Nombre Civil: Ángel Rodríguez Domínguez.
Fecha de Nacimiento: 07/11/1917.
Lugar de Nacimiento: Melgar de Arriba — Valladolid — España.
Fecha de Profesión: 02/02/1936.
Fecha de Defunsión: 10/02/1967.
Estable 1917 – 1967.
Nacimiento: Melgar de Arriba (Valladolid) – 07.11.1917.
Junior: Carrión de los Condes – 25.04.1932.
Luján – 07.11.1933.
Postulante – 26.02.1934.
Toma de Hábito – 02.02.1935.
Primera Profesión – 02.02.1936.
Profesión Perpetua – 13.01.1941.
Voto de Estabilidad – 11.01.1966.
2º Noviciado: Grugliasco febrero 1952.
……………………. Estudiante 4 años.
……………………. Maestro 20 años.
……………………. Ecónomo 3 años.
Fallecimiento: +10.02.1967 – Buenos Aires.
50 años de edad y 32 de Vida Religiosa.
ÁNGEL RODRÍGUEZ DOMÍNGUEZ nació en un pueblo de Tierra de Campos, provincia de Valladolid. Fue el benjamín de tres hermanos, dos varones y una mujer. Sus padres: Lucio Rodríguez Domínguez (+1963), fue secretario del Juzgado, y Paula Domínguez Montaña (+ 1954).
Fue bautizado a los pocos días de nacer, el 11, y confirmado el 22 de junio siguiente. Recibió ambos santos sacramentos en la parroquia de Melgar, cuyo titular es SAN MIGUEL ARCÁNGEL.
En páginas siguientes se pueden ver: la imagen de San Miguel, titular de la parroquia, el sagrario y el retablo, éste completo.
Domicilios. A pesar de que figura un solo hermano en la ficha de Secretaría, en la ficha complementaria hallamos dos hermanos varones: Lucio, en Carucedo (provincia de León) – que es el de la casa de familia paterna – y Teófilo, en Conde Guillén 13, de la ciudad de León.
Llegado al país el 7 de noviembre de 1933.
Documentos. Cédula de Identidad de Policía Federal 3317439; otra rara C.I. expedida por el Ministerio de Cultos; Libreta de Enrolamiento 5978293, Distrito Militar 33. Nacionalizado el 7 de julio de 1947.
Títulos habilitantes: En Primaria, Capital federal, APTITUD PEDAGÓGICA/1957; provincia de Bs. Aires, TÍTULO ELEMENTAL DEL MAGISTERIO/1938. Para Secundaria, TÍTULO SUPERIOR DEL MAGISTERIO, 1949; PROFESOR EN FILOSOFÍA Y PEDAGOGÍA (CONSUDEC)/1958.
En la página de destinos del año 1966, en ELEVACIÓN consta que tal año se desempeñó como adjunto en GRAM EDITORA, que aún era responsabilidad de ambas provincias. Pero, su salud no permitió que se llevara a cabo ese plan. Continuó todo el año en la comunidad del Colegio La Inmaculada. Un cáncer de páncreas lo limitó totalmente, y es difícil hacerse a la vivencia de lo que tal mal entraña de sufrimientos. Inclusive, sobre el final, sus bajas en sangre obligaban a refuerzos extras de glucosa, a fin de superar sus hipoglucemias, mucho más peligrosas que las hiperglucemias, como se sabe comúnmente.
Quince días antes de su partida, fue internado en la clínica San Camilo. Lo asistía mañana y tarde el Hermano Arcadio Balbás. A fin de simplificar tantas idas y venidas, le permitieron una pieza al lado de la suya, la que fue ocupada por Arcadio.
Lamentablemente, no se ha escrito nota necrológica, por lo cual, pasamos directamente a la página que encontramos en la revista provincial , abril – mayo 1967, pág. 12. El autor, Hno. Arcadio Balbás, se limita a “algunas cosas sucedidas en el último mes de su vida”.
+ Rdo. Hno. Angel Rodriguez
Hacer la biografía del Hno. Ángel seria para mí algo imposible por la simple razón de que nunca viví con él en ninguna comunidad. Por eso me contento con decir aquí algunas cosas sucedidas en el último mes de su vida, mes en que seguí de cerca su enfermedad.
Por lo general, cuando se hacen biografías, se escriben coses edificantes, a veces tan edificantes, que nos dejan un tanto escépticos. No obstante, lo que escribo es cierto.
Salvo una vez, jamás le oí una queja de nada ni de nadie. Siempre se mostraba conforme con todo lo que se le hacía o decía. El único temor qua mostraba era el de molestar. No es fácil creer esto, ni tampoco puedo decir si en toda su vida fue así, pero si en sus últimos días.
Cada vez que se le advertía de que debía prepararse para el viaje final. Respondía; “Que sea lo que Dios quiera”.
Hasta el domingo 5 de febrero se valió de sí mismo, pero ese día, a Tas 22, tuvo una caída repentina y hubo que administrarle. Respondió uno tres otro. La señal de la cruz salía con con alma a todas Las oraciones. Luego quedó inconsciente. Pasó la noche delirando. Todos los oremus del libro de oficio, en latín, pasaron toda perfección y pausa. En cierto momento se sentó sobre la cama y dijo al que estaba a su lado: “Cuídame bien la hostia que está en la custodia”. En fin, del subconsciente sólo afloraba la religiosidad que le caracterizó siempre.
Tuvo largas horas de lucidez el martes 6 y el miércoles 7, pero el jueves, día antes de morir, nadie hubiese dicho que estaba enfermo. Varias veces quiso se le leyese algo sobre la muerte; rezó; pidió la cruz de profesión; dejó la dirección de sus familiares; agradeció al R. H. Provincial todo lo que por él se había hecho y le pidió que dijera a los hermanos que rezaba por los que estaban de vacaciones, campamentos, etc.
A las 19 pidió que se llamase al médico y recomendó que ese día no debía faltar. Llegó el médico, le auscultó como siempre y le recetó suero. El enfermo contestó que todo era inútil; luego estrechó la mano al facultativo, le agradeció todo lo que por él había hecho y le pidió perdón por las molestias causadas. Toda su insistencia en llamar al médico era que no quería irse sin agradecer a su benefactor. Horas después, a las 2,45 del viernes 10 de febrero, entregaba su alma al Creador, con toda lucidez.
Según los documentos personales del difunto que tuve en mis manos, había nacido el 3 de marzo de 1917 en la provincia de Valladolid, España.
H. Balbás