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HNO. ISIDORO AGUNDEZ

Nombre Civil: Isidoro Agúndez Charinga.

Fecha de Nacimiento: 19/11/1911.

Lugar de Nacimiento: De Santervás de Campos — Valladolid — España.

Fecha de Profesión: 02/07/1928.

Fecha de Defunsión: 20/08/1984.

Profeso Perpetuo 1911 – 1984.
Nacimiento: España 19.11.1911.
24.08.1923: Junior en Carrión de los Condes.
12.10.1925: Desembarca en Bs. Aires y es junior en Luján.
02.01.1927: Postulante.
02.07.1927: Toma de Hábito.
02.07.1928: Primera profesión.
13.01.1935: Profesión perpetua.
Actuación …………………… 53 a.
Empleos …………… 1 a.
Maestro …………… 14 a.
Profesor ………….. 34 a.
Administrador….. 4 a.
Fallece en Mar del Plata. + 20.08.1984 73 Años. 56 de Vida Marista.

De Santervás de Campos, Valladolid. Su padre, labrador, Anastasio Agúndez Herrero (+1956). Fortunata Flores Agúndez, fallecida. Hermanos suyos, Félix (en su pueblo), Äurea, idem. Su prima Eutimia Agúndez, en Rosario (3 de febrero 3351).
TÍTULOS: Primaria, APTITUD PEDAGÓGICA y TÍTULO ELEMENTAL DEL MAGISTERIO, Pcia. de Bs. As. 1932. IDEM, MENDOZA, 1942. Secundaria, TÍTULO SUPERIOR DEL MAGISTERIO,1946.

Carácter fogoso, muy activo y primario.Trabajador modelo. Piedad sin adornos directa y conventual, sin acentos circunflejos. Bien a la castellana. Muchacho fuerte, mejor en acarreos que en melindres. Un dejo de sorna, con alguna actualización en su modo de relacionarse, nada abusivo. La foto de Secretaría Provincial permite adivinarlo. Un caminar con el de hombro a hombro en inclinada diagonal, me hace recordar la canción centroamericana de Juan Luis Guerra, ”El tumbao.” Alusiones discretamente cachadoras, frecuentes, para con Cavia, Jesús, Lucianito y Porro. Una risa en a, muy abierta – ahora sí, con acento circunflejo – contagiosamente sonora. Cabello castaño hacia rubio, poco frecuente en nuestros Hermanos castellanos.
Gran extrovertido y animoso.

Isidoro, nuestro por siempre “CHARINGA”, protestón desconfiado y con cara de malo, escondiendo un corazón fraternal y colaborador, no podrás decir que no te recordamos. Te hemos rodeado con los colores de tu seguido Boca Juniors; quienes te hemos conocido, te nombramos con toda simpatía y adhesión cordial. Especialmente quienes compartimos vida comunitaria contigo en el I.P.R., por aquellos primeros años de la década del ’70. El docente de Matemática y Catequesis de los años del Ciclo Básico. Nuestro chofer comunitario combinando idas y venidas, los sábados, para llevarnos y traernos al y del campo de deportes a mediodía, sin fallar nunca. Todo a punto para nuestro asadito cofraternal.

Dominio conduccional, extensible, además de la rural comunitaria, al jeep, con el que realizabas las diversas gestiones y compras en pro del colegio y de la comunidad. Muchas veces acompañado por el Hno. Jesús. Sin abandonarte el aire de que eras un mal religioso, de que “trabajabas por el rey de Prusia…” No sólo te recordamos, es que valoramos tu presencia entre nosotros. Aquella absoluta corrección, – claro, bajo el manto de la “non chalance”, del “qué importa”-… tuvimos una diferencia por no sé qué asunto, nada fuera de lugar… pero te pareció que habías estado incorrecto con tu Superior ocasional. Apenas me volviste a encontrar (cocina del I.P.R.), ya te referiste a ello con humilde actitud, como habiendo causado un enorme desaguisado fraternal. A pesar de que, personalmente, no le había dado ninguna importancia, insististe en tu pedido reparador. Recuerdo haber dicho una de las frases más importantes de mi vida: “Isidoro, no pasó nada. Además, uno no es lo que se le escapa en un momento de impaciencia. Lo que vale es nuestra actitud permanente…”
Y su actitud habitual era enormemente positiva, te lo aseguro, lector. Grande, Isidoro.

De la nota de LUJÁN, diciembre 1984, firmada por el Hno. Delfín Ampudia. Difícil es hacerse a la realidad de que el Hno. Isidoro nos ha dejado, parece todavía oírse su festejo, de los mil que hacía por día, por tantas cosas como llamaban su atención.

