Nombre Civil: Jean Louis Philippe Chalencon.
Fecha de Nacimiento: 24/04/1891.
Lugar de Nacimiento: Ricamarie — Loire — Francia.
Fecha de Profesión: 02/02/1913.
Fecha de Defunsión: 02/11/1962.
Estable 1891 – 1962.
Nacimiento: Francia 24/ 4/1891.
14/ 9/1904: En Mondoví, Junior.
16/ 7/1906: Idem, Postulante.
2/ 2/1907: Toma de Hábito.
2/ 2/1908: Profesión temporal.
2/ 2/1913: Profesión perpetua.
8/ 1/1928: Voto de Estabilidad.
24/ 1/1909: Llega a Argentina.
Actuac.: Europa……1 año.
Argentina……………49.
Maestro:……………. 8.
Profesor: ………….10½
Director: …………..27½
Retirado: ……….casi 3
1958: Bodas de Oro.
Fallece en Luján.
+ 2/11/1962 72 Años.
Jean Louis Philippe Chalencon vio la luz en La Ricamarie, Dpto. del Loire. Su padre, de nombre Louis, era capataz de minas. Falleció cuando él tenía 29 años (1920). Su madre se llamaba Marie Philippot. Louis Philippe tenía 35 años al fallecer ella. (1926). Siendo muy posible que haya estado en su casa, a lo menos, para el sepelio, ya que hizo el Noviciado Mayor a partir de febrero de 1926, en Grugliasco. La segunda –y última visita a sus familiares- fue en 1949. En la ficha consta de un hermano suyo, Augusto, domiciliado en rue Dorian, 14, misma localidad de su nacimiento.
Mirando las fechas del copete, vemos que llegó a nuestro país después del primer año de profesión temporal.
Sus titulaciones: Título Elemental del Magisterio: Pvcia. de Bs. As., 1924. Mendoza, 1947. Córdoba, 1956. Enseñanza Secundaria, Decreto de 1926, Geografía y Francés. Resolución Ministerial, 1930.
Pronunciados sus primeros votos, figura como estudiante hasta…¡ mayo del mismo año! en Ventimiglia. En ese mes de 1908, revista como maestro en Génova. Y desde agosto, Celador en Vich. Meses después es su viaje misionero a nuestro país. Llegado el 24 de enero de 1909, en marzo debuta como maestro en el C. N. S. de Luján. Son tres años. Podemos seguir sus pasos en la grilla de obediencias y misiones que presentamos a continuación.
Sabemos que el Juniorado de Saint – Paul había sido trasladado a Mondoví en 1903. Jean Louis ingresa en éste en 1904.
En el viaje a Buenos Aires, el contingente está presidido por el Hno. Constancien. Con él, eran 10 los Hermanos viajeros: Benitius, Alicio, Ildefonso, Conrado, Marcial, Justino, Xenophon, Dionigi, y Girolamo. En la Historia de la Provincia se cita a los futuros Hermanos Pablo José, Cleto, Pablo Norberto, Bruno Casimiro, Emilio Serafín y Antonio Benigno. Viajaron como juniores.
Algunas ampliaciones a propósito de la grilla. C. M. Belgrano, Director, 1928. Careciendo de adecuado espacio para la educación física y deportiva, se aceptó el ofrecimiento del Club Gath y Chaves. Desde ese año los alumnos disfrutaron de esa posibilidad para la práctica gimnástica y deportiva. El ofrecimiento fue muy de agradecer, dadas las características de gran desinterés de las autoridades de dicho club. La fiesta académica de fin de curso se desarrolló en el Teatro Belgrano. El 25 de octubre, siendo el año de las Bodas de Plata de nuestra llegada al país, una concurrida delegación de alumnos, unidos a los colegios de la capital, de Morón y de La Plata, peregrinaron a Luján.
C. San José, Mendoza, Director, 1947. En este período se duplican varios grados. La matriculación alcanza a 405 alumnos en Primaria y 204 en Secundaria. Los mediopupilos colman la capacidad del comedor. Se mantiene el hábito de que cada mesa esté presidida por un Hermano, quien almuerza con los alumnos. El coro del centro de inmigrantes yugoeslavos utiliza dependencias nuestras para ensayar. Asimismo, su concurso enaltece celebraciones litúrgicas y algún acto cultural. Se compra un terreno en el que se alojarán los Hermanos. Se deja el sector llamado Castel Gandolfo, que daba a calle Alem.
Recuerdos personales. Deseo hacerlos presente, no sólo para dar información a nuestros Hermanos, sino también a manera de homenaje a este gran Hermano.
