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HNO. ALBERTINO

Nombre Civil: Santiago VINAI.

Fecha de Nacimiento: 23/05/1897.

Lugar de Nacimiento: Vallauris — Provincia de Los Alpes Marítimos — Francia.

Fecha de Profesión: 20/12/1913.

Fecha de Defunsión: 24/03/1978.

Estable 1897 – 1978.
Nacimiento: 23.05.1897 — Vallauris — Provincia de Los Alpes Marítimos — Francia.
28.12.1909: Junior, Mondoví.
28.10.1911: Junior, Luján.
06.01.1912: Postulante.
08.12.1912: Toma de Hábito.
20.12.1913: Primera Profesión.
21.12.1918: Profesión Perpetua.
13.01.1933: Voto de Estabilidad.
Agosto 1927: 2º Noviciado, Grugliasco.
Visita de familia: Diciembre 1950; Diciembre 1960; Mayo 1968.
Actuación:
Maestro ….. 6 Años.
Profesor ….. 11 Años.
Director ….. 29½ Años.
Administración y Secretaría ….. 4½ Años.
Auxiliar Administrativo Secretaría ….. 2 Años.
Ecónomo ….. 2½ Años.
Encargado de pensionistas ….. 2 Años.
Retirado ….. 4 Años.
Fallecimiento: +24.03.1978 — Pilar — 81 Años y 61 Años de Vida Religiosa.

Santiago VINAI vio la luz del día en Vallauris, población de la Provincia de los Alpes Marítimos, Francia. Sus padres, Mathieu y Marie Efigénie MARCHETTI. Ambos fallecidos en su juventud, 1914 y 1900 respectivamente. Don Mathieu ejercía la profesión de panadero. Se menciona a su hermana Marguerite Vinai, con domicilio en Villa Saint – Pierre-Marie, en la misma población paterna. Por la ficha complementaria sabemos que eran 6 hermanos. Dos varones y dos mujeres mayores que él, y una mujer menor.
Recibió el santo Bautismo en la parroquia del pueblo el día de San Marcelino ese mismo año de 1897; y la Confirmación en la catedral de Mondoví el 18 de mayo de 1910, siendo ya junior marista.

Otros Datos.
Consideramos errónea la fecha de su llegada a nuestro país, la que encontramos en la ficha complementaria. Afirma que fue el 24 de setiembre de 1911. Eran jovencitos que venían directamente de juniorado (Mondoví) a juniorado (Luján). ¿Dónde residió hasta el 25 de octubre de ese año? La ficha de Secretaría Provincial, que llevaba el exactísimo Hno. Augusto Salvador Palma, da la justa. Habiendo arribado a Argentina el 25 de octubre de 1911, ese mismo día ingresó en el Juniorado de Luján.

Documentación.
Libreta de Enrolamiento 0195584, Distrito Militar 2; Cédula de Identidad 3935616 de Policía Federal. Nacionalizado argentino el 12 de junio de 1934.

Sus Obediencias:
—Rafaela – Enero/1914 – Estudiante.
—Colegio La Inmaculada – Febrero/1915 – Maestro.
—Colegio Champagnat – Abril/1916 – Maestro y Profesor.
—Mendoza – Enero/1924 – Profesor.
—Administración Provincial – Marzo/1927 – SubEcónomo.
—Grugliasco – Agosto/1927 – Gran Novicio.
—Luján Instituto Alvear – Marzo/1928 – Subdirector.
—Jáuregui – Marzo/1933 – Director.
—Luján Instituto Alvear – Febrero/1934 – Director.
—Alta Gracia – Septiembre/1945 – En Reposo.
—San Francisco – Diciembre/1945 – Director.
—Rafaela – Febrero/1946 – Director.
—Rafaela – Febrero/1952 – Enc. Pensionis.
—Marcos Juárez – Febrero/1954 – Director.
—Colegio La Inmaculada – Febrero/1960 – Director.
—Córdoba – Enero/1963 – Ecónomo.
—Córdoba – Septiembre/1963 – Director Provisor.
—Córdoba – Febrero/1964 – Ecónomo.
—San Francisco – Febrero/1966 – Administrador y Secretario.
—Córdoba – Agosto/1970 – Director.
—San Francisco – Abril/1972 – Auxiliar Administrativo y Secretario.
—Pilar – Enero/1974 – En Reposo.

