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HNO. ANSGAR

Nombre Civil: Enrique Maasen Kallen.

Fecha de Nacimiento: 02/07/1920.

Lugar de Nacimiento: Möchengladbach de Renania — Alemania.

Fecha de Profesión: 29/08/1938.

Fecha de Defunsión: 31/08/1979.

Estable 1920 – 1979.
Nacimiento: 02.07.1920 — Alemania.
15.08.1936: Postulante/Furth.
29.08.1937: Toma de Hábito.
29.08.1938: Primera Profesión.
En agosto ’39: Ya está en Luján.
02.02.1944: Profesión Perpetua.
Enero 1960: Votos de Estabilidad.
Actuación: 1938-’39: Provincia de Alemania.
1939 – 1979 Provincia de Uruguay: Son 40 Años.
Tareas ….. 7 Años.
Escolástico ….. 1 Año.
Maestro ….. 25 Años.
Dir. Jun’do ….. 1 Año.
Celador ….. 1 Año.
Retirado ….. 3 Años.
(Años inciertos en ficha,entre 1970 – 1976, dan los 40.)
Enfermedad: operación de vesícula, peritonitis, septicemia.
Fallecimiento: +31.08.1979 — Montevideo — 59 Años.

Enrique Maasen Kallen, nació en Möchengladbach de Renania. Ejerció docencia en la Enseñanza Primaria, y desempeñó 6 años tareas diversas. Consta que no alcanzó titulaciones. Se desenvolvió, en cuanto a su identificación ciudadana, con Carta de Ciudadanía Uruguaya (31.05.1967); Credencial Cívica y pasaporte. Los tres documentos fueron obtenidos en Uruguay.
Sus primeros votos fueron en Furth. La 2ª emisión, en Luján (15.08.’39). 3ª y 4ª, misma ciudad (enero ’40 y ’41). 5ª y 6ª en Montevideo (02.02 de 1942 y 43). Ciudad en la que emitió el voto de Estabilidad, en el mes de enero de 1960. Ha viajado a nuestro continente entre la 1ª y la 2ª, que pronunció en Luján. La cuadrícula siguiente nos anoticiará con más detalle. Luego de su Noviciado, permaneció en la Casa Provincial, Furth, en carácter de “ayudante en la cervecería.” Copiamos: 1938 – 1939: en el Colegio Marianum (en Vaduz, capital del Principado de Liechestentein), con el quehacer de ‘limpiador.’

Está citado en ANALES DEL CGIO. SANTA MARÍA, con el nombre de Hno. Ansgar. Hay coincidencia entre estos anales y lo dicho en la cuadrícula. Poco se le ha ofrecido en cuanto a oportunidades de dedicar su tiempo a estudios oficiales, o de Escolasticado. No juzgamos nada ni echamos culpas. Sólo exponemos. Fue una vida plena de trabajo y de fiel substancia de misionero, desde su quehacer docente en Primaria, y en humildes labores, de ésas que denominamos —y antes se las mencionaba más— “ sin brillo.”
Pasemos a los testimonios de quienes lo trataron, elemento tan valioso en estas vidas.
Firme defensor de la doctrina católica. Ciertas teologías de avanzada lo hacían sufrir. Estuve con él varios años en Durazno. Catequista fervoroso y misionero incansable. Los fines de semana visitaba a su feligresía de Goñi, gente carenciada en lo espiritual y material. Cuando muchos de nosotros hablábamos de ir a los pobres y todo se quedaba en proyectos, él, sin grandes proyectos, actuaba. Para aquella época (25 años atrás), era todo un adelantado. Consiguió de ADVENIAT un vehículo, un Indio, de fabricación uruguaya, para sus correrías misioneras. En uno de sus viajes, acompañado por una religiosa de las Hermanas Alemanas, sufrió un accidente, volcando. La monja voló literalmente por los aires (algunas fracturas), el Indio, destrozado, y Enrique bastante magullado. Religioso de entereza y desapegado de las cosas materiales. Todo un Marista y fiel hijo de Marcelino Champagnat. Hno. Armando Meier…