(…) Tomar bien la fecha, desde 1931 hasta 1984, no hay mayores hitos en la vida del Hermano Isidoro que llamen a particular observación, pero tampoco la inacción será el sello característico de este largo lapso en el que se consumió la vida de un marista con las peculiaridades carismáticas de la institución. Creemos que en su encuentro con el Padre Champagnat en la otra Ciudad habrá sido fácil el reconocimiento. Pues fue sencillo, silencioso y abnegado en un estilo muy personal. No sé si todos los que lo trataron le conocieron en los detalles de la vida de entrega hacia la comunidad, hacia lo marista.
Tenía su temperamento, su geniate, pero sabía reaccionar pronta y favorablemente al poco tiempo de un cambio de palabras y opiniones. Aunque decía que no le gustaba que le ganasen en las discusiones y cuando preveía el fracaso procuraba “no meterme”. Lo pinta en algunos aspectos de su personalidad lo que me decía al principio de este año: “yo protesto, pero las cosas las hago y a veces protesto aunque me gusten, algo hay que decir, yo soy así”. “He protestado por los trabajos de mimeógrafo que tengo que hacer, pero en el fondo me gusta y lo hago.”

Su dedicación al colegio y a la comunidad llegaba ordinariamente por el lado de que no se le escapaba detalle, deterioro material en el colegio o acontecimiento. Así decía no hace mucho un Hermano ante una picardía de la vida comunitaria: “Esto, por más secreto que sea no se le va a escapar al maligno de Isabelino.” En efecto, caminaba mucho por el colegio, iba observando, no era el hecho de caminar su móvil, sino constatar cómo estaban las cosas. “Usted, Hermano Ecónomo y Director vengan a ver esto, pues no puede seguir así.” Seria alguna cañería con pérdida, humedad en la pared, cielorraso caído, alguna cosa desaparecida, tenía ojo para todo.
Aunque el tono con que decía las cosas no siempre agradaba, era su forma de ser, vehemente, pero no enojado contra personas, al contrario veía muy mal el enojo entre Hermanos y peor si duraba. Decía ante una situación concreta de largo distanciamiento entre un Hermano y el Superior: “Pero esto no es vida, se puede uno enojar, pero tiene que pasar, sino cómo puede hablarse de Hermanos, si parece que ya tiene odio.”

Le gustó la conversación, lo festivo, sabía ser ameno y picante en las conversaciones entre amigos, con la risa socarrona a flor de labios, pero él era así y decía que no hay que pasarse, aunque a veces reconocía que “nos hemos ido lejos”.

En su piedad, quizás fuese poco conocido en este aspecto, no manifestaba a primeros encuentros las convicciones religiosas que movilizaban su vida. En el cumplimiento externo, prontitud en las oraciones o presencia perfectamente aprobada y constatada. Pero tenía otras formas que parecían ablandar su temperamento. Lo encontré hace ya tiempo, venía de la iglesia de Pompeya, era en vacaciones, me dijo: “Fuí a oír otra misa en Pompeya, suelo oír dos misas, ya uno vale para poco, por lo menos habrá que ser piadoso.” Llevaba una mano en el bolsillo, creo que rezaba el rosario.

En su vida apostólica no se dejó abrumar por la monotonía de 50 años largos casi sin interrupción dedicados al magisterio o al profesorado. Esto es cierto a tal punto que en los cuatro años en que fue administrador, tampoco abandonó el ejercicio de la clase. Ni los posteriores achaques cardíacos fueron capaces de vedarle el ejercicio docente. Era como era. Todos los años dice lo mismo: “El último año que tomo clase.” Esto se repetía entre los Hermanos. Pero al año siguiente volvía a lo que era su segunda vocación. Y con las armas en la mano lo encontró el Señor prácticamente aquella mañana fría del 29 de agosto cuando ya sonaron las palabras de terminación en la viña del Señor. En efecto sus previsiones eran de seguir cuanto antes con las horas de clase que había dado momentos antes de internarse. Dudó para admitir momentáneo reemplazante. Se habían entregado notas ese día, él ya tenía para la próxima entrega tres o más notas por alumno.

Los últimos acontecimientos. Viernes 24 de agosto, fue a sacarse una radiografía.
Apenas el médico vio el resultado de la radiografía dictaminó inmediata internación. Isidoro siguió siendo Isidoro y en nada modificó su constante conversación picante, viva. Debía descansar. Su estado se deterioró en la noche del 25 para el 26. Internado con preinfarto, se consumó el infarto.

Para la noche del 26-27 pidieron de la Clínica “Modelo” atención por parte de la Comunidad, se quedó el Hno. Daniel; al amanecer lo reemplazó otro Hermano y a las 10 un tercero. Aquí el cuadro clínico indicó empeoramiento; el médico, Dr. González Sueiro, ex alumno, aconsejó: “Terapia intensiva, cambio de clínica, a la «25 de Mayo» y aplicación de marcapasos.”