En 1952, C. San Vicente, se desempeñaba como director. En mi 3er. grado tuve gran apoyo y acompañamiento suyo. Visitaba el aula, y ejercía docencia con los alumnos. Los trataba con simpatía y proximidad. Ellos aceptaban bien sus rasgos de buen humor. Sus reflexiones religiosas les hacían bien. Recuerdo aquella vez que les insistió para que trazaran bien la señal de la cruz. Su manera de incitarlos a orar con piedad, dignidad y recogimiento perdura en mi recuerdo. Ortografía, redacción, cálculo mental, cortesía y buenas maneras, no escaseaban en sus visitas. Los hacía pasar al pizarrón, les inculcaba claridad y buena caligrafía.
Siendo el grado de la Primera Comunión, pasaban a conversar con él, y les hacía preguntas sobre el catecismo, aquel famoso de las 92 preguntas. Un niño mayor en físico y edad, inmigrante reciente de Italia, con serias dificultades de lenguaje, pero sencillo y bueno como pocos uno puede encontrar, tuvo una respuesta que nos contó nuestro Superior, sin ningún aire de menos aprecio. Es el caso que le preguntó, en la charla en particular, dónde se encontraba N. S. Jesucristo. La respuesta, obviamente, incluía mencionar la Sgda. Eucaristía. Mi gringuito, abiertos los ojos como el dos de oro, las cejas en notable acento circunflejo, tomándose el tiempo necesario, y como quien se juega íntegro en dar la respuesta que esperaban los siglos, contestó: “Sta a Buosaria.” Nuestra capital da para todo. Reforzamos a nuestro tan buen extranjerito, y pudo hacer su Primera Comunión.
En el mismo curso había un alumno bastante alto, gordito, descuidado en limpieza y ropa. A veces se le aconsejaba darse un bañito ( aromillas ). Sin ser de cuadernos pulcros, buen alumno. Vivísimo, jugaba al afecto con sus padres, separados. Obtenía así buenas ventajas de los dos, que no querían dejarse ganar por el otro. Zapatillas de esas “bigotudas “, con un caminado pie plano, tenía el aspecto de un ser humano de ésos que se estudian en alguna era geológica. Cariñosamente, el H. Ildefonso lo nombraba como el “Homo pétreus. ”Nos causaba gracia. Tenía relación positiva con los Hermanos. En boca de nuestro Hermano Superior, el apelativo no sonaba a burla. ¿Qué habrá sido del gordito López? De 1952 a 1997, no son más que 45 años.
Otro capítulo de la simpatía, era nuestro portero, Don Pascual. Un italiano con dificultades a la hora de hablar castellano, o sea, todo el día. Se refugiaba en una especie de cabina que oficiaba de portería. En los días de frío, con su habitual y vencido sobretodo y bufanda, se acurrucaba. Le profesaba cordial afecto al H. Director. Le caía rebien que le hablara en su lengua materna. Al verlo sentado y arrebujado entre sus ropas, alguna vez le decía: “Lu Pasquale fa il vescobo.” (La imagen presente, es de archivo, no es foto.) Reía, efusivo. Sobre el atardecer, le traía al Hermano el vespertino “La Razón,” y un vaso de agua.
Con nosotros, los Hermanos, era sumamente fraterno. Has leído arriba, sobre su foto, el calificativo de Le bon Père. Se lo puso el H. Lorenzo Benedettini. Clavado de bien puesto. Por cuestiones de horario y/o atención de pupilos, se me hacía dificultoso practicar deporte con los HH. del C. M. Rasore, los domingos de tarde. Los viernes por la tarde, los internos practicaban fútbol, fuera de campeonato. Pero coincidía con los rezos de comunidad. Lo conversé con él como de una necesidad para mis 23 años. No titubeó un instante en autorizarme. Y fue.
Se trataba de facilitar a los HH. Mario Cellone (d.e.p.) y Lorenzo, la asistencia a alguna obligación nueva no prevista antes, en la facultad de Ciencias de La Plata. En la sala de comunidad, rectángulo muy largo, el Superior explicaba y solicitaba a los Celadores de los Mayores (H. Asterio) y de los Medianos (H. Guillermo Barggiano, ambos ya perseverados ) que se hicieran cargo de alguna hora de clase. En el último de aquellos grandes pupitres conventuales maristas, tan conocidos otrora, hacia la derecha del Superior, sedía nuestro Asterio. Ante tal previsión que lo involucraba, sin pronunciar palabras entendibles, no dejó de manifestar una cierta falta de conformidad. En fidelidad a la colocación de los Hermanos en la sala, el H. I. dijo después: “Se oían protestas en la extrema derecha.” Comunidad en la que primaba la sensatez, todo sucedió como previsto, y bien.