Del Hno. Laureano González.
Otro hermano del cual tengo un conocimiento a la distancia es el Hno. Enrique Maasen. Con él viví en Pando y en Durazno, siendo en esta última donde vivimos más tiempo juntos. El pueblo de Goñi, a 20 kms. de Durazno, 800 habitantes. Lo había tomado como misión extra escolar ese pueblo chico. Gente de campo, peones de estancias. Carecía de luz eléctrica y agua potable y por, supuesto, tampoco tenía cura párroco. Había puesto en ellos todo su corazón, todo su empeño. Había pedido a Alemania un ciclomotor para poder llegar a ese lugar y le dijeron que no, que era muy arriesgado, y le mandaban dinero para que comprase un auto. Es así que compró un auto de bajo precio, económico, cuya marca era “ Indio”, hecho aquí, en Uruguay, Ya no se fabrica. Iba todos los sábados y domingos en plan de misionar. Hacía las celebraciones de la Palabra en la Iglesia. Misionaba con la Palabra. Le querían mucho. Iba a misionar, a reunir a los niños y a los mayores, y hacía una celebración con todos ellos. Lo querían mucho.
Otro detalle de él que recuerdo mucho era su dedicación al estudio de la Biblia, su afición, Nos deleitaba en las conversaciones que teníamos en la mesa sobre la Sagrada Biblia, con sus interpretaciones. Era su iniciativa personal el estudio religioso en base a la Biblia. Realmente sabía mucho, entendía mucho, Siempre enseñó en primaria. Además era músico, por eso en el pueblo de Goñi entusiasmaba a los chicos con el canto. Era un simple organista, al estilo marista. Otro punto en el que destacaba el Hno. Enrique Maasen, era en su sencillez y su sentido de pobreza y de amor a las cosas simples, sencillas y donde no hubiera demasiado ruido. La sencillez marista bien pintada. Fue realmente un ejemplo, toda su vida, de sencillez, modestia y pobreza.
Se trataba de un hermano valioso que murió de una forma casi prematura, porque no había una causa importante. No se estudió su mal a tiempo y murió por una infección ocasionada. Se trató de un descuido de los médicos.

Del Hno. Ricardo Kress — Bodas De Diamante.
El 29 de agosto (estamos en 1997, y se trata de Bodas de 1ª profesión). Éramos cinco que vinimos para América: el Hermano Arsenio (falleció hace tres años), el Hermano Enrique Maasen (que fue el primero que murió, también por un descuido de los médicos)…
Con Ernesto, somos los dos sobrevivientes. Los otros eran: el Hermano Arsenio Beckmann; el Hermano Miguel Brenner, era otro compañero nuestro que murió hace dos años en Luján. Y Enrique Maasen, que murió hace como quince años. De él te puedo decir unas cuantas cosas también.
Enrique Maasen era compañero mío del noviciado. Era un hombre sumamente inteligente. Cuando llegó a Luján – llegó un poquito después, creó que fue el último grupo que llegó a Luján, al Escolasticado. Como tenía que estudiar poco en el Escolasticado, estudió música. El Hermano Pablo Rafael, cuando algún Hermano iba a adelantar una pieza más en los estudios de armonio, tenía que presentarla en el comedor. Él, qué bien tocaba, cómo aprendía rápido. Aprendía cada uno según el libro que tenía, según el método. Y en matemáticas era una luz, sabía muchísimo y aprendía rapidísimo. Cuando vino al Uruguay, lo mandaron a diferentes Colegios. Aquí en Durazno quedó un recuerdo muy agradable de él. En el pueblo donde yo voy ahora, que se llama Goñi, donde voy todos los viernes, voy a celebrar una especie de paraliturgia (el sacerdote, el ex Hermano Roberto Nieto me llamó: “Mira, este pueblo está sólo y abandonado, no hay nadie que se preocupe.”) Está como 1 kilómetro para adentro, hacia la izquierda, según se viene para acá… La gente hasta hoy día me habla de él, lo bueno que era. A veces también llevaba ayuda. Una vez llevó un gran cuero, porque estaban haciendo trabajos en cuero, en un club para jóvenes. Y otras cosas, así que tienen un recuerdo muy agradable del Hermano Enrique Maasen.
Era un hombre de estudio también. Tenía una cantidad de apuntes; cuando ya estaba enfermo, me dejó todos los apuntes que él había sacado: cantidades enormes sobre religión, sobre las clases.

¿Con Qué Oficio Vino De Alemania?
Venía como todos nosotros. Había estudiado el “Mittlerreiffe” (se llama en Alemania), o sea, había terminado el Liceo. Después hacíamos el Noviciado, y los que vinimos enseguida para América no pudimos estudiar más.