Nos Comunica El Hno. Jesús Casal:
En una sintética y muy expresiva hoja firmada en Rosario en 1999, nos presenta una caracterizada semblanza, destacando sobre todo la responsabilidad que tuvo como Director/Superior. Esto es así, explica el autor, dado que lo ha conocido como tal en las comunidades a las que perteneció a lo largo de su vida docente en las que el Hno. Albertino se desempeñó en dicho cargo. Citamos.
El Hno. Albertino (Santiago Vinai), estaba dotado de una naturaleza física fuerte, robusta, pronunciadamente obesa. A estas características de su contextura anatómica parece llevarlo naturalmente a la bonomía, a la lentitud, a ser propicio a la calma, a no caer en enojos exabruptos, a ser tolerante, pensar las decisiones espaciosamente; esto no quitaba que cuando debía asumir, como autoridad o hablar ante un público calificado, se percibiera su temperamento nervioso que llegaba hasta el temblor de los labios…

Como Superior era emprendedor, enfrentaba las dificultades una vez que tomaba una decisión pensada con cuidado, previendo las consecuencias que se derivarían lo que daba a los súbditos confianza a la obediencia. Sabía acoger las observaciones, sugerencias, opiniones, críticas ya sea que viniesen de sus Superiores de quienes dependía como Director o Superior. Exponía sus determinaciones, cuando eran referidas a la Comunidad, con lenguaje sencillo, como haciendo una invitación más que con acento de autoridad, aún para los temperamentos más propensos a una crítica, a un desprecio, a un que me importismo frío sobre todo, si la disposición o determinación venían de los Superiores Mayores…

Entre Las Muchas Cualidades Que Lo Distinguían, Cabe Señalar, Especialmente:

—Religioso de “vida de oración”. Era raro que faltara a una oración comunitaria; sabía prevenir para evitar el llegar tarde o faltar directamente al encuentro de oración con su Comunidad. Traía a colación el tema de la oración en las “entrevistas” con cada Hermano de su Comunidad, trataba que las oraciones comunitarias no quedaran en el marco de una recitación rutinaria, siempre presentaba motivos o intenciones para animar la oración… Ya de por sí, ese interés por cuidar las oraciones comunitarias, revelaba el grado de su oración personal, ya que nadie da lo que no tiene. Por otra parte, obedecía a aquel pensamiento de nuestro santo Fundador, al referirse a las cualidades del Superior de piedad sólida: Hermanos Directores, si carecéis de las cualidades necesarias a un buen Superior, sed piadosos, orad y pedid con insistencia esas cualidades y las obtendréis… El Hno. Albertino (Santiago Vinai), no fue un Hermano de estudios sistemáticos, porque tuvo de que empezar la docencia, sin Escolasticado, estudiar por su cuenta como mejor podía y según las circunstancias. Los éxitos a lo largo de vida como Director de Colegio y Superior de Comunidad, mucho lo debió ser religioso marista de oración.
Hacemos notar que contó con un año de Escolasticado, período muy exiguo como para pretender alcanzar una suficiente formación pedagógica. Y, como tantos otros Hermanos de su época y posteriores, obtuvo los títulos habilitantes. A saber: Primaria, APTITUD PEDAGÓGICA, provisorio en 1931; TÍTULO ELEMENTAL DEL MAGISTERIO, prov. de Buenos Aires, 1929; en la de Córdoba, 1957. Secundaria, por DECRETO DE 1926, reconocido para impartir en nuestros colegios Castellano, Historia y Geografía. Y refrendado por RESOLUCIÓN MINISTERIAL, de 1930 y 1950. Ante el recuerdo de tantos Hermanos que nos legaron una formidable Provincia Argentina colmada de buena pedagogía, ¿no será bueno que un monumento, placa… les ofrezcamos como recuerdo —homenaje— agradecido? Algo así como “A ELLOS”…
Permítasenos una foto, ícono de tantas aulas de otros tiempos, atendidas por nuestros antiguos Hermanos… Está tomada del calendario del Centenario del Colegio Ntra. Señora de Luján. En aula parecida, en el Cgio. San José de Mendoza, me enseñó a leer y escribir en 1936 el Hno. Salvador Iglesias, sí, ¡el “Pucho”!

—Superior prudente: como lo aconsejaba San Marcelino Champagnat de los Hermanos que designaba Superiores y/o Directores y Formadores. El Hno. Albertino (Santiago Vinai) tenía la lengua en el corazón y no el corazón en la lengua… Nunca le he oído largar por la boca expresiones o confidencias referidos a algún Hermano en un enojo público como respuesta o intimación, a pesar de malentendidos injustos o acusaciones falsas que se le achacaban por su bonomía o transigencias como procedimiento para evitar algún escándalo mayor…
De corazón abierto, sabia granjearse la confianza y aprecio de profesores, alumnos, familias, Hermanos y amigos por su prudencia y discreción, siempre que debía enfrentarse ante una situación propuesta por un interlocutor, antes de tomar una decisión, sobre todo, si debía trascender.