Alto testimonio es el que podemos aportar aquí. Se lo agradecemos al Hno. Emilio Garione.
Tuve la gran dicha de tenerlo como Director y de convivir con él en varios colegios. En el inolvidable colegio Mons. Federico J. Rasore, durante los años 1945 a 19471 incluido. Era el Director, y yo su joven Vicedirector y maestro de 7mo. Grado. Sus ejemplos me sirvieron de mucho para mi formación religiosa, y profesionalmente como educador marista. De él aprendí el amor al trabajo, a la lectura, a la mesura en el trato con los demás, sus amplios puntos de vista, sus juicios profundos y siempre muy acertados acerca de las personas y procederes, su delicadeza en el trato y su inmensa bondad y alegría en el convivir juntos. Siempre dispuesto a dar un buen consejo, sabio y prudente, de fácil y alegre trato, sus chistes siempre muy reideros y oportunos, su aguda intuición de los hechos y de las cosas de la vida diaria. Siempre fue “un gran Director”, muy apreciado y ponderado por todos aquéllos que lo trataban y analizaban su proceder.
Los alumnos veían en él, más que a un H. Director, a un tierno padre, afable, asequible con todos. El apostolado de la “presencia “ era para él connatural, su andar rodeado de alumnos en los patios del colegio durante los recreos, era muy simpático y paternal.
Muy delicado para con sus cohermanos, se apresuraba a entregarles las cartas que les llegaban. Me apreciaba. Pidió al H. Provincial que me trasladaran a Mendoza, al ser nombrado él Director allí. Pude apreciar, como antes, su don de mando para con una comunidad de Hermanos muy numerosa y frente a un colegio de muchos alumnos y de gran prestigio en esa populosa ciudad.
Sus casi diarias palabras al alumnado reunido en el gran patio, eran escuchadas con mucho respeto, cariño y ascendiente moral.
Las autoridades, tanto civiles como religiosas y militares, lo admiraban y siempre aceptaban complacidos sus invitaciones para la celebración de las efemérides patrias o religiosas. A su iniciativa se debió el gran desfile por las calles de la ciudad de todos los alumnos de los colegios religiosos, siendo muy aplaudidos por la numerosísima concurrencia de personas que se adhirieron con su presencia y con sus aplausos a tan imponente manifestación escolar privada.
Las autoridades del Ministerio de Educación de la Provincia, no tomaban ninguna decisión importante sin su consejo y sin previamente haber sido consultado de modo preferencial.
Donde más pude admirar al H. Ildefonso, fue durante los años 1957 hasta que se tuvo que retirar de la enseñanza por razones de salud. Proveniente del C. Sgdo. Corazón (San Francisco), ocupó el cargo de maestro de sexto grado en el C. Sgdo. Corazón (M. Juárez). Allí pude admirar su humildad, pues, de insigne Director de muchos y grandes colegios nuestros, bajar al llano y hacerse cargo de un grado… me parece que no todos serían capaces de hacerlo. Me desempeñaba como maestro de 7mo. grado y lo tenía al lado mío, casi a la par en el quehacer diario. Su aula lindaba con la mía, durante los recreos, en el patio, me era dado conversar mucho con él. Su sencillez, su alegría, y su inalterable bonhomía, me admiraban y me contagiaban. Por aquel entonces se veía al varón de dolores, sus sufrimientos eran imposibles de ocultar…, y, sin embargo, se esforzaba en disimularlos detrás de su perpetua sonrisa y buen humor.
Al finalizar el curso escolar de 1959, pidió su retiro y fue enviado a Villa San José, donde poco tiempo después fallecía santa, serenamente consumido por un cáncer traidor que lo llevó al sepulcro, liberando su alma de atroces sufrimientos.
Durante los últimos meses de su vida me propuse escribirle cada semana. Supe, por el muy recordado H. Pedro Gabriel, que se complacía mucho en leerlas y releerlas. Al principio me las contestaba, hasta que llegó el momento de no poder hacerlo más, pues las fuerzas declinaban rápidamente. En una de sus últimas cartas, me decía jocosamente: “No sé qué espera el Señor para venir a buscarme. Mi ‘pasaporte’ está listo y todo está en regla.” Tenía 72 años, empleados todos ellos para buscar y extender el Reino de Dios, la santificación de tantas almas y el enriquecimiento de su vida mediante la fiel práctica de las virtudes maristas de sencillez, humildad y modestia. ( …) desde entonces contaba con un fiel amigo más en el cielo ( …) Hermano Ildefonso Chalencon, ¡ hasta pronto ! “
Leemos en Ecos de Familia, tomo 1961 – 1965, núm. 181, pág. 152: “ … unida su alma en abrazo estrecho con la Madre del Cielo, creemos que el querido difunto habrá tenido un trámite muy sencillo que cumplir en los despachos del Rey de la Gloria para que le fueran abiertas sin reticencias las místicas puertas que nos canta David en sus salmos. “