¿Con Qué Edad Empezaron El Noviciado?
Todos empezamos allá el juniorado con 13, 14 años. Terminada la escuela primaria, íbamos al juniorado: todos de la primaria. El Hermano Enrique se sintió llamado como todos nosotros; en primer lugar a salvar nuestra vocación, porque allá ya no había más futuro. Las Escuelas se cerraron justamente en 1937, cuando estábamos en el Noviciado. Un día nos comunicaron: de un plumazo de Hitler se cerraron todas las Escuelas nuestras. Con los Hermanos ¿qué hacer? Había como 120 Hermanos. Muchos tenían que ir ya al servicio militar, ya al servicio de trabajo obligatorio. Nosotros que estábamos en el noviciado ya estábamos cerca de la edad. Teníamos 18 años y a esa edad había que ir al servicio militar o al servicio de trabajo obligatorio. Entonces, cuanto antes salíamos del país… A ver si podíamos salvar nuestra vocación, si podíamos hacer algo más útil que con armas en las manos … que era aprender cosas inútiles. Yo considero siempre el servicio militar una cosa completamente inútil, menos unos pocos que se necesitan para mantener el orden.
Entonces, como se iban preparando para venir a América, el Hermano Enrique también se presentó y cuando llegó a Luján estuvo un tiempo con nosotros y después lo mandaron, al tiempo que el Hermano José Verius iba fundando las escuelas, para ser cocinero, como todos nosotros, los jóvenes. Uno o dos años de cocinero. ¿Qué cocinas? Bueno …arréglate. No sabíamos nada. Yo nunca había estado en la cocina. Él tampoco. Pero, bueno, nos arreglábamos. Además teníamos muchos otros trabajos secundarios, como ayudar en la quinta, hacer las compras, etc. Éramos jóvenes y teníamos mucha energía. El Hermano estuvo en este Colegio, primero de cocinero y después volvió de maestro. Pero lo que a él más le interesaba era la religión, la catequesis …Pero qué bien … qué espíritu tenían todos ustedes.

Veníamos con todo este espíritu misionero: enseñar, difundir el Reino de Dios en estas tierras. Y así fue, así se hicieron las Escuelas nuestras, por más que ahora a veces no lo quieran reconocer o lo enfoquen de otra manera. En los retiros siempre hablábamos, en los tiempos libres, cuando nos permitían hablar. Y él no entendía muy bien esas cosas modernas. Me acuerdo que decía: “Yo quiero morir en la Iglesia Católica”. Y a veces pienso que tenía mucha razón: si ahora estoy leyendo una revista que se llama “Das Fells” (La Roca), que es muy conservadora, pero trae cosas y uno se agarra la cabeza … ¡A dónde llegamos! ¿Llegará un cisma? Habla mucho de eso. Porque los extremistas modernistas llegan a un extremo que ya no se puede admitir. Insisten continuamente en el celibato, la ordenación de la mujer, la libertad sexual, la Iglesia sin presiones, una libertad completa, la democracia …”El modernismo,” lo llama. Él siguió muchísimo el tema: cómo se iba escapando el espíritu religioso, cada vez se metía más el espíritu del mundo y algunos aceptaban esto como cosa corriente.
Murió en Montevideo, en Santa María, en lo que antes era la Casa Provincial. Por un descuido de los médicos. Hubiera podido salvarse si hubiese recibido tratamiento adecuado. Lo dejaron estar. Hno. Ignacio Del Pozo…

Creo que fue, empleando una expresión bíblica, el hombre doliente, toda su vida. Sufrió mucho de una úlcera. Físicamente, vivía siempre como un poco angustiado, como amargado, pero era de una fidelidad, de una vida religiosa extraordinaria.
Era tío de Fernando Brings, pero eran, se puede decir, como las antípodas. Discutían sobre la doctrina, sobre la vida religiosa. Dos concepciones diferentes. Esto le hizo sufrir.
Tuve la oportunidad de acompañarlo en los últimos meses. Estuvimos mucho tiempo juntos en los colegios, pero cuando ya se enfermó, fue una muerte de lo más prematura y dolorosa, según me decía una religiosa. Porque a él lo operaron, tal vez fue una apendicitis. La úlcera la llevó siempre a cuestas. Hacía poco caso del régimen de comidas.
El médico que le operó, un inconsciente, le operó y se tomó unas vacaciones. Le mandó a casa antes de estar completamente curado. Le colocó un drenaje. Y dos enfermeros del Círculo Católico, donde nosotros tenemos la obra social, iban de vez en cuando a curarlo. No sé bien qué pasó: si fueron los enfermeros o si fueron las circunstancias. Parece que el drenaje se le desprendió, y toda la materia se le desparramó en los intestinos. Padecía unos dolores atroces. Sin embargo, como el médico le había citado para “x” días, no sé si un mes, y faltaba, entonces el Hermano no quería ir. “No, que tengo que ir tal día.” – “Pero, Hermano, si le está doliendo mucho, vayamos.” Cuando, finalmente, fuimos, le tomó otro médico. Al que le operó le habían despachado del Círculo porque era muy informal, no cumplía. Otro médico se hizo cargo. Cuando vio el caso, se agarró la cabeza y me dijo: “Hermano, éste es un caso de milagro. Difícilmente podamos hacer algo”.

