos con diversos testimonios. Van primeros los que recoge la revista provincial. Sus autores son los Hnos. Emeterio Pérez y Anselmo Liessman.