1 Nota aclaratoria. Viene de página 47. Como se ve por la foto, en 1947 ejerció Dirección en el C. San José.
Esta breve contribución del Hno. Eutiquio Abad es elocuente en su sencillez. Nos contó esto:
“16 de setiembre de 1955. Colegio Sagrado Corazón, San Francisco. A fin de liberarse de las iras del tirano Perón, los Hermanos, trajeados de paisano, se iban retirando a refugiarse en casas de familia de sus alumnos. El H. Ildefonso, Director, los animaba a ello. Por su parte, como no había hecho nada malo, decía, puesto en las manos de Dios, se quedaba en el colegio.
Eran ya los tiempos de su alto consumo de agua, debido a su diabetes.”
Corresponsal en Mar del Plata para la revista LA FAMILLE, encontramos una nota suya, en la que ante todo expresa la impresión recibida entre los Hermanos, a raíz de la nueva publicación. Está en pág. 76 – 77, del nº 3, 1919. Vertimos del francés: “El Nº 2 de “La Famille” nos parece aún más coqueto y más interesante que su hermano mayor, y hemos constatado los progresos realizados ya sea en cuanto a las imágenes como en cuanto a la impresión.
Felicitamos a todos aquéllos que contribuyen a su publicación.
Y ahora, ¿qué diré de Mar del Plata que pueda interesar a los lectores de “La Famille”?
Hemos tenido la dicha de recibir al Q. H. Visitador y de aprovechar su presencia para hacer la recolección trimestral. El Rdo. Padre Natalio Calvino, capellán del Asilo Unzué, nos dio una muy bella instrucción sobre el amor de Jesús.
Por su parte, el q.H. Visitador nos edificó y nos interesó, como siempre, con sus charlas e instrucciones.
Esperamos con impaciencia la época del Retiro para volver a ver nuestra querida casa San José, y recorrer el nuevo terreno “Juana de Arco”, de soberbias plantaciones “en quinconce” , y saludar a los buenos amigos. Entretanto, felicidad para todos.
F. Ildefonse.”
Ecos de Familia, octubre 1926, pág. 29, año en el cual figura como participante del 2º Noviciado. “Desde la aparición del último número de nuestra hoja de familia nos han venido a alegrar con su regreso los muy queridos HH. Ildefonso y Benvenuto, acompañados de ocho juniores, egresados de Carrión. (…) No silenciaremos que plugo a la Providencia poner a dura prueba a los HH. Ildefonso, Geraldo y Angelo, pues, durante su estada en Grugliasco arrebató a su cariño la vida preciosa de sus respectivas madres, deparándoles el consuelo de ir a recibir su postrer suspiro y sus bendiciones maternales. “Renglón después se hace saber que el H Ildefonso ha sido puesto al frente del Escolasticado.
Muchos años después – setiembre 1945, pág. 104 – figura su nombre entre los Hermanos que han respondido. El tema es el pedido de enviar aportes al “Ensayo de historia de la provincia.” En la misma línea, veamos diciembre 1945, pág. 20. Varios fragmentos de cartas con tales contribuciones. El primero es suyo: “En el aparte “Otros sucesos de 1913”, publicados en la sección histórica del último número de ECOS DE FAMILIA, creo que se ha deslizado un pequeño olvido, que con estas líneas trataré de subsanar. En efecto, el 2 de febrero de 1913, el Rdo. Hno. Marcial y otros dos HH. Emiten sus votos en la capilla privada de la Casa de los Padres de la Misión, calle Cochabamba, después de un retiro de cuatro días, realizado en el Colegio de la calle Lorea, cuyo Director era entonces el Hno. Victorino; fue predicador el Rdo. Padre Asiento, C.M.F., y presidió el Rdo. Hno. Honoratus, entonces Visitador. Han pasado 32 años y los tres ejercitantes de aquel entonces siguen, con la ayuda de Dios y de la Virgen Santísima., ocupando su modesto puesto de trabajo en la Provincia Argentina”. (Hno. Ildefonso, Director del Colegio Mons. Rasore).”