Se le había endurecido todo el intestino a causa del drenaje. Drenaba adentro. Y quedaba como una piedra. También me dijo: “Tenemos que operar nuevamente porque esto le está envenenando.” Le operaron, le sacaron todo eso y me dijo el facultativo: “Mire, la operación ha sido positiva, pero tiene los tejidos tan débiles que dudamos que resistan la costura. Si resisten la costura, va a reponerse. Pero si no, nuevamente se va a desparramar el líquido y nuevamente le tendremos que operar”
¿Sabes cuántas veces le tuvieron que abrir y cerrar, abrir y cerrar? Seis veces. Me decía la religiosa que estaba allí: “Hermano, este Hermano es un mártir: nunca se ha quejado.” ¡Seis veces abrir, coser, y a los pocos días volver a abrir y coser! Los HH. Laureano González y Pascual Gebble, en sus testimonios, atribuyen la última enfermedad a una infección. Es más,el H. Pascual menciona el virus: estafilococo dorado.

Hno. VALENTÍN SEMMETH.
Con Enrique Massen estuve un año en Durazno, o dos. Era un buen muchacho y estuve con él en el año 59, el primer año que estuve en Durazno. Después en el ‘66. Parecía una persona muy buena, nunca tuve problemas, pero era muy exigente con los alumnos, muy enérgico; pero no hubo nunca problemas. En el año 66 creo que fue director de primaria en Durazno y ahí empezó su enfermedad de Parkinson, donde ya comenzó a tener más problemas, porque los alumnos se burlaban de él. En el tema de no consumir grasas, se cuidaba poco.
En el 59 trabajaba mucho. Era el encargado de prender la calefacción de los baños de los pupilos, Era a leña y muy primitiva. Hoy en día se la ve en Durazno. H.PASCUAL GEBBLE- No estuve en comunidad con él. Era muy piadoso. Siempre tuvo problemas de salud. La Catequesis era algo muy importante para él, y en tal sentido estaba muy bien formado.

Testimonio Del Hno. Ricardo Kress.
Otro hermano del cual tengo un conocimiento a la distancia es el Hno. Enrique Maasen. Con él viví en dos comunidades, en la de Pando y en la de Durazno, siendo en esta última donde vivimos más tiempo juntos. Además de ocuparse en dictar clases el Hno. Enrique Maasen tenía como misión un pueblito de las afueras de Durazno, a unos 20 kms., cerca de la ruta, llamado Goñi.
Este hermano había tomado como misión extra escolar ese pueblito, que era chico, con unos 800 habitantes, constituido por gente de campo, peones de estancias, que carecía de luz eléctrica y agua potable y por supuesto, tampoco tenía cura párroco. Por eso él iba los sábados y domingos en plan de misionar. Hacía las celebraciones de la Iglesia, no eucarísticas pero por lo menos misionaba con la palabra y le querían mucho.
Había pedido a Alemania un ciclomotor para poder llegar a ese lugar y desde allá le dijeron que no, que eran muy arriesgado y que le mandaban dinero para que comprase un auto. Es así que compró un auto de bajo precio, económico, cuya marca era Indio, fabricado aquí, en Uruguay, y que ya no se fabrica.