—Superior sencillo: sin complejos y abiertos a las realidades de entonces, que el gobierno de una Comunidad estaba austeramente regido por normas, disposiciones, reglamentos que no facilitaban observaciones, expresiones públicas, hasta sugerencias a una determinación personal del constituido en autoridad, aún en aspectos de poca cuantía. Habló el superior, la causa está terminada.

—Superior dotado de “buen carácter”: a pesar de su temperamento sanguíneo; fruto de los esfuerzos a lo largo de su vida, enfrentando vicisitudes y contratiempos que supo ser constante en la lucha y se le percibía en su mirada, morderse los labios, apretar los puños… Supo educar sus reacciones temperamentales, lo que le dio ese dominio que para ser más de un temperamento apático, “dejar hacer”.

—Preparaba sus encuentros con la Comunidad, docentes, alumnos, familias con mucho oración y exquisito cuidado para que su mensaje fuese provechoso, según a quien fuese dirigido. Incluso, todas las fiestas públicas a nivel Colegio, sean cívicas o religiosas, eran objeto de su especial solicitud.

—El hecho de ser el Hno. Albertino (Santiago Vinai), de una bonomia desbordante, era firme de ánimo y constante a la hora de cumplir y hacer cumplir las determinaciones venidas de las autoridades mayores, sea las emanadas de los Superiores del Instituto para los Hermanos, o de las autoridades civiles, para la aplicación del área enseñanza-aprendizaje. Su sistema de corrección, más que de sanción, era el de la previsión; de ahí que se recibieran las determinaciones con acatamiento respetuoso y no a regañadientes…

—Para el Hno. Albertino (Santiago Vinai) una de sus preocupaciones prioritarias fue: las vocaciones. Trabajó, sobre todo en dos campos: suscitarlas entre los alumnos mayores de enseñanza primaria (cuando existía el Juniorato Menor) y de la secundaria en quienes observaba indicios de tendencias a la vida espiritual o gusto por lo religioso y, los Hermanos Jóvenes recién salidos de la Casa de Formación o, simplemente de Votos Temporales dispuestos a avanzar en su vida de consagrados maristas.

¡Hno. Albertino…! Seguramente habrás leído a lo largo de tu vida de Superior aquel pensamiento estampado en el libro El Superior Perfecto, donde nuestro santo Fundador Marcelino Champagnat, dice: “Cuando al recorrer la vida de los santos o la Historia Eclesiástica, veas una Comunidad floreciente, abundar en religiosos fervorosos y dar a la iglesia el hermoso espectáculo de todas las virtudes, observad quién está a la cabeza de esa Comunidad: siempre hallaréis que le dirige un Superior santo”. Rosario, junio 1999. Hno. Jesús Casal…

Semblanza. Hno. SANTIAGO VINAI —Hno. Albertino— 1897/1978.
VIERNES SANTO de 1978. Antevíspera de Pascua. Este punto nos lleva a enmarcar con mayor relieve la trascendencia de la muerte y más si quien nos deja es un seguidor fiel de Cristo y un auténtico apóstol de su doctrina. Este enfoque creemos que es la manera más serena y segura para enfrentarnos con el fallecimiento, en tal día, del querido y veterano Hermano Santiago Vinai (Hno. Albertino, de Toma de Hábito).
Trazar la exacta semblanza del H. Santiago Vinai exigiría más de una página. Su personalidad compleja por la estructura de su temperamento y de su carácter, sólidos y abiertos en claras y precisas coordenadas, lo mismo que las modalidades de su pensamiento y de su acción, brindan a nuestra pluma muchas posibilidades de dar contornos inconfundibles y trazar perfiles imborrables a sus relieves humanos y a sus rasgos espirituales y morales, basados en los elementos estructurales de religioso y marista, de maestro y profesor, de Director y Superior.
Quien esto escribe conoció al Hno. Vinai desde 1922. Y desde entonces lo ha visto siempre rico intelectualmente, con una experiencia amplia y sólida, adquirida en el contacto con los libros y en el hábil manejo de los hombres. Y en el mismo nivel ha sido fuerte espiritualmente, nutrido en las fuentes de la auténtica y profunda vida religiosa y en el rico venero de la filosofía marista y cuyo contenido supo encerrar y concretar en una ceñida expresión: “La preocupación de todo marista ha de ser conocerse, comprenderse y amarse, para poder conocer, comprender y amar a los demás. Y el querido difunto supo seguir esta pauta en forma digna de imitación.