Abril 1946, pág. 12. Una interesante cita del periódico “La Voz de Luján”, del 22 de diciembre de 1945, hace la crónica de los recuerdos y homenaje brin-dados por los ex alumnos del Instituto Alvear. Nombrando a los Hermanos que estaban presentes para recibirlos en Villa San José, se dice: “(…) por los RR. HH. Ildefonso, antiguo Director, también, de nuestro Instituto,…”
Julio 1946, pág. 84: “El muy estimado Hno. Director del Colegio Mons. Rasore, Rdo. Hno. Ildefonso, debió guardar un bastante prolongado descanso. Fue su sanatorio la Escuela San Vicente de Paúl. Se halla ya mejor. Pedimos al Señor apresure su completa restauración.” En página 88: “Mons. Rasore. El Rdo. Hno. Director pide al Corresponsal deje constancia de su gratitud para con el Rdo. Hno. Provincial y para con los RR. HH. Director, Enfermero y demás miembros de la Comunidad de San Vicente, que tanto se interesaron por él durante su reciente enfermedad y tantos cuidados le prodigaron.”
Octubre 1949, pág. 63. Director del Colegio San José de Mendoza, el regalo corresponde: “Villa Champagnat. Gracias a la gentileza del R. H. Director del Cgio. San José, de Mendoza, cuenta ahora nuestro parral con 230 pies de vid más.”
En Días de nuestra Provincia, nº de setiembre 1953, pág. 240. En lo referente al año 1909, con motivo de la segunda visita del Hno. Constancien al Distrito (llega el 24 de enero.) Entre los seis Hermanos que lo acompañaban, está el H. Ildefonse.
Abril 1957, pág. 97. El diario del Curso de Estudio de los Hermanos, en el penúltimo día, 14 de febrero, deja constancia del festejo recordatorio de Bodas de Oro de vestición de dos Hermanos, Giustino e Ildefonso. El recién nombrado, “in absentia”. En pág. 98, crónica de Marcos Juárez: “El 2 de febrero, día de la Purificación, los HH. Justino e Ildefonso celebraron en Luján y Marcos Juárez, respectivamente, el grato acontecimiento de sus Bodas de Oro de Vestición Marista.”
Agosto 1957, integra la comunidad de Marcos Juárez. En pág. 130 leemos: Una Intervención quirúrgica, con óptimo resultado, se le practicó al H. Ildefonso en Rosario, el 29 de junio. ¡Nuestra enhorabuena!”
Octubre 1961, pág. 73, integrado a la Comunidad de Villa San José: “También el Hno. Ildefonso conoció por algunos días la inmovilidad. ¡Qué quieren! El equilibrio le falló al pretender bañarse y… una costilla sufrió detrimento. ¡Cuidado! ¡No confundan con la Côte Saint – André!”
Unos meses después, (Junio 1962, pág. 125) la información es: “Lamentablemente la salud del H. Ildefonso sigue más bien estacionaria sin acusar hasta hoy una mejoría sensible.”
Octubre 1962, pág. 152. Publica la nota necrológica.
“+ Hno. ILDEFONSO.
En prensa este número de ECOS, nos llega la triste nueva del fallecimiento del Hno. Ildefonso, ocurrido en la Villa San José el 2 de noviembre.
Calladamente se ha ido el Hno. Ildefonso, dejándonos a todos el regalo de una lección preciosa: de cómo hay que prepararse para dar un día el gran salto del tiempo a la eternidad. Con paciencia, humildad y entrega amorosa al querer divino. Con la aceptación plena de la cruz del Señor, una cruz hecha de enfermedad, larga y penosa, que le fue consumiendo hora tras hora las reservas de un cuerpo otrora esbelto y radiante de optimismo y vitalidad.
Sabiéndose destinatario de una sentencia fatal a corto plazo, no parecía tenerle miedo a la muerte. Tan sereno y tranquilo estaba. Hasta se gastó – cierta vez – una ocurrencia propia de su inagotable buen humor. “Ya tengo el boleto en la mano – dijo con gracia a un viejo amigo – pero no sé qué pasa: este tren tarda en llegar a destino…”
Sufría mucho, sobre todo por la noche. Horas largas, inacabables, que él acortaba musitando las avemarías de un rosario sin término; rosario que muchas veces desgranaba sólo con los dedos, pues apenas si le iban quedando fuerzas para algo más.
Hermosa partida la del Hno. Ildefonso: bien purificado con el purgatorio de un cáncer implacable, y unida su alma al abrazo estrecho con la Madre del Cielo, creemos que el querido difunto habrá tenido un trámite muy sencillo que cumplir en los despachos del Rey de la Gloria, para que le fueran abiertas sin reticencias las místicas puertas que nos canta David en sus salmos.
El Hno. Ildefonso contaba 71 años y 55 de vida religiosa.
R. I. P.”