Todos los fines de semana, sábados o domingos, iba a misionar, a reunir a los niños y a los mayores y hacía una celebración con todos ellos. Lo querían mucho y él había puesto en ellos todo su corazón, todo su empeño.
Otro detalle de él que recuerdo mucho era su afición, su dedicación al estudio de la Biblia. Realmente sabía mucho, entendía mucho, nos deleitaba en las conversaciones que teníamos en la mesa sobre la Sagrada Biblia, con sus interpretaciones.
Era su iniciativa personal el estudio religioso en base a la Biblia y era muy ameno en sus narraciones.
Otro punto en el que destacaba el Hno. Enrique Maasen era en su sencillez y su sentido de pobreza y de amor a las cosas simples, sencillas y donde no hubiera demasiado ruido. La sencillez marista pero bien pintada.
El Hno. Enrique fue realmente un ejemplo toda su vida de sencillez, modestia y pobreza. Estas son las características que más puedo recordar sobre él.
Con el auto que tenía tuvo algunos problemas, incluso una vez volcó e iba acompañado con una monjita que también iba a misionar, pero no se hicieron nada… En fin, estos son pequeños detalles.
Fue maestro del Colegio de Durazno. Anteriormente estuvimos juntos en Pando, pero creo que pasó, como todos nosotros, por todos los colegios nuestros. Siempre enseñó en primaria y además era músico, por eso en el pueblo de Goñi entusiasmaba a los chicos con el canto. Además era un simple organista, al estilo marista. Creo que con este hermano ya he destacado lo que he podido reseñar en estos momentos.

Un Detalle Más…
El final de su vida fue hermoso y al mismo tiempo triste, porque enfermó y no recibió en la clínica en que fue atendido los cuidados que hubiera necesitado para salvar su vida. Murió de una infección que no fue detectada a tiempo por los médicos, igual que sucedió con el Hno. Antonio González, Corentino. Nosotros decimos que murió por descuido de los médicos.
Se trataba de un hermano valioso que murió de una forma casi prematura, porque no había motivo. No se estudió su mal a tiempo y murió por una infección ocasionada, creo, por un virus contraído en la sala de operaciones, por falta de suficiente esterilización o higiene luego de las operaciones anteriores. Se trató de un descuido de los médicos.

—Ricardo, por qué no me dices cuándo vas a cumplir las bodas de diamante.
—El 29 de agosto. Éramos cinco que vinimos para América: el Hermano Arsenio (falleció hace tres años), el Hermano Enrique Maasen (que fue el primero que murió, también por un descuido de los médicos)…
—Sí, así dijo ayer el Hermano Laureano. ¿Quiénes eran entonces los cinco? … Con Ernesto, son los dos sobrevivientes. Los otros quiénes eran.
—El Hermano Arsenio Beckmann. El Hermano Miguel Brenner, era otro compañero nuestro que murió hace dos años…
—Murió en Luján…
—Sí. Enrique Maasen, que murió hace como quince años. De él te puedo decir unas cuantas cosas también.
—Del Hermano Enrique Maasen algo nos dijo el Hermano Laureano.
—Enrique Maasen era compañero mío del noviciado. Era un hombre sumamente inteligente, Cuando llegó a Luján – llegó un poquito después, creó que fue el último grupo que llegó a Luján – y allá, como tenía que estudiar un poco en el escolasticado, él estudió música me acuerdo y el Hermano Pablo y cuando iba a adelantar una pieza más en los estudios de órgano, cada uno tenía que presentarla en el comedor. Y él qué bien que tocaba, cómo aprendía rápido.
—Pero era un estudio sin profesor. ¿El método de “Rafí”, el famoso “Rafí” sería?
—Sí aprendía cada uno según el libro que tenía, según el método. Y en matemáticas era una luz, sabía muchísimo y aprendía rapidísimo. Cuando vino al Uruguay, lo mandaron a diferentes Colegios. Aquí en durazno quedó un recuerdo muy agradable de él. En el pueblo donde yo voy ahora, que se llama Goñi, donde voy todos los viernes a dar una especie de paraliturgia (como el sacerdote, el ex Hermano Roberto, me llamó: “Mira, este pueblo está sólo y abandonado, no hay nadie que se preocupe”).
—Hemos pasado por allí.
—Sí pero está como 1 kilómetro para adentro, hacia la izquierda según se viene para acá. Entonces el Hermano iba ahí todos los domingos, cuando no había Misa, para hacer una celebración litúrgica con la gente. Y la gente hasta hoy día a veces me habla de él, lo bueno que era. Y a veces también llevaba ayuda. Una vez llevó un gran cuero, porque me decían que estaban haciendo trabajos en cuero de un club para jóvenes. Y otras cosas, así que tienen un recuerdo muy agradable del Hermano Enrique Maasen.
Era un hombre de estudio también. Tenía una cantidad de apuntes; cuando ya estaba enfermo, porque no sé qué tenía en el estómago, me dejó todos los apuntes que él había sacado: cantidades enormes sobre religión, sobre las clases.