Le comuniqué las determinaciones, no pareció inmutarse, no le dije lo del marcapasos, comenzó a buscar sus cosas, su rosario – que “no sé por dónde se me habrá corrido” –. Lo encontró, se lo llevó. Llega la camilla. – “Así que andamos mal”. “No, los malos son ustedes que me llevan de aquí”. Consejos sobre no hacer esfuerzo y se lo llevaron.
Varios Hermanos fueron a visitarlo en el riguroso horario de visitas en terapia intensiva. La apreciación era que estaba bien y aparentemente por sus manifestaciones, muy bien.
En la mañana del 28 el Capellán del Colegio le llevó la comunión. Por la tarde avisaron de que era conveniente el aplicarle el marcapasos inmediatamente. Ya se había encargado días pasados, se pidió inmediata entrega. No obstante fuimos a las 20 tres Hermanos a la clínica. Pude entrar. Estaba el Hno. Isidoro con máscara de oxígeno. Me preocupó, fue él quien me animó con una de las suyas: “Estoy para el chapiro.”

Después: “Me da vergüenza, me tienen aquí desnudo.” Las bromas de él eran lenguaje. Me dijo que al día siguiente le pondrían el marcapasos. Le contesté: “Será hoy, si es una cosa buena, que te la apliquen cuanto antes.” Pensó, dijo: “Pues mejor hoy.” Regresamos para cenar, no había nada que hacer de parte nuestra. A las 22 volvimos a la clínica. No pudimos ver al Hermano. La doctora responsable nos dió la seguridad de que no había peligro, que el enfermo reaccionaba bien ante los medicamentos, que lo regulaban, que nosotros nos retirásemos tranquilos. No tranquilos, pero sí nos retiramos. A las 5.20, el Hno. Cavia que recibe el llamado telefónico: el Hno. Isidoro ha fallecido. La Comunidad se entera, de inmediato para la clínica. Nos refieren, todo normal, a las 2 se le aplicó el marcapasos, lo aguantó próximo a media hora e hizo paro respiratorio, del que no se lo pudo recuperar.

La radio local comunicó inmediatamente la noticia a la ciudad de Mar del Plata, invitando, además, a concurrir al velatorio y misa de cuerpo presente que se oficiaría en la capilla del colegio.
El alumnado, familias y amigos se hicieron presentes para rezar, homenajear y despedir a quien por muchos años dedicó lo mejor de su vida al medio marplatense.
A las 12.30 partió la camioneta del colegio rumbo a Luján. Un numeroso público y alumnos asistió a esta despedida.
El 30 a las nueve, misa de cuerpo presente en la Villa San José y el adiós fraterno en el panteón Marista de Luján. ¡Hermano Isidoro, que en el cielo nos veamos!

En la página 24, en noticias del IPR, nos dice el mismo Hno. Delfín: “ El hockey, que también se nombra como actividad del Sporting-marista, en la coronación de actividades movilizó a más de cien equipos de todo el país. Fue una gran fiesta, que además pretendió ser un homenaje al Hno. Isidoro, pues jugó el trofeo “Hno. Isidoro”, en memoria del que fuera primer dirigente del campo de Villa Marista. Hermoso gesto por parte del hockey femenino.”
1984- TROFEO HNO. ISIDORO-SPORTING. IPR –1984.

Hno. Exuperio Luis.
Artículo de la revista de la provincia de León, ORIENTACIONES. Viene de pág. 12.
Querido Hno. Lucio:
Es la primera vez que tengo que escribirte para hablar contigo. ¡¡Cómo te has ido sin despedirte!! Lo más seguro fue que tu corazón se vio forzado por alguna intensa emoción y esta vez ya no pudo reponerse.
¿Te acuerdas de cuando aquel Hermano, de El Escorial, empezó a contarte algunas cosas de tu entrañable Argentina? Tuvimos que dejarte un rato tendido en el suelo. ¿Y de los sustos que nos dabas en Orense a altas horas de la noche?

Que no. Que no eras capaz de dominar tu corazón. Que no te cabía en la humanidad que lo cobijaba. Porque era mucha la sensibilidad y ternura que te embargaba.
No por otra cosa si no venían tantos de tus antiguos alumnos a visitarte a Orense. ¡Porque en tus clases de francés no eras nada blando!! Pero recordaban agradecidos tus horas extras y la dedicación e interés que les demostrabas en tus clases.

Siempre te recordaré disponible para todo lo que hiciese falta: ayudar al Prefecto de los internos mayores durante cursos enteros, vigilar en el patio y por los pasillos, suplir ausencias de profesores, estar en el patio, todos los días, la última hora de la tarde esperando a que los internos entrasen al estudio para que en ese momento saliesen también los externos y cerrar la puerta… Hasta prestarte a asistir a aquel cursillo de literatura que nos dio en León Morales Oliver, y al que te sumaste sólo para hacer número, pues te estabas reponiendo de uno de tus fuertes achuchones.

Sólo conviví contigo seis años en Orense, pero creo que fueron suficientes para conocer lo fundamental de tu trayectoria Marista, y para que pueda ahora agradecerte tus buenos ejemplos.
Y, para terminar, recordarte que después de Argentina, en donde pasaste más tiempo fue en Orense. Aquí has dejado muchos amigos que confían en tu intercesión ante el Padre y nuestra buena Madre. Pídeles también por él, Santa María, y por todos nosotros.

Un fuerte abrazo y en unión de oraciones. Hno. Daniel…
Al Hno. Agustín De La Hera, nuestra gratitud por el presente envío.

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