Su capacidad en la docencia y su competencia en la conducción de los colegios y de las Comunidades demostraron, a lo largo de los años, la recia estructura moral, el fuerte temple de su personalidad; lo mismo que la constante dedicación intelectual y la indeclinable fortaleza física, minada en los últimos años. Cualidades éstas con las cuales conquistó siempre la admiración y la estima y alcanzó el prestigio y la categoría de primer orden, para sí y para los colegios —especialmente en el Instituto Alvear— en los largos años de su abnegada y fecunda existencia.
Su exquisito trato, su excelente manera de conducir los colegios; por afinado “savoir faire” de buen francés; su acentuación con tacto y prudencia, con clarividencia y discreción, contribuyeron a la segura fructificación de la buena semilla de la ciencia y del bien que supo sembrar “á tout vent” en las mentes y en los corazones. Y lo hizo a manos llenas y sin pensar en quién habría de recoger después…
Y agreguemos que en todas las actividades supo basar su labor con diligente y cimentada autoridad, que en él no era un modo de proceder imperativo y rebuscado, sino una luz que envolvía todos los actos de su vida cotidiana, embellecida con las rosas de las “pequeñas virtudes”, puestas siempre en valiosa acción: bondad y paciencia, benevolencia y generosidad, sonrisa y afabilidad, según las normas de las Lecciones y Sentencias de nuestro Beato Padre Fundador.

Alma magnífica la del Hno. Albertino y corazón abierto a la rosa de los vientos de todas sus actividades; allí donde podía demostrar su amplia y atrayente buena voluntad. En tales líneas ha sido admirable y con ello nos ha dejado una atrayente y alentadora pauta de ver la vida y de elevar su contenido. Y con ello, también, nos ha dado lo que tenía de mejor en su ser espiritual: la Fe y el auténtico sentido que de la misma debe tener todo cristiano, y más, el religioso marista, porque leyendo a san Pablo podemos afirmar: “Vivir sin la Fe no es vivir”.
Y con este enfoque y con esta panorámica, que nos pone siempre a Dios delante, hemos visto al Hno. Vinai llegar al final de su vida terrena, que coincidió con la terminación de marzo de 1978. La tarde última de este otoño de su vida iba a caer. La mies de sus días estaba dorada, madura para el más allá, alampada por el deseo vehemente de ir al encuentro con Dios.

El querido Hermano está ya sumamente debilitado en los últimos tiempos, con las secuelas de la hemiplejia que le había minado la salud en largos meses. Sufre al verse así, con entereza y contagiosa alegría, ante la imposibilidad insalvable de moverse. Pero todos los sufrimientos y molestias los ha puesto en manos de Dios, por mediación de María Santísimna.

Este nuestro inolvidable cohermano supo demostrar que en esta tierra y más al final de nuestros días, debemos aspirar a una sola cosa: el amor por el sacrificio, como don supremo que todo lo resume y agranda…¡Hermoso ejemplo del H. Vinai!
No oiremos más su palabra amable y generosa, acompañada del gesto gentil y atrayente; no veremos más su actitud noble y letificante, que sembraba confianza y derramaba gozo y esperanza. Estas formas de su ser psíquico-moral las tendremos en el imborrable recuerdo de su figura relevante y prócer, que guardaremos como elementos luminosos de guía de nuestro proceder en la Vida Marista y nos servirán de andarivel en nuestra marcha en los momentos difíciles de nuestra misión de educadores y de apóstoles.

Así el buen Hno. Santiago Vinai seguirá ejerciendo desde la Vida Eterna una influencia realmente benéfica y alentadora en nosotros, entre quienes lo conocimos y admiramos y, además, fraternalmente lo hemos amado.

Omitimos el pasaje referido a las misiones y puestos de labor de nuestro Hermano.
El Hno. León Gonzalo finaliza así su artículo: “Los restos mortales del Hno. Santiago Vinai descansan en el Panteón Marista, de Luján. Allí, con las oraciones de ritual, el R.H. Tiburcio, Superior Provincial de la Provincia Marista de Córdoba, lo despidió con las siguientes palabras: HERMANO (ALBERTO, ALBERTINO), SANTIAGO VINAI…

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