—¿Con qué oficio vino desde Alemania?
—Venía como todos nosotros. Había estudiado el “Mittlerreiffe” (se llama en Alemania), o sea terminado el Liceo y después hacíamos el noviciado y los que vinimos enseguida para América no pudimos estudiar más.

—¿Con qué edad empezaron el noviciado?
—Todos empezamos allá el juniorado, con 13, 14 años. Terminó la escuela primaria y todos íbamos al juniorado, eran todos de la primaria. El Hermano Enrique se sintió llamado como todos nosotros; en primer lugar a salvar nuestra vocación, porque allá ya no había más futuro. Las Escuelas se cerraron justamente en 1937, cuando estábamos en el noviciado. Un día nos comunicaron, de un plumazo de Hitler se cerraron todas las Escuelas nuestras. Con los Hermanos ¿qué hacer? Había como 120 Hermanos. Muchos tenían que ir ya al servicio militar, ya al servicio de trabajo obligatorio, y nosotros que estábamos en el noviciado ya estábamos cerca de la edad. Ya teníamos 18 años y a esa edad había que ir al servicio militar o al servicio de trabajo obligatorio. Entonces cuanto ante salíamos del país… A ver si podíamos salvar nuestra vocación, si podíamos hacer algo más útil que con armas en las manos … que era aprender cosas inútiles. Yo considero siempre el servicio militar una cosa completamente inútil, menos unos pocos que se necesitan para mantener el orden.
Entonces, como se iban preparando para venir a América, el Hermano Enrique también se presentó y cuando llegó a Luján estuvo un tiempo con nosotros y después lo mandaron, al tiempo que el Hermano José Verius iba fundando las escuelas, para ser cocinero, como todos nosotros, los jóvenes. Uno o dos años de cocinero. ¿Qué cocinas? Bueno… arréglate. No sabíamos nada. Yo nunca había estado en la cocina. Él tampoco. Pero bueno, nos arreglábamos. Además teníamos muchos otros trabajos secundarios, como ayudar en la quinta, hacer las compras, todas esas cosas. Pero bueno, el tiempo pasó… Éramos jóvenes y teníamos mucha energía. Y el Hermano estuvo en este Colegio primero de cocinero y después volvió de maestro. Pero lo que a él más le interesaba era la religión, la catequesis…

—Pero qué bien… qué espíritu tenían todos ustedes.
—Veníamos con todo este espíritu misionero: enseñar, difundir el Reino de Dios en estas tierras. Y así fue, así se hicieron las Escuelas nuestras, por más que ahora a veces no lo quieran reconocer o lo enfoquen de otra manera.

—¿Y recuerdas si fue a algún otro Colegio?
—Estuvo en Santa María también. En los retiros siempre hablábamos, en los tiempos libres, cuando nos permitían hablar. Y él no entendía muy bien esas cosas modernas. Me acuerdo que decía: “Yo quiero morir en la Iglesia Católica”. Y a veces pienso que tenía mucha razón, si ahora estoy leyendo una revista que se llama “Das Fells” (La Roca), que es muy conservadora, pero trae cosas y uno se agarra la cabeza … ¡A dónde llegamos! ¿Llegará un cisma? Habla mucho de eso. Porque los extremistas modernistas llegan a un extremo que ya no se puede admitir. Ahora insistiendo continuamente en el celibato, la ordenación de la mujer, la libertad sexual, la Iglesia sin presiones, una libertad completa, la democracia…El modernismo, dice en el diario este. Entonces él lo siguió muchísimo a esto; cómo se iba escapando el espíritu religioso, cada vez se metía más el espíritu del mundo y algunos aceptaban esto como cosa corriente. Entonces, él con su enfermedad…

—¿Cuál era su enfermedad?
—Estomacal…
—Entonces él murió en Montevideo…
—Murió en Montevideo, en Santa María, en lo que antes era la Casa Provincial. Ahí murió, por un descuido también de los médicos. Porque el hubiera podido salvarse si hubiese recibido tratamiento adecuado. Lo dejaron estar.

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